viernes, 30 de enero de 2015

ELMAN TREVIZO [14.625] Poeta de México


Elman Trevizo

Elman Trevizo (1981, Los Mochis, Sinaloa, México) es un narrador, dramaturgo, poeta y periodista mexicano. Ganador de reconocimientos como el Premio Nacional de Novela Norma 2012 y el Premio Valladolid de las Letras 2010. Su libro "Las muchas muertes de Pancho Villa" apareció en la Guía de libros recomendados para niños y jóvenes 2011 elaborada por IBBY México. Su libro "La música del mundo" fue seleccionado en en el programa Libros del Rincón de la Secretaría de Educación Pública.

Empezó a publicar desde muy joven en periódicos y revistas de México, Venezuela y Estados Unidos. Los temas que ha abordado en su narrativa, teatro y poesía han sido variados. Desde retratar en una novela a la figura de Pancho Villa y hablar del acoso escolar por medio del lenguaje utilizado en las redes sociales, hasta la creación de historias con referencias tecnológicas.

Cursó el Diplomado en Creación Literaria de la Sociedad General de Escritores de México y el Diplomado de Estudios de Dramaturgia del Instituto Nacional de Bellas Artes. Obtuvo en el 2012 la Beca Prensa y Democracia de la Universidad Iberoamericana, otorgada a periodistas mexicanos. En el periodo 2009-2010 obtuvo la beca de formación para escritores de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de dramaturgia y ha obtenido las becas de los Fondos Estatales de Sinaloa y Chihuahua en las categorías de Jóvenes Creadores y Creadores con Trayectoria. Ha publicado las novelas Las muchas muertes de Pancho Villa, La legión del guante contra los seres de vidrio, Viajero de otro mundo y Hacker; los libros de teatro Nuestros dobles son cirqueros / Los locos se visten de dardos y Agua es el insomnio; además de los libros para niños Diario garabato, Gallompiro, La casa misteriosa, Marcelo y el ratón aprendiz y La música del mundo.

Premios y reconocimientos literarios

Finalista del Premio Internacional de Cuentos para Niños La Pereza, 2013
Tercer Premio en el concurso Todos Somos Iguales de Editorial Porrúa y el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación, 2012.
Premio Nacional de Novela de Editorial Norma, 2012.
Premio Valladolid de las Letras de cuento para niños, 2010.
Mención honorífica del Premio Regional de Periodismo Cultural, 2010.
Tercer lugar en el Premio Nacional de Poesía Joven Jorge Lara, 2009.
Primer lugar en en Premio Nacional de Poesía Manuel José Othon, 2006
Mención honorífica en el Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera 2004.
Premio de poesía de la Revista Punto de Partida de la Universidad Nacional Autónoma de México, 2003.
Premio de Cuento del Semanario Meridiano 107 Editores de Ciudad Juárez, Chihuahua, 1998.

Obras publicadas

Monólogos sin eco, antología poética, Aster Ediciones, 2005.
El último ciego en salir que apague la luz, poesía, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, 2006.
Agua es el insomnio, teatro, Editorial Solar, 2009.
Las muchas muertes de Pancho Villa, novela, Ediciones B, 2010.
La legión del guante contra los seres de vidrio, novela, Ediciones B, 2011.
Nuestros dobles son cirqueros, teatro, 2009, Instituto Mexiquense de Cultura, Reeditado por Conaculta 2010.
Diario Garabato, poesía para niños, Secretaría de Educación del Estado de México, 2010. Reeditado en 2013.
Gallompiro, cuento para niños, Editorial Orson, 2011. Reeditado en 2014 por Cleta Ediciones.
Viajero de otro mundo, novela, Norma Editorial, 2012.
Marcelo y el aprendiz de pintor, cuento ilustrado, Editorial Progreso, 2012
La casa misteriosa, cuento ilustrado, Editorial Porrúa, 2012. Reimpresión 2014.
Hacker, novela, Ediciones B, 2013.
La música del mundo, Editorial Tres Abejas, 2013.

Obras de teatro del autor que se han llevado a escena

Los muertos no tienen memoria (finalista del Premio Nacional de Dramaturgia Manuel Herrera 2004).
Independencia Game Over (Obra ganadora del Programa de Producción de Obras dramatizadas 2010).
Nuestros dobles son cirqueros (obra ganadora del Programa de Publicaciones del IMC, 2010).
No puedo dormir mientras me ves (obra ganadora del Programa de Publicaciones Instituto Chihuahuense de Cultura, 2009).




Un escaparate quebrado en el alba 




Muerte

Basta con sentirla para regresar a la infancia
                                                      dejar caer el grito y recoger la herida
la grieta que le da forma al dolor
                            el badajo que tercamente golpea la secuencia del pretérito:
el aletear enmohecido del recuerdo.

Basta con oír el crujir de la puerta
el ojo de la cerradura parpadeando en su miedo
para ver a la noche que pasea a la oscuridad para hacerla más negra.

Huracán petrificado
                          la muerte
dolor umbilical
                         lamento sujetado al cuerpo.

Quiero escapar para no existirte
Para no mirar cuando tú me hagas cerrar los ojos
Para no buscar hacia adentro el pincel que trae consigo la desmemoria
Y no gritar que eres la grieta que la tarde necesita para abrir sus alas
para romperse como un cántaro arrojado desde el vacío de un ventanal.

Aturdidos 
Dejamos que el tiempo y sus contingentes manecillas corran
Dejamos que los ciegos finjan un desfile de imágenes: 
Un río que fornica cada tarde con el puente 
Un fantasma que baja escaleras
Una escalera que sube sobre los pálidos pies de un fantasma. 

Una parodia del miedo
Un adversario que calla y cae, como por accidente.
Una sombra inventando la forma negativa del encandilamiento.

Pabellón de locos es el instante.
Una obra de teatro que dura sólo un acto: la muerte.




Corazón

De latidos silvestres
                          imprevisto
no daltónico
Aferrado a un maniático tararear de suspiros
                                               alegatos.
Mordedura no de serpiente donde la sangre fluye.
Único lugar donde el rojo no se desboca 
Se deslabia 
Cangrejo acorta-vidas 
Semáforo en stop. 
Mármol rojo
Puño abriéndose y cerrándose con una seña obscena. 
Danzarín sin orgía
Ritmo circular volviendo a donde mismo: 
De latidos silvestres
                         imprevisto
no daltónico.




Clandestinidad

Llevo lentes ciegos para no ver lo que hago
Por dentro me ilumino
en sueños ojerosos cada noche me desbordo
extravío el remordimiento en el vago boceto de mi alma.

Te encuentro
                 mujer
Intacta
Con un grifo abierto entre tus piernas 
Un fogonazo que es una llama sin sombra
un aguijón que penetra el monótono rumbo de esta llaga: deseo.

La oscuridad se cierra lentamente la bragueta.
Y la luz no se hace. 
Nace el deseo.
La apócrifa mañana gatea: muere la noche con una cínica carcajada.

Te encuentro ahí 
En mi cuarto
y me haces olvidar que el reino de la mañana también existe 
que no hay poder que detenga el persistente bastidor de la noche.

Diosa imperfecta bordada húmedamente en el lomo de la noche
Eres
Un mensaje en una botella que en una noche de insomnio yo mismo escribí 
Pero ya lo olvidé




Creación

Quedaron gotas de agua en el cristal que Dios formó de lluvia
Quedaron jaulas encerradas en su propio hermetismo
Quedé yo enfrentando a mi otro yo y al tú del espejo repetidas veces
Afilando colmillos de azogue
Multiplicando al ser en el declive de las sombras.
En la transición del abismo
Formando nubes sin dejar gotas de cristal sobre el agua.
Sin dejar que caminen los muros del encierro
y las aristas se entierren en los bordes sagrados de mi reflejo solo.
Mientras cae la noche y las sombras son una
Y arriba y abajo no existen junto al cincel de la luz
junto a la noche que se imagina sucia, negra,
y lo es
                                               como yo
que me imagino solo.
                         Torpe
                                     incomprendido 
en la acuosa divinidad de mi reflejo.




Paisaje de un grito

Si este transcurrir no sólo fuera un obraje de mitos.
Violentos
demoníacos.
Devoramientos de la memoria por la memoria 
vahos de dolor marcando un trazo indefinido 
circunstancias que nos llegan al cuello no como el agua.

Si no se entumieran las lágrimas porque nadie se va 
no me verías aquí
anunciando con el puño creciente de este punzante grito mi presencia
                                              tu presencia.





Un escaparate quebrado en el alba

Detrás de tus anteojos
el aire es un laberinto transparente

El torpe ábaco de la vejez
cuenta sar-cás-ti-ca-men-te-tus-pa-sos.

A tientas llegas
te arrodillas frente al Dios petrificado que apenas puedes ver
dejas caer un monótono chasquido de oraciones y de posibles milagros
enciendes velas que queman el vientre baldío del aire.

Nada consigues en esa lenta combustión 
en ese rito matinal de incertidumbre.

No lo sabes,
Dios
es un escaparate quebrado en el alba
                                                   por no sé qué demonio.



Quiróptera

Suelo imaginarte con el misal bajo la axila que gotea sudor
el evangelio empapado
bautizado con la sal predilecta de la fe
perfumado con un nuevo antitranspirante.

Pienso que alguna vez eructaste junto a tu reflejo y te pediste perdón
invento que le vendas los ojos para olvidar el sabor de la sangre
que conociste Brooklyn durante un eclipse semejante a un alcatraz
que amas a los chicos orientales que se espulgan la nariz como si buscaran mariposas,
que tus ropajes son ese falso predicador que llamamos misterio
esos gatos grises que nombramos ceniza
                                      y nos queman los labios.




La tarde

Rasga la niebla los párpados somnolientos de la tarde
se trepa en el blanco renglón de la avenida
en el pretil del viento que envaina la humedad.

Una mujer bajo el tejado
se pregunta cuándo acabará la lluvia:
jauría de sombras escurriéndose sobre el asfalto.

Mojada.
Maldice.
Bajo su minifalda blanca
brota el pudor
germina como un trébol.

El deseo
sanguijuela de agua dejando su huella entre las hojas.





Negativas

Primera:

Contémosle relatos de terror al niño que todos llevamos dentro,
busquemos voces en los muros mudos de la vida, 
perdámonos en el sombrío sombrero de un prestidigitador, 
memoricemos formas de estar siempre despiertos, 
en esta larva
                                        muy larva pesadilla.

Segunda:

Esa nube que va pasando                tu pubis,
pubis nublándose,
oxidándose en la asmática oscuridad que juega a perseguirse, 
a nunca
           ni de broma
                           alcanzarse.
trevizo-elman13.jpg


Tercera:

Escribo sobre el silencio de la hoja. 
Con la pluma
apuñalo tus signos literales.
Y te dueles,
pálida
       ausente.

Cuarta:

No desearás la oscuridad
aprenderás el rotativo mandamiento de veinticuatro horas 
no jugarás el juego de la noche donde todos se esconden 
no pecarás con desear el amanecer: 
fantasma cojo 
que con dificultad
                        se arrastra
                                                  al
                                                           dí
                                                                   a.




Sibarita

Abre tu alma cual garganta y pronuncia mi nombre 
no deletrees el vocablo costilla 
esa arcaica palabra se desperdigó
entre la real academia y el rojo lenguaje de los carniceros. 

Ocúpate de mostrarte más allá de un origen glutinoso
                                                                       casi amargo.
Más allá de la humedad que a sueño huele 
del pagano vibrar femenino 
de aquella nube irascible 
que sigue lloviendo
                         sin saber exactamente la fórmula del agua.





La ciudad 

                               Un telegrama con los sellos violados,
todos la leen
                la descifran
                                        a nadie enteramente pertenece. 




La ciudad II 

Cómo
      Cuándo mueren las estatuas
                                        trevizo-elman16.jpgLos cementerios,
Cuándo el eco de una gruta dice ruido. 





Desierto 

Una frase no escrita 
es el remordimiento
                         que desmiente a la tinta.





Luciérnaga

Un cigarro ebrio 
prendido a media noche
                                  por la nada. 




Epitafio 

No sé por qué
                  pero en mí
el verbo caer
se conjugó irremediablemente hasta llegar al suelo 
hasta volverse tumba. 




Intento de haikú a la desdicha 

El único ojo
de mi palabra llanto
suelta una lágrima.





Masoquismo

No importa si el látigo se mueve como un gusano flojo.
Caerá la tarde y se despojará de lluvias este viento terco.
Se pronunciarán nombres de antiguos discípulos del agua,
y en la ciudad se reinventará otra vez la moda arcaica.
Allá afuera, junto a los puestos de baratijas,
no sabremos si esta canción simula un poema,
o el discurso de un hombre que vende más boletos apócrifos al cielo.

El látigo seguirá cayendo sobre la espalda brisa
que alguna vez supo los nombres de este cuarto con calles marcadas.

¿Sorda será la cara que cierra sus ojos? ¿La mía?
Solariego podrá versarse un nudo en la garganta, si tú no estás, aquí, sacrificándome.
Dándome motivos para sentir dolor,
para tocar las sonajas de mis senos,
con las que llamo así, a mis blancos oriundos.
Los lechones rollizos del alba.



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