ROBERTO RICO
(Ciudad de México, 1960). Radicó desde temprana edad en Cintalapa de Figueroa y otras poblaciones de Chiapas. Estudió Lengua y Literatura hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
En 1991 obtuvo la beca "Jóvenes creadores" del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, así como la del Consejo Estatal de Cultura y Artes del Estado de Chiapas en 1995.
Es autor de
"Varia optometría" en el libro colectivo Jaculatorias y señales (1987); Reloj de Malvarena (1991); Nutrimento de Lázaro (2000); y La escenográfica virtud del sepia (2000).
Recientemente antologado en Pulir huesos: Veintitrés poetas latinoamericanos (1950-1965), selección y prólogo de Eduardo Milán, Galaxia Gutemberg, 2007.
[poética]
La pensión de Filoctetes
Huéspedes del virtuoso Filoctetes
en nada nos aflige sabernos forasteros.
Opaca nuestras penas el múrice encendido.
El guante bruno y las rosáceas yemas,
la penumbra y el alba, se acumulan
sobre el herido pie.
La cicatriz del sueño, los odios en urdimbre,
nos inspiran confianza para pulsar el arco.
Bajo cobijo de una gruta
aguardamos dictamen del Egeo:
los dioses en asueto,
meridionales liras;
una forma visible, un domicilio y un nombre;
domesticar el canto en las aljabas del eco.
(de Reloj de Malvarena)
Episodio al vapor de unos cabellos
Contra el boquete donde aún valdría
llamar espejo al agua dulce varada sobre el óxido,
planta la faz; con ella, su media filiación de hurí
desdeñosa, diríase lejana. Desde los estribos
de la conformidad, el dorso vuelto configura
su vis de potra, erguidos bajo el ventilador los pechos.
Secar la cabellera:
fatiga sólo pensarlo.
Cubriéndose el escote
manos al hombro, deposita
sobre la frente del dormido
barruntos de una fresa macerada.
Termina de vestirse. Salen
sus cabellos mojados a disuadir el orden de las nubes.
El acostado se despeja. Actúa
según la circunstancia de haraganear en torno suyo el estro
semiárido del Camel de reserva.
Rememora,
recibe a flor de labios
la pionera rondana de un pezón:
discernido, coránico trasmundo
del que resiente aún su sedimento
cuando sale del cuarto
y el contrito esmeril de la llovizna
modifica los planes de abandonar ileso el escenario
de lunas embebidas por Khayyam,
acto seguido recicladas
ante la intromisión afable del camarero que consulta
si el señor apetece un entremés
o desde ayer querrá un aperitivo.
Arritmia veraniega
I
Emparedado entre el insomnio
citadino y el cúmulo de hubieras
(binoculares
vinos oculares
catados a lo lejos)
la envidia mal encubro.
Me resigno. En la playa
no faltarán quienes pregunten
si el Salvavidas tiene horario fijo.
II
La rutina
—motor fuera de borda—
reemplazaré por otra no menor, vivaz embarcación.
Ello gracias
a las más merecidas vacaciones.
A qué puertos podrá arribar
el tripulante, sino a la sobrada
clemencia de anotar en su bitácora:
Hoy es domingo, y no parece.
Cisma en Montes Azules
Lacandonia Schismatica se alejó de la
lenta y gradual evolución darwinista...
Las miles de mutaciones que probablemente
haya sufrido la planta en breve lapso
sería un fenómeno que ha ocurrido muy pocas veces
en los organismos que pueblan la tierra.
(Tomado de Información científica y tecnológica,
Vol. 10, núm. 142, julio de 1988)
1. En un calmo desmán,
la rueca del subsuelo contraviene el estrépito erosivo
con que se postra la rodilla
solar cuando le viene en gana hurtarse de su alcándara fósil.
2. A los Montes Azules
llega la noche enrojecida al blanco.
La luna trata de engullir el fuego,
hará corral de árbol caído el humo.
3. La selva se atornilla como puede.
Busca su cobertizo en la hojarasca.
Sueña ser una flor menuda mientras le arrancan el pulgar derecho.
Sobresaltada, vuela en sí
la nobiliaria aorta de los montes,
abdica en 180° la marital simiente de sus polos.
4. Pisaste por descuido a la minúscula.
Quizá, en ese momento, lo que del párpado al talón te arbola
fue durmiente a las vías
del designio, correa transmisora
de un cometa volcado hacia su cauda,
hacia la flor que oficiaría como una tuerca planetaria
rotando en dirección a un nuevo, promisorio caos.
(de La escenográfica virtud del sepia; Juan Pablos/UNICACH, 2000).
Ella reunió los vidrios
Ella reunió los vidrios
de las botellas rotas
que habría yo bebido en una vida.
Tiempo después, la barda se hizo célebre.
Los lugareños la conocen
como La Gran Muralla.
Tú también, Manatina
Hembras, hembras
en el oleaje ronco donde echamos /
las redes de los cinco sentidos
para sacar apenas el beso de la espuma.
Gonzalo Rojas
I
En el orbe lacrimal del manatí
reverbera la red boyante de los lirios.
Un vestigio lunar chapalea
en los parajes que aún quedan de la noche;
cicatriz que demoran los bajeles del alba.
II
Cautivo entre el recodo
del estero y el timón del orto
el manatí es un cántaro sin asa,
la siesta junto a islote de jacintos;
peje-mujer
que hace del agua mansa una montura
del agua y su bravura una balanza.
III
En zambullida
el azogado plexo de las hembras bordando al ras del agua
la más febril
noche de mayo.
Dócil apareamiento, luna géminis,
tu cuerpo junto al mío.
IV
Algo como una estrella en flor de loto
se adentra en tus pupilas.
Hay un rayo lunar trabado en la costilla
de los manglares
dándole a mi espalda
lugar entre las tablas de un cayuco.
V
Tú también, Manatina, curvas el cuello,
brilla en su espesura tu melena
fugándose en carretes de agua garigoleada.
Joya muriente del estero
veo tu cuerpo exánime.
Uva nacida de mujer, viene a mi boca tu latido
-pezón avinagrado-
la flor parásita y aérea que cultivo en claroscuro.
(Reloj de Malvarena)
Madero de salvedad
El Estío quemador de
cortezas de resinas, mezcla al
ámbar de mujer el perfume
de los pinos negros. Atezado de
mujer y bermejo ámbar
son de julio el olor y el
mordisco...
Saint John Perse
(Julio)
Una manual visera circundante sobre el tablero de la ouija. Delación terca, inexorablemente flotan los caracteres onomásticos del mayor argonauta.
(Agosto)
La travesía registrada aquí desconoce los puntos que el destino se allega como propios. En verdad, ni siquiera se columbra el orín de un ancla, pues el yunque no aferra en su blandura la forma recurrente con que estrujar el agua inhoradable.
(Septiembre)
De su carbón inactivado el lápiz retropulsa, en afluentes marginales del tiempo y su sombra incoercible, los pormenores que ninguna corriente tributaria celaría por hospedar en uno solo de sus rizos.
(Octubre)
Sin carena la nave mar adentro, Jasón le engorda el caldo al espejismo gerundial y gorgónico: arboledas echándose de menos en un olimpo de borrosa lente.
(Noviembre)
Del potaje ingerido trasuda el argonauta gordas gotas de lima que al caer sobre el sextante, producen cachalotes de viento en sus oídos. No muy lejos de allí, del camarote sito en sus pulmones, una mujer respira dificultosamente, atada de pestañas afuera al incesante motor del sueño admonitorio.
En julio nace y en noviembre cesa la ebullición del argonauta que cuenta con los dedos de su mano bañada en oro la baratija regateada frente al cíclico acuse de recibo. Pentápolis de meses, Jasón es un acrónimo; conjetural y trashumante códice que ostenta hirsuto par de erratas: un Bello Sino inmune al esquileo, en barbacoa redivivo.
("Jasón es un acrónimo", libro inédito)
Bossa nova fallido entre otras
razones por echarse en falta el fonema nh
Mi ditirambo brasileño
es ditirambo que aprobaría tu marido
Rubén Darío
Turbamulta cubriéndose
la cabeza con diarios: cuervos blancos
entre la lluvia negra.
"Vi llover, vi gente correr": más fácil.
Sólo que no es la tarde
donde tú y yo claudican,
ambos otros y mismos
el ingrediente trunco de la noche.
Agua desestimándose hidroponia
salpimentan vibráfono y membrana.
Mal no recuerdo el guiso,
pues harinándola te supo a samba,
a confusión que desenjaula tigres,
tal imperita en dulce
fermentación de la saudade.
A salobre, labial trasunto,
silente caldo sobre el pavimento,
con recetario el postre se isoglosa:
fruto aurisecular, perolmo, azúcar
mascabado, abejar acento
inherente al ayer, al bossa
nova de nuncia liebre que refrío
mucho antes de cazarla.
¿Ves ya cómo no es fácil, Clodia,
reforestar sobre cemento?
("Jasón es un acrónimo", libro inédito)
.
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