Antonio José Rivas Aguiluz (1924-1995), Poeta y académico. Antonio José Rivas, nació en Comayagua, HONDURAS en 1924 y falleció en esa misma ciudad en 1995, en viernes santo. Hizo estudios de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras y Universidad Nacional de Nicaragua, pero no concluyó sus estudios. Se ganó la vida como profesor de matemáticas en los colegios de su ciudad natal. También ejerció, durante poco tiempo, el periodismo en León, Nicaragua, de donde retornó al país, luego de la muerte del mítico Rigoberto López Pérez, con quien era compañero de trabajo.
En 1950 obtuvo la Flor Natural en los Juegos Florales de León, Nicaragua. Es premio nacional de literatura Ramón Rosa (1983). Además gano el segundo premio en el certamen de poesía Convocado por el Club Rotario de Tegucigalpa (1964), el Premio Nacional Poeta metafísico, Calavera de plata de Barcelona (1967), Premio de Hispanidad de Barcelona (1968), Premio Ramón Amaya Amador de la municipalidad de Tegucigalpa. Publico en su vida un tan solo libro de poesía: La mitad de mi silencio (1964), La víspera del Agua (1996) se edito póstumamente. Actualmente existe un centro educativo en su honor, de nombre Liceo Antonio José Rivas en su ciudad natal, Comayagua. El poeta Rivas falleció el 14 de abril de 1995.
COMAYAGUA
Como siempre: plegaria y florecida.
Viento lunar en alto campanario.
En la calle el jumento rutinario
Y el medioevo en la casa envejecida.
Para la soledad empedernida.
De la noche sangrada del calvario
Hay un fantasma plenipotenciario
Y un alma en pena. Misa requerida.
Fijo trajín de ritos clericales
Bajo la piedra de los catedrales.
El mismo viejo amor que nos asiste.
Llega la tarde con olor a rosas
Hasta el último azul. Y entre otras cosas
Sabe la gente que eses pueblo es triste.
Mi patria
Mi patria es una rosa memorable
Sorprendida en el pecho.
Siempre que la pronuncio se descubre
Que le beso la frente.
Morazán la eterniza leve y alta,
Pero en el mar me pesa.
Mi patria es una niña
Que aun se busca detrás de los espejos;
Y en la baba de un pez desamorado
Se resbala su nombre.
No hay manera más honda de mirarla
Que pérdida en mis ojos:
Le oigo su lento mundo de ceniza
Y paz deshabilitada;
Un alto rió irremediablemente
Le moja la tristeza;
La sangre se le quiebra en la cintura:
Mitad de la esperanza,
Y es su cuerpo una alondra sollozada
Aunque nadie lo diga.
Mi patria es una lágrima desnuda
Que se esconde en los ojos.
Se diría que todas las cascadas
Le han bebido la risa.
Yo ni siquiera puedo suspirarla
Porque me duele el aire.
La guardo con amor en estas letras:
¡Quiero vivir un poco!
Pájaro Absorto
Yo, pájaro sucesivo
Rió de aguas habladas
Si es querer estar triste,
Quiero solo un instante
Escaparme del eco de mis cinco sentidos
Volar sobre lo muros
(Volar para las aves,
Rió y vuelo en un barco,
Ya es morirse dos veces).
Quedar, sin saber cuando
Ni donde ni en qué forma,
Despojado de todo.
De todo despojado,
Mirando el gran poema
Desde un pájaro absorto
Como un ojo absoluto…
Lugar de la palabra
Palabra: rásgame el velo
Que me aparta de las cosas.
Amaras como de nuevo
El mundo nace a tu costa.
Descubre tu maravilla.
Rompe tu carne y tu veste.
Y en el rumor de la brisa
Prende la luz de tu frente.
Ni el alma tan oscura
Peregrina del misterio,
Ni el agua por tan desnuda,
Han de golpearte el silencio.
Desde tu sangre escondida
Abre tu vida y tu muerte.
Y bébete la campesina
Sed irremediablemente;
Que es sed de cántaro roto
Y de dolor agrupado,
De arena al sol –sol de plomo–
Y de viaje desmayado.
Si tu amor es pequeño
Como alondra dividida,
La mitad de mi silencio
Es la razón de mis rimas
Y dime por qué te sabe
La fuente si no te estudia.
Y por qué los alzacuanes
Convierte el agua en lluvia.
Por qué, di, en tus malabares
Le llamas hombre a la arcilla,
Si cuando zarpó una nave
No llego una golondrina.
El pez lucha y es su espada
Sombra del cuerpo del río.
Eso es verdad y es batalla.
¡Y tú lo llamas destino!
La alondra canta y si vuela
Es la pestaña del canto.
Y tú dices que es estrella
Que nació por el ocaso.
En cambio callas que arrullas
El corazón del suspiro,
Cuando dices que la espuma
Es la sombra del sonido.
Cierto que tiene sus dioses
El árbol bajo la tierra
(El azul y el horizonte
Son el color de otra pena).
Que si al nivel de tu espejo
Te sueñas ya imaginada,
Serás el primer destello
Nacido al revés del alba.
Que si en el césped hay sangre
De besos recién cortados
Es porque tiembla en tu talle
La llama azul de los astros…
Palabra: siembra el cuerpo
En el alma de las cosas,
Y verás altas en tu huerto
Ya la rosa de la rosa.
Siémbrame un árbol y un nido
–No me preguntes en dónde–
Por los ojos de los niños
Cruzan pájaros sin nombre.
Acerca, acércame el vuelo
De tu abeja rumorosa;
Y me sueñas en tus sueños
Y al mundo haciéndose a solas…
Pues aun sin serte el gerundio
Ni el ¡ay! De no saber cómo
En tu hoguera me consumo,
Me sigo llamando Antonio.
Sueño de agua
Por los cauces del agua
–dulce Venecia de árboles–
Discurre la canción de las arenas.
El agua es como el sueño de la sangre:
Cree que avanza.
Por las torres del cielo
–aire y gaviota náufragos–
Se miran de reojo las estrellas.
Las estrellas es todo el sueño azul del agua:
Cree que mira.
¿y el amor…?
Gota de tiempo o gota de suspiro;
Y el tiempo, si es que vive,
Es lo que muere,
Y el suspiro no es tal si no se escapa.
El hombre es como el sueño de la muerte
cree que vive.
Y Dios mismo es el sueño mar del hombre
Cree que…
…sueño mar…
Ya los barcos se van sin despedida.
Estatua-Morazán
Frente al vano reposo yo transijo.
Tu figura: península del viento.
Curso del mar. Sustancia. Padre, hijo
Y espíritu santo terrestre del sustento.
Luz del perfil. El germen que prolijo
Levantaste a la altura del tormento,
Tiene que ser un sol, pero no fijo,
Porque la luz se mueve en tu momento.
Como no se qué hacer para envolverte
Con la cintura de la patria y verte
De tu amor la estatura y su concierto;
Desde mi tiempo-Antonio te venero.
Y tu vida y tu muerte recupero.
Y estás en la mañana. Y no estás muerto.
Réquiem del pez.
Postal de viento. Ruta peregrina
De tiempo azul y corazón diluido
Sollozo de la arena. Pie derruido.
Revés del aire y de la golondrina.
Hoja de espanto. Curva de alarido
Que ni esconde la luz ni la adivina.
Rumbo, centella, longitud marina.
Monograma de pájaro invertido.
Frágil destello. Resbalada idea
Que obediente al relámpago aletea.
Paloma oscurecida. Última bruma.
Aguja de las horas escapada.
Aunque nada en el sueño de la nada
Le sonríen los astros en la espuma.
Ser
( a Heráclito)
Ojo moliendo su retina helada
Y estercolada frente de quimera.
Roca sin fe. Sofisma de la espera.
Espesor de la bruma y la emboscada.
De muro, niebla y sal domesticada
La reticencia oral de la madera
Hizo un sonido de calor y cera
Para acercarnos más la dentellada.
Mar naufragado. Soledad nativa
Del labio muerto en la definitiva
Estatura llorada del escombro.
Monosilábico rubor amargo
Que me lleva en el cósmico letargo
¡como a una cruz herida en el asombro!
Ojos de tiempo azul
(A los dos años de Liliana)
Ojos de tiempo azul y en la sonrisa
Toda la claridad de la mañana.
Por la más alta estrella, soberana
Luz entre luz, y por la más sumisa.
Por la más dulce y por la más temprana
Rosa en el alba y música en la brisa,
Más allá de su luz uno divisa
El mar, no más que el mar…¡y la mañana!
Y en el azul azul, azul marino
–Mar en el verde azul de sus pupilas–
Sueñan el marinero y el camino.
Y en el azul total: las ilusiones,
Y al paso de sus dalias y sus lilas
Todas las aves y las estaciones.
II
Ojos de tiempo azul y en la mirada
Más que lo azul el mar suspira…espera…
Y más que el mar y por la verdadera
Alba en el mar, el alma inmaculada.
Ojos de tiempo azul. Luz prisionera
Entre el ave, la rosa y la enramada,
Desde que la ilusión de la llamada
Tembló en los dedos de la primavera.
Su voz llega en la infancia del sonido
Y es la evidencia del zorzal perdido
En el piadoso aroma de los huertos.
Pero lo triste en todo marca su hora,
Y ha de saber que hambriento nos devora
El mundo de los vivos y los muertos.
III
Dejo este sueño a mi manera
De regreso de un campo de ceniza
Que le corta la flor a la sonrisa
Y le niega la luz a la pradera.
Dejo este sueño a un lado de la brisa
Que le deba peinar la cabellera,
Y en reloj de minuciosa espera
donde mi corazón se pulveriza.
Cuando sepa del tierno silabario
Como se escribe tórtola y calvario,
Ya irá por los senderos decisivos.
Y aprenderá los puntos cardinales
Deletreando los bienes y los males
Que nos causan los muertos y los vivos.
El silencio
Inefable deidad,
Luz de puntillas.
De sorprender la delgadez del aire
y el polen original de la caricia
se alimenta su piel.
Lleva en sus labios la niñez del alba
desde que un día
la soledad lo enamoró por señas.
Todo se dijo ya para su boca.
Y es así : tan cercano y tan distante
Tan inmenso y tan puro
que se escucha a sí mismo...
Ante un retrato
Yo no quiero ese lienzo de Picasso.
(El pez del pez. La rosa de la rosa).
No quiero que la luz sea otra cosa
cuando duerme en el sueño de un ocaso.
No. No quiero ese ruedo de fracaso.
Porque si la cornada es poderosa,
equivocada una alusión furiosa
vira, choca conmigo y muero y paso
precisamente a ser lo que no quiero:
la sombra de la sombra. Y siempre muero
en lo convencional de la sorpresa
como muere en el lienzo lo querido,
que es la sorpresa de lo parecido,
aunque en el fondo aplauda la marquesa.
La palabra
¿Poeta? No. En verdad yo no lo creo.
¿Visionario? Tampoco. Ya he sentido
que al paso que me pierdo en el olvido
la eternidad me roba lo que veo.
Lo real en mí va siendo así aleteo
de un ave que volara de su nido
dejándole su extraño parecido
a la palabra (y va de escamoteo).
Que como una ola su revés apura.
Y que, a pesar de todo, es aventura
tiento. Rotundidad. Cúspide. Abismo.
¿Metáfora? No. Sangre derramada,
gota a gota, en el tiempo. Y que, aun atada
-y desnuda- a la voz, calla lo mismo.
La asunción de la rosa
Luz de rodillas. .Circular aroma
que sobre el prisma del color se empina.
Dulce contrasentido de la espina.
rocío de la nube y la paloma.
Espejo del arrullo. Claro idioma.
Súbito embrujo de la golondrina.
palma que limpia el alba y la destina
para la piel del ángel que se asoma.
Ala de nieve en redimido vuelo.
Por la espina la cruz se adhiere al cielo
y el viento sabe de lucero erguido.
Gota de luna que en su mundo asume
la península breve del perfume
Que es el amor que se quedó dormido
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