Angelo Scandurra
Angelo Scandurra (Aci Sant’Antonio, 1948) vive en Valverde di Catania (Sicilia). Es uno de los más significativos poetas italianos contemporáneos, así como fundador y director de Il Girasole Edizioni y autor de textos teatrales y narrativos.
El hondón de los espejos y otros poemas, antología de la poesía de Angelo Scandurra [de la que MediterráneoSur ofrece aquí una muestra de seis poemas], sigue el rastro de una palabra enjuta, un espacio despojado: la aguda conciencia de la opacidad, de la imposible transparencia del lenguaje.
En esta antología se recogen y traducen muestras de cada uno de los poemarios que el propio Angelo Scandurra considera fruto de una escritura que ha superado incipientes fases preparatorias de la matriz futura. No se incluye por tanto verso alguno de sus cuatro primeros libros (Destellos, 1971; Almendras amargas, 1973; 6 Fragmentos, 1973; Chillido de gaviotas, 1975), custodiados en el limbo de las tentativas primerizas. Los poemas seleccionados pertenecen a Propuesta para enmarcar el vacío (Caltanissetta, Sciascia, 1979), Extramuros (ivi, 1983), La imposible frontera (Lecce, Manni, 1989), Trigonometría de arañas (Milán, Scheiwiller, 1993), Criterios de fuga (Florencia, Passigli, 1998), El blanco y el silencio (ivi, 2003).
Con la sola excepción del primero de los textos, que abre a modo de epígrafe el último de los libros, el orden del resto respeta el cronológico de los poemarios y el de su disposición en ellos. El resultado, en el que cada poema deviene fragmento, etapa del recorrido por la obra, obedece necesariamente al deambular del antólogo, a la inevitable proyección de sus afinidades.
Partimos, pues, de un título que esconde una clave casi: una propuesta de marco; un marco, parecerá obvio, de palabras. El adentro, en la propuesta del poeta, es un vacío, hueco o intersticio que sólo puede ser cercado, recintado, enmarcado de palabras: el vacío convoca, emplaza, requiere a la palabra. Aquí, en esta desposesión, en este espacio despojado se juega, creo, toda la poesía de Scandurra.
Una poesía que afirma conocer “largas hipótesis / sobre el silencio”, más cercana de la contención que del desborde: pero no diga que impide el movimiento de las aguas, sino esclusa para que de ellas se decanten ciertos fluidos. La cuestión que me interesa: ¿cuál es el objeto, la materia, que esta poesía somete a procesos de decantación? ¿La sensación, sensible y sentimental: la percepción? ¿O la contemplación: no de la cosa percibida sino de la percepción misma? La poesía así entendida se resuelve en autoindagación.
Marisa Bulgheroni, prologando Criterios de fuga, ha cifrado la urgencia de la voz de Scandurra en su voluntad de “hacer poesía antes que la palabra se extinga”, y su “dicción paradójica”, su “musicalidad disonante” en la colisión “entre imágenes portadoras de sentido, y de historia, y secuencias conceptuales que irradian la insensata obstinación de una lógica imposible”. Tal es en efecto el timbre original de esta poesía, la fuente en la que se origina y bebe esta dicción irremisiblemente abstracta, enjuta, amasada de elementos que se repelen, de manchada materia terrosa y gélidos estiletes analíticos.
Música disonante: Mario Luzi, que acogió en una de las colecciones que dirigiera los dos últimos libros de Angelo Scandurra, se refirió alguna vez a ciertos ejercicios de escritura poética en los límites de lo comunicable como a partituras: las de la experiencia de la poesía entre el sonido y el sentido, frente a tanto estribillo amable, a tanta cantable melodía.
Antología (1979-2003)
El hondón de los espejos y otros poemas
Miguel Ángel Cuevas (Edición, traducción e introducción)
[Excepto de la introducción Escribir el hueco de Miguel Ángel Cuevas]
Empalizada
La revuelta de la mente
ha segado cruces hincadas en la carne.
El caballo blanco
ha saltado la empalizada.
En la torre derruida
la bruja ha vomitado el filtro mágico.
La carrera del pensamiento
es llanura en línea recta
de perdición y olvido.
Estruendo
Hemos quebrado el viento
con gritos de milenios;
no hemos agachado la frente
siquiera a la muñeca coronada.
Pero desde toda posición partía
una orden, una proclama.
Permanece el juego del estruendo.
Y la sonrisa estirada hasta sangre.
Presagio
Instante, descubierto irrepetible,
muñecas y caballeros torturados;
viento lastrado de rocío.
Dame firmeza de estaciones,
estatuas abatidas en la plaza.
En el sombrero boca arriba
han echado bombas;
el perro cegado.
Ahora está solo el mendigo.
Han huido mujeres de la aldea
para hacerse amantes del diablo;
nuevas santificantes aureolas.
Dadme hachas de verdugo
para degollar corderos salvíficos;
han escapado las aves del presagio.
Ahora que la esperanza es conocimiento
portamos marcas de mortificación.
Voluntad de vivir
Bastardos de raza
soñamos el desierto
para ser pasto de los buitres.
Se olvidaron
de poner en nosotros
el deseo de vivir…
se olvidaron de ello.
Injertos
Sierpes del apocalipsis
lengüeteamos
en torno al árbol del pecado.
Fiar a los curanderos
la suerte del convite
nos devuelve al tema originario.
El mecenas echa los dados
por el fin del artista
o los cuernos del diablo.
Somos injertos de tiempo en el tiempo.
La palabra
No hay espacio sino para una apostilla,
el decoro de un probable
resultado de contrabando.
Después la palabra se retuerce
cual serpiente ensartada en una caña.
Steccato
La rivolta della mente
ha mietuto croci conficcate nella carne.
Il cavallo bianco
ha scavalcato lo steccato.
Nella torre diroccata
la strega ha vomitato il filtro magico.
La corsa del pensiero
è pianura in linea retta
di oblìo e di perdizione.
Rimbombo
Abbiamo spaccato il vento
con grida di millenni;
non abbiamo inchinato la fronte
nemmeno alla bambola incoronata.
Eppure da ogni postazione
è partito un ordine, un proclama.
Rimane il giuoco dei rimbombi.
E il sorriso allungato fino a sangue.
Presagio
Attimo, disavanzo irripetibile,
bambole e cavalieri torturati;
vento appesantito di rugiade.
Dammi fermezza di stagioni,
statue abbattute nella piazza.
Nel cappello rivoltato
hanno buttato bombe;
il cane è accecato.
Ora il mendicante è solo.
Donne sono fuggite dal villaggio
per essere amanti del diavolo;
nuove aureole di santificazione.
Datemi accette di boia
per sgozzare agnelli di salvazione;
sono scappati gli uccelli del presagio.
Ora che la speranza è conoscenza
portiamo marchi di mortificazione.
Voglia de vivere
Bastardi di razza
sogniamo il deserto
per sfamare avvoltoi.
Hanno scordato
di metterci dentro
la voglia di vivere…
questo hanno scordato.
Innesti
Serpi dell’apocalisse
slinguiamo
attorno all’albero del peccato.
Affidare a guaritori
la sorte del convivio
riduce al tema originario.
Il mecenate gioca ai dadi
la fine dell’artista
e le corna del diavolo.
Siamo innesti di tempo nel tempo.
La parola
Non c’è che lo spazio di una postilla,
il decoro di un probabile
risultato da contrabbandare.
Poi la parola si torce
come serpe inchiodata dalla canna.
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