miércoles, 5 de diciembre de 2012

VLADIMIR GARCÍA MORALES [8674]




VLADIMIR GARCÍA MORALES 
(Valencia, 1978). Vive y trabaja como físico en Munich (Alemania). Ha publicado las obras de teatro Como lentas aves (Hiru-Skene, Hondarribia, 2004), La superconductividad en el cristal de pentaceno (Hiru-Skene, 2005), El silencio de Anton Webern (Hiru-Skene, 2005), Diotima (La Ratonera nº21, Septiembre 2007), En la luz dentro de tus ojos (Caos Editorial, Madrid, 2010) y Basquiat (Revista Dioniso, Cáceres, 2010, en prensa). Sus traducciones del alemán de Uljana Wolf y Durs Grünbein han aparecido en revistas internacionales (Galerna, nº8) y nacionales (Catálogos de Valverde nº32). Ha traducido y preparado la antología Niebla conmocionada. Poesía en lengua alemana (1945-2010) actualmente en prensa en la Colección Puerta del Mar de Málaga. Su poesía escrita hasta la fecha puede leerse en El despertar http://tierralarga.blogspot.com/ 




Cómo puede
llevar tanto dolor
un hombre

y pasar sin ser visto

De El despertar, I







De sueños habrá sido el cargamento
hozar la oscuridad y sin embargo
en postes de la luz girar el mundo
La desorientación de las manadas
las señales furiosas las
estrellas
Yo vi en el horizonte arder hogueras
Quizá eran tus ojos
y tus manos quemaban
Basta No sé Fragmentos
Despojos aturdidos
Se secaron las lágrimas
y la disposición al canto
Mucho ha sido barrido
por que alguien aún se asome a esta ventana
Con amor vea aquí su propio rostro

De El despertar, III








BWV 846
(J. S. Bach - Evgeni Koroliov)

Es la serenidad hasta el oído
árbol sonoro pulso regular
concentración de un hondo respirar
en voz sombra y color cada latido

Es por la noche música el sentido
alma luciente sombra pendular
tendencia a un inexpresable mar
de dolor y silencio sostenido

Suena en la melodía el sol al borde
de ser sol tono verde que al mudarse
produce los demás en la emoción

y abre la claridad un nuevo acorde
como una gratitud que quiere darse
por la noche en perfecta progresión

De El despertar, IV




JUEVES, 29 DE MARZO DE 2012
VIII


A Stefan Beyst

De sueños habrá sido el cargamento.
Hozar la oscuridad y sin embargo
en postes de la luz girar el mundo.
La desorientación de las manadas
las señales furiosas las
estrellas.
Yo vi en el horizonte arder hogueras.
Quizá eran tus ojos
y tus manos quemaban.

Se secaron las lágrimas
y la disposición al canto.
Mucho ha sido barrido
por que alguien aún se asome a esta ventana.
Encuentre aquí el espejo de su rostro.








Qué son las sombras que crepitan en
los signos susurrantes como hojas
secas pisadas lentamente. No
seréis vosotros hasta ayer que nazca
lo que ayer no se dio como mañana
la mano dada en señal de ayuda
el pan el agua dados necesarios
la palabra cercana
samaritana

no esta indignidad
proveniente del miedo.







Vuestros rostros son flores
en cada oscuridad que vaticina
la realización del absoluto.

Mandato de la noche. Teorema.
Constante en el desierto
morder el polvo y abrazar la luna.

Vuestros rostros son flores.
Falso es lo que echa tierra en vuestros ojos.







Un trasiego de sombras. Sinfonía.
Vuestras ropas tendidas en el alma
lo que os fue sustraído
en la aniquilación

como la identidad
en los símbolos dados.

Árboles secos. Cifras
de las estrellas en el corazón.








Por miedo por amor no detuvimos
la mano la mentira
y las rosas cayeron calcinadas.

Inconsolable
estar en el delirio
de las piedras flotantes en la luz

la memoria quemándonos
pero juntos así
de alguna forma
en pie

en el momento de la despedida.







I

Corral abandonado.
Tarde contra los muros derruídos.

La luz saja las sombras silenciosas
y es la piedra encendida
memoria que resiste y quema los espacios.



II


La perspectiva
el "mirar a través"
fue sueño símbolo
Ewige Wache vigilancia eterna
contra la vida.

En los lienzos desnudos en escorzo
la luz es elegía.



III


Ventana abierta rota la
persiana contra el
cielo.

Allí
el signo
negro contra azul.



IV


Cordero de la luz
en la casa del tiempo derruído.



V


Quien conoce la
hierba de la
ge
ni cojo ni
ciego ni
manco se
ve.


VI


Rectángulo de luz
sobre el muro de
una habitación
vacía.

Ekfrasis como mímesis
del secreto en el centro inaccesible.



VII


La luz se deposita en la quietud
de las ronchas del muro.

Supura el fundamento del mirar.

Es el dolor escrito
en la herida del mundo.




A Thais Ávila Valverde

Vimos el árbol
signo de puntuación
en la estrofa incendiada de los campos.

Vimos la tarde escrita
en compases de trigo
la amplitud del espacio -todo era cielo y llano-
el amarillo en llamaradas de equilibrio.

Vimos un fundamento
de soledad y olvido.



A Patricia Polo Pina


Su balido sonaba
como la luz tocando el bongo de las sombras
o el espacio en los muros maltratados
por la incuria del tiempo.

Vimos allí el cordero
como una concreción
de luz y mansedumbre.

Era un espacio abierto en otro tiempo.
Anónimo y sagrado
miraba el animal sin voz tus ojos.






Dem unbekannten Dichter


Viajo no entiendo lenguas leo
la lengua universal

donde estoy exiliado.





Anselm Kiefer, Heroische Sinnbilder


Caminas solitario por el campo.
Llegado a unos almendros
en flor haces un gesto:

levantas con firmeza el brazo al cielo
en un saludo nazi.


*


En la playa desierta
estás entusiasmado con el mar
y con ideas sobre el ser supremo.

Con firmeza exaltada
levantas decidido el brazo.


*


La música de Schumann
te viene a la cabeza
las Escenas de niños
De tierras y gentes lejanas.

Estás en un calvero entre montañas
muy lejos de la
civilización.

De una forma espontánea y decisiva
levantas con pasión tu brazo.


*


Qué tendrá el templo
que caminando solo
por largos corredores
naves y atrios
te sientes tan sensual.

Aquí no hay nadie y nada
puede impedir la realización
de tu deseo más hondo y sufrido:

Con furia afirmativa
levantas lenta e inexorablemente
tu brazo al cielo.


*


En medio de este páramo
donde no hay ni un alma
una palabra viene a tu cabeza
y su poder y su sonoridad
te dejan fascinado por completo.
Ocupación
esa palabra suena
entonces como un mantra en tu cabeza
Ocupación
Ocupación

y tierras ocupadas
te suena aún mejor.

En fin
que levantas tu brazo al cielo
y embargado por la emoción
gritas mis tierras ah
mis tierras ocupadas.





Anselm Kiefer, Laßt tausend Blumen blühen


Dejad oh sí dejad que mil flores florezcan
y que campos mil campos reverdezcan.

De quién es el otoño. De quién la primavera.
Quién es el creador del orden y la gracia.

Que florezcan entonces
mil flores
que florezcan.

Dónde miran los ojos
y respira la vida.
A quién va destinada tanta lluvia
y viento y sol y mar de cielo y fuerza.

Que reverdezcan pues mil campos
dejad que reverdezcan.






Las flores son los ojos
de los rostros sin nombre.

El campo es planto unánime clamor.
No llora quema canta inventa los espacios.







Las ramas negras contra el cielo azul

ardían escribían

tremaban
en el
sueño


radiaban un sentido.






Como anillos concéntricos
al lanzar una piedra al agua quieta

los signos se propagan desde el Signo
y forjan la unidad multiforme del todo.







Las sombras se retraen en las tinieblas
buscando en el desierto
el calor de una mano.


Es entonces la luz

el desierto que duele en la mirada.







Un árbol late
en el patio interior
sus ramas incendiadas
por el invierno.

Un árbol
como un signo
dador: las ramas blancas
desnudas el
vacío: corazón
que aguarda
para
ti.







Si el bosque fuera un árbol
qué gran árbol sería


puedes leer
en un libro de texto del colegio.


¿Totalidad
en un signo de paz? 
¿Dimensión verde?







Escuchaste la risa de una niña

sobre la superficie
encharcada del mundo.








Vimos la luz derrotada en el árbol
con las ramas abiertas a la tarde
sed de la luz que ardía
vimos allí respiración cumplida
en impulso a lo alto.
Destino de la noche las estrellas
conducían las voces al acorde
de las formas sombrías
y en la memoria intensa
abrazamos de tarde el árbol de la luz.






Ascenso de los árboles
al paisaje en la voz
de los bosques negados

Descenso de la claridad nocturna
hasta tocar las hojas

El zarandeo entonces
del viento
dándote un corazón.








Superficie del agua
suspendida la luz en las alturas

como cristales verdes
en los claros del bosque.

Al despertar
la soledad del lecho en casa ajena
la urgencia en la escritura inconfesable
de las cartas
a una desconocida

donde imaginas
casa más habitable
en lontananza.







La plegaria nocturna de los ojos.
La claridad ignota de la piel.

El deseo se forma en los contornos
como la sed
en el centro del vaso
de aguas sobrias sagradas bajo el sol.








Con un lápiz naranja
dibujas el desierto

pero los ríos hablan por tus manos
y en tu cara la lluvia
repite su concierto:

así parece natural un bosque

de ceniza naranja



Te sientas. Lees un libro. Pasas hojas.

Del blanco estático brota una llama.





Soledad son
enjambres luminosos
de abejas y lenguaje

la miel amarga superior la miel
negra Señor.







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