lunes, 10 de octubre de 2016

YOLANDA ULLOA [19.244]


Yolanda Ulloa

Poeta (Cuba, 1948)
En La Habana estudió la primaria, ballet y canto. Integró las brigadas Conrado Benítez durante la Campaña de Alfabetización en 1961. Tras graduarse en 1970 en la Escuela Nacional de Arte en la especialidad de arte dramático, fue actriz del Grupo Cubanacán y más tarde del Grupo de Teatro Tercer Mundo (1970-72). En 1974 y 1975 realizó estudios de especialidad en la Escuela Superior de Arte Dramático de Budapest y asistió al Congreso Internacional de Teatro. A su regreso en 1976 se incorporó al Grupo Teatro Político Bertolt Brecht como actriz, labor mantenida sistemáticamente y que compartió con actuaciones temporales en el grupo juvenil La Muralla, de la Brigada Hermanos Saíz. Con frecuencia ha realizado traducciones y versiones literarias de diversos textos de poetas húngaros. Ha visitado Austria, la RDA y Checoslovaquia. Fue miembro de la Brigada Hermanos Saíz, de la AJR y de la UJC y pertenece a la UNEAC y al PCC.

Ha sido guionista de  programas infantiles de la Televisión cubana, y ha impartido en Cuba y en el extranjero talleres de actuación y dirección escénica.

Premios y Distinciones:

En el género de poesía ha obtenido segundo premio y mención en los concursos Rubén Martínez Villena (1964) y David (1969), respectivamente
Con su libro Los cantos de Benjamín obtuvo mención en el concurso 26 de Julio (1973)
Premio Extraordinario Rubén Martínez Villena, en el Concurso Nacional de Poesía Regino Pedroso (1999)
Premio de Poesía 2000 y 2004, en el Concurso Benito Pérez Galdós, auspiciado por el Gobierno de Canarias, concurso donde obtuvo Primera Mención de Novela (2003), Premio de Teatro con la obra La visita (2004), el Premio de Poesía 2007 y Premio de Testimonio 2011

Bibliografía activa:

Ha publicado en Cuba y en Hungría los libros de poesía:

Los cantos de Benjamín (1976)
Pequeño proyecto para emprender la noche (1983)
Techo de vidrio para una cigarra, Editorial Extramuros (2004)
Silbo del alma (Poesía 2005) publicado en edición bilingüe, en la Editorial Z de Budapest, Hungría
Y, además, la novela En la última silla de tijera se sentó la muerte, editada en Hungría, en idioma español,  auspiciada su publicación por el Instituto Cervantes de Hungría e invitada por la institución para su presentación  en el año 2010.

Otros textos de su autoría han sido recogidos en numerosas antologías, como:

Poemas David-69 (1970)
Poesía de combate (1975)
Nuevos poetas 1974 (1975)
From Cuba (Jamaica, 1977)
Poesía joven (1978)
Poesía social (1980)
Antología de poetisas cubanas (Italia, 1986)
Como jamás tan vivo (1987)
Rebelde de mar y sueño (1988)
Antología de la poesía cubana (Hungría,1988)
También han aparecido en numerosas publicaciones seriadas, como: Mujeres, Pionero, Juventud Rebelde, Muchacha, El Caimán Barbudo, Revolución y Cultura, Cuba Internacional, Romances, Unión, Verde Olivo, Santiago, Boletín del Poeta (ambas de Santiago de Cuba) y Canto Libre (EEUU).

Sus más recientes poemas vieron la luz en el 2012 en una antología publicada en California, Estados Unidos.



Tócame en la puerta
¡amor!
Ríe para mí, estoy solo, te espero.
De nuevo ríeme con su cara.
Nunca caminaba hacia ti suplicando,
solamente te esperaba, como los tristes
adolescentes pueden esperar en la noche.

El corazón sigue latiendo, ¡pero se aburre!
Más bien aullaría y miraría la luna.
Con sus ojos mírame, o no me mires
nunca jamás, si es de noche que sea de noche;
como la noche del que van a ejecutar
y tiene tiempo para pensar hasta mañana que reviva
su último sueño o espere despierto
al apocado carcelero que llega a conducirlo
tan seguro como el amanecer.


Guillermo Lobatón Milla
Esta página quiero llenarla con tu nombre
Guillermo
Lobatón Milla
futuro profesor de la Sorbonne alumno de Leipzig
que has visto en las bibliotecas de Europa
la lluvia caer sobre tu Lima como en un poema
triste de Vallejo
discutías en París sobre los Poemas humanos
pero sabías
que los campesinos peruanos no esperan poemas
Guillermo Lobatón Milla
por eso tu cátedra se ha vuelto
la montaña del Perú y los guerrilleros tus alumnos
no escribiste bibliografía sobre la lucha de Túpac Amaru
empezaste nuevamente la lucha de Túpac Amaru
Guillermo Lobatón Milla
nieto de indios peruanos
en Budapest no conocen tu nombre
siento vergüenza por eso
y quiero con tu nombre llenar esta página
muerto sin enterrar
más vivo que los vivos
Guillermo Lobatón Milla
Guillermo



Aniversario
Corona al héroe corona
corona al héroe quien por nosotros
sacrificó corona corona

velo sobre la estatua delante de ella la banda militar delante de ella el orador de fiesta
allá está quien le cerró la puerta
allá está quien temía allá está quien escupió allá está quien luchó contra él
corona al héroe corona
corona al héroe quien por nosotros
sacrificó corona corona
toca la banda habla el orador quien antaño
que viva el héroe quien lo mira es el poli el chivato
cabezas de folleto columnas de papel que viva el héroe quien por nosotros hizo
corona al héroe corona

necrólogo en la máquina de escribir necrólogo entre los dedos gordos necrólogo en la boca burlona
necrólogo chalé parcela malversación de fondos necrólogo que viva la casa del goce
aniversario inauguración de estatua el recuerdo sacrificio fiel
aniversario que viva el héroe quien viva al héroe quien viva
ruido de tambores pitos chillando hace el homenaje quien lo sopló
diecinueve cuarenta y cuatro cincuenta y seis velo sobre la estatua
corona al héroe corona

aparece la televisión cae el velo se golpean los címbalos
que viva el héroe que viva el aniversario que viva la fiesta
lamedores de pie arribistas que viva el aniversario suenan las condecoraciones
banderas de seda diplomas pensión de jubilación de viuda
que viva la fiesta
dónde está el fango dónde está la sangre dónde está el sudor
dónde está el héroe de los pobres de antaño quien miró lejos
dónde están sus hijos que ven lejos sus hijas que nacieron para el amor
dónde está la calle que ellos planificaron dónde está la casa que fue levantada por sus manos
solamente está la estatua la nada rígida en la piedra
condecoraciones con banderas de seda con diplomas
allá está quien temía quien escupió quien luchó contra él
la banda toca habla el orador de antes

qué buscan aquí los valientes de barricadas de oficinas los héroes de párrafos
los oradores de brindis de parlamentos los que levantan las copas en los banquetes
ellos no cantaron dirigen el ataque de los campesinos ellos no cantaron será la lucha final
ellos no tiemblan los moncadas los campamentos los paulo condors
mañana no los valientes de papel pero los guevaras los ho shi minhes
junglas montañas ríos hombres conocedores de junglas montañas ríos ellos vendrán
aniversario en las junglas aniversario en el fondo de las cárceles
aniversario bajo los golpes aniversario en las montañas
pueblo amarrado pueblo que está boca abajo pueblo con fusil pueblo de la victoria
Wladimir Ilich en las junglas Wladimir Ilich en el fondo de las cárceles
que viva el héroe quien por nosotros por nosotros
que viva el héroe



Canción
Tu patria es la mía
tu almohada es mi almohada
si no existiera el amor
por ti lo inventaría



Viaje con preguntas
Quién se sentará en esta cafetería cincuenta, ochenta, ciento
veinte años después, quién tomará la cerveza, comerá el
pescado, el pan, dónde estará el ágil muchachito, de su
bolsillo cae el pasado, sin recogerlo nadie… Recordáis
a quienes discutimos sobre los artículos de periódicos,
contamos a los muertos, nos preparamos para el partido
de fútbol, “¡pst!, el presidente hizo una declaración, el
régimen de Castro es transitorio”, “el domingo vamos a
trabajar, hay que cortar caña”, “la revolución cubana es del
siglo pasado” –dice el que regresó de unas vacaciones de
cuatro semanas, exactamente en aquel momento cuando
se murió conforme a la época Pedro, el traductor que se
rio siempre. “En Budapest nos encontraremos, ¿para qué
despedirnos?” Tendría que ser un pintor abstracto para pintar
un cuadro sobre mi hermosa época, asquerosa, soy uno de
los muchos millones, que puede preguntar en nombre de
la inmensa mayoría, aunque sólo sean dos negros al lado
de la universidad de Mister Lynch, cuatro guerrilleros
emboscados en el monte del Señor Traición, o un pueblo
que se prepara para los carnavales en la Isla de la Libertad.
(Pregunta para los nietos de los vencedores del antaño)
Ayer vi el filme La tragedia optimista,
y después
me acompañó a la calle Aleksei
con guitarra y no con acordeón.
“¿Vivimos en una tragedia optimista?”
preguntó él o yo
en medio de la calle,
entre dos niños montados en patines
cuando vino de frente
el nieto de Aleksei,
o el bisnieto tal vez,
José o Juan.
Era más soviético, confieso,
con su cara latina,
y al cinto su revólver,
que los alekseies refinados,
aparecidos en la literatura,
estos muchachos que desdicen
a los abuelos
porque para ellos el pasado
es solo un cumplido de cinco minutos.
No me aleccione nadie
por esta idea rara
así: “El pasado se acabó,
son inútiles los héroes”.
Qué respondéis, si pregunto
en nombre de Aleksei o de
su nieto cubano quien murió en el mar,
si pregunto silenciosamente:
¿Dónde andan hoy los alekseis?

Viene el Gran Mago con la paloma de la paz de una revista
humorística, debajo del ala de la paloma se esconde
secretamente la United States Steel, please, please, el tipo
de interés de las negociaciones, la Gran Atracción, la famosa
Atracción… “¿Quién vio la sangre, Ngog, Mihail, Pedro?”
En la sala de espectadores se ríen los señores: “Estupendo,
pues, buen negocio es la paz si la saborea el aliño vietnamita,
la sangre panameña es más excitante que el ron”. Miro la
mañana, el amigo de Ngog se murió en su aldea de techos
de paja, indefensa, adonde voló ayer la paloma del mago…
Pido la paz en nombre de mi amante, yo la imagino como si
fuera mía, pero ella abraza a otro con la palabra alegre, y le
ríe con una risa blanca…

Primero llegó
tu nombre:
Digna
por los caminos
de la canción
te encontré.
Delante de una pintura abstracta
se escapó de tus ojos
el antílope blanco.
Luego empezó a hablar
tu cabellera:
tu abuelo negro
subió hacia mí bajo sus zarcillos.
Pequeño continente, caminaría por tus caminos
hasta tu muslo hermoso
donde descansa el viento del amanecer.
Mis ojos
evocan siempre
el ser ajeno de los antecedentes;
en los ojos de mi padre
vivió así la soledad
en Budapest bombardeada.
Muerte en los crematorios.
Muerte en los cañaverales.
Muerte en la orilla del Danubio.
Muerte en Santiago de Cuba.
Muerte entre los enmascarados de Ku-Klux-Klan.
Muerte en el libro del administrador de Auschwitz.
En el barco
¿de qué miedo
está navegando este amor?
(Panamá responde: “Soy sangre cuajada
en el mapa enorme
que se extiende desde América hasta Vietnam”.)
¿Conocéis este mapa?
¿Lo hundiríais tal vez
en el bolsillo del chaleco,
en la cartera diplomática,
o en el hospital
donde famélico
yacía el escritor, Kálmán Sándor
con sus novelas no escritas
ya
para siempre sin palabras?
Por eso pregunto,
¿hasta cuándo hablará el miedo
en el momento más hermoso?
Dos nombres en el mapa enorme,
traemos la alegría desconocida
del futuro del dolor conocido del pasado,
este amor
es el nieto de los abuelos muertos.

Como un cartógrafo loco quien dibujaría nuevas tierras en
el océano inmenso, estoy buscando en ustedes un nuevo
continente entre los grados de latitud desmedidos del
Cinismo y de la Indiferencia. Oigo la risa detrás de mí:
“Nos descubre al fin un Nuevo Mundo!”, pues vosotros
os sentís bien en vuestro mundo de habitaciones, donde en
las cunas lloran alegremente vuestros bebés con derecho
a la jubilación. Olvidáis los nombres de los muertos,
“pues digo francamente, en la época de la bomba atómica,
yo soy pacifista, el partidario del humanismo.” Viene la
juventud de la Bomba del Hidrógeno con sus putas y con
sus desocupados, “para qué trabajar, vamos a morir todos”.
Mi amigo hace un ademán: “¿vivir? ¿para qué?”, su padre
escribió sobre una pared de la cárcel: “¡venceremos!”, “el
viejo no fue intelectual”, llora su hijo, y ve milagros en el
ron. Para terminar un fragmento del libro de negocios de la
United States Steel: “Si el temor nuclear cambia demasiado
el ambiente del mundo la falta aparente de ganancia de
nuestras inversiones de armas de este año producirá intereses
con pingües ganancias en los años próximos…”.

(Poema sobre las palabras, con preguntas)

¿Conocéis esta palabra: “mía”?
la inmensa mayoría, por ejemplo,
la olvidada fácilmente.
¿Conocéis esta palabra: “soledad”?
Por ejemplo, el negro de Harlem
con un nudo democrático en su cuello.
Es un punto de vista solamente
la soledad ¿de quién es?,
que significa: “mía” y “soledad”
La plaza pregunta, donde estoy parado, pueblo en las tierras
donde no anduve, pregunta en los cines del bulevar, en
maldiciones, en las risas, pregunta Fígaro, Sancho Panza,
Kosevoi y el pueblo sin escritor en una novela sin escribir…
Pregunta el pueblo (el conocido
desconocido en Hanoi, en Pest),
sencillamente pregunta: “¿cómo estás?”
“hola”, y conversa conmigo:
“mundo”, “paz”, “revolución”,
no encuentro yo solo la respuesta.
Pero el pueblo no me pregunta y me responde: “veinte y seis
estudiantes murieron en Panamá”, muertos se sientan a mi
lado en la banqueta del bar, porque ellos viven, es deceso
mineral solamente en sus cuerpos la bola, el gas, la bomba,
porque ellos viven, “cuándo vendrá Fidel” –dicen en Madrid,
en Venezuela, “yo le parí doce niños, todos conocen de su
andar por la montaña” –murmura la indígena, responde el
pescador atando la red, el constructor de carreteras quien se
convirtió en poema invisiblemente en la esquina de Körönd,
el niño con su pelota en la plaza, el vendedor de periódicos
con el nombre del primer astronauta, obrero cansado que
compra billete de tranvía para el futuro en la noche…

Espero la paz en nombre del constructor de tejas,
de los ladrillos, del vidrio, del techo,
de hombres y mujeres y niños.
Yo
pasando por el medio del siglo
(en la noche y delante del amanecer)
espero el tiempo de la paz
en nombre de los muertos vietnamitas
(en lugar de mi amigo Ngog, y de su amigo
quien murió en una carta).
Con gusto diría:
“flor”, “verano”, “cielo del amanecer”,
pero
desgarran las flores del verano
la bomba, la mina, el gas,
los Miedos Unidos explican
con sus ministros pulgarcitos.

(Última respuesta)

Digo a la vez: “paz”, “pueblo”
sin “pueblo” “la paz” es despoblada,
conozco estas dos palabras juntas,
en húngaro son siete letras: “paz”, “pueblo”.

Al amanecer se extiende sobre mí el cielo,
traigo en mi palma siete letras,
para mí y para otros declaro:
“tendremos paz una vez en nuestra calle…”

Conmigo escribe el poema el pescador,
el taxista, el camarero, la mujer,
el camino, la cafetería, el puerto,

donde un pueblo alegre toma, charla
(de día, de noche o antes de amanecer),
engendra un niño, y el futuro seguro.



Miguel, el vecino y yo
El vendedor gordo en el atardecer (¿le comprarías esta penumbra?)
los poetas reposan y escriben sonetos en la hoja del cactus
el vecino trabaja en el jardín “Mataron a Miguel…”
el vendedor se aleja
detrás de él se quedan dos palabras
y en mi cerebro hay quince letras
escuchasteis: “Mataron a Miguel…”
Misteriosamente el vecino inclina la cabeza: “Miguel se ha vuelto espina…”
“Se ha vuelto espina –medito en mí mismo– pincha, como si fueras tú, así no hiere
nadie más”
migueles de mi patria
por un minuto
olvidéis los importantes
casos de mujer
el partido de fútbol
la lotería
la actriz
famosa
quien se bañó en la antigua fuente
(Miguel sin nombre está sentado en el periódico entre dos mujeres elegantes)
“Se acabó aquella época, pues no tengan ilusiones, la
nueva generación hace abstracciones, se discute sobre la
frustración, en lugar de lemas cándidos espera discursos sin
puntuación, en los mítines canta canciones cacófonas”
(Miguel sin nombre está esperando sin palabras entre las noticias musicales)
“Mira, viejo, eso es un teque para mí, yo tomo vino con
sifón, y no tomo marchas, que fastidien a otra gente en la
fábrica, me asocio a mi cuñado, el futuro es de la artesanía,
yo ahorro para una casa familiar, ¿comprendes?”
(Miguel sin nombre invisible está sentado sobre las estadísticas)
Qué otra cosa puedo decir yo
se va el vendedor con el cactus habla el vecino
un día cualquiera
como aquel
en que Miguel se transformó en espina



Colón moderno
Tamborileo en la noche aquí soy el moderno Colón
Como un velero balanceándose es este bar comentan los borrachos
el tabernero es una sombra que si lo tocas desaparece
tomo la cerveza como pescado tengo hambre en el vagabundeo de la noche
una vieja le grita fuerte a una muchacha que se está contoneando
“¡¿Usted desea ir a Miami con esta cara de noche oscura?!”
Qué canción tarareas pequeña taberna de Cuba asombrando al extranjero
en la esquina chifla el amor mi amante está lejos
San Lázaro empieza a bailar aquí lo nombran Babalú Ayé
bebe por la revolución no por una encíclica del papa
“¡Babalú nunca está enfermo, en lugar de él Lázaro está muriendo!”
el negro se robó la luna y brilla en su boca
ellos escriben esta poesía yo solamente apunto en solfa su canción


Tal vez en esta casa
Mi amante tal vez vive en esta casa.
Tiende la ropa,
habla con el viento
y no sabe que por aquí camino.
Entra en la tienda, donde no estoy,
habla con el panadero a quien no conozco,
sube a la guagua,
compra pan,
el tirante del ajustador le sale de su blusa blanca.
Tal vez la busco en otra calle,
distraído me paro a su lado
y olvido dirigirle la palabra.
Pero ella me espera desde hace mucho tiempo
y aparta el rostro cuando escucha
los piropos que le dicen los muchachos de la plaza.


Elegía en la noche
La culebra del ron sube en la pajita
pájaros pintados tiemblan en las ramas dibujadas sobre los ladrillos
la noche es una cantante enronquecida
en vez de pelo en la cabeza lleva un pequeño rascacielos
aquí están sentados revolucionarios y putas
delante de los cantantes se balancean los micrófonos
aquí puedes escuchar las canciones del siglo
el cuerpo de los amantes es una palma extraña
casi no se mueve al ritmo de la rumba
Bar al Futuro
aquí estoy sentado tamborileo una rara canción sobre la mesa
hoy por la noche pienso de nuevo en mi patria
guardo el sabor amargo de Tom Collins en mi lengua
¿a quién le canto yo?
pobre diablo
entre mis compatriotas.
Ellos viven en una paz saborizada de leche y no se emborrachan de la revolución
la muchacha mejicana me habla de la lucha de su patria
vino a Cuba y esta isla es hoy la patria de nosotros
en el vaso nada un hielo
empujo el pedacito de limón
también se empiezan a ir los últimos borrachos
las mujeres se quitan los zapatos sus talones crujen sobre las piedras
los músicos de la noche tocan el último número
en la esquina viene un miliciano
un camión cargado de rumores
en el café alguien empieza a silbar alegremente
(un día compraré el disco de esta marcha para mí)
qué magos robaron los milagros del siglo de mi patria
los pájaros de las canciones temen aún volar
llevo a casa la canción de Cuba
por ella escuché la noche
esta canción es oro filtrado de la arena de una época extraña




She went, she said, losing herself

“If I write this poetry
it’s not just for my delight
but rather to give a fright
to that sinister treachery.”

Violeta Parra



For Violeta was the name
of a flower,
an Andean woman,
her guitar.

Violeta, the name of a bird
that sings in the country’s hills,
that sings in Chillán.

Bass guitar,
and song made of wine,
copihue buried
in so much solitude.

Violeta alone, fighting
tears, sweat, the laughter and shouts
in her search for bread,
for a way to say mountains,
to tell the Mapuche
beware of the beast.

Alone once more and always she moves off
with the mist
of the Bío-Bío in her hair,
tall, perennial, strong as the jungle of the Americas,
as its deep oils.

Children danced a cueca about her,
lending joy to her soul,
her captivity.

Cautín River, Lautaro, Villa Alegre,
her body wounded but free
as an uncaged bird on the plain,
or the wind’s breast
rent as it crosses the peaks.

Because she filled memory
with image, bloom and song,
its limits in absence.

She stayed, beneath her poncho,
free from all:
bandore and bass guitar against her death.

Violeta was also the name of a shiver
of trees that grow,
their birth and death
under the fire of the earthquake at Chillán.

Women poets of Cuba: a selection of poems translated by Margaret Randall









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