martes, 11 de junio de 2013

ENRIQUE BACCI [10.067]


Enrique Bacci

(Nació en Paso de los Toros – Uruguay en 1960 – Falleció en 2015). 
Publicó los poemarios: La flor difícil (1999), La luz ese río (2000), Midland (2002), temprana bocanada (2004), Valdirio, maquinista (2006), Isabelas (2008), Lejanías (2009), Cimental, la culpa (2009), abra (2011) y aguas de Te Aroha (2011). Además, publicó en narrativa La sed de los toros, cuentos (1998) y la novela Actores de segunda (2012), proyectada como una trilogía. 



De Isabelas

1

pero los patos pueden lo que pueden
digamos
las palabras dicen lo que dicen y no más
que las uñas muestran
sin peinar diadema y lumbre


2

no más que silencio peinan
los ves? vienen del lago del medio
de la tierra
(la luz de allí tiene curva inmensidad)
uno de ellos va diciendo qué lugar
cuando con eso los patos logran
viajar por el silencio


3

del río crestan
la vera confluencia del negro y el azul.
Los patos pueden
lo que pueden. Las palabras
veces huecas que se encuentran
o no
oscura nada en vuelo.


4

alas
a tiempo
abiertas
la fémina palabra de la parra del desorden
intriga que en tu vuelo desvariado
lo que aventa está sin luz.


5

Te sucede horizontal
el día
su vertical perpetua en amaranto
ave maría!
ellos que detrás
de efímera embestida sin razón
dialecto ansí   volado
silbo sin quietud. Círculo
y estambre.





De Lejanías

Desde la capital a Paso de los Toros
hay doscientos setenta y tres
gritos colgados en los postes
(saludan los ojos de un malacara)
desde la capital a estación Menéndez
hay doscientos noventa y cuatro temblores
en la horqueta de un rabdomante,
cansado de tensar el alma como a un arma
(saludan las sábanas de un sueño)
desde la capital a estación Francia
hay trescientas catorce campanas calladas,
esperando una voz que santigüe
este silencio
(saluda un gurí de honda en el cuello)
desde la capital a Tres Árboles
hay trescientas treinta y cuatro piedras
de tahona ensangrentadas de trigo
y de verdad
(saluda un aperiá, ensimismado)
desde la capital a Merinos
hay trescientos cincuenta y cuatro
restos de mal tiempo
balando, asustados, yéndose
(saluda la cuarteada mano de un tropero)
desde la capital a Capilla del Carmen
hay trescientas sesenta ramas del paraíso elegido
para enmaderar el miedo
(saluda un perro flaco al costado del aljibe)




De cimental, la culpa

Hacer de cuenta que esto es una fundación. Desde una palpable intrascendencia hacer del viento que resuena
El Viento Que
Resuena.
Contado luego a gente que no hace de cuenta.
Contar en aquellas treinta palabras la carga inmanente de cómo han sido utilizadas en su
neutra colisión de brillo y sitio. Si es que cuando digas fundación
aparecen espadas y trompetas en su espacial
ajenidad. Si es que digo "decir" esto
es entendido como la irrupción del eco montado en cierta convención de la frase utilizada.

-


Esta imagen tiene pulsaciones. Olor a lisa asada lleva el aire desde la costa
los perros se revuelcan en los lobos que amanecen despanzurrados
un biguá termina una línea curva en el cielo, vísceras de lobo en su pico.
Cruje una chalana recién calafateada. Dentro de lo que me interesa está un rancho,
un mono ciego y una mujer que llora
a su costado los personajes centrales remedan a los perros en los lobos.
Afuera, la misma bahía de los bergantines hace escorar la dejadez del viento.
El perfil de la ciudad _la mía_ emite un ronquido de corvina negra
y esto da su pulso.


-


Azules de ultramar al final de la hoja, al fondo del corredor. Última pieza de un conventillo
acuoso
guarnición de gatos postreros para la hora temprana. Costa rugosa, desde el mar
adentro tablas
pez fuera
pez cado. El personaje que mira los movimientos muertos de la tierra por el sendero duro
de su silencio.
El horizonte es un remiendo, un collar de barcos, una línea que fabula desde el nervio.
Luego, aquí, es un motivo dibujado de una rama, una letra impronunciable
para ser llevada allí; en esto el papel
sin geografía
es un desagüe adoquinado, unas piedra ofuscada ante el oleaje. Azules cardinales
frecuente arrastre de una palabra a la sombra,
qué es decir al acecho de la pájara memoria cardinal
y roja.
Riña marinera del anónimo. Puerto alado
nombre en la boca de los primeros contrabandistas.


-


el sapo y la ceguera, miro las hiedras de las canteras y una birome desmenuza
lo que podría habitar allí, grabados de la piedra utilizada para hacer este lugar.
Torcimiento en el alcohol __estoy bebiendo__ el entorno en pegatina de verde
y más allá del gris tendido el cuerpo en escritor, tendido en esta piedra.

¿Qué hay debajo? Eso, ¿lítico?
Aquella piel fría, ¿una escollera?

-


Funda, narra, confunde,
hace del viento que resuena El Viento Que Resuena.
Mal encarna el verbo lanzar, junta un papel y otro. Los desanima, hace como si
termina diciendo
silencio
que empuja
y nos roza bajo los pies.
Un temblor.




de:  AGUAS DE TE AROHA


“Parecía que una secreta caricia
me dijera memoria”
                             James Joyce



Aún no han dicho la hora de llegada
todavía, aún
qué grave indecisión      el no saber
si al este el sur por noche es este azul


-



al rostro
vegetal
me lo imagino
trozado
al viento un grito

palabrerío de guerra


-


muy cerca está    al llover
          planetas muertos
       en bloque deshelado

   sé que allá preparan el té
          y rasguñan la cara
               para esa hora

-


el maorí no    rasguña
insta
de perfil     parece río
su habla
haka
y tierra      y temblor


-


Me cuenta la azafata que sus tintas no degradan, en caliente, el agua. Es criteriosa, isleña.

-


¿andarán afiladores con su flauta? ¿qué sonata
desmochada timbrarán?       ¿se dirá waikato
lo que está escrito waikato?


-


La revista en el avión demuestra sitios. Mapas, un warrior teatral. En letras rojas: an evening Maorí Hangi and Concert. Patético, el inglés que llevo a mano es un desastre (ojalá se hable maorí)


-


En pascuas qué hace la palabra abedul encima de Pascua.
¿Los pascuences __islas más, islas menos__   escucharán
esta memoria?        
Allí en su corteza blanquecina se adereza la historia Wajda
bosqueja cordionas                      palabras de boda

desde aquí veo en todo un dejo pírrico,         de abedul


-


La técnica aeronáutica es un gran idioma extraño, llena de relojitos.
Una voz presurizada te explica que al oeste de Pascua y al este de Fidji existe una línea
donde se cambia de día. ¿Qué?
Veníamos un viernes y sin decir agua va quedamos en un domingo, ¡en serio!
__ ¿Y quién devuelve el verbo de este sábado? ¿la razón no escrita?__


-


__ ¡Es ahora!__ dice la gama de luces azules en la noche.
En el aire __todos entendemos __    hay pedazos de piedra rosa,
búhos mostaza de una ciudad lejana que se parece a la turbación.

ES AHORA QUE LOS AVIONES CEDEN        Y ASPAVIENTOS
de la técnica icariana ya no sirven.              ¿Qué será lo que toquen
nuestras patas por sendero,                    andurrial?  ¿rodocrositas?
¡ahí vamoooosss !
¡ahh, ya estamos!


-


¿Se puede decir que desde la arena de Las Toscas a la verdolaga de Zelandia se nos taimó un día?  veremos este ahora...


-


 ( wai o tapu )

Al borde de la montaña se respira montaña y agua, con su borde mineral
yagua   suena extraña,   un error en el lenguaje pronunciado, por diverso,
puede serles comparado.      Místico. Envoltura.   Un concepto es
chorro
de agua que siempre cae distinto                       en Te Aroha?
es agua
           
sagraria, sódica                                             como en pocas partes


-


en este plato semillas de macadamia
en ese plato pájaro nui
en el lugar el verde en su lugar ( la inflexión de la voz demarca el borde de la montaña,
cuento un cuento, monólogo un monólogo)


-


¿Podrá ser que discutan toda la vida la dicción original?    ( en una silla Valverde, en otra Salas Subirat, más aquí, el Pancho García Tortosa...)

Siempre hay tensión entre la variante desprestigiada
por desconocida   y lo que domina    por sonoridad
el hábito del monje vuelve al hombre          monje

en el bocado semillas de macadamia
en ese pájaro un plato de comida nui
en la montaña, sin nombre, la mente

        la tercera altura del lenguaje




Una poética del paisaje recorrido,
10 poemas de Enrique Bacci
(in memoriam)


Este poeta que nace en Paso de los Toros, una localidad del interior del Uruguay recorrida por trenes, proveniente además de una familia ferroviaria, ha forjado una poética nutrida y original en donde el tránsito —el paisaje en movimiento— es uno de los elementos claves. En una entrevista que le hace Franklin Fernández, Bacci confiesa justamente esta búsqueda: “[H]ay muchos pueblos que están perdidos hoy día en medio del campo donde no pasan trenes y desde esos lugares que he ido sin querer, me he resquebrajado, mirándome y tratando de crear desde allí un lenguaje que pueda ser lo más fidedigno a esa movilidad que el ferroviario tuvo siempre”. Si los poetas a lo largo de su obra se dedican a una sola obsesión, en palabras del italiano Ungaretti: “Cada poeta tiene un constante problema del lenguaje por resolver”, podríamos localizar aquí el problema que detona el estímulo de su escritura. Poética de la mirada, “horizonte” y “lejanía” son palabras recurrentes, Enrique Bacci ha creado un conjunto poético bajo el signo de un lenguaje en estado de continuo desplazamiento; es la palabra la que se mueve, va y viene buscando por donde salir a flote, decir el paisaje móvil.



*


Caminando
iba leyendo de las casas blancas su interior
piso de cupí lustrado.
Una mesa de patas de paraíso
canteado a cuchilla.

Leyó también que aquella casa respiraba
en la humedad y en un primus la palabra
desierto.



*



A esa hora la lejanía calla
en el basalto el horizonte hace del olvido
otra huella
afuera                                  van las lejanías
bar y almacén en esa calle
adentro                               el silencio es dentellada
y la distancia ultraje.

En esa calle un jazmín vivo es un jazmín
usado para morir miradas. Del bar
y almacén la calle escapa
y sigue                                 ventanas torcidas
de mirar                                  lejanías. Usanzas
de caminar                              en la calle afuera
la ración humana viene y va
en gesto labrantío

Un latón de juntar agua de lluvia
un pedazo de pan                   calma
un verbo en la garganta sueña y se miente
otras casas, el alma, otros trenes.
Cercanía de otra vida.

Las calles afuera nacen
en la lejanía.

De Midland (2002)



*


Sedentario. De lo que fue y será,
de lo que entró a salir al paso de la hiedra
enamorada. Disecado, ese grito de lenguas sin
hablar en la grava cenicienta.
Ah…esta boca en balde, pendenciera,
alerta en la sombra, vertical,
con la encía corroída por el gusto del silencio.
Con el hábito del padre de alejarse a masticar
la mañana —sabandija— de un dirá.
Que será lo que se hunde, lo finado,
las volutas de la cosa, conversando, en espiral.



__



Y no sin dolor se abrió. Una frase de la otra,
una noche y su destino. Lo contiguo y lo
[conmigo.
El tener que precisar el asiento de las voces,
de la idea. Enamorada, la hiedra. Quién no.
Disecada, la espera de la huella. Donde fui.
Sedentario, di sediento o serenado, sitio a
cuestas. De pesado ve a la silla un
[pensamiento.
Al paso, en bocanada, viene el viento,
ocupado en descansarte la palabra si es, entra
por fuera de esa puerta.

De Valdirio, maquinista (2006)



*



alas
a tiempo
abiertas

la fémina palabra de la parra del desorden

intriga que en tu vuelo desvariado
lo que aventa está sin luz.

De Isabelas (2008)



*


el maorí  no      rasguña
insta
de perfil         parece río
su habla
haka
y tierra           y temblor



*


en este plato de semillas de macadamia
en ese plato pájaro nui
en el lugar el verde en su lugar ( la inflexión de la voz demarca
el borde de la montaña,
cuento un cuento, monólogo de un monólogo)

¿Podrá ser que discutan toda la vida la dicción original?  ( en
una silla Valverde, en otra salas Subirat, más aquí, el Pancho
García Tortosoa…)

Siempre hay una tensión entre la variante desprestigiada
por desconocida   y lo que domina   por sonoridad
el hábito del monje vuelve al hombre                            monje

en el bocado semillas de macadamia
en ese pájaro un plato de comida nui
en la montaña, sin nombre, la mente

la tercera altura del lenguaje


De aguas de Te Aroha (2011)




*



Meditar sobre lo ausente va a desuso, medir ya no se mide
ni se come de sí. Merendamos un sentir de ahora
estofado de inyecta frugalidad, pasamos a placticar el té del arte de
rumiar. Vos pasas,
yo paso, él pace. Pero la paz
dónde,
pero esa paz, cuala?
Medimos si estamos
una ausencia tan solo por cuestiones de monta, convenires
que le dicen
¿Sabe, padre, que sé dibujar caballos domados?




*



Para esta edad medio locuaz
es esto a medias, versión
expresa, fundida locución
del
viento. Uno pero cuál, ese mas adónde. Alrededor del niño
el resto de las conversaciones escindidas vuelven al mundo preso
nadería. de juirse en un ñandú o tierrar los cerebelos
me sigue? Para correr están las plumas la rareza que aquí cesa
de callar así / hablar a las claras de estos animales en que a ratos
somos dilata el sonido. Toma el cuello de la letra torcida por
letrada suerte degollada. Deja el niño solo a solas por la tierra
irrespirable
tu tierra, padre, tendrá parte de abajo involucrada?



*



Creíble: todo está en mirar al ojo, lechuza. De allí cejar temor de ave nocturna.
Jadear de ella, muchear de luz el monte al descreer:   creer del otro
un rictus a la manera de ritual. Que no oscuro, ceniciento
increíble:
toda la dureza tiene para persistir, de sí,
al mundo que no fuimos.

Quisiera ver, padre,  el frío de tu mano
llave de tu casa

De Ramos de vigilia (inédito, fragmento publicado en revista
Alkeme http://revistalkmene.com/ramos%20de%20vigilia.html)








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