Antonieta Inga del Cuadro (Celendín, PERÚ 1939)
Hizo su educación primaria en la escuela No. 82 (hoy 83009) y secundaria en el colegio nacional Javier Prado (Juan Basilio Cortegana) de su tierra natal.
En la Universidad Nacional de San Marcos se graduó en las especialidades de Educación, Literatura y Lingüística.
Por sus propios méritos obtuvo becas de estudio para realizar perfeccionamientos y post-grados en Lingüística en Colombia (1964), Uruguay (1966), Puerto Rico (1971), España (1973) y República Dominicana (1984).
Ejerció la docencia universitaria como Profesora Principal a dedicación exclusiva en el Departamento de Lingüística de la Facultad de Letras de San Marcos.
Fue una de las gestoras que apoyó a los profesores bilingües para la creación de la Escuela Normal de Pucallpa.
Colaboradora con artículos de crítica literaria en la revista Oiga y el diario La Prensa.
Sus poemas han aparecido en las revistas Haraui, Trotamundos y Jelij. Actualmente realiza labores como correctora de estilo.
Su libro Otra Armonía Todo contiene una selección de los más de doscientos poemas de su producción.
II
Tengo la pequeña ilusión
de que los árboles nos sigan
con su pedazo de cielo
de que el mar
nos sorprenda en todas partes
y las alas del corazón
se batan siempre para ver
en el mar el mar
en el cielo el cielo
y en la raíz la tierra.
IV
Una planta, un libro
se agigantan.
Una gran soledad
los alimenta
Y a ti, soledad
¿quién te sustenta?
IX
Casa paterna
No volveré a hacerte mía
no te haré mía de nuevo
no he de verte con tu luz despoblada
con tu patio hecho tumba de mis sueños
de retorno, con tus altas paredes
de tristeza, con tus lares familiares
a mi pena, con tus puertas de manos
invisibles, con tu postigo oscuro
con tu lluvia de matices afectivos
con tu calle perteneciente a mis edades
con mi edad ajena a la historia
de mis pasos siempre llegaderos,
sin tu calor de lámpara votiva,
con tus escalones ya temidos por tus sombras
donde se pudo tropezar sin culpa,
con tu número nunca aprendido
(innecesario a mis llegadas de memoria)
Con tu suelo cubierto de rodillas
y de gotas cristalinas de sudor histórico
Con tus sillas calentadas por el sol
y por la ausencia de tus rincones
expertos en sorpresas de humanas dimensiones
por las risas que subirán a tus balcones
por las soledades innúmeras que terminarán
hollando tus adobes hasta hacerla
una inmensa tumba donde cabremos
todos.
A mi padre
Mis palabras tendrán que ponerse
añosas
para poder visitar
tus heredades
Te vivo desde siempre
pero no puedo llegar
a tus océanos
Inmensos hoy
ríos ayer
náufrago entonces
bote a la deriva
capitán y marinero
balsa en torbellino
alma a la intemperie
orilla de todos los mares
Aquí,
en tu silenciar,
empieza el griterío
de todas las aguas.
XL
Y sé amarte
de verdad
Pues aquí
en mi verticalidad
más ínfinita
te defiendo
de los otros,
de ti
Y de mi misma
Para que puedas
pasearte libremente
Como sé que tú quisieras
Como eres
Libremente.
LXV
Cuando me pierdo
en mis lejanías
una estancia
obligada
eres tú.
No vienes a saber
Qué ha sido de ti…
¡Y yo que tenía lista tu figura
para que tú la vieras
para conversarla contigo
para amarla contigo!
Ya no vienes
Simplemente no has Vuelto
Y te estás tan tranquilo sin mí
Siendo como eres
Desde que tu intriga
saludó mi tristeza
creí que sólo yo podía vivirte
¿Cómo puedes vivir entonces
sin saber de quién te vive?
(página 35)
Y volviste a colmarme con tu vida
Ave en tierra
Hombre en las alturas
Nuestras almas se parecen
Conoces casi todas mis instancias
Los instantes nos esperan
Corro hacia la alegría que te sobra
Te me vienes dando de a poquitos
paladeando tus tránsitos
temiendo la sucesión de tus instantes
Hoy mi ser te ha presenciado
nuestras sonrisas
han jugado
en su camino Tu tenerme presente
no te ha permitido
recordarme
(página 39)
Te quiero como para que seas yo
Para que no te pertenezcan tus gestos
Para que solo yo exista siendo tú yo
Para que mi mirada no tenga que seguirte
Para que yo no espere escucharte
pendiente de tu casi palabra
de tu casi silencio
de tu casi mirada que ardo
por saber dónde termina:
aquí, allá,
en ti
en nada
en risa
a la distancia
en el ayer hoy
en el ayer mañana…
Te quiero como para que tú
me quieras desde mí
con todo lo que yo te quiero
Para que te poses y crepites
en cada tú
queriéndote ya los dos: tú y yo
mirándote ya los dos: uno en mí
¡Para qué desplegarte tú
En cada abrir de tu mano!
¡Para qué estarte tú
en cada cosa que te mira
en cada palabra en que te brindas
en cada mirada en que te repites
en cada yo que te desvive
en cada tú con que me nombras!
(páginas 56 y 57)
¡Dejádme a mí el aire!
¡No os lo bebáis todo!
Dejadme a mí las nubes
el tránsito del árbol
el querer ser de una risa
Dejadme aquella piedra
la del camino ignorado
la cansada
la que llegará a mi paso
la que se detendrá en mi nada
para pensar conmigo.
(página 100)
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