jueves, 22 de enero de 2015

RICARDO CASTILLO [14.559] Poeta de México


Ricardo Castillo 

(Guadalajara, Jalisco, 1954) es un poeta mexicano.

Su primer libro, El pobrecito señor X, apareció en 1976, inicialmente en la editorial CEFOL, y cuatro años más tarde sería publicado por el Fondo de Cultura junto con La oruga, en la colección Letras mexicanas. En 1981 fue publicado Concierto en vivo en Morelia, por la Universidad Nicolaíta. Un año después aparece Como agua al regresar, en la editorial Penélope, en México. En ediciones Toledo se publican Cienpiés tan ciego y Nicolás el camaleón, en 1989.

Su obra aparece en la Asamblea de poetas jóvenes de México, que preparó Gabriel Zaid para Siglo XXI (1980), y en la antología de Escritores jaliscienses que realizó Sara Velasco para la Universidad de Guadalajara (1985).

Una de las orientaciones de su labor poética (la exploración oral de los poemas) lo ha llevado a realizar numerosas lecturas de memoria en teatros, bares o festivales de poesía hablada, así como a interactuar con músicos, coreógrafos y bailarines. También esta tendencia ha determinado que dos montajes escénicos realizados en co-autoría con el músico Gerardo Enciso, se trasladaran a medios audiovisuales: Es la calle, honda… un disco compacto de audio (1992), en tanto que Borrados, trama escénica interdisciplinaria (poesía, música y danza), fue realizado en video (1998). Su más reciente trabajo, Il re lámpago, de próxima aparición, incluye dos cd´s de audio que vinculan estrechamente el texto de los poemas a su expresión oral.

Trabaja en el Departamento de Estudios Literarios de la Universidad de Guadalajara.

Actualmente reencarno en una papa humana la cual en sus bolsillo hay una gran cantidad de comida no posee sentimientos, lo cual lo convierte en un aperitivo listo para ser deborado. También tiene un amor secreto por Daniela Jiménez, el cual no quiere demostrar por miedo a ser deborado

Obra

El pobrecito señor X (1976)
Concierto en vivo (1981)
Como agua al regresar (1982)
Cienpiés tan ciego (1989)
Nicolás el camaleón (1989)
Il re lámpago

En colaboración

Es la calle, honda..., en colaboración con Gerardo Enciso.




EL ALACRÁN se movía en el charco como pez recién salido del agua.
Mis cuencas eran cavernas donde grano a grano,
se levantaba para flotar
el anciano polvo de los sueños,
como una sombra enorme que atraviesa en un esperma lo redondo del cielo,
la respuesta fue antes que la pregunta
y el gemido un eco encarnado en mi gesto y su fuga,
al tiempo que una transpiración de amante ya dormido, me dormía,
y sólo un parpadeo era capaz de retener el perfume de la piel de esa imagen, que llamé vida,
doliéndome en una herida cada vez más caliente.
Mudo, era yo la respuesta para cuál pregunta,
una puerta asombrada, abierta a todo el espacio que pueda existir
y la memoria como el vuelo de un pájaro hacia el olvido,
recorriendo pasillos veloces de luz y oscuridad,
hasta llegar a saber, ya sin memoria,
de dónde vienen esas voces, esos silbidos de tan todos los tiempos,
y cada vez más parece que vienen de un sitio presentido,
que no será ni adentro, ni afuera,
sino el lugar donde todas las posibilidades se realizan,
cada vez más crees que esto es la muerte
y por dentro el alma es una nube que truena y suelta toda su agua,
mientras que por fuera el pensamiento se convierte en esa agua que regresa,
y débil, absurda la pregunta… “qué cosa es un alacrán, qué cosa es un alacrán”.

Incluido en el volumen Tercer islario (Mantis Editores 2013).




Vengo a mirar las cosas,
A reconocer su pelaje que fue mío.
Vengo a tratar de recuperar el sentido
Del magnífico capricho de la trenza;
Un viraje que prometa trapío a la realidad:
Verme desde arriba cuando camino por la calle
O cartas que escribes mientras te pienso.
Alguien extravía un objeto inútil especialmente
para que tú lo encuentres
y signifique augurios por un segundo.
Creo que mientras haya relámpagos habrá certeza,
Un suave plic,
Y el alumbramiento que llega, nos funde y se fuga.
Sé cuáles son los pensamientos del paisaje
Pero no me los confieso;
Si me lo digo lo rompo,
Si te lo digo no me lo crees.
Dudar no es obligado.
Pero el silencio me quema
Y las palabras me hastían.
Mejor decir cualquier cosa capaz de tejer su red
Y atrapar aquello que nació con el único destino
De escapar a la inteligencia
De nuestros labios, capaces del beso, pero no de más.





No la música que se escucha en casa.

No la música que se escucha en casa
no las notas mudas de la escultura
de la fuente en el jardín
(fauno en mármol danzando)

pero sí un remolino de hojas negras

no el sonido sino aquello que lo hace
venir

boca imposible que sólo el deseo
besa

No sé si será sordera

la emoción
                                   de mirar el pozo

                                                                       nota en brama

No sé si re                   no sé si la

Sí sé si sí                     do        sol       fa         mi        pa

                                                                                                         sión

E         cos ultramarinos         y el acordeón temblón
el acordeón sacudiendo reflejos
imán en la bioquímica            imán en los conductos
férulas de luna para precipitar sobre los huesos carnavales

[de Il re Lámpago.]





Escucha Andrómeda


Escucha Andrómeda
Escucha Alfa centauro
¿Hemos estado locos?
¿Hemos perdido el seso
y necias
las manos se han puesto a sembrar un sitio sin imagen,
sin lugar?
¿Caminamos sólo porque ignoramos que nuestras piernas
están fuera del mapa?
¿En un sitio sin lugar?
Escucha Andrómeda
Escucha Alfa Centauro
soplo humano fuera de lo humano repito soplo humano fuera de lo humano
¿Hemos sido abandonados, Andrómeda?     ¿O traicionados, Alfa Centauro?
¿Alguna vez alguien nos acompañó o será finalmente cierto que nunca
estuvimos aquí?
¿hemos de enaltecer esta derrota honrosa que aspira vencer el para qué?

Para nada y para nadie         repito              para nada y para nadie
vivir el para qué
Escucha el salto, Andrómeda,
escucha los cascos, Alfa Centauro,  los filos del caballo sobre la hierba
que a gritos pide que la incendien.
Siam es un punto que ya no figura en los mapas
un áspero latido de casilla de color contrario.
Apaga los audífonos, Andrómeda, no escuches más, Alfa centauro,
de materia inaudible la respuesta está hecha
y ajena a la visibilidad            a Ella   le basta
una bella mentira y una astucia piadosa
el filo del caballo es doble
en el obligado acto de caer siempre en una casilla de color contrario
el filo del caballo es doble
en el obligado acto.

[de Il re Lámpago.]



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