martes, 14 de abril de 2015

FRANCO OSORIO PAREDES [15.598] Poeta de Perú


Franco Osorio Paredes 

(Lima, Perú  1987). Licenciado en Periodismo por la Universidad de Lima y estudiante de Literatura Hispánica en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Fundador, junto con Hugo Kalashnikov y Piero Ramos, del colectivo “Ojo Perezoso”. La primera edición de su libro “Mar de ecos” fue realizada por Ediciones El Viaje (México, 2014); y la segunda por Editorial Amotape (Perú, 2015). Ha participado en los festivales “Primera Caravana Poética Lima-Cusco” (Lima y Cusco, 2014), “Cuarta Edición de Noches Cartoneras” (Guadalajara, 2014), “Enero en la Palabra” (Cusco, 2015) y "Dentro de los bosques famélicos" (Pucallpa, 2015). Poemas suyos han sido publicados en los blogs “Urbanotopía” y “Piensan los viejos asnos” y “Letras.S5” (Chile) y en las revistas “Ojos de Papel”, “Plectro”, “Sumergible” (Argentina) y “El perro” (México).




Franco Osorio Paredes: "Entre mi ser y tu YO hay tanta distancia como los años luz entre Venus y Marte"



Franco Osorio guarda en sus letras la virtud de ser muy descriptivo. Consigue mantener una historia sostenida, siendo capaz  de esbozar versos muy generales pero jamás perderemos los detalles. Sus versos delatan una personalidad apacible sin dejar de lado lo pasional. Maneja un lenguaje sencillo y cercano, permitiendo al lector entender al poeta sin grandes esfuerzos. Con cada poema nos hacemos de una idea del perfil literario del joven poeta, cada texto es solo una repetición de lo que Franco es. Como el eco precisamente. Solo que esta vez el eco es él.



Ecos

Un rayo de alba ingresa por la ventana
baja por su cuerpo tendido
entre sombras y líneas rojas
para dibujar un torso ondulado

Su imagen plasmada en el espejo
mantiene el goce incesante de un columpio
revela los secretos de la carne porosa
contiene el éxtasis de mis ojos en sus manos

Aunque las sábanas sepan
que otros serán los que se abriguen con ellas más tarde
guardan nuestros nombres
en el sudor de una luna empañada

Bajo su piel de púas y palabras desnudas
circula el recuerdo de tomarnos
las manos a destiempo como un tren que erró la hora

Afuera donde las zapatillas se perdieron
aún caen las gotas de un viejo árbol
en busca de un súbito suicidio

Divago mientras estas acostada en mi muslo
como una botella en el océano
en busca de una llama extinguida

Será necesario inventar un idioma que comprendas
o es que no te das cuenta que todos andamos
en busca de un eco perdido?



Sendero

Se abrió a mi paso un sendero
de calles apagadas
y soledad tan profunda
como la de un poste a medianoche

El viento rara vez calla
lo que no debe ser pronunciado
le da oportunidad a una lengua ignota
de enmudecer a la brisa del parque

Quebraste mis palabras sin tregua
le diste provecho a las agujas
venías a cocer mis labios
y a detener mis pensamientos en el paladar

Una brecha escindida entre mi pecho y el tuyo
obliga a tomar un atajo a la vez que lanzo la venda
que secciona mi cuerpo como un archipiélago

Ahora el silencio viajará en el último autobús
con maletas en mano y una foto apolillada
donde el pasado vuela entre olas veraniegas
y un cigarro presto a consumirse




Ceniza

Aunque te encuentres a miles de kilómetros
tu fogata se obstina en renacer como el fénix
mientras más trepo sobre tus ramas

Tus alas se extienden en el árbol mimado
al que diste de lactar
y te espera con el ansia de un niño
despojado de su juguete favorito

Ahora lo veo afuera
distante marchito oscuro olvidado
como tus cenizas en el armario
rodeado de mosquitos de mil ojos

A su costado la banca acostumbrada
a ser útil para dos transeúntes
le cuesta creer que ya no escuchará tu voz

Debajo el pasto vestigio de promesas
se bambolea hacia el norte
en busca de un rastro que le lleve a ti
y el bochorno del sol ido contigo

Adentro pasa el invierno
los muebles rechinan tu nombre
aunque pronto notarán que ya no regresas
y los dejas con el sonar de las piedras a cambio


Así cien noches han pasado
no he descubierto bandera que se agite a mi viento
todo está desgastado menos tus huellas
intactas en el marco del respaldar

Tal vez estas palabras no naveguen hacia ti
pese a que son sencillas como los lunes
y a lo mejor sirvan de inspiración a otros jóvenes
que esperan en un mundo paralelo expliques
por qué encarnaste tu sombra en mis pies sin avisarme






Desierto de agua

No es la lluvia la que te moja
son mis ojos oxidados desgastados
como un escudo por el paso del tiempo
los que protestan silenciosos tercos a la noche

Debes estar empapada
lo intuyo y es seguro
ya que a esta hora los lobos aúllan en el Norte

Una laguna se forma a tu paso
no sabes si pisarla o esquivarla
o tal vez sólo pensar en lo que dejaste

De pronto me viste
como un espejismo bañado en la luna
dibujado delante tuyo

¿Será Franco el que me llama?
te preguntarás sin hallar la respuesta





Fuente de deseos

Crucé el charco de océano frondoso
a la búsqueda de la bota famosa  tierra de antigua herencia
donde  hubo un imperio de gloria y sangre
en una de sus urbes de místicos monumentos de caliza
hallé una fuente por la guía de una compañera de antaño
como una brújula al tanteo orientada por las nubes

Rodeada a ella  un paisaje de paraguas se explaya
en un horizonte negro de cabo a rabo como techo sin luz
dejándole a la lluvia un ápice para escabullirse

Un pozo de líquido dorado
se refleja en el manantial de Trevi
donde se prometía la ejecución de  fructíferos deseos

En ese momento solía caminar de espaldas al futuro
conservaba en un frasco el aire que guarda su aliento
sin entender que las cadenas se abren con el tiempo

Las demandas a la fuente de una próspera felicidad y salud
no se hicieron esperar  mis oídos se bloquearon
al tacto del barullo encontré refugio en el silencio

Pero también estabas tú  amiga de peripecias
guía primaveral conocedora de enigmas
la única que pudo descifrar una voz omisa
y me dio una moneda escéptica
que cayera junto a ti como un cajón en tierra
en el más profundo abismo del olvido



I

Camino por un pasillo de luces
al tanteo ciego de un principiante
que desconoce las nuevas reglas del juego

Visualizo una cola de serpiente exhalada de mi aliento
desesperada como un animal indefenso en medio del fuego
por no quedarse en el portón tallado de granito

El pasado calcinado a través del túnel del tiempo
traza un nuevo mapa ausente de sentidos
borra las avenidas atestadas de recuerdos
que nos vieron pasar sin dejar manchas

Entre mi ser y tu YO
hay tanta distancia como los años luz entre Venus y Marte
mis tripas mi corazón mi baso mi hígado inertes
son los que han construido un muro entre planos

Poco queda del aire natural cargado en mis pulmones
viviré como las rocas del bosque
no necesito ni de él y menos de ella para existir

Cerca de la recepción del umbral
hay un libro escrito en sangre
mi nombre próximo en lista de espera
a la guarda de ser llamado en breve

Imagino renacer en un jardín
de pastos iluminados por la faz del sol
manantiales  cascadas  ríos  pozos
que aguantarán mis lamentos sin chistar

Sin embargo
todo parece ser
lo movible lo inefable
una ilusión rizomática

Sucede que en la otra esquina
el río inevitable que todos navegarán
hay un espejismo donde estoy sentado
con papel y lapiz en las manos


II

La brisa corre y hela como el polo norte en invierno
traspasa los cuerpos sin vida en cajones
que despiden un manto nevado
y congelarán las huellas dactilares

Sin identidad
ni pasado
entre vivir en tierra húmeda
y ser comido por gusanos
no hay mayor diferencia

Afuera
escuchas a tus padres  amigos  hermanos
mascotas y cuanto curioso presentes
en un marco de velas encendidas con calma
a esgrimir lo mejor de este breve momento eterno

Igual para nosotros
se acabaron las días y fechas exactas
el tiempo se embarca como un bote a la nada
en una carretera que desconoce su destino

Se acerca la hora del descenso
un mar de pastos amarillos y variedad de flores
adornan el paisaje otoñal que se refleja en el pozo
mientras una melodía de voces enternadas parecen llamarme

La falda del mar
se abrirá por última vez
para recibirme en sus olas
como una boca que prometió no engullirme
pese a que pronto me recogerá

Aunque los símbolos pierden su estructura aquí
hay verdades innegables como el excremento de paloma
que adorna las sepulturas de los pobres occisos
a los que cubren de blanco sus nombres

Suena un micrófono  parece que ya es hora
de entrar al hoyo ser pisado por hormigas
nadar fuera de mí y tirar las redes
como un pescador que se despide para siempre
despues de recoger los últimos frutos en un bote hacía

(Fondo musical lágrimas y más lágrimas muy a pesar mío)



VI

El esperado despertar llegó
las puertas del umbral se abren

El profundo color de tus ojos en el lago
inunda el camino tornasolado
y la soledad de la bandera invisible en la plaza

Los sentidos se extinguen como el apagado de un foco
en el portal limítrofe próximo a alcanzar el bienestar
que había sido esquivo y acorazado por la memoria

Ingreso por el rumbo gris donde se revolotean las hojas
entre un millar de seres que balbucean algo ininteligible  original
como mendigos arrojados a una miga de pan

De un chasquido se prenden las antorchas
la vacuna para el dolor ha llegado sin inyección
quedo perplejo al ver  piedras convertirse en estrellas

Espejos sin fin revelan el cuadro final:
neblina espesa como un manto de alpaca
extraviado en un paraíso perdido
meditación auscultatoria
contemplándome fuera de mi sexo
mientras bebo la leche cósmica del seno de la vía láctea
y espero que sean las siete y domingo
para extirpar ese amor de cordilleras blancas



VII

Este universo ajeno a los astrónomos a los telescopios
se encuentra dentro de una masa polisémica
donde el sol tiene hermanos mayores y primos

Aquí
el ritmo de las pulsiones se acompasa a la velocidad de relámpagos
el tiempo se vierte como líquido en una fuente oblicua

Descubro que somos parte de una misma lengua de fuego
la memoria una jauría que deambula al acecho
para separarme de la bacteria primigenia del Big Bang

Penetro un espacio donde no hay oxígeno
ni agua ni moscas ni hormigas
para mantener todo en equilibrio
la materia es aniquilada desmembrada atomizada fisurada
la identidad construida ya desconocida
sólo queda esperar el parto de una nube inmaculada
y que florezcan lirios blancos bajo los árboles gemelos de Sala



VIII

Regreso al cascarón
envuelto en nudos ancestrales
ligándome de íntegro a la jungla astral

Un susurro estruendoso abarcador
escarapela lo último de un ser desvalido
y ausente de su existencia primaria

Unas sombras carroñeras como buitres en el desierto
espera a que caiga tendido entre huesos áridos
muerto de sed de mí mismo herido por insectos

Sale espuma  tiemblo de reducir en ideas
a mi lengua a una sola aglutinante sin sexo
y mis extremidades a una cápsula de cadencia hipnótica




Mar de Ecos
Por Miguel Ildefonso

Definía Robert Graves a la Diosa Blanca como una “gramática histórica del lenguaje poético del mito”. Borges en el poema Historia de la noche decía: 



“Nunca sabremos quién forjó la palabra 
para el intervalo de sombra 
que divide los dos crepúsculos; 
nunca sabremos en qué siglo fue cifra 
del espacio de estrellas. 
Otros engendraron el mito.” 



Todo poema es la reescritura de un mito. Y Mar de ecos (Amotape Libros, 2014), de Franco Osorio, nos remite a los vestigios de una historia griega, al mito de Eco y Narciso. Por supuesto que esto es una conjetura mía y no un dato extraído literalmente del libro; aunque, ¿qué lectura o interpretación poética es literal?

Pero iba diciendo que todo poema nos señala un mito; todo poema es la recreación de un mito. Y, por eso, hay una cierta épica en todo libro que reúne poemas; en ese atar de hilos (de Ariadna, por ejemplo) hay un recorrido, un tipo de viaje que atisbamos, ciertamente, en Mar de ecos como cuando dice: 



“Transito perdido en un laberinto
en busca de una lámpara
que me guíe fuera de la ruta 

Siembro gotas de sangre
en el centro de la esfera 
donde podré recuperar el habla”.



Decía que hay reminiscencias del mito de Eco, enamorada de Narciso, a quien la diosa Hera le quitó la facultad del habla, pudiendo solo repetir la última palabra que pronunciara su interlocutor. El eco entonces es la voz que viaja en estos poemas, “el eco perdido” es la palabra que en Mar de ecos busca a los cuerpos que alguna vez pronunciaron esa voz, y  que busca restituir a la poesía esa facultad de trascendencia que se ha ido perdiendo desde que los poetas bajaron del Olimpo.

Este mar en constante movimiento, en incesante desplazamiento, va conduciendo a los ecos desasidos de los cuerpos que se reclaman, de una historia que se quiere contar a través de los retazos que quedaron. El viaje consiste en recoger los pedazos de un mundo fragmentado. Los poemas de Mar de ecos son el testimonio de esa misión, la del poeta que ante las ruinas del tiempo reinventa una nueva utopía; y ello nos remite también a Dante Alighieri. En el poema IX dice: 



“Llego al puerto cercado por manos de hielo 

Veo a Dante y al antiguo barquero 

Me informo del precio del último viaje 
un óbolo que me libera de navegar por siglos”.



El poeta en ese laberinto oscuro (como en el mito del Laberinto de Dédalo y el Minotauro) va tanteando, buscando, encontrando esos trozos de imágenes de algo que antes fue un todo armónico. De ahí que hay una casi obsesión por nombrar las partes del cuerpo (que es el otro laberinto): el torso ondulado, las manos a destiempo, los muslos, los dedos, las piernas, la espalda, los ojos, los labios. El poeta está tratando de recomponer ese cuadro perfecto donde yace el ser amado, la amante. Este ser amado, sin embargo, es a la vez temido por su voracidad, por su belleza devastadora, arrebatadora. El poeta, así, reclama esa facultad de seducción que antes tenía la poesía. El poema es un artefacto perentorio en este tiempo de la desacralización. 

Entonces el mar del poeta fluctúa entre la palabra y el silencio, entre la memoria de la  posesión del cuerpo amado y la ausencia absoluta de aquel cuerpo. Hay un vaivén en su navegación que trata de no perder esa luz constante que lo acompaña y le permite nombrar lo que ve, porque la mirada es importante ante la ausencia del “habla”. A la poesía le ha quedado el conocimiento, pero nunca ha sido suficiente. 

No es solo la búsqueda del tiempo perdido, ni la restitución del ideal del amor, ni el anhelo de la fe y el entusiasmo poético, Mar de ecos, es también la historia de la recuperación de la propia imagen, de una identidad en la voz del poeta. En Desierto de agua dice: 


“De pronto me viste
como un espejismo bañado en la luna
dibujado ante tus ojos 

¿Será Franco el que me llama?
te preguntarás
sin hallar la respuesta”. 


Es el eco que se pregunta a sí mismo (¿Quién es? ¿De quién es la voz?...), es el  poema que se pregunta quién habla en el poema; es decir, como diría Martín Adán, es el poema escuchando su propia voz, un eco.

Todo poema, decía al principio, es la continuación de un mito. Tanto al escribir un poema como al leerlo, participamos de un antiguo ritual. Entre la escritura y la lectura, el poema completa la imagen de cada uno de nosotros, nos completa, restituye un origen único, pues se trata de retratar lo que no vemos, lo que atisbamos a ciegas, lo que perdimos y aun sentimos y no tiene explicación. Somos ecos haciendo un recorrido a la inversa, un viaje que se acabará al volver a tocar los labios.



Fontana di Trevi

Para María Belén

Orientado por las nubes 
hallé una fuente 
en una urbe de caliza

Un paisaje de paraguas se explayaba 
en un horizonte negro como techo sin luz 
dejándole a ella y a la lluvia 
un resquicio para escabullirse

Por entonces yo andaba de espaldas al futuro 
y conservaba su aliento en un frasco 
sin saber que el candado se abriría con el tiempo

Y también estabas tú compañera 
sabia en enigmas 
la única que pudo descifrar esa voz 
refugiada en el silencio



Silencio

Transito perdido en un laberinto 
en busca de una lámpara 
que me guíe fuera de la ruta

Siembro gotas de sangre 
en el centro de la esfera 
donde podré recuperar el habla

Todavía arde la hoguera 
que espera inmovilizar mis pasos 
cerca a la salida 
¿Será posible rebelarme 
contra la opresión de tu silencio?

Pendiente dejo la respuesta 
de la rama más alta del árbol 
al que nunca volverás a trepar




Diálogo post mortem con Vallejo 


“¿La muerte? ¡Opónle todo su vestido!
¿La vida? ¡Opónle parte de tu muerte!” 
CÉSAR VALLEJO


César, en la tumba tuya
millones de latidos se anidan
resguardando en una mañana eterna
el grito afásico de las entrañas.

Late Montparnasse a los pies de tu lápida;
¡Qué extrañamiento complejo, inefable!

Sumergiste en la chamuscada tinta de tu Remington: 
el cruel retorcer de las tripas 
las ácidas lágrimas de los vencidos
el estrujar de la madre al parir
el estruendoso silencio de la celda
y los desayunos que nunca se sirvieron.

Uno lleva aquí más de una hora
y siente que una breve ráfaga
(un rasguño de blancas y negras piedras)
incendia los huesos y las vísceras;
el último reducto del suicidio
que se abriga en tu taciturna sepultura.

París, 9 de marzo, 2014





Los bajopontinos

A medida que el día junta sus pestañas, 
el tibio rastro del cielo uterino
se aferra a las espaldas de los sórdidos bajopontinos.

Deambulan en la Place de la Bastille
como aquellos diminutos personajes
silenciados en las grandes revoluciones.

Ingresa la lluvia por los agujeros
de sus longevos sacos,
-testigos de subsistencia-
ante la arcada del pudiente
que los manotea como moscas
despreciando su harapiento discurrir.

Duermen en colchones grasientos 
donde más que resortes y espuma
hay aire de ausencia.

Solo les quedan filtros de cigarro  y endebles fogatas  
como los últimos bastiones que los acorace
 de los escupitajos de la fortuna.

París, 13 de marzo, 2014






Coffee Shop

Como quien busca 
regresar a las paredes embrionarias
me interno en el Pick up your pieces,
refugio cálido y vaginal.

Desciendo las escaleras trémulo y mojado,
cae sobre la mesa el sol rastafari
y mis venas se sintonizan a las hondas notas 
que un caluroso día Jah dictó a sus creyentes.

La calle seminal 
escupe un ramillete de jóvenes polacos,
bajan silenciosos camuflándose entre el humo,
desmoñan la fruta de la madre tierra,
pasean con salivosa habilidad
el pega-pega del papel.

Es aquí que la pólvora estalla 
y se conjuga de aire la torre babilónica
como el misticismo que da fe a la hierba
que ciñe la mente a la levitación.
(¡Luces rojas, amarillas y verdes
se cruzan las esferas 
de semáforos desenfrenados;
ácido secular para los poros!)

La voz de un jamaiquino 
se aferra a los ceniceros,
futura tumba de las pavas 
que, a paso lento, agonizan.

Los párpados se dilatan,
volcanes en víspera de erupción;
se achinan las miradas
oscilando en el trapecio mudo.

Ya cadáveres los humos
el asfalto llamea abrasando mis pasos,
soy parido por el lúbrico aposento
hacia las estrechas calles rojas
y su orgiástica estridencia.

Armsterdam, 20 de marzo, 2014




La guardiana del segundo círculo

La torre apunta hacia las diecinueve,
tersas neblinas púrpura
anuncian la propensión natural
de caer a los brazos de Venus.

Las persianas con el zig-zag
de las pantimedias se descorren 
comienza el incesante “nock-nock”,
las sonrisas y los cuerpos
se mimetizan en la transparencia
de los cristales jadeantes.

Navegan por el Ámstel
luces, tulipanes, noches; 
amalgamadas al olor del azufre
tiñendo de rojo el ascético calzar.

Las súcubas cruzan las piernas
aprietan su sexo en hilos, 
exponen sus labios,
a las miradas que se persignan
en cada centímetro de nalga.

(Bamboleo de caderas,
cosquilleo fálico,
abertura de ingle,
uña en las bocas,
lengua en la uretra,
espaldas de cisne,
vientres cóncavos,
orificios ocupados,
contracciones de pelvis,
lápiz labial en las tetillas,
senos asfixiándose,
colas, 
colas,
colas,
colas cachetonas,
¡Salve Luzbel, dios de los caídos!)

Liliths camufladas en minúsculas lencerías
se agitan ante la efímera ósmosis
de billetes y presurosos dedos.

Una de ellas, 
guardiana del segundo círculo,
atina a mi deseo camuflado
de alcohol y narcóticos,
extiende sus dedos capitales
(la tarifa cincuenta euros,
el precio del esperma
envuelto en el látex)

Armsterdam, 21 de marzo, 2014




Anti-todo

A Rodolfo Ybarra
A todos los que resistimos

Se han quemado los últimos cartuchos,
siguiendo los pasos del poeta
-tatuajes viscerales para los caídos-

Huellas cargadas de estigmas,
cruces, piedras, pasamontañas,
 tinta en charcos de sangre
-no hay padre nuestro que salve-

Las mejores armas son los lapiceros
extensión de las balas al pecho
frío que se adhiere a la tinta perpetua
a la piel del sediento trashumante.

Llevamos al hombro
sacos de arena seca 
-la pobreza del cuerpo-

El papel encierra ladridos  
millones de voces 
inviolables por los siglos de los siglos.

Más que tinta es bilis 
escupida por los muros
que esconden el hábito siniestro
de amansarnos la esperanza
a fatuos golpes de macana
y puntapiés en el culo.

Hambrientos colibríes de rapiña aguardan
las balas perdidas de los muertos 
para punzarnos los ojos nuevamente.

Barcelona, 07 de mayo, 2014







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