Soraya Prada Martínez, nació en Valera, estado Trujillo, el 23 de diciembre de 1961. Es Ingeniero Civil, graduada en la U.C.V. Astróloga. Desde el 2010 forma parte del Taller de Poesía del escritor ensayista y poeta, Armando Rojas Guardia.
De lo irreconocible
desconozco la voz
que te libera
donde se afila el azar
y las palabras aletean
dupla de imágenes se entrecruzan
socavan lo fatuo
tras una sombra extinta
el verso respira
Conjuro
la noche estival rompió
lloviendo estrellas
eclipsadas
por las luces de Caracas
la luna llena retozaba en su espalda
bailé iluminada por las chispas
en un jardín de jades
con olores a musgo
al compás de los grillos
y las aguas temblorosas
de una fuente
vuelta y me sacudí
inclinándome
alcé los brazos
la cabeza hacia atrás
su mirada lunar se posó sobre la mía
un conjuro dirigió hacia mí
desde entonces
en noches como ésta
danza mi cuerpo
por las calles de la ciudad
al ritmo del bullicio
de las bocinas de los autos
entre girasoles de humo
el neón de los avisos
y de bailarines noctámbulos
vuelta vuelta
alzo mis brazos
y la que danza es Ella
Sin cánones
Alejada de las reglas
deshojo prejuicios
interpongo paraguas a los destellos
andariega
develo vivencias
quito telarañas a imágenes centenarias
despiertan razones
cuyos párpados
ya no puedo cerrar
Sincronía
su mirada colgada
en un trapecio
hizo piruetas
para atraerme
mi cara temblorosa
se sujetó de una sonrisa
disolviendo mi palidez
palabras
no hicieron falta
mis ojos arcanos
le mostraron
un as de copas
Evasión
pasos cómplices en la arena
bajo una luna famélica
silbidos aflautados
se escucharon por el muelle
en la orilla
el titubeo del agua
danzaba en ondas
era una noche prófuga
andante seguí el rastro
girasoles de fuego centellearon
mi mirada revoloteó
posándose en la excitación
de unas plumas castañas
el asustadizo alcaraván
se escabulló
el amanecer se sintió herido
sin su canto
En el filo de mis venas
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma
OCTAVIO PAZ
me aproximo
elijo el paso oblicuo de la dama
deslizo los dedos sedientos
por el rocío de su arrebato
mis labios peones le obedecen
abrazada como hebra retorcida
lo sigo
torre en erupción
llovizna lunar
el enroque con su mirada
me da la certeza
tendidos en el sosiego
la jugada
me redime
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