martes, 25 de diciembre de 2012

ADRIANA SING [8955]





ADRIANA SING
Adriana Sing Hurtado. Mexicali, Baja California, México, invierno de 1967.  Con sangre china y mexicana en sus venas, desde niña se le pudo ver bailando frente a los espejos y más tarde cantando canciones al lavar los platos. Estudió Ciencias de la Comunicación en la Universidad Iberoamericana en Tijuana. Ha coordinado la Gaceta Universitaria de la Universidad Autónoma de Baja California. Fue la voz principal del grupo Los bluseros del norte. 
La poesía de Adriana Sing es otra forma de respirar y vivir para ella misma. Sus poemas son canciones en que se mezclan el dolor y la ternura, la melancolía y el ¡entusiasmo, el placer y la desdicha. Son otra manera de verse en el espejo, la suma de imágenes contradictorias que constituyen su periplo existencial, su peregrinaje cotidiano, el desgarramiento necesario para percibirse, sin maquillajes ni engaños, como una mejer que crece a través de las palabras.  En 1998 publicó Amores de arena.





DE LAMENTACIONES


I.

No soy Rut. Soy extranjera de mí.
Cuánta mudez habita este rostro indigente.
El paraíso se ha perdido a la mitad del sueño.
He aquí la siniestra pulcritud del cobarde.
Canto. Agonizo en la memoria. Maldigo.
Un vals que nunca bailé rechina en mi falda.
El vuelo naftalina tala la redondez de mis pasos.
He olvidado mi nombre por lamer mis heridas.
Mi sexo rancio anuncia oquedades prematuras.
Salitre en las venas. Un enjambre de moscas mi cabeza.
No soy Rut. Soy pagana de ti.

Este es el canto de las lamentaciones:
Canto. Esparzo mi lamento. Aúllo






A los 21…

A los 21 se es joven todavía; el futuro
debe prometer tanto como un candidato priista
y no hay razón para tener preocupaciones, o ideas.
A los 21 no se puede hablar de crisis existenciales
o conflictos de identidad, se tienen que esconder
los desencantos y el desamor, los amantes
y las píldoras anticonceptivas.
A los 21 se disimulan las caricias y los abortos
y las soledades de algunos encuentros a deshoras.
A los 21 no se debe cuestionar nada,
ni la inútil espera de la vida.








I

Abrir el cerrojo,
Levantar la tapa
Y desde acá arriba
Mirar la gracia de la bailarina
Que danza con el filo de un blusecito,
De un rítmico y caótico blusecito joplinense.






II

Ayer no quise cantarte
porque no encontré una canción
que dijera tanto como el silencio.






III

No dejes que tu ausencia corte mis alas,
cuando te abrazo en el viento.






IV

Salí a caminar
y aspiré el olor a tierra mojada.
Salí a caminar, -para olvidarte-,
y recordé que tú también
te llamas lluvia.





V

Me gusta cantar,
beberme mis soledades a traguitos húmedos.
Me gusta cantar,
fumarme las ausencias en bocanadas de tabaco.
Me gusta cantar, de tarde en tarde,
cuando todos piensan que el tiempo no perdona.






Esta mañana…

Esta mañana no soy la mima,
pero aún no tengo tantos años
como para morir de amor.






La gente de la noche…

La gente de la noche se transforma con el sol
en ojeras de ciudad enmohecida, -casi-,
casi no se escuchan tras el ruido cotidiano,
tras el llanto del caos/ciudad/caos.
¿Puedes sentirme?
Gente de la noche, suave, lenta,
escondida en un abrazo tibio.
(ellos no mueren solos).
El alma se mece en las esquinas
y el viento cambia la voz por lluvia,
dormimos respirando la noche
como si nos perteneciera el frío
y las calles, o la vida y la muerte.
Refugio-ciudad de la gente del olvido
habitantes invisibles que pasean
pateando botes y abriendo paraguas.
¿Puedes sentirme?
Gente de la noche, suave, lenta,
escondida en un abrazo tibio.
(ellos no mueren solos).







Espejo fragmentado…

Espejo fragmentado por escenas
de vidas femeninas;
mujer de azul lipstic en mano,
mujeres subiéndose el vestido,
peinándose las cejas,
sonriéndole a su imagen,
Adriana mirándose a los ojos.
Adriana parada entre las otras
mujeres-iguales-extrañas-solidarias.
Adriana preparando una sonrisa
para aplastar el recuerdo que ahoga.
Adriana mujer–semilla fruto,
manzana roja de corazón grande.
Al cerrar la puerta, parece feliz.








En Mexicali

Hay una torre dentro de la mirada azul
López Mateos es una larga avenida
a estas horas un carro o dos
pero ningún transeúnte
Y también un caballo daba vuelta a la torre
la carpeta de asfalto es nueva y pegajosa
ningún perro la cruza
además hace frío
El ojo está cerrado pero vé mucho más
en medio de la calle hay una vía de tren
los durmientes no sueñan
y los rieles son dos.





El reloj ha marcado la media

El reloj ha marcado la media
los segundos y las horas
caminan a la mar
me observas
tu dolor se apodera de mi cuerpo

dejo la llave de la regadera
abierta
el agua se escurre
por todas partes

yo también estoy mojada
por dentro
por fuera






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