jueves, 12 de septiembre de 2013

MARK FORD [10.492]

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Mark Ford 

(Nacido en 1962 Nairobi, Kenia) es un británico poeta.

Fue a la escuela en Londres, y asistió a la Universidad de Oxford y, a la Universidad de Harvard. Estudió para su doctorado en la Universidad de Oxford la poesía de John Ashbery,  y ha publicado ampliamente de los siglos XIX y del siglo XX la literatura norteamericana, incluyendo a Raymond Roussel. De 1991-1993 fue profesor visitante en la Universidad de Kyoto en Japón.
Es profesor de Inglés en el Departamento de Lengua y Literatura Inglés en la Universidad de Londre .
Es un colaborador habitual de la New York Review of Books, Times Literary Supplement, [2] y el London Review of Books.
Helen Vendler lo comparó con John Ashbery.

Obras 

Poesía 

Landlocked (Chatto & Windus, 1992; 1998)
Soft Sift (Faber & Faber, 2001/Harcourt Brace, 2003).
Six Children (Faber & Faber, 2011).

Prosa

A Driftwood Altar (Waywiser Press, 2006).
Mr and Mrs Stevens and Other Essays (Peter Lang, 2011).

Antologías 

New Chatto Poets: Number Two (Chatto & Windus, 1989).
London: A History in Verse (The Belknap Press of Harvard University Press, 2012).

Biografía

Raymond Roussel and the Republic of Dreams (Faber & Faber, 2001).

Traducción

New Impressions of Africa (Princeton University Press, 2011).

Crítica

Something we have that they don't: British & American poetic relations since 1925 (University of Iowa Press, 2004).






Motores

(fragmentos)

Una vieja historia, en apariencia agotada, envuelta
en papel brillante, incluso el miedo que se fue perdiendo

hasta que vuelve, hasta que los ojos piden
cuidado que dura, por distracción o después

pero fue un paseo, la deriva lenta por el ruido
si antes era fácil, casi automático, retroceder

frente a los charcos, los nervios, el agua en el aire
esa impresión de pasado, pisado, de huella en el barro


Soft Sift (2001) 
versión Patricio Grinberg





Motores 
(fragmentos)

distinto a desviarse, ponerse visco, una hipótesis 
para ver y disolver, mientras los demás no puedan

una oruga, el ácido y la línea de ampollas que deja 
primero en un dedo, después se sumerge todo frente al sol


la línea que ilustra todas las pequeñas palabras 
el gran vidrio y afuera, porque no hay nada que decir

los cordones de colores y la marcas de sus zapatillas 
porque hay que decir todo y dejar que todo siga igual

Soft Sift (2001) 
versión Patricio Grinberg






Motores 
(fragmentos)

repetir todo una vez más, era verano cuando 
se perdió, tenía imanes, imanes diminutos, poderosos

jugaba haciendo formas que parecían flores, quería 
dibujar un molécula muy grande de carbón

caminando a través de, o entre, escuchar la historia 
yo mismo imaginando que hacía girar esos imanes

descubro una verdad a medias, una verdad que empieza 
y termina: yo y después su cuerpo y la mitad de una verdad

Soft Sift (2001) 
versión Patricio Grinberg




IRREAL

. . . bebí
y me sorprendí
al ver lo que parecían hojas de té
en el fondo
del vaso. . . minutos
después una gran ola o nube
cálida y verde
comenzó a avanzar hacia mí. «Mira los barcos
en su camisa», me vi tratando
de decir, en español, o marroquí, pero sabiendo
que no sabía
ninguna de las palabras . .

Era una mañana
deslumbrante y el tren había llegado
y se había vaciado
en Chamartín antes de que finalmente
abriera los ojos y viera
en el suelo del vagón
nada más que un extraño
par de zapatillas: de cuarteado
cuero blanco, con tres franjas verdes. «—Señor
o más bien Herr —Adolf
Dassler hizo esto», pensé. Pero, ¿a cuál
de los dos amables hombres con los que
había compartido el vagón y un poco de vino,
pertenecían? Reflexioné
sobre esto durante un rato, luego me
dormí de nuevo. . .

¿y
visitó Herr Dassler , personalmente, todas las ciudades grabadas
en sus zapatillas? Colonia, Dublín, París, Montreal,
Kopenhagen, Berna, Amsterdam. . . ¿y estaban hechas
para la ciudad? Como Roma, Viena,
Londres. . .

señor Dassler, estoy soñando con usted
en un banco en un andén de una estación de tren
en Madrid, incapaz
de despertar, un par
de zapatillas, que no eran mías, pero ahora lo son,
en mis pies . . .

estoy nadando, Herr
Dassler, en su ola, aunque temo
que usted esté muerto, un cadáver lavado por las mareas entumecidas
con tres rayas oblicuas estampadas
en el pecho, su pasaporte y su billetera
a la deriva hacia el fondo del océano. . .

descubrí
en un bolsillo —¡Oh, la amabilidad
de los extraños!— cerca de
cuarenta pesetas; pero buscando
en broma o en un forro de plata, no encontré
nada —o niente, cuando puse
mis zapatos . .. cerré
los ojos, imaginé dedos desatando
y aflojando mis Reeboks, cuando el tren
se internó en la oscuridad, los hombres tratando de
quitarlos de uno en uno, el ex propietario de estos
flexibles dedos de los pies, acolchados arriba y abajo asintiendo
de aprobación. Debieron susurrar
como padres cuando levantaron mi camisa y desabrocharon
mi cinturón con dinero, o tal vez, más como cirujanos, utilizaron
tijeras, o un cuchillo. . .

chas, chas. Observé
los arabescos de la espada vorpal
merodeando en mi esternón, luego deslizándose
entre dos costillas. Chug-chug
hicieron los trenes. El calor
estaba aumentando, la poción
al final se desvanecía. Sería la luz,
ahora que
comienzo a razonar, tan rápida y astuta
como un lagarto, un lagarto perfectamente
camuflado que había cambiado la piel y adoptado una nueva
manera de caminar.

Versión de Carlos Alcorta
https://carlosalcorta.wordpress.com/






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