José Miguel Urbano
(Madrid, 1974). Estudió Derecho en la Universidad Autónoma de Madrid. Asistió al taller de poesía de Jesús Urceloy (amigo y maestro) en Fuentetaja y en la Piscifactoría de Gonzalo Escarpa. Desde el año 2013 asiste a la Fundación José Hierro donde comparte su pasión poética con Esther Ramón y Olvido García Valdés.
Ha publicado la plaquette “Presagios” (2011) y se han incluido poemas suyos en las siguientes antologías: Manos a la obra, Manos a la obra 2 (Fuentetaja, 2010 y 2011), Libertad tras las rejas (El Taller del Poeta, 2012). Asimismo ha participado en la revista Depaso de CEPA Yucatán (2013) y en el periódico Más Getafe (2014). Recientemente ha colaborado en las antologías En legítima defensa: Poetas en tiempo de crisis (Bartleby, 2014) y en Del uno al otro confín (Chiado, 2014). Su blog: untejadoadosaguas.wordpress.com
El sonambulista es su primer poemario donde da rienda suelta a sus inquietudes y obsesiones con fuerte protagonismo del cine, la música y los viajes. Con un lenguaje desnudo y sencillo se dirije al acantilado con los pies hacia adelante y la mirada hacia atrás.
Au Molin de la Galette
A veces me dejo querer. Hoy no.
Todos los rostros me parecen iguales.
Cuando buscan mis labios, los humedezco con el brebaje de la amanita.
Antes de rozar un cuerpo inerte fumo hasta que las uñas se tornan del color de mis ojos.
Sollozo sobre la jofaina: el cristal refleja el camastro y mi madre moribunda.
Nadie me invita.
El muñón ya no mueve la ternura.
Los martes acudo al café; las miradas me esquivan: ¿será mi palidez? ¿Será que cojo el puro como mi padre?
(de su plaquette, Presagios)
MORDISCOS
Sería facilísimo mandarlo todo a la mierda
o contemplar las cálidas aguas del Mediterráneo,
el petrolero seguirá sangrando con sus legañas de hace siglos
Dharavi, el Slumg más grande del mundo, Bombayaferrándose al alambre que pende del techo de Dharavi.
Solo los cuervos de Cochin
conocen el reverso de las esquinas,
la longitud de las colas,
el billete a doce como veinte metros de distancia.
Vago entre muros de carne amortizada
halitosis y gritos sin eco
en un circo a medida de la masa que defeca
con el libre pensamiento del mal menor.
Proliferan los togados
tras camisas teñidas por tirantes rojos,
los perros con peinados punk
el suicidio de los desahuciados
y la bombilla fundida de un aplique envuelto en grasa.
ANTOLOGÍA “EN LEGÍTIMA DEFENSA: POETAS EN TIEMPO DE CRISIS” Editorial Bartleby (2013)
VIERNES POR LA MAÑANA
no he perdido la capacidad de conmoverme en las tardes sombrías del corazón
iniciando el ritual
los carros de la compra admiran los escaparates
a la que se suman las sillas de minusválidos y su lento despertar
desde la canícula al oprobio de reconocerse invadido
remo en un solar
construido por tubos de silencio
y bañeras de escarcha
tal y como Murillo pule
los anzuelos, desagües y pulmones
aprendiendo a quererme
salgo con mis calles adoquinadas
y puentes vestidos para aquellos jueves en los que luzca el sol
en la calle Segovia
ANTOLOGÍA “DEL UNO AL OTRO CONFÍN” Editorial Chiado (2014)
“El sonambulista”, colección “Piel de Sal” de editorial Celesta, 2013.
"Quizás no hayamos nacido para la angustia, quizá el acto de viajar sea una trampa con la que, ciertos en el embozo, trascurramos la noche que hace trizas los blancos días. El poeta, disfrazado con las ropas del sonambulista, recorre el globo sobre las ciertas líneas de los meridianos, a merced de los vientos alisios, con la seguridad de que, al abrir los ojos, sentiría en su cuerpo los golpes de los paralelos y el latigazo siempre preciso de las noches vividas entre cigarrillos y amigos escoceses. Jose Urbano sabe, por ejemplo, que para desear algo, lo que sea, un tema de Part, el sonido de las mitocondrias, la calle de la Amnistía, basta con alejarse del objeto y bailar desnudo con la sensualidad del bebedor de sueños.
Cuando menos te lo esperas conoces al poeta.", Jesús Urceloy, Prólogo
Madrid
Viajo para echar de menos Madrid
sus desguaces, las esquinas desnudas sobre el adoquín
y el perro descansando en la escarcha
sigo buscando en fotos
el chorro de esa plaza
con ventanas, barrotes y hojas de geranios
siento el frío de las avenidas
en las calles de Hoi An y sus tenderetes inundados
en el peregrino sin bastón de guía
en el templo de Kamakura cuyos jardines se desplazan
te recuerdo
como el monasterio que nunca quisiste ser
dando la espalda a torres vanidosas
que te pisotean por efecto de los vehículos de reparto
no te preocupes
la calle Amnistía no llorará más por ti
y te pasearé con paraguas
sorteando los bolardos
Al otro lado
Me voy de casa para no volver más
quiero empaparme de la espuma del Índico
emborracharme con fragancias
decir te amo con tu mirada clavada en mi tristeza
soldar las cervicales para mirar siempre hacia adelante
bajarme del tren en una estación que no es la mía
ser la rama más alta de una sequoia
Tras la puerta
Abro la puerta y el mar desemboca en el embellecedor
la entorno y cualquier cosa puede ocurrir:
un disparo de café
una ráfaga de esperma
la foto de un ola perdida
cada vez que cierro la puerta con llave
siento las alpargatas
su hojarasca
dónde llegar
cuántos libros leer
cuántas películas experimentar
y salir
cuando todo me llama a la botella de vino
abierta, compartida
con labios en sus bordes
y el desahogo en la cama
mientras me entretengo en paseos de trágico sonambulista
RENUNCIO
Recuérdame la muerte bajo la nieve
en la ciudad, con el cuarto bajo la escalera y el pene en la mano decido dejarte
con prisas por abandonar este mundo
no siento fatiga
tan solo pululan pellejos
como nubes que descargan sin que la tierra pida cuentas
no soy compasivo
“esa tabla de coordenadas”
la ventana y sus arrugas
no me impiden la contemplación
de los gatos apareándose
busco un asesinato
ahora lo sé
permaneceré atento
al trabuco y el violín
hasta que los barcos de papel rebasen la orilla
renuncio a la escarcha en el retiro
despierto junto a un espantapájaros.
AURORA BOREAL
Se trata de no decir ninguna palabra de amor
compréndelo, soy mudo a los gritos
y ahora, con un hilo de voz, me deseas la muerte
mientras el pegamento gotea sobre la buhardilla
mírame y dime que no lo soportas
mis lentes menguan
y la boca, reseca la tengo de tanto nadar
si ponen el cadalso en el hueco de la escalera
afilaré la hoja para cortar la pluma
borraré la barba del vecino del once
y dejaré que sangre hasta que naufrague el tobillo
no me mires así
déjalo todo según está
el mecano, los apagones, el rallador, su enjambre
de nada sirve, si no recuerdo esos barcos que pescaba en la bañera
súbeme al cuarto oscuro y no me pidas perdón, solo quiero tirar del hilo.
Gran poeta, buen amigo y mejor persona. Me alegro de verle en esta antología. Gracias y un saludo.
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