Pamela Rahn
Caracas, Venezuela, 1994. Realizadora Cinematografía, Mención Guión. Mis cuentos y poemas han sido publicados en distintos portales web, entre ellos Sacven, Sorbo de letras, Newspleen, revista.tn, errr-magazine. Formo parte del fanzine “Mala Digestión” editado por Henar Bengale, escribo artículos de cine, música y literatura para distantsounds. Perra romántica, poeta con el ferviente deseo de saber volar. Tengo un perro de 100 años, una biblioteca de 1000 libros y una ciudad que no ha nacido.
El niño cadáver
“I am so lonely in my glory”
Allen Ginsberg
El niño cadáver ya no esta aquí
para hacerme soñar a color
Para mutilarse las piernas con mi llegada
Para mirarme con los ojos llenos de verde
Ya no responde
No quiere hacerlo
está herido de rosa, de boca y de mí
Sus abrazos están muertos
Su boca disecada
es exhibida en un museo
construido solo para él
Boca que deja pellejos como pétalos de rosa seca
Esa boca que ahora extraño tanto
La recuerdo todo el tiempo
húmeda y pegajosa
No me abraza
Con sus dedos largos y complacientes
No busca mi verdad
Con uñas
Brillantes y lisas
Tan solo me mira a lo lejos
desde la línea amarilla de una calle sin nombre .
La infancia
“Que mucho de nuestra vida se parece a los rostros del periódico
que miran desde lejos y sonríen y saltan y gesticulan
para confundirse con la basura de la mañana y ser desechados.”
Charles Bukowski
Supuse que la infancia
Era tranquilidad y precipicio
Supuse que la verdad
Era azúcar disecada en pequeñas varas blancas
Que era dulce y desaparecía en tu boca
Que la metástasis era otra transformación
Que la metamorfosis era el cáncer
Que ser niño era menos doloroso
Que ser algodón era mas duradero
Que ser color carne era mas dulce
Que ser humano era mas fácil
Que ser personaje era desaparecer tras la pantalla
No forrarse los parpados con trozos de piel ajena.
Razones interminables por las que elegí la locura
Vi al amor retorcerse en la humedad
Vi al corazón
volcarse enfermo en las virtudes
Vi a la imagen desaparecer
Vi a la ausencia flotar
y me olvide de la ausencia
Vi a la digestión volverse hombre
Vi al hombre
convirtiéndose en gusano
Vi al gusano convirtiéndose en mariposa
Vi a la mariposa morir
Vi a la muerte vestida de mariposa
Vi al vestido desnudarse en la inmensidad del mar
Vi en el trozo
de piel un desperdicio
Vi en la suciedad
la imaginación del un millón de hombres que huyeron de ella
Vi en la diferencia de tus ojos y los míos una verdad que todavía puedo contar
Vi en la fotografía un minuto de mi misma
Te vi mirándome
Te vi advirtiéndome sobre mi propia verdad
Te vi acusándome
Te vi moviendo nuestras siluetas pulverizadas
Al ritmo de tus jadeos
Te vi como un lamento
Subiendo
y bajando
a través de mi
Te vi atrapado
Te vi lleno de tierra
Te vi tocando las paredes
para conseguir el camino correcto
Te vi en la oscuridad
Te vi repulsivo
Te vi con los ojos vacíos
Repletos de arena
Te vi arder
Y preferí saltar por la ventana
convertida en cenizas.
El grito
“Y un grito se
cicatriza en el vacío enfermo”
Vicente Huidobro
Socorremos a respirar rostros
A memorizar el fracaso
A sobornar revoluciones
Socorremos a envolvernos en nitrógeno
A contarnos los lunares
A sudar gases fosforescentes
que nos alineen
con nuestro ser.
Socorremos a bordarnos
flores secas en la piel
A tatuarnos sirenas
A adorar al bosque ennegrecido y sórdido
A abrazar arboles
A hundirnos en la similitud
Socorremos a buscar refugio en la gruta
A la epidemia del viento a toda velocidad
a la fogata
a la sugestión
a la impaciencia
Socorremos a la tierra
A ahogarnos
junto con los gusanos que la recorren
A gritar
A hundir la cabeza en su pulpa
para utilizar nuestro dolor como fertilizante
Socorremos a la lluvia
Al petricor
A la presa
A la piel que se evapora
A los ojos que se condensan
A la boca que se precipita
Al interior sedimentando
Somos
la piedra
La roca
El pavimento
Somos un grito sofocado
Esperando florecer.
En ruinas
Habitar en otras vidas
Pertenecer a este silencio.
A esta revolución de calamidades próximas
Incentivo de soluciones al destajo.
Muertes de herida abierta
Y sangre que escurre espesa en los rostros inmóviles.
Esconderse
bajo los cadáveres palpitantes
con los monstruos de la noche
conjugándose en sus similitudes incisivas.
Necesitados
en nuestro propio infierno
Inventamos como remedio
este arte que consume
de a poco
nuestras horas
nuestros días restantes
en donde la nada es mejor que todo lo demás.
Cambiamos el pudor
por las anfetaminas
que nos recuerdan nuestra vieja ciudad
el intento de paso
y la movilidad del viento en nuestros dedos.
Sucedemos como marionetas
Y nadamos en esta pecera abandonada
ciegos e impregnados de moho.
En este hábitat maligno de vidrios sucios
oficinas municipales
Y estatuas
Perdemos el significado de
plazas que se abren amables
a nosotros con sus venas afiladas
y sus colores verdes
Llueve en la plaza
Y jugamos con la locura
que se reparte como folletos
en las calles de piedra y asfalto derretido
asfalto transparente
que nos ensucia los pies
y nos llena los bolsillos de navajas
que se mueven a su propio ritmo delirante.
Los marineros
Quería escribir un poema de infancia
Pero la muerte no me dejó
la sal se marchitó en mis huesos
y el barco repleto
de marineros invisibles
estalló
Solo quedo el alcázar aplastado
como un germen en mi rodilla
sus cuerpos como animales soberbios
buscando la tierra como única huella
como si fuera el único dolor
que recordarán a plenitud
Dolor de infante
transformado en cicatrices de sal
cicatrices que gotean por el cuerpo
Y lastiman
Y enfurecen
Sus siluetas
Recogen la costra
que dejaron
al inicio de su óxido
se caen
se pierden
retorciéndose en las líneas
que explotan adoloridas
Su caída se silencia
en la placidez de un dolor
que se transforma en libertad
un dolor infantil
que brinca
pero no duele
Las marcas de la arena
raspan sus costillas
fulguran
el exilio repentino y absurdo
de unas gargantas
que se escuecen
llorando
brotando
gritando
el pasado que aun germina
en la impaciencia de sus muertes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario