Román Villalobos
(Lagos de Moreno, México, 1991) Licenciado en Humanidades con orientación en Letras por la Universidad de Guadalajara. Autor del libro de poesía Pequeña ciudad eléctrica (Editorial Montea, 2016), co-autor del poemario Pieza de paso (CULagos ed., 2015). Antologado en Un canto me demanda: memoria de poesía laguense (Ed. Papalotzi, 2011). Ha publicado cuentos y poemas en revistas y sitios web de México, España, Colombia, Venezuela, Ecuador, Chile y Estados Unidos. Actualmente colabora como columnista en el proyecto virtual Hýbris y trabaja como productor en Radio Universidad de Guadalajara.
La caracola
cerca del alba habrá una caracola
una espiral de incierto color y resistencia
será uno pequeño y desafiante
feliz pragmático y honesto
se alargará el tiempo porque es una ley sabida
que los caracoles somos infinitos
y para escribir algo así se requieren unos cuantos días
para ir de tecla en tecla y presionar
Kostanái
Nunca he viajado tan lejos, pero a veces
duermo con provincias perdidas en la nada.
¿Viste mi sueño de anoche
como una mala película de arte?
Amanecía en la ciudad de Kostanái,
una urbe llana y con tendencia a la nieve.
Me he obsesionado con mi búsqueda de trabajo
en esa ciudad que ahora me pertenece;
llovía y no tuve refugio,
un edificio alto e infinito limitaba mis ojos.
«Estos árboles, la mujer que sin falda
te cuida desde una ventana abrupta,
y te muestra su carne amarga y extranjera,
y el sol que cae en líneas inocuas sobre muros de cristal»,
dijo la voz de un letrero en cirílico.
Toqué las puertas de una empresa telefónica,
llevaba un maletín y la corbata
estrecha me hizo abrir los ojos.
Regresar de Puebla
una mujer y su hijo en el autobús de regreso a la casa;
una mujer que es una enfermedad que no tiene cura,
por ahora soy lo que dejé ir,
todas las vueltas alrededor de mi tristeza;
—¿usted es un hombre casado?—, o mejor:
—¿ha dormido alguien en sus brazos?—,
mientras el autobús se bambolea
y se apagan las luces; no respondo,
para ella no soy un desconocido,
las dos respuestas negativas pero la segunda pesa.
Enumeraciones sobre Irene
1. sigo soñando con haciendas e inmensas catedrales
2. por si fuera poco, las arcadas de las enormes haciendas
3. televisores encendidos y revistas de 1998, de 2005
4. revistas de 2007 en estantes que nadie limpia nunca
5. soñar con los pasillos de la universidad como si también fuera un hotel y quedarme hasta muy tarde en él
6. ubicar a j. l. y querer apartarla pero que no sea posible
7. ¿corriendo en círculos en el patio de una hacienda o en el estacionamiento de la universidad que parece un hospital que también he soñado?
8. una mujer ciega y feliz contando las costillas de su mejor amigo
9. palpitaciones veloces, lluvias de veinticinco a treinta minutos
10. soy perseguido por una calle fracturada
11. nadie habla de árboles y ya no estoy sentado
12. y ya no escribo
En la provincia de la provincia
a mediodía en una calle sola entre puro baldío
y muros de ladrillos expuestos
un ciber de paredes azules que también es una tienda
nos hemos reunido para murmurarnos
los unos a los otros
mientras el gordo empleado escucha un solo mantra:
fainfainfain
me pico la nariz me rasco las orejas
verygud very gud very gud
alguien carraspea quiere volver a casa
veryveryveryveryguuuuuuuuuud
estamos definitivamente solos
una mosca en la pantalla mientras leemos discusiones
animalitos que observan desde el cerro
sin que nadie los vea
versiones chafas de sirenas
insípidas del chupacabras
críptidos en los que nadie se interesa
en un cerro que se repite a toda hora
a ver quién chingados nos baja
sentados en sillas blancas de la corona leemos
que todo se resume en dos esferas en constante polémica
sean los nuevos contra los viejos
o becados contra no becados
¿pero quién es quién desde nuestra ventana?
aquí pasan nomás los rancheros montados
en su pedacera mecánica y herraduras en las redilas
camionetones de los setentas
y sombrerotes desde quién sabe cuándo
y los nombres de todos los poetas
como cualquier otro nombre
como de muertos en la guerra
o de migrantes trepados en el tren
que pasa cerca de las cinco
aquí siempre estarán todos muy lejos
¿de cuál centro somos periferia?
a ver
ponle en google de cuál centro somos periferia
a ver si hallamos un anzuelo
una carnada
entre tanta troca y aventuras vaqueras
con la kebuena a todo lo que pinches da
Por Ojuelos
En el fondo todos somos un puto vaquero hecho bolas
acá arreando a la nada en medio de ninguna parte
armando una pinche polvareda que apenas si se ve
en los cerros circundantes
como en los comerciales de Marlboro
y todos los días vivimos la jornada
temprano a la hora donde sólo hay estrellas
pero nadie las busca
porque no dicen nada
sólo brillan
ahí
como pendejas.
En la noche se hace de un látigo y un poema en la arena
mientras otro grita un verso a las paredes de un rancho
paraje cinco estrellas para los que nada quieren
así como nosotros
y el pinche tiradero
armado en chinga loca
cuando vemos los autos por la carretera libre
en la que somos una luz tan sólo
un cuerpo de piedra y tiempo vuelto sombras
—oye we
tenemos que ir al rancho ¿sí me estás oyendo?
se nos hizo tarde we vámonos en putiza —
aquí por donde nadie nos mira.
En Guadalajara
Buscar orientación
buscando ayuda psicológica
dios santo,
esta ciudad
es como amontonar todos los juegos de mesa
de un gigante
—nadie que tire los dados
puede darse un lujo parecido —
vamos,
se pueden ver las líneas del tablero
o sólo somos muy malos para afinar detalles
ciudad,
mi lugar que puede escucharme
pero no puede sentirme
¿sabes cuánto daría yo por desnudarte?
Quien nos quiere nos cuida
Llego aquí otra vez desde
este anterior punto de vista,
aunque sea
como siempre
un hombre nuevo.
Guardas tu imagen de mí
como la figurita de oro,
la clase de ideas
que salva de la nada a los que
no son como nosotros.
Heredamos la vena
artística de un poeta abuelo muerto,
que nos atraviesa el miembro y duele
cuando penetro de noche.
A quien te haya dicho lo contrario
1
El rostro de un pequeño
poema posible,
en el cuello
tenso de alguien que se marcha.
El poema nene acurrucado,
la foto que siempre
se recuerda es la que
no se toma.
2
El resfriado es porque llevo meses
aquí parado
y con la puerta abierta.
¿Quién le ha hecho espacios
así de grandes
a tu permanencia,
aferrada a un útero
indeciso que no
quiere abortarnos?
Cristo con las manos rotas
1
Tiempo de cuatro en cuatro
vueltas por toda la jardinera.
¿Sin fin de discusiones,
siempre en disputa complicada?
Pero sin muchos símbolos para los otros,
mi querida, este imbécil
choque de dos puntos
que te callan la boca.
Turistas que me ven perder la calma.
Tan lejos de la paciencia en
todos los poblados ridículos.
2
Una vida en Cristo, lejos,
con los gustos que heredo, los ratos
tuyos que no sientes.
Tomando una lancha en caída
hasta el muelle de las piedras,
día de no poder esconderte,
o camino a tus abiertos kilómetros.
Anotaciones, pesadillas
1
Interpongo una llamada
y el teléfono
suena a la campana con la boca
cerrada por la fuerza.
2
Escondida detrás
de los helechos
está la mujer que un tiempo
fue conmigo.
Se le ven múltiples rostros.
Nubes sobre el teatro del IMSS
1
Me oprime el pecho el tiempo de volver a casa.
Hoy nadie ha hecho bien su trabajo,
la hilera de médicos que guardan la bata
blanca frente a un puesto de burritos.
Ahora, nadie que me ve puede llevarme
lejos de mi delgada jaula.
Pero no por eso dejaría de extender
el dorso de la mano.
La estatua del héroe,
una historia insurgente con fondo
para una multitud de plantas.
2
Cuando venga la lluvia por favor dame
un tramo de acera para huir de ella,
que en la ventana me vean en mi trayecto
perpendicular a la caída.
Me han convencido,
no es el mejor día para que yo vea
todo esto, voy más del lado de un paisaje
veloz para los otros.
Dicen que hay días en que el derecho
a observarlo todo no se pierde
pero tampoco se merece.
Carta a Colina
Terminaste por decir que los poetas son un cáncer. Qué voy yo a saber. A las 11:30 paseo la basura por la noche de la cuadra,
que separa las líneas de neón de la tibia respuesta
en un foco de siempre.
Si me vieras ya cuando la tarde no puede crecer
de sus orillas, te cubrirías la cara.
El grito es lo de menos. A esta hora, según los poetas,
todos le lloran un secreto a la sábana, a un cuerpo distinto,
al silencio que somos.
La bolsa rompe un órgano privado, una botella agotada por la sed de aquella que aún quiso llegar.
Aún alcanza a verte, horada el kilometraje,
pero no sabe qué hacer contigo.
Está ahí cuando la puerta se cierra.
O dime tú, ¿qué poeta sabe nada de la hora en que duerme?
Notas: 16-18 junio
Para la sala de espera, un poema.
Para el trayecto con una escalera involucrada,
El camino de la sala a estrechar la mano del médico, un poema.
Un poema en el parque. Para la estancia breve en el parque,
Quince minutos y llegar a tiempo a la cita, un poema.
En la sala de espera, un poema girando alrededor de sí.
Otro poema para cambiar la hoja de los capítulos.
En la sucia cola de un perro que nos sigue,
En todo vehículo cerca de la cola, esbozos de poema.
Para el modo ignorar de los teléfonos,
Y la llamada a buen tiempo y colgar y colgar,
Poemas para todo. Salvar un poema del mundo,
Un poema huérfano para temblar de miedo.
Poema para no poder salvar al poema de antes.
Poema acerca de la incapacidad. La nostalgia de un poema de amor,
Para el descanso en una larga pared húmeda y sola y larga y húmeda,
Otra vez el poema. Y mi pierna dormida,
Plática de un suave contener, o todos los poemas que estiran,
Tranquilos, un pastizal como una sábana.
La nostalgia de un poema de amor,
Un paseo redondo sin boleto.
¿Y si nunca he escrito un poema?, pienso,
Pero ya tomas la orilla de la cámara,
Eres paciente y esperas a que todo se ordene dentro del aparato.
De pronto no importa si he escrito o no poemas.
De pronto, repito, las cosas que no importan.
Idea de la efeméride
1
Sé de maneras variopintas
en la ciudad crecida a horas distantes.
Una por una, de flor en otra flor,
ideas, imágenes de fotos antagónicas.
No se moverá en espasmos fijos
la tierra para jugar a los jardines.
Decisiones tomadas por sí mismas
de pies a la cabeza.
La hora de no ser nunca lo que somos,
de ser siempre lo que no pensamos ser.
Pero el atardecer arrulla días pasados
en su cara asfáltica y borrosa.
Y una celebración no abierta para el público
de la vida personal.
2
Dirijo gotas de un sudor
tan mío en la terminal para los autobuses.
Para traducirlo en aguas tuyas,
para no ver el reloj y no pedir permiso.
¿No ves un sol muy niño
cuando abres aislada la ventana?
Quizás el tiempo viaje de regreso
andando en círculo avenidas rectas.
O tal vez, a lo mejor tan sólo,
nuestra vida conjunta a horas distantes.
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Selección de textos del autor para poetas siglo XXI
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