miércoles, 18 de mayo de 2016

CARLOS LOREIRO [18.731]


CARLOS LOREIRO

Nació en Castellón en 1987, es licenciado en Filología Hispánica y ha realizado estudios de doctorado en la Universidad de Valencia.

Algunos de su poemas y otros textos han sido publicados en los volúmenes colectivos "La Pasión según San Ateo" (Acotaciones en la caja negra, 2012), "Inflexiones" (Publicacions de la Universitat de València, 2012), "Chénere" (Premio Félix Francisco Casanova del Servicio de Publicaciones del Cabildo Insular de La Palma, 2013), y "Calle de las Impertinencias" (Germania, 2013).

Premio Nacional de Literatura en la modalidad de Poesía Joven "Miguel Hernández" por "Los poemas de Marcelo Aguafuerte: crónicas para El buey Apis". El libro "Los poemas de Marcelo Aguafuerte: crónicas para El buey Apis" también ha obtenido el Premio de Poesía Joven Monteleón en el 2013.



Guillaume y Chéron repartiéndose el mercado 
del arte a mis espaldas

De niño habría querido montar a caballo aunque también
me conformaba con curar mi asma y conservar las piernas
con los zapatos y sus calcetines si no era pedir demasiado

Por el escorzo de su culo al inclinarse y la concavidad de su tronco
Por sus ojos grandes algo ausentes y su adicción a la cocaína
Beatriz se me antojaba un potro encabritado
De la manera en que esos cadáveres devueltos días después

de los fondos fluviales
donde la carne es como un flotador de playa alrededor del hueso
mi piel cedía igual de mansa al efecto de sus uñas
La cosa es que empezaba a enamorarme y sin embargo
los mordiscos de la espalda iban a ser el único recuerdo de ella
que perduraría. Unas heridas que obligan a dormir de pie
aunque es siempre mejor que acostarse solo cada noche

Ahora me tiene encerrado en un cuartucho trabajando
bajo los designios de marchantes que también me despellejan
La ventana que parecía suficiente se vuelve de golpe opaca
Latas de conserva compartidas con modelos tímidas, seis botellas
de grapa… Esos son mis honorarios
Todo a cambio de bocetos a la luz de las velas cuya fragilidad
se esfumará con el sol como los tres grillos de Bateau Lavoir

Existe un intervalo durante el atardecer en que las moscas
se dejan atrapar
La ociosidad ha dejado mis cualidades intactas. Una de ellas
es la inacción, otra, la indiferencia ante la vida

Y pese a todo trabajo mientras estallan los obuses y sus racimos
hacen polvo la ciudad sobre nuestras cabezas
¿Cuánto aguantarán estos pulmones acabados?

Por mí puede irse todo a hacer puñetas.



Dos figuras en una cama, con testigos

Mi estudio en un atardecer de primavera
después de una velada en el Colony Room
Un intento por reemplazar a todos los que quise
Copas de champán sobre las fotos del pobre Georgie
algunas tomadas en la Marlborough de Nueva York
y botes de pintura secándose como lagartos bajo
la radioactividad de la luna. Su luz en la naturaleza muerta
de unos huesos de pollo frito
supone una visión enternecedora. Ese satélite bastante estúpido
parece apurar los restos de mi cena. Qué imprevisible es
en ocasiones la belleza

He apartado muchas veces la carne buscando
un corazón aún crudo. Pienso en nuestras manos girando juntas
la llave del hogar, las mías enseguida abriendo sus nalgas
y eso creciendo como un caracol tranquilo

Eran los primeros estertores del amor
Pero la nostalgia perjudica mi badajo
La sangre no quiere posarse más en esta flor decrépita
Ocupados en sus funciones primarias
mis órganos trabajan sobre cosas inútiles
relacionadas con la necesidad de estar vivo porque sí

No es demasiado tarde. Los camiones de la basura desfilan por las calles
desiertas como una legión de soldados en retirada
derrotados y tullidos
¿Se sentirán la flora intestinal de una ciudad siempre estreñida?
Izquierda, derecha, izquierda

El ruido de mi cuerpo sobreviviendo
me despierta durante la madrugada.



31.01.2015

Yo no lo quiero, amada.
Para que nada nos amarre
que no nos una nada.

Pablo Neruda

La Puerta del Sol en streaming a 4.000 km
¿Una esperanza lejana, tal vez?
Y nos decimos las últimas palabras,
tristísimas. Después, la sensación
de un largo coma, la ausencia de deseo
La claridad que ya se intuye ahí fuera

Soy capaz de adivinar la próxima jornada
A las 4 de la tarde la noche será perfecta y pura

Nada aprenderé de esta ciudad
Prefiero la agonía plácida del cuarto
donde todo permanece quieto bajo una bombilla
Las cosas empeñadas en no ser
ofrecen cierta calma y sin embargo
la paz dura muy poco

Y esa manía de estar vivo

Unos cuantos videoclips más tarde
el cuerpo experimenta algunos signos de actividad
que terminan en una servilleta

Entonces la realidad toma otra vez las riendas
Echo un vistazo a mi alrededor
Pieles de naranja fermentando en una bolsa
Ondulaciones descritas en la superficie
de las botellas. Los ácaros que avanzan
Esto que parece que soy yo,
gimoteando en la cama, lamentable

Hace horas que no meo, que no hablo
Al cruzarme en el pasillo con los compañeros
la voz sale incomprensible
Apenas un ligero carraspeo

Albergo la esperanza de volver un día

Te voy queriendo un poco, mientras tanto.



Mariinsky

y el grito de los cisnes en el lago
les anunciaba el paso de la muerte,
la enfermedad y el Arte y el deseo

Antonio Colinas

Un aire lúdico estropea el conjunto de la sala
Las butacas gruñen bajo sus jinetes
que posan de espaldas a la orquesta
rodeados del destello de los móviles,
enseñando, como animales rabiosos,
los dientes. Yo he olvidado mi ballesta

Hacia el final de la tarde, con el toque de queda,
mucho antes de las salas vip y los clubs de golf,
el séquito real se adentraba en los teatros
(herencia de sus abuelas decimonónicas)
amoldando el hábito de las partidas de caza
Escondían su carne flácida bajo las lentejuelas

Tras el telón, el mundo permanece inalterable,
como envasado al vacío. Extiendo la mano
y los tapices tiemblan con una leve distorsión
Soy Sigfrido y soy Rothbart
Dos alas enfrentadas en un mismo tronco
Estoy dentro de una nevera sin tirador

Mientras me resquebrajo en un estado de doble conciencia
los cisnes en el lago entonan una canción triste
que escribí para Odette. He recibido el beso delator
Sorprendentemente, el agua estaba tibia

Al fin podemos entablar un diálogo de tregua
pero hemos decidido gemir de dolor
Es lo que hacen los moribundos cuando agonizan

Flota una claridad eléctrica en la bóveda, un ambiente
de derrota. Los soldados posan su tambor, se sientan
a descansar el hombro. La música ha cesado

Alguien de los dos ha dado ya la última nota.



Como creo que debe de sentirse 
un ser humano

El glaucoma de mi padre y las borracheras del arrendador
La depreciación del rublo y las políticas neoliberales
La absoluta apatía o los nervios crispados

Me cargo de rencor durante la semana y de repente
una sonrisa inesperada, una mirada afectiva
acaban por frustrar mis planes de destrucción

Envidio a esos depredadores emocionales
carentes de remordimientos, expertos en seducción
Sin conocer del amor más que su entramado
conmueven y destrozan con idéntico talento

He ido al centro comercial a encontrar a mis iguales
Entre gritos y codazos me he sentido un ser humano
esperando el turno en medio del tumulto y las rebajas
Estaba tan contento arrastrando mi carrito

Qué bien metabolizan las señoras el estrés, debatiéndose
en el pasillo de las bragas, propinando insultos

En la cola, unas chicas me han quitado el sitio
Eran tres. Tenían una sonrisa encantadora

Si hubieran advertido mi presencia
me habría lanzado a sus pies.




LA VIEJA HISTORIA DE LA CAMPANA DE PAVLOV
Mi padre era un forofo de los manantiales
Durante los viajes en coche por los puertos de montaña
solíamos, sedientos, parar en cada fuente
y él hacía una pila con las palmas de las manos
para darme de beber
Recuerdo el olor a tabaco de sus manos
No había en todo el monte un olor mejor

Dicen que los detalles que perduran
en la memoria de la infancia
configuran el porvenir

Reflexiono sobre esto mientras aplasto la colilla
contra el poste metálico del buzón
frente al hospital donde mi padre se muere lentamente
sin fuerza para dar una cifra al espirómetro

Pensar que esta mañana dio conmigo su última calada
a escondidas de mi madre y de las enfermeras
El primer momento íntimo tras años de distancia

Esta noche nos hemos quedado a solas
como en los viejos tiempos
Bueno, el viejo y yo no estamos ya
en el top10 precisamente

Sin embargo he pensado en la posibilidad
de montarlo en el coche y salir pitando de aquí
Las montañas no quedan tan lejos
Si te concentras puedes encontrar, proyectando
puntos de fuga en el horizonte a través de la ventana
un árbol levantado todavía

Pero es demasiado tarde

Cogiendo su mano hace un instante
he comprendido
que estoy a solas en la habitación

Enseguida, como instintivamente
he acercado su mano a mi cara
y aunque suene un poco cursi
su olor y el tacto frío me han devuelto
la sed de aquellos años tan felices.



ESTÁN BOMBARDEANDO EUROPA y sé que estás ahí
en alguna parte, bajo toneladas de escombros

Unos chicos prenden fuego a un perro callejero
y yo compro chicles en una tienda de comestibles
repleta de gente del Cáucaso
La vida transcurre con una normalidad insultante

Pero me llegan las noticias de tu pérdida igual que una lluvia ácida
Levanto un bloque de hormigón, estúpido acto simbólico
Tú ya no estás más que en el recuerdo
Te desenvolvías tan bien entre la sociedad occidental

Voy a vegetar en Rusia pensando en nosotros
Hubo un día en que éramos razonablemente felices
Dos seres humanos reales, capaces del amor
Nuestros órganos se desperezaban, estaban llenos de sangre
Los sentidos reaccionaban ante estímulos complejos

Ahora tan solo interviene un puñado de músculos
El cuerpo apenas transpira bajo la sábana
Aumenta levemente el ritmo cardíaco. Es todo
Un acto de fe, absurdo y funcional

En mitad de la noche, bajo esta atmósfera de irrealidad

cubro con la mortaja los restos de una masacre




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