miércoles, 8 de abril de 2015

FERNANDO VIZCARRA [15.465]



FERNANDO VIZCARRA 

Nació en Mexicali, Baja California, México en 1961. Poeta. Estudió comunicación en la UAM-X. Ha sido coordinador de comunicación en la UABC; miembro del consejo editorial del ICBC; editor de Estudios sobre las Culturas Contemporáneas; director de La Ranura del Ojo. Colaborador de Contraseña, Cultura Norte, Esquina Baja, La Ranura del Ojo y Trazadura. Premio Estatal de Periodismo Cultural ICBC 1996.

Obra publicada

Ensayo: Altas horas, Gob. del Edo. de Baja California/ICBC, 1997.
Poesía: Días de salvación, UABC, 1992. || Raíz de luna, ICBC, 1994.




I

Cae la mirada,
 lluvia inmóvil
en la mudanza de los árboles,
fino telar de prodigios
donde el paseante
 se disipa,
¿qué pequeño limbo es éste?
todo y nada reposa en la luz,
en las ventanas
nómadas
 del cielo:
no sé si amanece
-aposento de claridades,
presencia de latidos-,
o viene la noche.


II

Sueño
ventanas,
mujeres que se alejan
agitando sus pañuelos vírgenes,
son la levedad de los ciervos,
el sitio de la niebla:
 polvo de agua
sobre blandas catedrales,
¿cómo salvarlas del olvido?
Procesión de ventanas es el mundo.


III

Cruzo
las serpientes del mediodía,
la lejanía incisiva
y luctuosa
del deseo amor/tajado,
polvo sin Dios
vertido a la luz tenue
de los cuerpos incandescentes:
el horror es la sustancia
del tiempo,
diafanidad de ojos
que lamen el filo del vaso roto,
¿qué parques minados
abreva la voluntad divina?
jardines de arenas movedizas,
feudos de alacranes alados,
allí las palabras se desgranan,
es sólo tu cuerpo
 mi refugio.


IV

Grieta de luz,
vasto arenal del sueño,
es un alivio de olvidos
como dardos de sombras lentas,
¿en cuál estación disolvimos
los nombres de azar?,
un cielo baldío unge su luz
en el tatuaje del muro:
muerte es la raíz de cada palabra,
ese ciego que deambula
sobre la vía del tren.


V

 Homenaje a G. Bataille.

La lluvia sin ojos,
sus órbitas vacías
pueblan de túneles la noche.
Al final de los pasajes
el dolor abre un grito:
un cuervo en zancos
entra por el ojo.


VI

 Homenaje a P. Celan

Me arrojé
contra aviones descalzos
desmantelados bajo la sombra
de los astros,
gansos precipitándose
sobre lagos de asfalto.
Albergué testigos mudos
en la urdimbre nocturna
de los cuerpos,
en la antesala del trueno,
sobre camas persistentes
de lumbre y cielo.
Huí del país de las horas,
del recuerdo sumergido,
legión de voces evanescentes
donde clama el corazón sitiado:
el nombrar tiene un límite,
sobre ti arrojo mi destino.







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