Naty Gabriela González Calderón
Cusco, Perú, 19 de mayo de 1984
Poeta. Actualmente cursa estudios en la Facultad de Medios de Comunicación Audiovisual del Instituto Superior de Arte (ISA)
Bucolimia
Refugiada tras las teclas que son las únicas que acarician mis dedos, borro palabras que no me atrevo a escribir y las vuelvo a soltar sin rima, con tedio, con asco, con puntadas en mi estómago que me van cerniendo la noche.
Debería escupir a las ventanas y sangrar sobre ellas mis absurdos, aprender a no reprimir la insensatez, rebanar el impulso y quizás dejar que esto tenga coherencia.
Qué nombres, si sólo hay etiquetas y rostros parecidos con patrones semejantes que evocan un canon al cual me aferro, al final un poco de placer compartido separado por un estornudo de catedral, me enrosco en las persianas y estas me sostienen, me aferran a la mediocridad de desearte, a la dolorosa incongruencia de pensarte, a lo gris, azul, a veces amarillo, lamentablemente violeta de tus costados que me aprietan, tu glotis que tiembla, el miedo que cercena, dedos que pisotean…
Son las dos, la una no tiene son, por tanto me despido y volteo el perfil, sé que no duermes, pero tampoco te acuestas a mi lado, sólo permaneces callado cuestionando la sombra, entonces deslizas tu ombligo en la pared y yo respiro… siempre respiro más y más rápido, me ahogo, lloro en seco, grito mojado y te atrapo cuando intentas huir, descubro tus ojos en blanco, la tinta en tu pelo y yo… yo en ninguna parte, siempre aquí en medio de tus sombras.
Cazar, manipular, reír, toser, conjugarme, complementar tus adjetivos, ser evaporada por la nada.
Los brazos me pesan y no quiero seguir escribiendo, pero me asusta pensar y descubrir tu incorpórea materia, tu tal vez deletreado.
Te esperan los traspatios. Recuerdas. No puedes hacerlo, nunca leíste el poema de tu cancerbero !Qué más da!…
Aquí está él para custodiar la frenética y bucólica nausea de la soledad.
Hundirme en lo concreto, quien lo lea analizará y resumirá una probable angustia, no es tan fácil como el diagnóstico aprendido en un aula verde, es más complejo que la lógica, es no ser y ser tú al mismo tiempo, es tener y no desear tenerte, es bailar con las repisas y querer arrancar las melodías a un velo desterrado, es quizás simplemente (...)
Diecisiete
Diecisiete ministros de un reloj
resistente al jadeo de dos cuerpos
dura el universo del que placenteramente
lo ajusta a su muñeca.
Rompes el cristal de la maquinaria y
quedan las manecillas en forma de voluptuosa caricia.
La batería se recarga con una gota
que resbala de tu oreja izquierda
y el níquel de su templanza
se derrite con la aleación de dos piernas en paréntesis.
Recojo el engranaje de la pulsera
lo ruedo por mi hombro
resbala a la tierra
y el humo de las semillas
me ciegan a diecisiete intentos
de obrar como cronos.
Miradas
Hay miradas en la vida tan fuertes, yo no sé.
miradas agazapadas en la espesura de los balcones
que se cuelgan de tu sonrisa.
Hay miradas que nunca se cruzan
pues llevan la mueca del silencio.
Hay miradas que se encuentran y se esquivan
por no saltar la cobardía.
Hay miradas tan largas, tan quietas,
tan locas que se trepan y se sueltan.
Se esconden en la utopía de la duda,
se acurrucan en una esquina,
tras una iglesia, en una azotea,
al borde de una pared.
Hay miradas...
duelen hasta no ver la luz del día
y sólo te acuerdas de la noche.
Prefieres no mirar más.
La cuchareta me desdobla…
La cuchareta me desdobla en el metal y
comienzo a ser terrón y porcelana.
Lisuras de circunferencia suelo poseer en una tarde de aforismos
solo que distraigo una curva y la concreto en un ángulo recto.
Es verdad, la geometría de tu sombra me persigue, pues
no llego a concretar la unión de dos puntos para formar una línea.
Suelo tender sobre la madera de la oscuridad que proyectas
mis arrugas dáctiles y mis cuadriculadas mentiras.
Se me va por un resquicio la sensatez y
simplemente enrollo con mi retina la luz de tu patente
robando el molde de tu molde
para reproducirte en cada taza
en cada cama.
No puedo pretender…
No puedo pretender que no pasa nada cuando me lastima el vientre
me corta la duda, me corroe el silencio
no espero sentada ni parada, espero dando vueltas sobre mí misma, dando tumbos en mis venas
No converso conmigo ni me callo contigo, no duermo despierta los días que te ausentas
No salto las suizas ni juego a las escondidas.
No pretendo que no pasa nada, cuando no pasas, cuando no lamas, cuando me amordazas la tranquilidad,
me trituras los nudillos, me carcomes las esperanzas.
No escucho al viento, ni saludo al sol, no salgo a ninguna parte, no permanezco en mi conmigo.
No pretendo que no pasa nada cuando volteas y te despides, cuando finjo no mentirte, cuando suspiro tus dientes.
No busco melodías ni adjetivos, no trago mis oraciones verdes y fangosas, no rio en la puerta de los cementerios.
No pretendo que no pasa nada cuando o estas, cuando te espero y grito y gimo y me mato y vuelvo a nacer sin vientre.
No pretendo que no pasa nada cuando te encuentro tan lejos, tan torpe, tan mudo,
No pretendo que aguardas cuando no te veo,
No rio, no lloro, no siento,
No pretendo que pretendo,
No, no, ya no,
Ya no pretendo.
Posdatas
Tantas posdatas en la última carta
que quiero añadir un estaré siempre, un no es más mi reptil
apéndice el que te habla.
Los telegramas enviados a quien no tiene tus borradores
ni tendrá jamás tus estrujadas páginas sin pies ni encabezado.
Las citaciones o los acuses de recibo garabateados en los papalotes.
Los grafitis no son tatuajes, ni las esquinas son umbrales.
La resina de los sobres se agrupa y no concluye en una gema,
los sellos se incrustan en mis misivas, la liturgia se vuelve absurda
las posdatas se incineran y se vuelven misas.
T
La T ¡no me explico!, pero se acerca a mi psiquis
tinta, tesón, trompo, tiempo, terquedad
cuanto más las escribo se aúnan otras.
tómame, tiéndeme, teje tu tez,
entonces sigue viva la consonante
enmascarando un deseo acumulado.
son menos los segundos hacia el fin
mayores desde el inicio.
quiero comparecer en tu medio
con una pancarta donde la T se yerga
y puedas comprender mi abstracción.
te tengo trinando, tambaleando, tropezando tras tus testigos
tosiendo tres términos
¡basta!, !basta de Tes!
No quiero una consonante,
velaré porque vengas tras del té,
casi imposible.
Ya no es tan solo
Ya no es solo lo perturbador de tus caricias
Ni la mascota etérea del sudor entre tus piernas,
No es tan solo la arrogante duda de tu columna ni la asquerosa risa de tu beata perfidia.
Ya no es tan solo las marcas y las púas, no es tan solo la cebada oscura y el pan seco
No es tan solo las lágrimas y el moho de los quesos.
Ya no es tan solo la cordura de la abstinencia y la contemplación de las madres
No es tan solo el precio de las lagunas ni la calma de los venenos.
Ya no es tan solo la curva de tu espalda ni la sima de tu pecho,
No es tan solo el laberinto de tu cabeza sembrada de rosas, ni la sien pálida y abierta
Ya no es tan solo los dedos húmedos, las cosquillas asiduas, las lenguas gruesas, los iris dilatados,
No es tan solo las esculturas de nuestros cuerpos en el fango, en charcos,
No es tan solo la pena de mis moradas mordidas en tus entrepiernas asiduas.
Ya no es tan solo los cólicos, el alcohol, los jarrones, las letrinas, las cornisas, las ferias,
Los musgos, las velas, el rock, el humo, el jadeo, la puerta, la cama,
Las rabias, los miércoles, las zapatillas gastadas, las tildadas narices y las atonas miradas,
Ya no es tan solo el vómito, el orgasmo, los duendes, los peces, los colores, las cestas, los viernes,
las mierdas, los muertos, las putas,
Lo negro, la sangre, la tibia y el fémur, la esquina y las galeras,
Ya no es tan solo todo ni nada, eres uno solo, mí solo, mí siempre, mi sola nada.
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