miércoles, 21 de enero de 2015

GROVER GONZÁLEZ GALLARDO [14.543] Poeta de Perú


GROVER GONZÁLEZ GALLARDO 

(Cajamarca, PERÚ  1971)Ajedrecista, abogado y poeta. Egresado de la PUCP en la especialidad de Derecho, es miembro del Liceo Poético de Benidorm, España y del novísimo grupo poético Rara Avis.Ha publicado su primer poemario “Manantial en el espejo” en el 2,013 por la editorial Pasacalle.Se dedica a la poesía y la difusión cultural a través de la Peña Poética El Rincón Guapo.



LOGOS

Lágrima de luz,
ceguera de estériles naufragios.
Contemplar las mareas,
el vaivén inasible del verano.

Se desata sin pausa
la metamorfosis de los astros
cuando el viento invade
la morada de tus labios:

Jamás habrá ternura,
sólo gráciles acantilados;
jamás habrá dulzura:
el caos desplaza
la belleza del orden planetario.



ONTOLOGÍA

Se trenzan nuestros cuerpos
                   corceles copulando a la intemperie

Dormidos florecemos
                 flameando en crepitante nieve

Celebración inagotable
                             dispersión de pliegues

                 Se reúnen las nubes
          que humedecen nuestras mentes

Si mutamos con la aurora
                           todo cambia y enmudece

Se bifurca sin cesar
                  un brotar de suculentos peces

Somos dichosos
                            inmortales
                                              feraces sierpes

                  Primavera imperceptible
                                              saciedad sin dientes

Sólo nos conmueve
                                 la despiadada perfección
                                               la palabra que subvierte



VÉRTIGO

Hay cuerpos que desnudan
sus colores imperfectos,
la tierra que los perpetúa
bajo el prolífico firmamento.

Hay pieles que bifurcan
árboles eternos;
melodías fantasmales,
constelaciones diseminadas en el hielo.

Existen voces que irradian
aves arrancadas a los lienzos;
ecos de flores azules,
fósiles engendrados por el fuego:
auroras donde astros
se vuelven vórtices de avernos.

¿Podría haber algo más incierto
que las palabras pronunciadas
como miríadas de insectos?

No en vano se presencian flamas,
cardúmenes fieros;
el tiritar de cometas sobre abismos,
voluptuosidad atrapada en truenos.

Nada se podría advertir entonces,
salvo un reverdecer ubérrimo:
hemos de sucumbir durante la noche
eclipsados por nuestros propios sueños.




SINO

Acrisolar el cielo
al eclipsar tu cuerpo:
caricia insomne,
unánime sendero.

Purificar la noche,
el furor
que impulsa nuestros huesos:
una flama despierta,
un crepúsculo enmudece;
tu piel oscila
entre alboradas
y níveos destellos:
desnudez
cosechada como jardín
crecido en confines etéreos:
mi ceguera serpentea
sin límites ni consuelo:
oscuro es el ámbar
que nos fosiliza los sueños.




DE   "Manantial en el espejo" 


LA DESNUDEZ DEL FUEGO

Reposas tu cuerpo,
arco iris perpetuado en espejos;
yacente pedregal que se difumina 
en la fugaz longitud de los senderos.

Cegado por relámpagos perfectos,
tanteo los orígenes, 
la progresión armónica del universo.

Se agolpan mis labios
sobre colinas y despoblados reinos;
se restituye la luz 
atrapada en oscuros filamentos.

Tus pechos, guijarros soberbios,
moldean mis manos, las nubes,
racimos de obsidiana y alabastro 
que funden sus colores adversos. 

Nido de incesantes crisálidas, 
tu vientre aviva el furor
que enciende ramadas encarnadas:
presiento la parpadeante redondez 
de perdurables ensueños;
presencio el vasto alborear
de una desnudez que se deflagra 
en su apogeo palpitante y etéreo. 




DISECCIÓN DE UN SUEÑO

¿Qué es lo que yace aquí,
a salvo de la despiadada dureza del tiempo?

¿Qué discurso inefable ha relumbrado en la boca
del hacedor de tantos portentos?

Sombras saladas desbordan ríos eternos,
aguas parlantes gobiernan pupilas y versos.

Se podrían descifrar enigmáticos tormentos,
distinguir mil voces y reinos;
enumerar presurosos nacimientos,
naufragios imperfectos, cavernas fantasmales
donde hemos contemplado a ciegas el firmamento;
pero no hay hallazgo más dulce 
que el desvelar nuestros propios cimientos
si la paz no anida más
fuera de estos paisajes ubérrimos;
si sabemos que no podremos zarpar
en la nave vacía del entendimiento.  



EVOCACIÓN 

Se despuntaba 
un nuevo día
devorado por el viento.
Se escindían los colores 
que moraban espesuras 
y silentes interregnos.
Tu mirada era un cantar
desgarrado por el tiempo;
un suspiro,
un pálpito indefenso.
Nuestras pieles 
se fundían
como racimos 
de islas primordiales:
yacíamos absortos,
vislumbrando 
pedrerías cenitales;
irreal era la ceguera,
la certeza inalterable. 
Poblábamos penumbras
y oquedades feraces;
gravitábamos 
como estrellas ateridas
que hibernan en gélidos parajes.  








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