Nació en Campeche, México, el 18 de octubre de 1975. Poeta y narrador. Licenciado en humanidades con especialidad en literatura. Ha publicado ensayos, artículos y poesía en suplementos y revistas literarias de la región. Becario del FOECA en la categoría de Creadores con Trayectoria. Mención honorífica en el Premio Nacional de Cuento Juan José Arreola 1999. Mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía de la Universidad Autónoma de Campeche 1999. Medalla Hernández Carvajal 1999 al mérito universitario. Premio de los Juegos Florales Nacionales San Román 2000, en poesía. Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano 2006. Primer lugar en los XXXVII Juegos Florales de San Juan, San Juan del Río, 2007. Primer lugar del Concurso Nacional de Prosa y Poesía Timón de Oro 2007. Ganador, en poesía, del IV Concurso Literario Bonaventuriano de Poesía y Cuento Corto 2008, Colombia, por A veces los muertos.
Obra publicada
Poesía: Los desmayos del verbo, Gob. del Edo. de Campeche/Instituto de Cultura de Campeche/FOECA/CONACULTA, Campeche, 2003. || Memorial de espectros, Gob. del Edo. de Campeche/CONACULTA, Campeche, 2006.
EL TIEMPO DE LAS RUPTURAS
No importa que haya llegado con el encanto con la
impetuosa llamarada no obstante yo acostado en el
derrumbe mi casa es la ceguera y diciéndole que cierre
la ventana que no hay tributo a la llovizna que no me
arroje los verbos amados de la sábana los libros y ella
que viene de no sé que tarde de qué beatitud del reino
levanta el aroma de su falda para sentarse insinúa
la carne blanca de sus muslos bellos y yo le digo apenas
como el débil que agradezco su presencia un impuro
siempre comprende la lágrima que cae el olor a piel
burlada por la ausente y ella que se agita la exótica
cabellera comienza a acercarme con su inédita bondad
con el pálido rostro que amenaza compasion y la muy
hermosa comienza a reconfortarme a decirme sobre la
enramada los nardos del día ese aleteo de cristales
y entonces se asoma una tonta tregua desaparecen esas
noches del asco disimulado mis inútiles maldiciones
cuando supe que ofrecía su grosera saliva las madrugadas
de su costado su descarado libertinaje a otra mujer
y entonces se borra la reiterada imprecación los horrores
familiares la fingida indulgencia de los amigos cuando
supieron que me tumbaba al lecho para siempre el sarcoma
que por fin habìa conquistado sus territorios el contagio
Y yo le digo y no importa estás aquí ungiéndome
con tu piedad con el relato de tus mejillas
con la leyenda más consolodarora sobre el relámpago y yo
le digo de las noches de ruego en que me sepultaron
las visiones sobre su rodilla de su mórbida fragancia
que desató cualquier pasion libertina que le dejó
su trauma su ridícula pena al indoblegable recordándome
mi lastimosa pantomima mi grito desde la torre tus blancas
nalgas sobre el césped tu bello pezón apuntando hacia
las colinas y ella contiene las ganas del sollozo
cuando entonces me acomoda el almohadón para el cráneo
inevitablemente para el cráneo y sus derrumbes para la
derrotada frente por la que camina la cordial caricia de
su entrañable pañuelo y dice que nos negaron la confesión
y la puerta y quiere acechar su histeria su callado
sobresalto y ya después fijado por los desgarres en la
cruz de los páramos le digo que sobran arrepentimientos
utilizo la frase inmisericorde la franqueza inaceptable
solo así desiste del conflicto se borra de sus confesiones
y entonces ella lo sabe ella lo entiende y frente a mí
abre sus piernas para que yo vea la profundidad
de su cielo para que en la tortura o en el quebranto
recuerde aquella primera entrega del jardín el vuelo
que amaneciò en la piel el alto vuelo que nos sorprendió
en los arrayanes
Y así todo se clausura toda carne se confina y ella
dice que se apena imposible abrumada lo siente y menciona
del pasadizo donde a la muerte se le burla que hay júbilo
de los muchachos en el campo el ave bajo las miradas
el remedio que todos ansían sobre el manto inolvidable
no importa yo le digo que ya no importa que me deje tocarla
que me deje sentir el olor de su sexo pues vendrá la noche
del cáncer vendrán criaturas centinelas del extravío
y ella que se tiende en mi pecho y yo que le digo
que ya no importa que se avecina el tiempo de las rupturas
que ni los bufones gimotearàn en los funerales
del seropositivo.
FANTASMA DE OCTUBRE
Ella es el incómodo fantasma de octubre,
fractura de los tiempos,
regreso al espejismo,
montón de estatuas en las horas del páramo.
No la veo:
ni la oigo correr sobre las piedras,
no siento sus manos sobre las aldabas,
no tengo rumbo, ni banderas,
no hay lucha por los frutos.
No la he visto. No la he sentido
en el pozo de mis abdicaciones.
No sé de su viejo árbol,
No sé de sus horarios.
No hay ropa de su edad,
no hay el color de sus labios
en mis páginas, en las ventanas que más amamos.
No puedo confundirte con los otros
desaparecidos. No puedo imaginarte
caminando sola
con las calaveras estorbándote los tobillos.
No puedo recibirte con tantos cardos,
en compañía de las otras sombras,
con ese gimoteo inconsolable que me deja
como pedazos de columna orinada por una
multitud de gatos rabiosos.
A VECES LOS MUERTOS
Los muertos a veces se levantan,
entierran sus veladoras,
leen sus poemas del jueves.
Y entre nubes y horóscopos
hurgan cristales o azules de un lejano
porvenir.
Ya no discuten sobre el tiempo
o sobre la luna que lloraron en el pozo.
Ignoran la ofensa, no saben
más de la incapacidad.
Ya ni voltean a ver la piedra
de los castigados
o la enorme hiedra que cubre la fuente.
Conformes se entregan a la libertad
de la palabra o al prodigio del polvo.
En el solar comparten sus pergaminos
acerca de la doncella,
el antiguo escapulario de sus hazañas.
A veces los muertos creen que el amor
es una criatura débil que llegará por su lámpara,
a veces los muertos piensan que llegará el aroma,
el cascabel inconfundible de la amada,
y dormirán tranquilos, y pensarán en la salvación.
HEMBRA DEL REMORDIMIENTO
Sé contestataria,
mujer de lo irreparable,
sé extraña justiciera.
Incontrolable sobre tu mesa,
reniega de tus fingidas costumbres,
del opaco mármol de tu idioma.
No te calles por el reloj.
Extiende tus tenazas.
Apura el gancho y los conjuros
para tu contienda imaginaria.
Sé nefasta e inquebrantable,
paranoica entre los días,
implacable en los saqueos
de tu benevolencia.
Habla de tus rechazos.
Ensaya el golpe innoble.
No existe la esfera del amor,
no hay màs posesiones,
es exacto, es simple,
acepta el cuerpo humillado,
sé la hembra del remordimiento.
EN EL FONDO
Quiero estar en el fondo,
bajo el estallido de la flor,
sin la incapacidad o la pregunta,
bajo el horario del temblor,
como deseo que abre su cielo,
como esfuerzo de vena
amando sus cascadas.
Quiero estar en el fondo,
tibia desnudez en la lluvia,
alta sublevación de la sangre,
caída fructífera,
encuentro de brasas
calcinando la memoria;
oh, bella, recoger meses y sueños,
mar lascivo, olor de tiempo,
jazmín y poema.
En el fondo, bella, besando
la mariposa de la renunciación
y el orgullo,
besando el ánimo, el gemido
de la caracola eternal.
VIOLENTA
Anda Runicornia mía,
quebrado jazmín de los desencantos,
aléjate de los fármacos
y el algodón antidepresivo,
anda, deja la furia de los pendientes
y los precios de rebaja.
Aléjate de la piedra violenta,
de esa columna orinada por los gatos.
Vete a otras galerìas prohibidas,
a la única nube compasiva,
a otro pueblo derrumbado.
Anda, déjate del suicidio sin pacto,
de la postura bravucona…
Anda eléctrica y prejuiciosa,
temeraria e insobornable,
aléjate de la oración,
del àtico de la ira,
sosteniendo escudos y venganzas,
anda quema mis pertenencias,
mis viejos libros,
y arrodíllate sin lágrimas,
y échate como un montón de piedras
desquiciantes.
En casa
En casa tú serás el fuego
y la princesa.
Besarás al colibrí
y el diamante de los gatos.
Por supuesto que nada falta,
esta es la ocasión magnífica,
el escape de los amorosos.
Ven sin remordimiento
sin talismanes sin odios,
yo tengo las provisiones
y los empeños.
En casa tú serás el remedio
y la doncella,
la dedicación y el aleluya,
yo pondré claridad en tu costado,
como guerrero o gato vigilaré tu solar.
Comparto contigo
Comparto contigo
el cántaro
de los niños,
la lluvia del jueves,
el sueño donde
bajábamos
del manzano,
llenos de benevolencia
y altas canciones.
Comparto contigo
la beatitud y la congoja,
también la mesa
donde crecían tus palabras
e iniciaba el bosque
de los grandes
proyectos.
Comparto contigo
la charca del viudo,
el jardín de los locos,
y el gato de la bruja
que vigila día y noche
la belleza de tu retrato.
Y has de entender que si soy
pacífico y lleno de respeto,
cuando te atrevas
cuando reconozcas el sicómoro
y el piano de la vecina,
atraviesa la barda,
también te saludo,
que comparto contigo
la soledad de mi mano,
el pan duro
y el perdón.
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