sábado, 5 de marzo de 2016

CARLO RICARTE [18.200]

Carlo Ricarte, Rebeca Hernández Jaramillo y Drusilda Torres Zúñiga.


Carlo Ricarte 

(Veracruz, Veracruz, 1985). Poeta y ensayista. Estudió Lengua y Literaturas Modernas Alemanas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. En 2013 se tituló con la tesis Escribir para existir y desaparecer. Lectura crítica del Diario de Franz Kafka. En 2009 obtuvo, con fragmentos del poemario Heteronímico, el tercer lugar del Premio Nacional al Estudiante Universitario José Emilio Pacheco de Poesía organizado por la Universidad Veracruzana. Del 2006 al 2010 fue miembro de la mesa de reseñas del Periódico de Poesía de la UNAM.
 


Expresiones


Insomnio

Entre libros
cae la noche.

Los párpados abajo
y los ojos en alto.

Laten los muros,
susurran
las sombras.

Resisto al magnetismo 
de los signos.

Lucho por ahogar el murmullo
de las plumas, 
el zumbido
del papel.

El sueño ha sido arrebatado
por el reclamo 
de las palabras 
y sus fantasmas. 



Metrópoli

Sin rumbo por 
¿Kant, Aristóteles, Platón?

Atento sólo al caminar,
pasos
constantes
en silencio.

En tus arterias
de arriba
abajo
se deslizan 
sombras,
máquinas
de sombras.

Eres tejido
de miedos,
de humo.

Con fondo de
muralla y de pared
tu valle
es un circuito.

Busco en mí
sensaciones
bajo cables:

repetición 
de un discurso
secreto,
repetición.

Busco en mí y 
hallo a Caeiro:

En la ciudad, las casas
grandes encierran la vista
con llave, esconden
el horizonte
y tampoco podemos
mirar.

Enceguecido trazo 
la línea del desplazamiento 
por el papel;
aquella hoja blanca
que poco a poco es poblada 
por edificios, ventanas, 
corredores.

Otra vez por 
¿Kant, Aristóteles, Platón?

Especies de espacios:

Anotar lo que se ve.
Aquello que sea importante.

¿Sabemos ver lo que es importante?

Nada nos llama la atención.
No sabemos ver.

Sin horizonte somos pobres.

Sin  saber siquiera cuántos
habitantes tiene esta ciudad.

¿Cómo transporto aquí 
la ciudad de papel ?
¡Dime, Georges Perec!

Hay que ir despacio,
casi torpemente.
Obligarse a escribir
sobre lo que no
tiene interés,
lo más apagado.

Aceleración continua:
traga fuegos,
escape,
fumarola,
payasos,
la náusea,
masa mecánica,
gris,
borrados los gestos,
sonrisa interior sofocada,
tiempo con precio,
la moneda es el templo,
prostituta el alma,
la mirada de excesos,
de fábricas,
aromas,
enfermos.

Deja de pensar en términos
muy elaborados, olvida
lo que han dicho los urbanistas
y los sociólogos.

Observa las partes:

piedra, cemento, asfalto.



Lustrador

Por las noches lustras tus zapatos,
le robas horas al tiempo,
a los pasos, al silencio.

Los pules con esmero;
les das brillo, elegancia,
dirección y sustento.

Como a tantos otros hijos,
los pierdes
en lo más alejado
del rincón.

Si toca el día,
regresas a ellos
con el pensamiento.

Nunca quedan limpios.

No dejas de lustrar.

 



Con aire lusitano
 
                                                                A la memoria de Antonio Tabucchi
 
Escucho:

Bajo la luna de los poetas,
no un réquiem,
un canto por la vida
de los fantasmas de Lisboa,
que proyectan 
la sombra 
de la sombra.



Parece

Contemplo 
sin estatua
un pedestal.

Primera voz:

Yo soy el constructor de estatuas.
No tengo nombre. 
No tengo rostro.

Segunda voz:

Mirar estatuas dignifica.
Poder reverenciarlas o conversar con ellas
se parece a crearlas.

Tercera voz:

Correr hacia la estatua 
y encontrar sólo el grito,
querer tocar el grito
y sólo hallar el eco.

Coro:

Sin nombre, sin rostro, 
más allá del grito,
del eco,
la mirada reverencia 
o conversa con lo ausente.

Parece que se crea.




Influencias

Arrastro corrientes
que no anclan.
en mi puerto. 

En la página yerma
busco nombres
y peso de poetas.

Anhelo el espíritu de aquel verso,
la contundencia de esa frase,
la fuerza de esa otra expresión
adaptada a lo que soy.

Arden libros en mis ojos,
cargo siglos en la espalda,
abrazo muertes, acrobacias,
soledades, quiméricos paisajes,
y a contracorriente las aguas
que me opacan.





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