Sonia Tiranti pertenece a la joven generación de poetas de Paraguay de la generación de los ochenta.
QUE LOS PÁJAROS NO SE PIERDAN DETRÁS DEL MAR
I
Llueve. En el antes, en la memoria del tiempo, queda escondida. Ensucia los
pasos; sus pasos. Surce los labios del viento, para no escuchar. Se baña en barro.
Cubre su cuerpo de ojos extraños. Antes, en la memoria del tiempo, queda escondida. Llueve.
Cuelga las alas en un perchero.
En un rincón, se desprende lentamente el vestido.
Desnuda. Recuesta su cuerpo y su rostro sobre esos ojos, los que oyen.
El viento la eleva, la hace suya.
Desapareciéndola.
Sobre el cuerpo callado transcurren sin prisa los silencios blancos.
Sobre el rostro bañado, los sueños.
Derretidos de nostalgias, los párpados.
En el vientre, los dedos de plumas.
En el labio, prendido, Silencio observa.
recuerdo a menudo el acto sabroso de masticarme los labios, cuando el rumor del agua anunciaba la llegada de un cierto olor a ropa limpia. Ese deleite agazapado pronto a lastimarme
Era el sol que llegaba, me tapaba los ojos, el rostro, para no morir.
Me ahogaba tanta agua bendecida.
(mi padre, mirándome sereno).
Yo.
Animalito acorralado, no creía en el destino, hasta un día.
Un día todo cambió de signo, el sol inundó otros rostros, el agua traía espuma sucia.
Mi padre cambió de mirada.
Yo.
Miré de frente,
los espejos reflejaban mi propia imagen.
A pesar de los intentos, empecé a comer hojas de helechos, amargas, muchos más que los pétalos de jazmines
Pero estaba siempre, debajo de la piel áspera.
Cierro los ojos y te veo, caminando.
Veo como los animalitos que te habitan se escapan para no llorarme.
Siento la sed de los vientos cuando el recuerdo se aferra con desespero a mi piel, frío de los recuerdos andantes.
Si tus dedos andantes se aquietaran sobre los muros que ha creado mi soledad, su contacto produciría vértigos.
Las manos aferradas. Nostalgia. Ladran los perros agitados por la locura de la noche.
Los labios recuerdan que ha llegado el momento de escapar del sueño, sombras extrañas cabalgan sobre las olas, los pies se me vuelven alas si escucho el latir de tus ojos resbalando sobre el pelo lleno de jazmines.
Los labios ahora saben que ha llegado el momento de escapar del sueño (sombras extrañas cabalgan sobre las olas).
Los pies se me vuelven alas si escucho el latir de tus ojos resbalando sobre el pelo lleno de jazmines.
Mi madre los ha plantado sobre mi para que me salve del amor que vuelve a mí en los momentos en que las lunas (todas) se reúnen.
Las pequeñas lunas (todas) resbalan sobre mí. Sobre mis alas de harapos.
Dicen que recuerdas los momentos congelados en el sudor de los animales, pero yo que los he mirado de frente, a lo absoluto de los ojos, y que he respirado su aliento agrio, ya no me siento segura.
He intentado plantar margaritas, he intentado plantar jazmines, he intentado plantar alas, he intentado plantar coles,, pero sólo cuando planté jazmines logré arroparme, ahuyentando el frío que se había pegado a mis huesos.
Con los pies descalzos sobre el pasto frío bebo el rocío, como las flores que encuentro a mi paso, sobrevuelo
él se queda encerrado en un cofre, a la espera, acechando
Todo se mezcla, mi madre, los ojos de los animales, los jazmines, el frío. Yo escucho las voces.
Dicen que aún sientes el sabor de mi piel cuando de tanto en tanto comes aceitunas
pero yo que las saboreo en las comidas que prepara mi madre, ya no me siento segura (sólo en esos momentos)
Busco bajo las sábanas, Tristeza.
Aunque sacuda los recuerdos de mí, o tome un baño claro, espumoso
Mamá me acurruca entre sus brazos, me canta, me duerme.
Se aquieta, sólo entonces, mi alma.
II
Hoy ronda tu piel
acariciadora ronda, me anda.
Tristeza, mujer rondante, en mi cuerpo.
Tristeza trajo hoy, mantas, para cubrirme.
Tristeza, dame de comer plumas blancas.
Como plumas blancas
mastico plumas
me baño en plumas.
Se aleja entonces tu presencia
de los vapores del sueño.
III
Silencio, no cubras mis ojos.
Un pétalo cae.
Se aquieta, en sus manos.
IV
Caminé, sobre el barro.
Tanto tiempo,
que el viento
cansado ya de mi respiración,
decidió besarme.
V
No importa quien sea el dueño del sueño.
Solo sé que él
vino a buscarme.
Mordió mis talones.
Me obligo a caminar
desnuda, sobre el desierto.
(Sólo yo seguía oliendo flores).
VI
Madre vistió mi cuerpo de lágrimas,
suspiró,
se alejó.
Quedaron las mantas (sólo eso).
Nido de pétalos blancos.
Ella.
Me proteje del silencio.
Echada sobre mí.
Sobre mis ojos.
VII
Risas sueltas en el vacío.
Palomas en el aire.
Una palabra sola.
Acurrucada, Tristeza, quebró la sombra.
VIII
Esta mañana.
Desprendí el vestido que se aferraba a mí.
De golpe, con asombro,
vi,
cómo resbalaban las gotas del rocío de la madrugada sobre mi piel.
Lloré.
Hoy, decidí usar sus manos.
Para no perderme.
IX
Esta noche, todas las flores del jardín
desaparecieron.
Llueve.
Su nombre no tiene sentido en mi alma.
X
Madre teje eternamente pétalos.
Adorna mis cabellos.
Cubre mis senos con ellos.
Madre, con amorosa ternura, canta canciones.
(¿de donde saldrán las voces,
todas las voces, Silencio?)
XI
La sombra de la noche cubre los pasos del que fue su amante.
Un pétalo cae.
Se aquieta.
Bebe del agua del pétalo, la sombra de la noche.
Bebe del agua del pétalo, el amante.
Como si fueran mis ojos.
Encierra la risa.
Que los pájaros no se pierdan detrás del mar.
XII
Sueño se apodera de mí.
De mi cuerpo.
Siento las piernas llenas de avispas.
¿Has sentido el olor de una picadura de avispas?
Los párpados
hinchados de tanta visión.
de tanto roble blanco.
Un pájaro cae en mí, en mi mano.
Acurrucado en mí, en mi mano.
Lo miro.
Se muere.
Solo.
En mí.
Enmimano.
(De tanto masticar hojas secas, me emborraché.
Corrí sobre el agua esta tarde).
XIII
Tristeza,
corre descalza.
en Noche
descalza.
descalzos pies corren
Infinita Tristeza.
profunda
corre descalza.
XIV
Busqué tu piel.
(en el olor a tinta
detrás del tiempo
entre las hojas de los libros)
presintiendo tus pasos
a mí
llegando
cargado de olores
silencioso.
XV
Siento
alas suaves
rozar
mis dedos
cuando me apoyo en tus ojos.
Lejos.
XVI
(Tristeza sacude
lentamente mis cabellos)
Camino
lo -que-es-ahora
entre las manos.
la vida.pasa en mi piel
pasa desnuda
la sombra.
corre por favor
corre
XVII
De la boca de un hombre
brota una llama azul.
la llama se transforma en una mujercita desnuda
De sus manos brotan rosas
cuando trepa
a mis talones
que escapan
de la tierra
floja.
XVIII
En el nido de pétalos
abandoné mi sombra
mordiendo lentamente tu piel.
(con Ausencia
rondando
mis palabras)
XIX
Tibieza acurrucada,
ella,
que sentada me tejía mantas
de margaritas
(sólo eso)
para protegerme.
No se daba cuenta
que en su ausencia
dolería tanto el amor.
XX
Quiebro las sombras.
En tus labios
soy
desnuda.
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