jueves, 22 de enero de 2015

LUIS FERNANDO AFANADOR [14.565] Poeta de Colombia



Luis Fernando Afanador 

Nació en Ibagué, Colombia en 1958. Abogado con maestría en literatura. Fue catedrático en las universidades Javeriana y de los Andes. Codirigió el programa Librovía de la Alcaldía Mayor de Bogotá y fue editor de Semana Libros. Ha publicado Julio Ramón Ribeyro, un clásico marginal (Centro Colombo -Americano, 1990); Extraño fue vivir (Cooperativa Editorial Magisterio, 2003); Tolouse-Lautrec, la obsesión por la belleza (Panamericana Editorial, 2004) y La tierra es nuestro reino (Universidad Externado de Colombia, 2008). Amor en la tarde (Grupo Editorial Norma, 2009) Poemas suyos han aparecido en diversas antologías y en 1996 fue finalista en el Premio Nacional de Poesía. Es colaborador habitual de varias revistas colombianas donde publica artículos de opinión, ensayos y crónicas. Actualmente es crítico de libros y blogger de la revista Semana.




[Acordes y desacuerdos]

En Chicago y Nueva Jersey, en clubes nocturnos,
en sitios clandestinos, durante los deprimidos treinta,
tu guitarra sonaba prodigiosa. Eso cuenta la leyenda.
Que le agrega un inevitable “bebedor y jugador”.
Con un toque exótico: te gustaba matar ratas en los basureros
y ver pasar los trenes.
De todas las mujeres que dejaste ir
sólo una te dolió. Hattie, la mudita, que te quiso de verdad
y se emocionaba al escucharte.
Porque así era. Tu música conmovía los corazones.
Aunque nunca lo creíste y sufrías: en Francia había un guitarrista mejor,
el gitano Django Reinhardt. Te torturaba Django Reinhardt.
Si la leyenda es falsa, tu vida fue una broma.
Si es cierta, fue una pesadilla.
Broma o pesadilla, fue una historia triste.
En los sueños de un artista siempre existe un Django Reinhardt,
un fantasma verdadero.



[El hombre que amaba a las mujeres]

Tu credo fue sencillo: amarlas a todas
en la medida humana de tus posibilidades. A ésta
por su espesa cabellera roja, a aquélla por sus piernas, sus delicados hombros,
su mirada miope, su timidez o su ternura de heroína de novela rusa.
Las amaste tal y como eran. Sin mentiras, sin falsas promesas de novio o de marido. Por eso la urgencia de tus peticiones
y de tus gestos limpios
nunca tuvieron un rechazo.
Tu credo fue sacrílego en un mundo que ama las generalidades,
las palabras elocuentes, las buenas causas, las mentiras.
Para qué explicarles a los necios
la felicidad de los detalles.
Las amaste a todas, incluso
a la que corría con el pelo al viento
doblando la esquina
y te causó la muerte.
También ellas te quisieron. Y, aunque no lo sepas,
llegaron puntuales a la última cita.
Como fieles sacerdotisas,
te velaron en la forma debida.
Llegaron por montones,
venían del pasado, cada una con la flor de un recuerdo feliz.
Algunas, antes de la entrada al cementerio, apartaron a sus hombres. Porque
de eso se trataba: un funeral exclusivo de mujeres.
Nunca lo sabrás, pero te lo digo: en el instante de la verdad
en que la tierra cae sobre el ataúd
desfilaron una a una y desde abajo
sus talones fueron de nuevo “los compases que circulan el planeta
dándole equilibrio y armonía”.
Cuando ya te ibas, te acompañó la vida.
Las mujeres que son la vida.



EL EXTRANJERO

Desde tu ventana ves pasar a una família que va a misa
Es otro mediodía caluroso y monótono en Argel

En un instante has entendido todo: estás fuera
Nunca podrás tomar en serio
El espectáculo del mundo





BLOW UP

Unos mimos juegan un partido de tenis
Sin raqueta
Con una bola imaginaria

Si confías poco a poco irás viendo
El sentido de los movimientos
Su hermosura

Escucharás los golpes
Y serás parte del juego

No es tan difícil 
Sirve





EL IMPERIO DE LOS SENTIDOS

No abras todas las puertas
No busques la felicidad

Sufre y reposa

Sé también mi amiga





ESE OSCURO OBJETO DEL DESEO

Mi gozo es la tortura de esperar

Te acaricio beso tus labios
Toco tus piernas y tus pechos

Nunca serás mia

Hay un velo de sangre entre los dos
Y yo cargo um costal a mis espaldas





GRITOS Y SUSURROS

Las familias guardan
Em cada familia hay un crimen y una culpa
Sé buen miembro de familia
Calla




LA NOCHE DE LA IGUANA

Vendrá la noche
En que los demonios se aquieten 

Con paciencia
Sin engaños
La desesperación llegará a su fin

Solo hay que resistir





MI TÍO

Ser pasajero de tercera
En el viejo y último vagón
De un confortable tren
Que va directo hacia el abismo




AMARCORD
En toda infancia hay una mujer perturbadora
Amigos cómplices
Un cura lascivo
Una familia odiada
Profesores ridículos
Entrañables
Padres desatinados
Autoridades lamentables
Plazas
Estaciones
Nada extraordinario
Pero todo tan bello
Tan grandioso
A la luz de los recuerdos
Que un trasatlántico
De repente
Puede iluminar la noche
Mas que las estrellas
Pobre de aquel
Que no hizo de su infancia
Una leyenda




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