miércoles, 28 de enero de 2015

ADRIÁN MENDIETA MOCTEZUMA [14.593] Poeta de México


Adrián Mendieta Moctezuma 

(Ixtacuixtla, Tlaxcala, México 1995)
Ha tomado talleres de ensayo, Dramaturgia, Literatura emergente y Narrativa en diversas instituciones. El Taller “Introducción a los Problemas Contemporáneos de la Crítica Literaria” en la Universidad Autónoma de Tlaxcala. El diplomado “Actualización profesional en narrativa contemporánea” CONACULTA/INBA/ITC. Ha colaborado en medios impresos como Catedral suplemento cultural del diario síntesis, (Puebla); en Guardagujas Suplemento literario de la Jornada (Aguascalientes) y la Revista Molino de Letras. También ha publicado en medios electrónicos como las revistas Cronopio, Ariadna, Buriñón, Intersticio y El árbol; incluido en la Antología Virtual de Minificción Mexicana y la antología "Lecture du Mexique" (Francia; 2014). Participa en la antología de cuento "SAMPLER" (CONACULTA/ITC; 2014) y en el poemario colectivo "Un papá con ojos de lluvia" (H. Ayuntamiento de Tlaxcala; 2014). Actualmente estudia la licenciatura en Lengua y literatura hispanoamericana en la Universidad Autónoma de Tlaxcala y realiza una investigación de la tradición oral de Ixtacuixtla, Tlaxcala, México, con el apoyo del PACMyC. (Programa de Apoyo a las Culturas Municipales y Comunitarias)



MARIPOSA EVAPORADA

Palpar la delicia del agua
no es lo mismo que adherirse al aroma de las cenizas,
ni al silencio roto, ni a la espuma transparente,
ni a la tela enmohecida.
Es descubrir un hábitat donde los sueños
nacen desnudos en el vientre de una roca.
Sacudir al desconsuelo, brotar aire de semillas fúnebres
o pantanos fragmentados.

Palpar la delicia del agua
es descubrirte desnuda en la obscuridad
envuelta en pétalos de silencio.
Encontrar tu sabor en cada rincón del mundo.

No saber más que las seis letras de tu nombre,
la medida de tu cintura y el olor de tu cabello.
Sólo saber respirarte,
inhalarte
para que rasgues con tus uñas las paredes de mi pulmón derecho,
tenerte cerca de mis alveolos,
escabullirte en mi sangre
y reflejarte en mis entrañas.

Pero no te entiendo.
¿por qué te transformas en mariposa evaporada,
y te escapas por mis poros?
yo no puedo existir sin ti recorriéndome por dentro.
prefiero que me quiten la sangre, el oxígeno
pero tenerte enjaulada en mis costillas.
o aprisionada bajo el telón de la noche,
en cráneos obscuros
o en callejones repletos de basura.

Tenerte aquí
en la mazmorra de mis días,
debajo del tapete,
en medio de la sala
o en la alacena.
No ser más que el aire que respiras,
el que entra a tu cuerpo a cada segundo.
El que saborea el color de tus muslos.
El que nace y muere en tu carne.





CARICIAS

El tiempo se agota
y busco lo anhelado,
el fuego en las palmas
la melodía del piano,
la risa de Dios,
la víbora extasiada en alcohol.
Alguna forma de que mi sangre hierva
y magnetice mi cuerpo podrido.
Las sombras se impactan en mis ojos,
siento frío en los huesos.

Nunca encuentro lo que busco,
nunca la suave metáfora se transforma en lo anhelado.
Descubro el suspiro de la Tierra,
la creadora de todos los placeres,
descubro en el ser amado el implante de un órgano,
una sed insaciable en la piel delicada de su torso.
Ahondo en mis sentidos y descubro a la vida envuelta en caricias.





Temporada de párvulo 


I

La eternidad no existe en esta casa.
El tiempo sobra,
no me importa el horizonte.
Los amores que cubriré con sábanas de nube para que al día siguiente marchen con esencia mía entre las piernas,
los amigos con silueta de casa,
las mujeres de anchos mares… 
Nada de eso me importa, nada retumba en mis días. 
Moriré cuando sea necesario, cuando ya no me alcance el oxígeno. 

Mas hay algo inquietante, es la mirada insana, inerte, 
aquella mirada estacionada en los rincones de la casa;
los ojos de botón, los ojos de mi oso de peluche. 
Él, me está mirando, perplejo, entre sombras se burla. 

Ser piedra ingrávida en un espacio desteñido 
volcán apagado que adorna el paisaje 
lujo de unos padres extasiados por los ojos saltones, 
sólo    lloras    babeas     ríes

                                                          ¿Qué reclamas? 
                                                          tú sólo eres materia inmanente 
                                                          destinada a ser simple basura. 

Los días vendrán amarrados en canciones para niños
escuelas y peinados refinados 
farsa      mentira      invención 
te harán hombre de bien 
con voz de vidrio roto
condición inerte 
penumbra enraizada 
diáfana existencia
a nadie le importarán tus risas de jade 
las ilusiones embarradas a través de los años en tus pantalones cortos 
a nadie le importarán tus juguetes perdidos 
los mundos prístinos y superhéroes que inventes 
porque todos te crean con la esperanza de destruirte
mirar tus murallas derrumbadas como las de ellos 
mirar tu silueta ya no en vidrio ni en agua
mirar tu silueta agrietada en el ocaso
pasarás por calles   colonias   geografías que no te pertenecen 
y serás vapor 
nadie verá tu rostro 
nadie verá su rostro en el tuyo 
porque tú estás condenado 
con la zarza envenenada del enfermo 
a tu cuerpo le faltan arterias    válvulas 
y pondrás la piel como coartada
pondrás al destino como excusa 
y reclamarás algún abrigo en día de nieve
y no obtendrás más que carcajadas por tus movimientos torpes
no caminas como todos 
no ríes como ellos 
tienes en tu voz y mirada migajas de miseria. 

La infancia
raudal extendido por el horizonte 
tarde o temprano será humos 
penumbra de muertas ilusiones. 




II 

Evocar algún escape 
                                  no hay solución  
                                  sólo hay esto 
                                  la confusión raída 
                                  entre puños y venas enardecidas 
                                  no hay más que esta pesadez 
                                  la herencia pétrea de mirarte 
                                  como imagen ponzoñosa 
                                  en búsqueda de transparencia 

                                                                                    Emerger desolado, 

carente, confuso. 





III

Entender mis pasos, respiros y latidos, 
emerger de un soplo cardiaco, 
abandonar la montaña que se acerca al cielo. 
Deseo perderme en embarcaciones sin destino. 
Si emerjo, 
que no sea con traje , barba o soberbia por entenderme libre; 
tampoco vacío y solitario en cafeterías citadinas,
nocturno e iluso bajo el cielo fragmentado;
con la casa demacrada que cae y vuelve polvo, 
similar a mi alma que anda en cuerpo, 
anda en despojos. 





IV

¿Soy sólo esto? 
¿un rasguño en la historia? 






Los juguetes serás basura 
mi madre los tirará. 
“La materia se transforma”,  ellos lo harán. 
Pero mi voz, ¿ésa se transforma? 

Ahora entiendo, 
el oso de felpa que me observa,
que irrumpió mi sueño transformándolo en vigilia, 
no es la burla su motivo
su mirada, cabizbaja 
es un sentimiento de lástima. 





Receta para los que se van 

Siempre que conozco a una persona imagino su muerte.
Dos cementerios, un féretro 
un mausoleo.
Imagino el segundo exacto cuando todos sus huesos truenen para jamás volver a erguirse. 
La rígida sonrisa que ya no habla paralizada en el rostro quemado de los hombres. 

Imagino la muerte de todos 
porque en su muerte rehúyo a la mía;
El reloj de arena que me dicta la proximidad de mis células al Leteo.
Así, cuando marchen tendré la certeza de que jamás volveré a verlos. 
Si regresan 
inundo en tranquilidad,
no puedo imaginar dos veces 
la muerte de un mismo hombre. 










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