José Antonio Escalona Escalona
(1917-2013)
Nació en Sanare, estado Lara, Venezuela, 1917 y falleció en su ciudad natal en 2013. Profesor Titular, jubilado de la Universidad Pedagógica Libertador, Caracas. Realizó estudios en el Instituto Universitario Psicotécnico de Río de Janeiro y de la Universidad de Minas de Gerais (Brasil). La antigua Universidad Abierta de Nueva Cork le confirió el título de Doctor en Pedagogía. Asistió a cursos del Instituto de Cultura Hispánica en Madrid. Ha dedicado buena parte de su vida a compilar la poesía de los poetas venezolanos de todos los tiempos y de los representativos de la poesía Hispanoamérica del Siglo XX. Durante muchos años ejerció la Secretaría ejecutiva de la Sociedad Bolivariana de Venezuela. Actualmente vive en la ciudad de Mérida donde ha escrito sus libros más recientes.
Obra literaria. Isla de soledad, 1943; Soledad invadida, 1947; La inefable compañía, 1956; Sombra del cuerpo del amor, 1958; Sanare puramente paraíso, 1962; Crónica del sueño, 1964; El silencio del agua, 1974; Los Siete Pórticos Celestes, 1976; Cielo y tierra del amor. 1979; Ellaspoemas, 1980; Angelofanía, 1982; Aromario, 1983.Como crítico y antólogo de la poesía venezolana y latinoamericana, su aporte ha sido orgánico: entre otros, Lector de poesía, Antología General de la Poesía Venezolana (1850-1950), Antología Actual de la Poesía Venezolana (1950-1980), Muestra de Poesía Hispanoamericana del siglo XX (en dos volúmenes de la Biblioteca Ayacucho) y Nueva Antología de Poetas Venezolanos (Nacidos entre 1930 y 1960), editada por Ediciones Solar (Mérida, 2001). Poemas escogidos, (Antología poética de la Colección Hispanoamérica, preparada por David Escobar Galindo, El Salvador, 1983). La Asociación de Escritores de Mérida-Venezuela está preparando la edición de su poemario Casa de la luz primera, bajo el auspicio del Centro Nacional del Libro (CENAL), como celebración, a sus noventa años. (Fuente: III Antología de Poesía, entre Eros y Tánatos, Asociación de Escritores de Mérida, Venezuela, 2006; Poemas Escogidos, colección Hispanoamérica, dirigida por David escobar Galindo, El Salvador, 1983)
Mi campesino corazón te nombra.
Caracas: Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2008.
III
Por recobrar la soledad, mi espíritu
despojé de la flor de lo mudable.
Pero cuanto perdí me fue devuelto
en recónditos frutos de firmeza.
Las fronteras cerré de los sentidos
al brillo y juventud de los colores,
y al cielo de la música y los pájaros
oriundos del país de los aromas.
Mas, la sombra total que me circunda
el vuelo recogió de sus enjambres
en colmenar de estrellas interiores.
Rotos los lazos que mi cuerpo ataban
a la ruda presencia de las cosas,
he retomado al puro sentimiento!
IX
¿A quién mirar, si todos los caminos
abiertos por la luz de nuestros ojos
en los vitrales del ausente día
los destruyó la sombra devorante?
¿A quién llamar en la cerrada noche
—sepulcro de las voces fallecidas—
si las palabras son gaviotas ciegas
que el mar ahoga en su abismal silencio?
¿A quién oír, si la tormenta sorda
estrelló contra mudos arrecifes
el bajel del sonido y su mensaje?
¡Por esta soledad de los sentidos
el corazón se siente poderoso
dentro de su total recogimiento!
Del libro: Poemas escogidos,
Colección Hispanoamericana,
a cargo de David Escobar Galindo, Dirección de Publicaciones,
El Salvador, 1983.
Memoria de esta tierra junto al cielo
Memoria de esta tierra junto al cielo
Con nubes al alcance de la mano,
Y horizontes tan cerca de los ojos
Que sus contornos cierran la montaña.
¡Provincia de las fuentes y los trigos
Y frutales aromas en la brisa;
Dulce país de nieblas y claveles
Dormido en un sosiego melodioso!
Galería de lienzos vegetales
Alzada entre columnas de arcoiris,
Donde la luz enciende mariposas.
¡Bajo su clima de altitud y égogla
—Gemela del amor— mi poesía
Descubrió la raíz de su destino!
Aquí estoy en la tierra de la noche
Aquí estoy en la tierra de la noche
Como un árbol después de la tormenta.
Cortaron las espadas del relámpago
Cuanto había de efímero en las frondas.
Lejos —¿o acaso dentro de mí mismo?—,
Escucho la campana de un arroyo.
¿Por dónde llega su rumor, si el aire
Es una inmóvil lámina en la sombra?
Muere el rumor en criptas de silencio,
Cual se cierran los círculos del agua
Sobre el herido corazón de un pozo.
Recobran su sosiego los sentidos,
Y en soledad triunfante, sigo siendo
¡Único huésped de la noche sola!
Inédito horizonte
Cestillo de cristal la medialuna
En manos de la noche jardinera.
La noche va por ámbitos floridos
Cortando —rauda— fúlgidos manojos.
Tu corazón de novia y novilunio
Viajero de la noche por mi sangre.
Cestillo del amor donde recoges
—Constelación de lirios— mi ternura.
Viene de siderales contrapuntos
Cruzando el trébol de la mediasombra
Doble cuadriga de ilusorias lumbres.
¡Míralas… y me miras, y te miro,
Y al mirarnos, inédito horizonte
Abre la cruz del sur de nuestros ojos!
El silencio del agua
El silencio del agua,
Meditador silencio
Del agua sensitiva del remanso
Le está diciendo al corazón que escuche:
No palabras, engaño del oído,
Conversación inútil entre sordos
Como vuelo de pájaros sin rumbo.
No rumores del aire inoficioso
Semejante a los labios
De una estéril mujer frente al espejo.
Ni estruendos de torrente sin destino
Que apenas deja espumas
En la aridez sedienta de los cauces.
Ni menos el clamor innumerable
Del mar que sólo baña
Tercamente desiertos farallones.
Dentro de sí su propia voz escuche
Mi corazón: la del amor que tiende
Su red comunicante de armonía
Sobre todos los seres de la tierra.
Aquélla de las fuentes y los ríos,
Heraldos de la vida de los campos.
La del aire que anuncia el nacimiento
De la aurora en el canto de los pájaros
Y es música en la danza de las flores
Y al polen fecundante
Como también al regalado aroma
Sirve de enamorada mensajera.
La voz que en litorales y horizontes
Carga y descarga en sucesión alterna
Las naves del espíritu del hombre
Con la palpitación del universo.
La torre del aroma
Ahora soy el sueño
En compañía del silencio
—Iinerte casi—
En medio de la noche
Sobre el campo.
Y tú
También en medio de la noche
—De la noche de todos mis enigmas—
Irradiando fragancias:
En la negrura ángeles sin vestes,
E igual de hechizadoras que la esencia
De los antiguos filtros.
Sólo a mi ritmo, y al destello
De las luciérnagas insomnes
Somete sus efluvios
Su torre en flor de aspas molineras
En actitud fragante de holocausto.
Visión vedada a los humanos ojos
¡Oh! Fuente del olor entre la sombra.
Castidad
Anhelo y bienquerencia
De espiritual noctívaga aventura.
Cruzo tu territorio de corolas
Y salgo al otro extremo de tu alma
Sin quebrantar su silencio
Ni desprender un pétalo siquiera.
Poseso sí, de todos sus aromas.
En tiempo de sazón después retorno.
Con luz de sol esmalto
Tus frutales formas
E intactos dejo nuevamente
Tus castos laberintos.
El aire soy. El dueño solo
De tu recóndito aromario.
J. A. Escalona Escalona
Por Ana Berta López
Si hay algo realmente hermoso en un ser humano es la sencillez. Ese ser realmente alguien sin envanecimientos, ni poses rebuscadas y sin tontos aires de superioridad donde lo único realmente superior es el tamaño del ego. Y sencillez es la primera palabra que viene a la mente al momento de hablar del poeta José Antonio Escalona Escalona, un hombre amable, gentil, un hombre que la dilatada trayectoria, la contundencia de su obra o la inusual longevidad no han ofuscado ni empañado la nobleza de su ser. Un hombre que no escatima ni la gentileza ni la caballerosidad. Un verdadero Maestro.
A pesar de lo avanzado de su edad su filosofía de vida es simple y compleja como él mismo: “Tratar de encontrar la paz del alma que es a la vez la salud del cuerpo”.
Esta entrevista se la hicimos al poeta Escalona en febrero, cuando estuvo de visita por la ciudad de San Cristóbal donde aprovechó para presentar dos libros, el primero una recopilación de poesías hechas por mujeres y el segundo un tomo compilado por su hija que reúne textos donde diversos autores hablan de José Antonio Escalona Escalona y su obra. “Desde que descubrí mi vocación de poeta no he hecho otra cosa que leer poesía, escribir poesía, vivir la poesía. Y la poesía tiene pues un motivo de inspiración permanente: la mujer. Yo nací, y así tengo esa convicción del alma, nací para adorar a la mujer; comenzando por mi madre, y por mi madre santísima, y por mi madre tierra y por mi madre naturaleza”. Al hablar de poesía este hombre vibra, se ilumina porque realmente esa es su vida: la poesía. Hay algunos poetas, y personas en general, para quienes la romántica y sensual poesía de Escalona Escalona no resulta interesante, de hecho hasta la critican despiadadamente, entonces es cuando cabe preguntar ¿sentir y expresar con amor, cuidado, dulzura, elegancia, suavidad y rima eso que se siente, esa admiración profunda por la mujer en todos sus niveles, formas y estados, es ridículo?, pienso que no, muy por el contrario es de aplaudir el poeta profundo que asume como su gran motivo de inspiración la mujer, a quien obsequia con palabras como estas:
Cada adorable parte de tu cuerpo
de uno a otro extremo de su magia
en proporción a tu figura toda
encarna la mejor imagen tuya.
Tal imagen ningún valor tendría
sin doble faz: orgánica la una
y propia del espíritu la otra,
cuya unidad la torna perdurable.
Ese pudor de hombre que me exige
no trasponer los lindes del recato
ante tu casta desnudez de estrella
únicamente de luz vestida:
a discreción del tiempo deja
que prosiga loándote en silencio.
Este es el último poema del libro Viaje por el cuerpo del amor, editado en el año 2006. Al leer estos textos entendemos a cabalidad cuando dice que la poesía no es coto de una élite: “No debiera ser, porque en todo ser humano hay una sensibilidad de poeta, potencialmente todos somos poetas pero hay una determinada cantidad de seres humanos en quienes esa sensibilidad, esa potencialidad del sentimiento, se desarrolla a través de la vocación y en el ejercicio de los valores que uno tiene que aprender; porque lo que se aprende no es la poesía sino a vivir la poesía, a expresar la poesía sea oralmente o sea por escrito, o simplemente vivirla”.
A pesar de lo avanzado de su edad (supera los noventa años), o tal vez por esa misma razón, Escalona Escalona no encuentra que el camino se acorta o se estanca, para él sencillamente continúa explicado de una manera muy descriptiva: “Es como quien va por un largo camino entre cumbres. Uno llega a una cumbre y descubre que más allá está otra cumbre y más allá otra cumbre”. Es lo mismo que sus fuentes de inspiración, que si nos ponemos a pensar detenidamente en ello pues son sencillamente inagotables a él lo inspira siempre la naturaleza. Tanto la naturaleza física como la naturaleza humana representada bellamente por un ser llamado mujer.
El poeta Escalona Escalona es un hombre contento con la vida que le ha tocado, satisfecho y agradecido de esta experiencia poco aburrida que es la vida. Un hombre amante de su familia, de ese calor entrañable del hogar, de su infancia dice: “Feliz, en eso está dicho todo, porque nací, viví y crecí mi infancia en un verdadero paraíso, por eso el primero y más extenso de mis poemas se llama ‘Sanare, puramente paraíso’, e históricamente ese nombre está dicho en dos palabras: el jardín de Lara”. Y de su familia agrega: “Mi familia es una familia sencilla, una familia unida, una familia estudiosa y estudiada. Mis hijas todas son universitarias y mis nietos también”. Palabras todas dichas con un brillo de orgullo combinado con amor y un toque de nostalgia en la mirada. Y por este apego a su familia el dolor más recuerda es el que le produjo el fallecimiento de su madre: “El dolor que yo más he sentido es el de la muerte de mis seres queridos, especialmente el de mi madre, que murió cuando yo estaba muy pequeño pero que días antes de morir me hizo arrodillar ante ella, porque ella estaba inválida con un reumatismo articular agudo, y me dijo: ‘Hijo, que el cielo te proteja siempre porque has sido un gran hijo y para mí en estos años de sufrimiento has sido el mayor consuelo’, yo tenía apenas entre once y doce años”.
Volviendo al tema de sus pasiones como lo es la poesía le preguntamos si le parecía que la poesía está en crisis y nos respondió: “Nunca la poesía puede estar en crisis porque la poesía es creación. La poesía sale del alma, la poesía llega al alma, por lo tanto siempre está en una dimensión perenne donde no puede hablarse de crisis propiamente. Habrá crisis no de la poesía sino de la forma de expresar la poesía. Pero no crisis ni para sentirla ni para vivirla ni para comunicarla”. Para Escalona Escalona la vida y el trabajo son una sola cosa porque para él la vida es trabajo y el trabajo es vida. Por eso afirma que en este momento: “(Estoy) disfrutando de la vida. Viviendo. Es decir leo, escribo un poco, sueño siempre despierto o dormido”. En los ratos libres se dedica a recorrer con la imaginación los lugares donde ha estado y los lugares que le gustaría volver a estar. Y ese afán de conocer otros lugares, otras tierras lo confirma con estas palabras: “Siempre he dicho y lo he demostrado a lo largo de muchos años que la mejor inversión de tiempo y de dinero es viajar”.
Al hablar sobre la vida, los seres humanos y los sentimientos comenta que “la vida hay que vivirla de acuerdo con un principio que es el siguiente: nada exagerado tiene valor. Eso aplicando a todo. Y luego los seres humanos, pues hay que sentirlos como prójimos y el sentimiento debe ser el que predomine en todos los actos y en todas las circunstancias de la vida”. Inevitablemente llegamos a la parte mística, a la visión que de Dios y de la espiritualidad tiene este hombre para quien el amor es sumamente importante, algo inefable, para quien no hay posibilidad de describirlo sino hay que sentirlo, hay que vivirlo, y nos dice que “si no hubiese Dios, como dijo el otro ilustre, habría que inventarlo, pero afortunadamente Dios existe y Dios está con nosotros. Bueno, soy un hombre con un sentido de gratitud hacia Dios porque cada día encuentro que cuando tengo un problema, cuando siento una dificultad, siempre alguien o algo me ayuda a resolverlo y eso es obra de Dios”. Razón por la cual no siente la necesidad de cambiar nada en su vida, sino seguir el sendero que ya se ha trazado, o sea vivir, vivir en paz.
Así nos respondió cuando indagamos cuándo y dónde nació: “Nací en Sanare, actual capital del municipio Andrés Eloy Blanco, y tengo el privilegio de haber sido uno de los promotores de darle el nombre de Andrés Eloy Blanco a un pueblo que bien lo merece por las bondades de su clima, y por las bellezas naturales de su paisaje. Es decir, estoy seguro de que si Andrés Eloy Blanco viviera le hubiera gustado vivir en Sanare y haber sido sanareño de nacimiento. Entonces Sanare es el pueblo de la poesía y por eso el municipio bien merece llamarse Andrés Eloy Blanco. Que además fue mi amigo. Y no solamente mi amigo, sino siendo él canciller y yo un simple estudiante nos encontrábamos en un bar cercano a la Cancillería y hasta uno que otro trago nos echamos juntos. Luego, cuando el centenario del nacimiento de él, a mí me correspondió el privilegio de convocar un encuentro de poetas de todo el país y hacerle un extraordinario homenaje en su ciudad natal Cumaná. Y además publiqué una mínima antología de sus poesías, no de las poesías en general sino aquellas que yo desde la adolescencia me aprendí de memoria. Yo nací para vivir cien años y cuando tenía veinte alguien me preguntó: ‘Qué edad tienes tú’, le dije: ‘Voy para los ochenta’. ‘¡Cómo se te ocurre, muchacho, si tú eres un chamo!’. Le dije yo: ‘Oíste bien, voy para los ochenta, ojalá llegue’. Cuando llegué a los ochenta dije: ‘¡Ah, caramba, yo no me puedo quedar aquí, voy para los noventa’. ¿Y por qué los noventa?, para no hacerle competencia a mi abuela que murió de noventa y tres. Pero cuando cumplí los noventa dije: ‘No, ahora sí me programo para llegar a los cien’, pero llegando viviente y saludable. No un enclenque, no un chuchumeco, sino un verdadero ser viviente y disfrutando de la vida. Y entonces en eso estoy, ya ando en los noventa y dos, que los voy a cumplir el primero de enero del año que viene. Soy una persona de principios: nací a principios del día, y a principios de la semana, y a principios del mes, y a principios del año, y a principios del siglo; esto es: a las seis de la mañana en punto del día lunes primero de enero de 1917”.
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