jueves, 29 de enero de 2015

ALBERTO QUINTERO ÁLVAREZ [14.611] Poeta de México



Alberto Quintero Álvarez

Nació en Acámbaro, Guanajuato, México el 12 de junio de 1914; murió en la ciudad de México el 20 de agosto de 1944. Poeta. Perteneció a la generación de Taller. Fue argumentista, adaptador de cine y publicista.

Obra publicada

Ensayo: Tres ensayos de amistad lírica para Garcilaso (colectivo), Taller Poético, 1936.

Poesía: Saludos de alba, Diana, 1936. || Nuevos cantares y otros poemas, e.a. 1942. || Poesía y prosa, Gob. del Edo. de Guanajuato, 1979.





Mario Calderón nos presenta la siguiente nota sobre el centenario perdido del poeta Alberto Quintero Álvarez. Escribió dos poemarios: Saludo de alba en 1936  y Nuevos cantares en 1944. Perteneció a La Generación de Taller y fue correligionario de Octavio Paz y Efraín Huerta. Murió a causa de los estragos de la influenza.


Salvador Novo lo describe y  escribe sobre el valor de su poesía en la revista “Mañana”:

“Recuerdo a Alberto Quintero Álvarez, cuando hace algunos años iba a verme a la casa de Pánuco: pálido, de pequeña estatura, poco locuaz. Quería que yo guiase los suyos cuando yo daba los propios primeros pasos míos por la publicidad comercial, y en algunos de esos trabajos, me ayudó con inteligencia.(…)Debo de tener por ahí su libro de poemas, prologado por el Doctor González Martínez; versos limpios, depurados, de la mejor inspiración, que solía leerme. Y recuerdo que también un día me llevó a comer con su familia, en una pequeña casa enclavada en los viveros de Coyoacán en el que entonces no imaginé residir jamás. Evoco ahora aquella mesa cordial, presidida por sus padres, en quien se adivinaba la satisfacción de adorar a un hijo poeta, y la dicha de una familia numerosa y joven, en alguna forma emparentada, o a punto de emparentar entonces, con el hijo del escultor Ponzanelli. Su padre había comprado un cochecito pequeño de esos europeos en que parece que no va uno a caber; pero una vez dentro de los cuales, advierte que a los grandes les sobra en ostentación lo que a ellos les basta en comodidad; y cuando Alberto lo manejaba, con sus hermanos o con su padre dentro del pequeño coche, como que en él lo que hacía era viajar la mesa o el saloncito, cordiales y felices, en que pasé una tarde cerca de la familia ejemplar del joven poeta”.

Dice Enrique González Martínez en la presentación de Saludo al alba: “Todo el libro es paisaje interior, o, mejor dicho, persistente cambio entre el mundo sensible y el alma”.

En cuanto a su poética, Alberto Quintero Álvarez parece creer  en el valor del poema únicamente como símbolo estético con un significado y su significante muy pulido, sin que intervenga la posición política, sin compromiso. Por esa particularidad parece creer en la poesía pura, no en el Modernismo porque no arrastra lastres mitológicos, de aristocratismo o de cursilería. Algunos años más tarde, en 1956, Juan Ramón Jiménez, el máximo cultivador de esa corriente poética sería galardonado con el premio Nobel.

Estos son algunos de sus poemas:



EL OCASO

La tarde se encanta de oro
sobre el piélago,
cuando los árboles lejanos y húmedos
han guardado en sus cuerpos el viento.

Las nubes se tienden hacia la noche
y ondulan el suave perfil de los cerros
en viajes que todavía recuerdan
la curva lenta de su misterio.

¿Será el humo que viene de los pajares
En el largo ladrar tardecino de los perros?




Poesía invertebrada 

VI


Aletea la primera
mañana del otoño,
en el aire de hielo de su campo.
En el azul estéril,
sol de ángeles tempranos,
y en el viento, la ausencia
de trigales y de árboles.
Todo limpio en el vuelo
trazado de los patos;
madurez de maizales
llanos, lirios y lagos,
en el aire que hiere
de frío nuevo, de ángeles y campo.




XVI

En la mañana
soledad de geranios,
tu voz núbil y alba.
En la tarde de estío,
tu voz oscura, tu voz cansada.

Al caerse la cueva
Negra de árboles y albahaca,
tu voz todavía, lenta,

honda y más ancha,
como un río grande que murmura,
tu voz, al fin: ¡Anchura de agua!





VERANO CLÁSICO

La línea de tu nieve
tiende todas las voces de tu manto,
el aria de tu viento
acelera las flautas de los campos;
hay un aire que hiere,
sobre el extenso abrazo de los fresnos,
el agua de sus cántaros,
y contenidas sombras que detienen
el espeso verano.
Curvos caminos grises se suspenden
en silencio que espera
torrentes sobre el fruto de la tierra
donde un húmedo amor alza mi canto.



BIBLIOGRAFÍA

Quintero Álvarez Alberto, Saludo del alba, Diana, México, 1936.

Quintero Álvarez Alberto, Nuevos cantares y otros poemas,  talleres de Artes gráficas y Comerciales, México, 1942.





1 comentario:

  1. Tío Alberto con su hermosa poesía, añorando los alrededores de nuestro antiguo y hermoso Acámbaro, con una inmensa melancolía de evocar los fantasmas, viejos Lares anclados en su memoria y corazón, Alberto, nunca dejo de sentir ese profundo amor a su tierra ni a esos recuerdos, que hicieron de él un ser profundo y sublime.

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