GABRIELA VARGAS AGUIRRE
Guayaquil, Ecuador 1984. Tiene estudios formales en diseño gráfico y comunicación social. Divide su pasión por la lectura entre su vocación cinéfila y su deseo insoslayable de explotar en la escritura. Mención en el V Premio Nacional de Poesía Joven Ileana Espinel Cedeño 2012. Textos suyos aparecen en Cerrado por reparaciones (Antología del Taller de Creación DADAIF CARTONERA – Guayaquil 2012), Desembarco Poético, Pleamar I (Rastro de la Iguana ediciones 2012)
y Poemas Para el Fin del Mundo (Kodama Cartonera , - Tijuana 2012) y en la Revista Virtual Casa de las Iguanas. Ha participado en la Feria Internacional del Libro de Guayaquil y Quito.
Contemplación
Siempre estabas mirando por esta ventana
el edificio naranja en la mañana
que se desarma en distintos tonos naranjas cuando el sol golpea
Siempre, de afuera se acercaba remando un ruido
que era casi un silencio
que burlaba las espirales del incienso
(a veces jazmin, a veces mirra, a veces rosa)
que invadía tu cuerpo de nave
que se parqueaba siguiendo otros itinerarios
con otras familias
en una quinta luna
celeste luna
nombrada en otros dialectos (CHANDRA)
mientras yo zapateaba con mis pies chuecos intentando colarme en tu viaje.
Siempre estabas mirando por esa ventana,
precisamente, esa ventana,
enmarcada, con toda la cabeza envuelta en chales
de tonos orientales para amarrarte de alas al nido
“Es para no dejar que se salga el cosmos”, me decías
encaramada en la persecución de una excusa para matarte(me)
para pensar, indagar, creer y aferrrarte
a un mantra que está detrás del vapor de una nube
en el altar de dios con cabeza de elefante
a los pies de loto de un avatar con cabeza de árbol
lejos, donde las estrellas se vuelven azules
se enfrian
titilan y mueren.
***
Cualquiera que nos hubiera visto
desde la parte de afuera de la ventana
habría creído que éramos felices
***
Anochece y sigues pegada a la misma ventana
y a veces está cerrada
y a veces su reflejo te aclara y me deja verte mas adentro
aún cuando en lo alto no se ve ni el mas mínimo de tus pedazos
y te miro por encima de lo que queda de la ventana,
y te ves mas distante que otro planeta
y te miras en el espejo
y la cara te cambia
como si te hubieran apretado lo que te quedaba de alma
en otro pedacito de espacio en el que te deformas
y se te caen las manos
y la boca
en la contemplación de tu ser de agua
que busca fundirse con dioses vestidos de seda
( a veces índigo, a veces celestes, a veces azules)
de múltiples manos
y uñas pintadas
(a veces rosadas, a veces rojas, a veces dedos de llamas)
que entonan flautas y danzan al ritmo de tambores
y mi corazón late y llora
porque no contemplas tu sangre
derramada en piso,
escondida detrás de la cuna,
y mis manos te buscan y solo siento
el sonido primordial que eres y somos:
la nada y el blanco.
***
He querido saltar por esa ventana
todas tus ausencias
todas las veces.
Aspiración de los espacios que se apagan
“No soy nada.
Nunca seré nada.
No puedo querer ser nada.
Aparte de esto, tengo en mí todos los sueños del mundo.”
Fernando Pessoa
I
Desde tu semillero absorbo el sonido de los árboles
que gimen cánticos mortuorios,
pero indolente el padre no festeja funerales.
Y Dios
mira con desdén a los que mueren por cientos
a los que dentro del fango rebuscaron un albor
a los que aún con vida caminan abonando la tierra.
Busca ceremonia esa rama que se despide del verdor
que se sabe insignificancia
que es el ahora de un quiebre
en el reflejo del tiempo de las miradas…
No hay talismanes ni un last live que rebuscar en los bolsillos de las extensiones.
Gorjeos murmullan dispersándose cada vez más,
muere la fertilidad.
La fotosíntesis se desvía hacia otra más verde.
Indolencia de la naturaleza que se esquiva inalterable
para continuar el ciclo
en esa otra y luego en cualquiera.
Las manos se despiden,
las manos abandonan,
las manos se hunden.
Y el tronco lumbrera murmura algo que no llegas a entender, que no defines…
porque ya tu proyección en el agua se ha desvanecido.
Caíste,
te hundiste,
se te niega la luz.
ABSORCIÓN DEL SONIDO DE LOS ÁRBOLES
II
Desde tu semillero absorbo el sonido del árbol
que gime cánticos mortuorios,
pero indolente el padre no festeja funerales.
Y Dios
mira con desdén a los que mueren por cientos
a los que dentro del fango rebuscaron un albor
a los que aún con vida caminan abonando la tierra.
Busca ceremonia esa rama que se despide del verdor,
que se sabe insignificancia
que ahora es reflejada en mi mirada.
No hay talismanes ni un last live que rebuscar en los bolsillos de las extensiones.
Gorjeos murmullan dispersándose cada vez más,
muere la fertilidad,
y ME DUELE.
La fotosíntesis se desvía hacia otra más verde.
Indolencia de la naturaleza que se esquiva inalterable
para continuar el ciclo
en esa otra y luego en cualquiera.
Las manos se despiden,
las manos abandonan.
El tronco lumbrera murmura algo que no llegas a entender porque ya tu proyección en el agua se ha desvanecido,
caíste,
te hundiste,
se te niega la luz.
III
6 p.m..
Enjambre de venas,
conectores nerviosos que vencen verbos y tejen arraigos.
Tus ojos, llenos de caudal,
atrapaban en protuberante vuelo
el respirar de las luces y sombras superfluas;
tinte de río y cielo se diluye
y los pájaros se echan a nadar.
Trayectorias acuosas,
tu curiosidad (sumergido en un nimbus)
despega
persigue
desdobla.
6:15 p.m.
¿Crees, AHORA, que el fluctuar nos acogerá?
Besos,
lenguas trenzan esperanzas otorgadas por el vaivén correntoso.
Golpeo tu corazón dos veces
te regalo un cuarto mas de latido
VIENTO:
Llena el pulmón que me queda,
vacié el otro construyendo un suspiro.
6: incalculable
Puedo renacer en ese pedazo de reflejo que nos abraza al cosmos.
Las fracciones pupilares centellean.
Mi INFINITO
es empeñado y se paga con la profundidad de una ola
con la fuerza de una selva aislada que busca orilla
con la profundidad de la tierra desconocida que trama un único reflujo.
6:25 p.m.
La marea se reescribe,
abandona
ringtone que presagia el retorno al vacío,
mas otros, como tantos llegarán a ocupar nuestro espacio.
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