Mónica Tracey
Nació en Junín (Provincia de Buenos Aires, Argentina) en 1953.
En 1979 fue becada en los Grupos de creación literaria (Poesía) del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Caracas, Venezuela).
Integró los grupos de poesía El Sonido y la Furia y Nosferatu.
Integra el consejo de redacción de la revista de poesía Último Reino.
Libros publicados :
A pesar de los dioses (1981)
Celebración errante (1987)
Hablar de lo que se ama (1990)
Hablo en lenguas (1999)
de su libro «Hablar de lo que se ama» (Último Reino, 1990)
Wuppertal
ábrete sésamo
vuela en un barco tirado
por sogas
a volar a depilfarrar el dinero
mal habido de pequeños robos
bien habido de pequeños negocios
de venta
de molinillos de papel
en la estación.
¿Quién conoce el lugar
donde los barcos caen?
las bellas fragatas
¿quién sabe hacia dónde partieron?
Más acá
quien espera no espera
corta el espacio en dos
el horizonte
tan cercano
como la niña de sus ojos
párpados de sal
¿de seda?
Párpados que lo han guardado todo.
Mis labrados guantes a cubierto del crimen.
La noche en que esperamos la señal
la noche en que aceptábamos cualquier trato
un mercachifle un notario
un bálsamo.
La noche astillas
hilachas
sin recuerdos.
De rodillas, de pie, bebiendo.
De espaldas a la puerta, a la ventana,
viendo sólo por los ojos y hacia adentro.
Un mínimo trato, cualquier engaño.
La espera arrasa con todo:
tiempo hacia adelante que acaba.
¿Para pescar qué
se hunde la línea
en el río que regresa?
La parte que nos toca
de ausencia
el recuerdo
corazón al pie
luna azul
al límite
voz de mujer
regazo
sitio de anclas
leva el mar
la noche larga
de las despedidas
no acaba.
No es memoria la de los ojos cerrados
no brisa
halo
no precisa
red
tan sólo gesto
inclina tiende
ni cosecha ni colecta
desola engendra
hace de cuenta.
Rueda la rueca el torpe discurrir en
plena libertad tomado el rehén
como rehén. Torna y repara
al azar por destino. Cumple
consuela desdice: Impar
que costas hay más de una
ribera la de aquí y la otra
lejanía.
Un pez en el agua un pez sabiendo
del agua. Doméstico amamantado
agua pura y alimento claro un claro
donde tumbarse donde tramar el manto
pez que sabe que torna el agua en llanto.
Una grieta una luz una fisura
de ser uno por uno
fricción celeste clama una luz
que ni pura ni segura suelta
chispas feroz la tonta
amenazante.
Estar segura
de la distancia
del punto de mira.
Haber probado ya
desde este sitio
a esa hora.
Sin cambiar hábitos
ni joyas.
Igual atavío,
idéntico maquillaje.
Para acechar
no importa el objetivo.
Serpiente de agua
pesada sobre la tierra
nada de ligereza
cada paso una huella
no serpiente alada
mina tus ojos.
Se trae el alcohol en la sangre
la manera de andar el mundo
si ha de ser un pie ante el otro
si ha de ser un sueño
o si el cuerpo ha de reptar.
Lo real se invierte en la mirada
y así existe.
How long has this been going on?
Tuerce la boca
boca seca
seco paladar
ya nada dirá
todo lo vierte en su copa.
Una manera de mirar el mundo
una perfecta desconocida
trama un relato
se agazapa noche a noche
ha estado allí
endulza la memoria
la arrebata
es Tauro es Serpiente
recorre los hexagramas
deja que el viento la desplace
un relato no necesita heroínas
un tacto de palabra a palabra
un solo pensamiento
ojo en la tormenta
lengua sinuosa de palabra a palabra
caverna hollada huele mal
a cubierto se mueve pierde pie
muescas, en tanto, ilegibles
presume el final
lo pervierte
no destino
traza el círculo
tiende la trampa.
DEL LIBRO “HABLO EN LENGUAS”
Historia de la lengua
Una letra se aspira
otra se abre
cambia de lugar
una espera
de longitud a acentuación
de brevedad a olvido
cae
desaparece
transforma
un orden que no es
para ser
otra cosa
otra palabra
lo mismo
como un guante
cubre la piel
como unguento
vestido
disfraz
cambia
según la lengua
el paladar
los labios
un esto por lo otro
lo mismo
lo mismo
lo mismo
según la forma
la respiración
Los amores
Tal para cual
el agua y el aceite
el punto de contacto
hace una cosa o la otra
dice una cosa o la otra
o lo que es lo mismo
hay un momento
una fisura
una llaga
lo que es tal para cual
Morir de amor
El vino de resina
la miel fuerte de las sierras
el lugar de las
abejas que liban
néctar del algarrobo
del atamisqui
según la época
según la floración
sabores ásperos
caminos de cornisa
ninguna muerte
en ningún amor.
Marea
Es el sitio
y anclamos una y
otra
vez
y el mar ha golpeado
una y otra vez la
madera
un muelle hermoso
una vez
sitio de anclas
ese lugar
lecho una y
otra
vez
sueños
cuerpos
fértil alga enredada
cabellos de algas
entonces no
ahora
la marea
puso todo allí
lo lleva
ahora
maderitas trozos de
todo
podrido
Hablo en lenguas
Hablo en lenguas
sin pelos
con las señas de un rostro que se oculta
detrás del rostro
que aparece entre las señas.
La misma noche
nada dice nada de nada
una culebra
dos
más
todas
en el mismo balde.
El centro de la caracola
dispara su espiral
la extingue.
El cuerpo
en mi rostro
aparece tu rostro
la piedra de toque
imposible la simetría
impensable de ser y no ser
la mano oprime su versión helada.
Eco de una lengua
en otra lengua
que se mueve
como culebra
en balde
En la estación seca
Era el ruido de la lluvia
y ya tan sólo sentía su presencia
en mi cuerpo
olvidada del aroma de su cocina
tenía sobre mí esas manos que lidiaban
con la sartén
dispuesta ya
al inicio del amor
bebía despaciosa el vino seco y
blanco que él llevaba de cuando
en cuando a su cocina.
El ruido de la lluvia
me llevó hacia la ventana.
En Caracas no cae una gota
en la estación seca.
Sonriendo volví a la mesa
dispuesta a mantener el equívoco
en secreto
y a esperar esos langostinos
que con ruido de lluvia
se cocían en su sartén
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