Franco Osorio Paredes
(Lima, Perú 1987). Licenciado en Periodismo por la Universidad de Lima y estudiante de Literatura Hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fundador, junto con Hugo Kalashnikov y Piero Ramos, del colectivo “Ojo Perezoso”. La primera edición de su libro “Mar de ecos” fue realizada por Ediciones El Viaje (México, 2014); y la segunda por Editorial Amotape (Perú, 2015). Ha participado en los festivales “Primera Caravana Poética Lima-Cusco” (Lima y Cusco, 2014), “Cuarta Edición de Noches Cartoneras” (Guadalajara, 2014), “Enero en la Palabra” (Cusco, 2015) y "Dentro de los bosques famélicos" (Pucallpa, 2015). Poemas suyos han sido publicados en los blogs “Urbanotopía” y “Piensan los viejos asnos” y “Letras.S5” (Chile) y en las revistas “Ojos de Papel”, “Plectro”, “Sumergible” (Argentina) y “El perro” (México).
Franco Osorio Paredes: "Entre mi ser y tu YO hay tanta distancia como los años luz entre Venus y Marte"
Franco Osorio guarda en sus letras la virtud de ser muy descriptivo. Consigue mantener una historia sostenida, siendo capaz de esbozar versos muy generales pero jamás perderemos los detalles. Sus versos delatan una personalidad apacible sin dejar de lado lo pasional. Maneja un lenguaje sencillo y cercano, permitiendo al lector entender al poeta sin grandes esfuerzos. Con cada poema nos hacemos de una idea del perfil literario del joven poeta, cada texto es solo una repetición de lo que Franco es. Como el eco precisamente. Solo que esta vez el eco es él.
Ecos
Un rayo de alba ingresa por la ventana
baja por su cuerpo tendido
entre sombras y líneas rojas
para dibujar un torso ondulado
Su imagen plasmada en el espejo
mantiene el goce incesante de un columpio
revela los secretos de la carne porosa
contiene el éxtasis de mis ojos en sus manos
Aunque las sábanas sepan
que otros serán los que se abriguen con ellas más tarde
guardan nuestros nombres
en el sudor de una luna empañada
Bajo su piel de púas y palabras desnudas
circula el recuerdo de tomarnos
las manos a destiempo como un tren que erró la hora
Afuera donde las zapatillas se perdieron
aún caen las gotas de un viejo árbol
en busca de un súbito suicidio
Divago mientras estas acostada en mi muslo
como una botella en el océano
en busca de una llama extinguida
Será necesario inventar un idioma que comprendas
o es que no te das cuenta que todos andamos
en busca de un eco perdido?
Sendero
Se abrió a mi paso un sendero
de calles apagadas
y soledad tan profunda
como la de un poste a medianoche
El viento rara vez calla
lo que no debe ser pronunciado
le da oportunidad a una lengua ignota
de enmudecer a la brisa del parque
Quebraste mis palabras sin tregua
le diste provecho a las agujas
venías a cocer mis labios
y a detener mis pensamientos en el paladar
Una brecha escindida entre mi pecho y el tuyo
obliga a tomar un atajo a la vez que lanzo la venda
que secciona mi cuerpo como un archipiélago
Ahora el silencio viajará en el último autobús
con maletas en mano y una foto apolillada
donde el pasado vuela entre olas veraniegas
y un cigarro presto a consumirse
Ceniza
Aunque te encuentres a miles de kilómetros
tu fogata se obstina en renacer como el fénix
mientras más trepo sobre tus ramas
Tus alas se extienden en el árbol mimado
al que diste de lactar
y te espera con el ansia de un niño
despojado de su juguete favorito
Ahora lo veo afuera
distante marchito oscuro olvidado
como tus cenizas en el armario
rodeado de mosquitos de mil ojos
A su costado la banca acostumbrada
a ser útil para dos transeúntes
le cuesta creer que ya no escuchará tu voz
Debajo el pasto vestigio de promesas
se bambolea hacia el norte
en busca de un rastro que le lleve a ti
y el bochorno del sol ido contigo
Adentro pasa el invierno
los muebles rechinan tu nombre
aunque pronto notarán que ya no regresas
y los dejas con el sonar de las piedras a cambio
Así cien noches han pasado
no he descubierto bandera que se agite a mi viento
todo está desgastado menos tus huellas
intactas en el marco del respaldar
Tal vez estas palabras no naveguen hacia ti
pese a que son sencillas como los lunes
y a lo mejor sirvan de inspiración a otros jóvenes
que esperan en un mundo paralelo expliques
por qué encarnaste tu sombra en mis pies sin avisarme
Desierto de agua
No es la lluvia la que te moja
son mis ojos oxidados desgastados
como un escudo por el paso del tiempo
los que protestan silenciosos tercos a la noche
Debes estar empapada
lo intuyo y es seguro
ya que a esta hora los lobos aúllan en el Norte
Una laguna se forma a tu paso
no sabes si pisarla o esquivarla
o tal vez sólo pensar en lo que dejaste
De pronto me viste
como un espejismo bañado en la luna
dibujado delante tuyo
¿Será Franco el que me llama?
te preguntarás sin hallar la respuesta
Fuente de deseos
Crucé el charco de océano frondoso
a la búsqueda de la bota famosa tierra de antigua herencia
donde hubo un imperio de gloria y sangre
en una de sus urbes de místicos monumentos de caliza
hallé una fuente por la guía de una compañera de antaño
como una brújula al tanteo orientada por las nubes
Rodeada a ella un paisaje de paraguas se explaya
en un horizonte negro de cabo a rabo como techo sin luz
dejándole a la lluvia un ápice para escabullirse
Un pozo de líquido dorado
se refleja en el manantial de Trevi
donde se prometía la ejecución de fructíferos deseos
En ese momento solía caminar de espaldas al futuro
conservaba en un frasco el aire que guarda su aliento
sin entender que las cadenas se abren con el tiempo
Las demandas a la fuente de una próspera felicidad y salud
no se hicieron esperar mis oídos se bloquearon
al tacto del barullo encontré refugio en el silencio
Pero también estabas tú amiga de peripecias
guía primaveral conocedora de enigmas
la única que pudo descifrar una voz omisa
y me dio una moneda escéptica
que cayera junto a ti como un cajón en tierra
en el más profundo abismo del olvido
I
Camino por un pasillo de luces
al tanteo ciego de un principiante
que desconoce las nuevas reglas del juego
Visualizo una cola de serpiente exhalada de mi aliento
desesperada como un animal indefenso en medio del fuego
por no quedarse en el portón tallado de granito
El pasado calcinado a través del túnel del tiempo
traza un nuevo mapa ausente de sentidos
borra las avenidas atestadas de recuerdos
que nos vieron pasar sin dejar manchas
Entre mi ser y tu YO
hay tanta distancia como los años luz entre Venus y Marte
mis tripas mi corazón mi baso mi hígado inertes
son los que han construido un muro entre planos
Poco queda del aire natural cargado en mis pulmones
viviré como las rocas del bosque
no necesito ni de él y menos de ella para existir
Cerca de la recepción del umbral
hay un libro escrito en sangre
mi nombre próximo en lista de espera
a la guarda de ser llamado en breve
Imagino renacer en un jardín
de pastos iluminados por la faz del sol
manantiales cascadas ríos pozos
que aguantarán mis lamentos sin chistar
Sin embargo
todo parece ser
lo movible lo inefable
una ilusión rizomática
Sucede que en la otra esquina
el río inevitable que todos navegarán
hay un espejismo donde estoy sentado
con papel y lapiz en las manos
II
La brisa corre y hela como el polo norte en invierno
traspasa los cuerpos sin vida en cajones
que despiden un manto nevado
y congelarán las huellas dactilares
Sin identidad
ni pasado
entre vivir en tierra húmeda
y ser comido por gusanos
no hay mayor diferencia
Afuera
escuchas a tus padres amigos hermanos
mascotas y cuanto curioso presentes
en un marco de velas encendidas con calma
a esgrimir lo mejor de este breve momento eterno
Igual para nosotros
se acabaron las días y fechas exactas
el tiempo se embarca como un bote a la nada
en una carretera que desconoce su destino
Se acerca la hora del descenso
un mar de pastos amarillos y variedad de flores
adornan el paisaje otoñal que se refleja en el pozo
mientras una melodía de voces enternadas parecen llamarme
La falda del mar
se abrirá por última vez
para recibirme en sus olas
como una boca que prometió no engullirme
pese a que pronto me recogerá
Aunque los símbolos pierden su estructura aquí
hay verdades innegables como el excremento de paloma
que adorna las sepulturas de los pobres occisos
a los que cubren de blanco sus nombres
Suena un micrófono parece que ya es hora
de entrar al hoyo ser pisado por hormigas
nadar fuera de mí y tirar las redes
como un pescador que se despide para siempre
despues de recoger los últimos frutos en un bote hacía
(Fondo musical lágrimas y más lágrimas muy a pesar mío)
VI
El esperado despertar llegó
las puertas del umbral se abren
El profundo color de tus ojos en el lago
inunda el camino tornasolado
y la soledad de la bandera invisible en la plaza
Los sentidos se extinguen como el apagado de un foco
en el portal limítrofe próximo a alcanzar el bienestar
que había sido esquivo y acorazado por la memoria
Ingreso por el rumbo gris donde se revolotean las hojas
entre un millar de seres que balbucean algo ininteligible original
como mendigos arrojados a una miga de pan
De un chasquido se prenden las antorchas
la vacuna para el dolor ha llegado sin inyección
quedo perplejo al ver piedras convertirse en estrellas
Espejos sin fin revelan el cuadro final:
neblina espesa como un manto de alpaca
extraviado en un paraíso perdido
meditación auscultatoria
contemplándome fuera de mi sexo
mientras bebo la leche cósmica del seno de la vía láctea
y espero que sean las siete y domingo
para extirpar ese amor de cordilleras blancas
VII
Este universo ajeno a los astrónomos a los telescopios
se encuentra dentro de una masa polisémica
donde el sol tiene hermanos mayores y primos
Aquí
el ritmo de las pulsiones se acompasa a la velocidad de relámpagos
el tiempo se vierte como líquido en una fuente oblicua
Descubro que somos parte de una misma lengua de fuego
la memoria una jauría que deambula al acecho
para separarme de la bacteria primigenia del Big Bang
Penetro un espacio donde no hay oxígeno
ni agua ni moscas ni hormigas
para mantener todo en equilibrio
la materia es aniquilada desmembrada atomizada fisurada
la identidad construida ya desconocida
sólo queda esperar el parto de una nube inmaculada
y que florezcan lirios blancos bajo los árboles gemelos de Sala
VIII
Regreso al cascarón
envuelto en nudos ancestrales
ligándome de íntegro a la jungla astral
Un susurro estruendoso abarcador
escarapela lo último de un ser desvalido
y ausente de su existencia primaria
Unas sombras carroñeras como buitres en el desierto
espera a que caiga tendido entre huesos áridos
muerto de sed de mí mismo herido por insectos
Sale espuma tiemblo de reducir en ideas
a mi lengua a una sola aglutinante sin sexo
y mis extremidades a una cápsula de cadencia hipnótica
Mar de Ecos
Por Miguel Ildefonso
Definía Robert Graves a la Diosa Blanca como una “gramática histórica del lenguaje poético del mito”. Borges en el poema Historia de la noche decía:
“Nunca sabremos quién forjó la palabra
para el intervalo de sombra
que divide los dos crepúsculos;
nunca sabremos en qué siglo fue cifra
del espacio de estrellas.
Otros engendraron el mito.”
Todo poema es la reescritura de un mito. Y Mar de ecos (Amotape Libros, 2014), de Franco Osorio, nos remite a los vestigios de una historia griega, al mito de Eco y Narciso. Por supuesto que esto es una conjetura mía y no un dato extraído literalmente del libro; aunque, ¿qué lectura o interpretación poética es literal?
Pero iba diciendo que todo poema nos señala un mito; todo poema es la recreación de un mito. Y, por eso, hay una cierta épica en todo libro que reúne poemas; en ese atar de hilos (de Ariadna, por ejemplo) hay un recorrido, un tipo de viaje que atisbamos, ciertamente, en Mar de ecos como cuando dice:
“Transito perdido en un laberinto
en busca de una lámpara
que me guíe fuera de la ruta
Siembro gotas de sangre
en el centro de la esfera
donde podré recuperar el habla”.
Decía que hay reminiscencias del mito de Eco, enamorada de Narciso, a quien la diosa Hera le quitó la facultad del habla, pudiendo solo repetir la última palabra que pronunciara su interlocutor. El eco entonces es la voz que viaja en estos poemas, “el eco perdido” es la palabra que en Mar de ecos busca a los cuerpos que alguna vez pronunciaron esa voz, y que busca restituir a la poesía esa facultad de trascendencia que se ha ido perdiendo desde que los poetas bajaron del Olimpo.
Este mar en constante movimiento, en incesante desplazamiento, va conduciendo a los ecos desasidos de los cuerpos que se reclaman, de una historia que se quiere contar a través de los retazos que quedaron. El viaje consiste en recoger los pedazos de un mundo fragmentado. Los poemas de Mar de ecos son el testimonio de esa misión, la del poeta que ante las ruinas del tiempo reinventa una nueva utopía; y ello nos remite también a Dante Alighieri. En el poema IX dice:
“Llego al puerto cercado por manos de hielo
Veo a Dante y al antiguo barquero
Me informo del precio del último viaje
un óbolo que me libera de navegar por siglos”.
El poeta en ese laberinto oscuro (como en el mito del Laberinto de Dédalo y el Minotauro) va tanteando, buscando, encontrando esos trozos de imágenes de algo que antes fue un todo armónico. De ahí que hay una casi obsesión por nombrar las partes del cuerpo (que es el otro laberinto): el torso ondulado, las manos a destiempo, los muslos, los dedos, las piernas, la espalda, los ojos, los labios. El poeta está tratando de recomponer ese cuadro perfecto donde yace el ser amado, la amante. Este ser amado, sin embargo, es a la vez temido por su voracidad, por su belleza devastadora, arrebatadora. El poeta, así, reclama esa facultad de seducción que antes tenía la poesía. El poema es un artefacto perentorio en este tiempo de la desacralización.
Entonces el mar del poeta fluctúa entre la palabra y el silencio, entre la memoria de la posesión del cuerpo amado y la ausencia absoluta de aquel cuerpo. Hay un vaivén en su navegación que trata de no perder esa luz constante que lo acompaña y le permite nombrar lo que ve, porque la mirada es importante ante la ausencia del “habla”. A la poesía le ha quedado el conocimiento, pero nunca ha sido suficiente.
No es solo la búsqueda del tiempo perdido, ni la restitución del ideal del amor, ni el anhelo de la fe y el entusiasmo poético, Mar de ecos, es también la historia de la recuperación de la propia imagen, de una identidad en la voz del poeta. En Desierto de agua dice:
“De pronto me viste
como un espejismo bañado en la luna
dibujado ante tus ojos
¿Será Franco el que me llama?
te preguntarás
sin hallar la respuesta”.
Es el eco que se pregunta a sí mismo (¿Quién es? ¿De quién es la voz?...), es el poema que se pregunta quién habla en el poema; es decir, como diría Martín Adán, es el poema escuchando su propia voz, un eco.
Todo poema, decía al principio, es la continuación de un mito. Tanto al escribir un poema como al leerlo, participamos de un antiguo ritual. Entre la escritura y la lectura, el poema completa la imagen de cada uno de nosotros, nos completa, restituye un origen único, pues se trata de retratar lo que no vemos, lo que atisbamos a ciegas, lo que perdimos y aun sentimos y no tiene explicación. Somos ecos haciendo un recorrido a la inversa, un viaje que se acabará al volver a tocar los labios.
Fontana di Trevi
Para María Belén
Orientado por las nubes
hallé una fuente
en una urbe de caliza
Un paisaje de paraguas se explayaba
en un horizonte negro como techo sin luz
dejándole a ella y a la lluvia
un resquicio para escabullirse
Por entonces yo andaba de espaldas al futuro
y conservaba su aliento en un frasco
sin saber que el candado se abriría con el tiempo
Y también estabas tú compañera
sabia en enigmas
la única que pudo descifrar esa voz
refugiada en el silencio
Silencio
Transito perdido en un laberinto
en busca de una lámpara
que me guíe fuera de la ruta
Siembro gotas de sangre
en el centro de la esfera
donde podré recuperar el habla
Todavía arde la hoguera
que espera inmovilizar mis pasos
cerca a la salida
¿Será posible rebelarme
contra la opresión de tu silencio?
Pendiente dejo la respuesta
de la rama más alta del árbol
al que nunca volverás a trepar
Diálogo post mortem con Vallejo
“¿La muerte? ¡Opónle todo su vestido!
¿La vida? ¡Opónle parte de tu muerte!”
CÉSAR VALLEJO
César, en la tumba tuya
millones de latidos se anidan
resguardando en una mañana eterna
el grito afásico de las entrañas.
Late Montparnasse a los pies de tu lápida;
¡Qué extrañamiento complejo, inefable!
Sumergiste en la chamuscada tinta de tu Remington:
el cruel retorcer de las tripas
las ácidas lágrimas de los vencidos
el estrujar de la madre al parir
el estruendoso silencio de la celda
y los desayunos que nunca se sirvieron.
Uno lleva aquí más de una hora
y siente que una breve ráfaga
(un rasguño de blancas y negras piedras)
incendia los huesos y las vísceras;
el último reducto del suicidio
que se abriga en tu taciturna sepultura.
París, 9 de marzo, 2014
Los bajopontinos
A medida que el día junta sus pestañas,
el tibio rastro del cielo uterino
se aferra a las espaldas de los sórdidos bajopontinos.
Deambulan en la Place de la Bastille
como aquellos diminutos personajes
silenciados en las grandes revoluciones.
Ingresa la lluvia por los agujeros
de sus longevos sacos,
-testigos de subsistencia-
ante la arcada del pudiente
que los manotea como moscas
despreciando su harapiento discurrir.
Duermen en colchones grasientos
donde más que resortes y espuma
hay aire de ausencia.
Solo les quedan filtros de cigarro y endebles fogatas
como los últimos bastiones que los acorace
de los escupitajos de la fortuna.
París, 13 de marzo, 2014
Coffee Shop
Como quien busca
regresar a las paredes embrionarias
me interno en el Pick up your pieces,
refugio cálido y vaginal.
Desciendo las escaleras trémulo y mojado,
cae sobre la mesa el sol rastafari
y mis venas se sintonizan a las hondas notas
que un caluroso día Jah dictó a sus creyentes.
La calle seminal
escupe un ramillete de jóvenes polacos,
bajan silenciosos camuflándose entre el humo,
desmoñan la fruta de la madre tierra,
pasean con salivosa habilidad
el pega-pega del papel.
Es aquí que la pólvora estalla
y se conjuga de aire la torre babilónica
como el misticismo que da fe a la hierba
que ciñe la mente a la levitación.
(¡Luces rojas, amarillas y verdes
se cruzan las esferas
de semáforos desenfrenados;
ácido secular para los poros!)
La voz de un jamaiquino
se aferra a los ceniceros,
futura tumba de las pavas
que, a paso lento, agonizan.
Los párpados se dilatan,
volcanes en víspera de erupción;
se achinan las miradas
oscilando en el trapecio mudo.
Ya cadáveres los humos
el asfalto llamea abrasando mis pasos,
soy parido por el lúbrico aposento
hacia las estrechas calles rojas
y su orgiástica estridencia.
Armsterdam, 20 de marzo, 2014
La guardiana del segundo círculo
La torre apunta hacia las diecinueve,
tersas neblinas púrpura
anuncian la propensión natural
de caer a los brazos de Venus.
Las persianas con el zig-zag
de las pantimedias se descorren
comienza el incesante “nock-nock”,
las sonrisas y los cuerpos
se mimetizan en la transparencia
de los cristales jadeantes.
Navegan por el Ámstel
luces, tulipanes, noches;
amalgamadas al olor del azufre
tiñendo de rojo el ascético calzar.
Las súcubas cruzan las piernas
aprietan su sexo en hilos,
exponen sus labios,
a las miradas que se persignan
en cada centímetro de nalga.
(Bamboleo de caderas,
cosquilleo fálico,
abertura de ingle,
uña en las bocas,
lengua en la uretra,
espaldas de cisne,
vientres cóncavos,
orificios ocupados,
contracciones de pelvis,
lápiz labial en las tetillas,
senos asfixiándose,
colas,
colas,
colas,
colas cachetonas,
¡Salve Luzbel, dios de los caídos!)
Liliths camufladas en minúsculas lencerías
se agitan ante la efímera ósmosis
de billetes y presurosos dedos.
Una de ellas,
guardiana del segundo círculo,
atina a mi deseo camuflado
de alcohol y narcóticos,
extiende sus dedos capitales
(la tarifa cincuenta euros,
el precio del esperma
envuelto en el látex)
Armsterdam, 21 de marzo, 2014
Anti-todo
A Rodolfo Ybarra
A todos los que resistimos
Se han quemado los últimos cartuchos,
siguiendo los pasos del poeta
-tatuajes viscerales para los caídos-
Huellas cargadas de estigmas,
cruces, piedras, pasamontañas,
tinta en charcos de sangre
-no hay padre nuestro que salve-
Las mejores armas son los lapiceros
extensión de las balas al pecho
frío que se adhiere a la tinta perpetua
a la piel del sediento trashumante.
Llevamos al hombro
sacos de arena seca
-la pobreza del cuerpo-
El papel encierra ladridos
millones de voces
inviolables por los siglos de los siglos.
Más que tinta es bilis
escupida por los muros
que esconden el hábito siniestro
de amansarnos la esperanza
a fatuos golpes de macana
y puntapiés en el culo.
Hambrientos colibríes de rapiña aguardan
las balas perdidas de los muertos
para punzarnos los ojos nuevamente.
Barcelona, 07 de mayo, 2014
“¿La muerte? ¡Opónle todo su vestido!
¿La vida? ¡Opónle parte de tu muerte!”
CÉSAR VALLEJO
César, en la tumba tuya
millones de latidos se anidan
resguardando en una mañana eterna
el grito afásico de las entrañas.
Late Montparnasse a los pies de tu lápida;
¡Qué extrañamiento complejo, inefable!
Sumergiste en la chamuscada tinta de tu Remington:
el cruel retorcer de las tripas
las ácidas lágrimas de los vencidos
el estrujar de la madre al parir
el estruendoso silencio de la celda
y los desayunos que nunca se sirvieron.
Uno lleva aquí más de una hora
y siente que una breve ráfaga
(un rasguño de blancas y negras piedras)
incendia los huesos y las vísceras;
el último reducto del suicidio
que se abriga en tu taciturna sepultura.
París, 9 de marzo, 2014
Los bajopontinos
A medida que el día junta sus pestañas,
el tibio rastro del cielo uterino
se aferra a las espaldas de los sórdidos bajopontinos.
Deambulan en la Place de la Bastille
como aquellos diminutos personajes
silenciados en las grandes revoluciones.
Ingresa la lluvia por los agujeros
de sus longevos sacos,
-testigos de subsistencia-
ante la arcada del pudiente
que los manotea como moscas
despreciando su harapiento discurrir.
Duermen en colchones grasientos
donde más que resortes y espuma
hay aire de ausencia.
Solo les quedan filtros de cigarro y endebles fogatas
como los últimos bastiones que los acorace
de los escupitajos de la fortuna.
París, 13 de marzo, 2014
Coffee Shop
Como quien busca
regresar a las paredes embrionarias
me interno en el Pick up your pieces,
refugio cálido y vaginal.
Desciendo las escaleras trémulo y mojado,
cae sobre la mesa el sol rastafari
y mis venas se sintonizan a las hondas notas
que un caluroso día Jah dictó a sus creyentes.
La calle seminal
escupe un ramillete de jóvenes polacos,
bajan silenciosos camuflándose entre el humo,
desmoñan la fruta de la madre tierra,
pasean con salivosa habilidad
el pega-pega del papel.
Es aquí que la pólvora estalla
y se conjuga de aire la torre babilónica
como el misticismo que da fe a la hierba
que ciñe la mente a la levitación.
(¡Luces rojas, amarillas y verdes
se cruzan las esferas
de semáforos desenfrenados;
ácido secular para los poros!)
La voz de un jamaiquino
se aferra a los ceniceros,
futura tumba de las pavas
que, a paso lento, agonizan.
Los párpados se dilatan,
volcanes en víspera de erupción;
se achinan las miradas
oscilando en el trapecio mudo.
Ya cadáveres los humos
el asfalto llamea abrasando mis pasos,
soy parido por el lúbrico aposento
hacia las estrechas calles rojas
y su orgiástica estridencia.
Armsterdam, 20 de marzo, 2014
La guardiana del segundo círculo
La torre apunta hacia las diecinueve,
tersas neblinas púrpura
anuncian la propensión natural
de caer a los brazos de Venus.
Las persianas con el zig-zag
de las pantimedias se descorren
comienza el incesante “nock-nock”,
las sonrisas y los cuerpos
se mimetizan en la transparencia
de los cristales jadeantes.
Navegan por el Ámstel
luces, tulipanes, noches;
amalgamadas al olor del azufre
tiñendo de rojo el ascético calzar.
Las súcubas cruzan las piernas
aprietan su sexo en hilos,
exponen sus labios,
a las miradas que se persignan
en cada centímetro de nalga.
(Bamboleo de caderas,
cosquilleo fálico,
abertura de ingle,
uña en las bocas,
lengua en la uretra,
espaldas de cisne,
vientres cóncavos,
orificios ocupados,
contracciones de pelvis,
lápiz labial en las tetillas,
senos asfixiándose,
colas,
colas,
colas,
colas cachetonas,
¡Salve Luzbel, dios de los caídos!)
Liliths camufladas en minúsculas lencerías
se agitan ante la efímera ósmosis
de billetes y presurosos dedos.
Una de ellas,
guardiana del segundo círculo,
atina a mi deseo camuflado
de alcohol y narcóticos,
extiende sus dedos capitales
(la tarifa cincuenta euros,
el precio del esperma
envuelto en el látex)
Armsterdam, 21 de marzo, 2014
Anti-todo
A Rodolfo Ybarra
A todos los que resistimos
Se han quemado los últimos cartuchos,
siguiendo los pasos del poeta
-tatuajes viscerales para los caídos-
Huellas cargadas de estigmas,
cruces, piedras, pasamontañas,
tinta en charcos de sangre
-no hay padre nuestro que salve-
Las mejores armas son los lapiceros
extensión de las balas al pecho
frío que se adhiere a la tinta perpetua
a la piel del sediento trashumante.
Llevamos al hombro
sacos de arena seca
-la pobreza del cuerpo-
El papel encierra ladridos
millones de voces
inviolables por los siglos de los siglos.
Más que tinta es bilis
escupida por los muros
que esconden el hábito siniestro
de amansarnos la esperanza
a fatuos golpes de macana
y puntapiés en el culo.
Hambrientos colibríes de rapiña aguardan
las balas perdidas de los muertos
para punzarnos los ojos nuevamente.
Barcelona, 07 de mayo, 2014
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