Gabriela Milone
Gabriela Milone (San Luis, Argentina, 1979).
Doctora en Letras por la Universidad Nacional de Córdoba. Actualmente se desempeña como docente en la mencionada universidad y como becaria posdoctoral de Conicet. Es autora de Héctor Viel Termpeley. El cuerpo en la experiencia de Dios (ensayo, Ferreyra Editor, Cba, 2003) y de Las hijas de la higuera (poesía, Alción, Cba, 2007) y Luz de labio (2015).
Es co-autora deGeorges Bataille. Inhumanidad, erotismo y suerte (Alción, Cba, 2008) y de La escritura y lo sagrado. Bataille, Derrida, Marion, Blanchot, Foucault (Alción, Cba, 2009). Es compiladora de La obstinación de la escritura (ensayos, Postales Japonesas, Cba, 2013). Algunos de sus textos poéticos han sido incluidos en las siguientes antologías: Si Hamlet duda le daremos muerte. Antología de poesía salvaje (Los detectives salvajes, Bs. As. 2010); Última poesía argentina (Ediciones en Danza, Bs. As, 2008). Poetas Argentinas 1961-1980 (Ediciones del Dock, Bs. As, 2008) y Hotel Quequén. Antología poética (Editorial Sigamos Enamoradas, Bs. As., 2006).
Tiranía del placer
o cuerpo negado
Halaga a tu hijo, y te dejará aturdido; juega con él y te dará tristeza Eclesiástico 30, 9
¿Sabías, papá, de tu blancura que se adensaba
en un vientre destinando el dolor?
Tiemblan las manos si escribo
de la parte que también me dio,
blanco invitado a formarme,
noción del éxtasis saliendo
en el instante de la muerte más pequeña.
¿Pensaste, papá, en el vientre abultado
cuando poseías tu propio placer?
La niña abraza al hombre que elige
ignorando el dolor que desprenden
esas manos grandes,
tatuajes de la extranjería
en un cuerpo de mujer negado.
¿Qué es un padre, papá,
el invitado a la fiesta de los posibles?
Mieles de cabellos acariciados.
Cosquillas en las siestas de los veranos.
Instantáneas que fijan la nena pensante
formulando preguntas.
¿Conocés el sabor de mi sangre, papá,
si no supiste del dolor en el vientre que se alivia?
Porque la simiente es estampa de la negación
de la fertilidad de un cuerpo,
querrá a su niña besándole los labios de hombre sabio,
jugándole a sus pies de gigante limpio,
enjugándole la cabeza de dios fornido,
diluyéndose en su boca de palabras como torres.
¿Posarías tu boca en mi piel, papá,
sin miedo a lo que se dice?
Mis labios sólo tienen viento
aprendido de la boca de un padre
que creyó en su bastimento.
El cuerpo progenitor es la tormenta
que arrasa con la delicia de lo que se afirma.
¿Qué sentís en las entrañas, papá,
cuando la nena niega las suyas?
¿La leche será ajena, papá, higo maldito,
hijo de la flor encerrada, inflorescencia de los siglos?
¿No soy tu nena, papá, hoy que me endilgás
el cuerpo de mujer que me negaste?
Yo haré en mis palabras / fuego en tu boca
Jeremías 4, 14b
La herida y la culpa
Por el beso culpable de una santa,
aceptaría yo la peste como una bendición.
Emile Cioran
Yo miro la nuca que lo contiene
y contemplo la nube que le cubre
la cabeza, pero que todos ven
como una ausencia yéndose en la idea.
Es padre de los días, de sus nombres
como miel y de otros deseos que
le dictarán la pena como castigo
o la excusa sostenida de horas.
Y escribo esto pensando en el oro
rojo al que vuelve, en el mismo instante
que se cae solo el mundo cada vez
y mis párpados se queman negando.
La herida será de las palabras
que simulan ser el mundo, me digo.
Es mi fe que no dice que sí, que
hace de mí una nena que quiere
volver a jugar como cuando entonces
las piernas no se cruzaban para nadie.
Insisto, me desnudo las piernas
y las cruzo para mí, las enrosco
como reflejo del gusto en el juego
de las palabras haciendo cada vez
la pena que las dice.
Y así persevero en la herida
porque nadie más supo lo que fue
vivir en la palabra, detenida en los vestigios.
(Cuídate, amor, de lo que no se dice.
Cuídate, amor, de la sal que dice fantasmas)
Como si el rescate me fuera concedido,
he salido a mirar lo que se encarna
y he encontrado la vida dichosa.
Suspendida en los dones que no vendrán,
he pensado en las formas de un vientre
y he caído en el círculo que es mi cuerpo.
Como si la fuga fuese posible
he sonreído en la culpa
y he callado la herida.
Del volumen de las cosas o la fluctuación del alma
¿Qué, hijo de mis entrañas?
Proverbios 31, 2
¿Mamá, me extrañás?
Sin palabras ajenas, insistir,
la nena no puede limpiarse la boca
con el silencio que la captura.
La cajita de cristal fue tu vientre, mamá.
Hoy duele la lengua
infante a destiempo,
y lo que queda es el mundo,
santuario de todas las quiebras,
infierno de cada latido
y de la sangre
en el sabor de una fe.
¿Te acordás del dolor
que tuve que hacerte, mamá?
¿Tu alivio y mi destino
haciendo llanto en cada parte,
y el desprendimiento de los cuerpos
perdiendo para siempre
los lazos que los vuelva?
Ahora, suspendida
en el país de los vientres,
como quien no conoce el idioma
-ya no de las palabras, sino el de las formas-
y colmada en exceso por los dones,
tan sólo reclamo el alivio
del círculo irrecuperable de este cuerpo,
porque mana innecesariamente
el agua blanca de mi pecho
y otra vez me pregunto
si podré ser la madre de algo más
que no sea mi propia pena.
¿Hay una hendidura en tu seno, mamá,
ahora que jugamos a imitarnos,
ahora que este cuerpo se abre al mundo
con el exacto volumen de los latidos?
ESCRIBIR NO IMPORTA
de Gabriela Milone
En resonancia con “Libro de cenizas”de Mauro Césari
hay que escribir solamente
en la incertidumbre y la necesidad
Maurice Blanchot
venir / a vencer el cuerpo / sin más / escribir no importa /
en el desconcierto de la lengua / que acaso / sólo sepa
/ de algún sabor que gusta / o no / escribir no importa / el
deseo incalmable / llama / desde la desgracia / de su
nombre / y no traza / más que la inesperada / o la
pequeña / catástrofe / del cuerpo en desamor
cuerpo / no se despierta / siquiera con la escritura de su /
nombre / apenas / nadie / dice su / nombre / vigilia de
los que duermen / en los cuerpos de los otros / o acaso /
en el deseo de los que no desean / indeseable cuerpo /
vencido / por el deseo de lo ausente / quién jugaría / a
despertar un cuerpo muerto / o apenas / un círculo / un
juego / indeseable / indeseado / quién habla del deseo /
cuerpo de nadie / desconcierto de lo que ya no vuelve / o
acaso / o apenas / una letra mal anudada a la piel / cuerpo
de nadie / nadie juega
mis labios sobre tu mano / no mi lengua sobre tu piel
/ fragmento del arte del deseo / boca perdida / en la súplica
por su quién / por su dónde pongo lo incesante / cuando
no hay quién / ni dónde / ni súplica
bésame con los besos de tu boca / promesa de las mujeres de
Jerusalén / gacelas saltando montes / olivos tumescentes /
almendros hinchados de sol / promesas más oscuras /
que el cielo / que prometen sus cuerpos / almendra y
mirra / vientres como pequeños / montes / que salta /
gacela / olivo y miel / un hermano desea a su hermana / y
buscan / el beso / que quisieran / no saber dar
desmayo / en la cima / de la palabra / que / no nombra
el deseo / lo pierde / en hijos del pensamiento /
abandonados / por un talento que vuelve / a su tormenta /
la pasión que dona / los días / y quizá / dormir en la piel
que fascina / y soñar / que algo se despierta
solo para mí florezco yo, desierta / solo desierta florezco para
nadie / el juego dolido de ser otro / la risa cambiada / la
mirada vacía / el cuerpo muerto / que nadie despertaría /
así/ surge/ la desnudez/ en un temblor / blanco
muriendo porque no muero / buscar refugio en la pasión
inconclusa / de la santa dormida / en su imposible /
rasgada en su vientre / hecho a la medida / del hombre
que es / su dios / clavado / en el abandono / debemos
irnos del deseo que pudo ser / fugarse merodeando el
madero ardiente / cruz / para la suerte improbable / ésa
que no sabe de su deseo /no más / que en el paladar / que
desgarra / las heridas
“Naciendo en tu oscuridad”. Las Hijas de la Higuera de Gabriela Milone. Resumen de clase.
Por Adriana Lestido.
Durante la clase sobre cuerpo y nacimiento hemos analizado el libro de poesía Las hijas de la higuera (Milone, 2007). Nos hemos detenido sobre su temática, quién es el sujeto lírico y la manera en que el cuerpo se hace presente en el texto. Además, discutimos la función de los paréntesis utilizados en muchos de los poemas. Ideas de Luce Irigaray, Hèléne Cixous y Julia Kristeva que parecieran haber inspirado pasajes de Las hijas de la higuera, han sido consideradas. Finalmente, retomamos dos observaciones de Giorgio Agamben con respecto al ser humano y vimos cómo pueden redimensionar la lectura de los poemas de Milone.
¿Cual es la temática del libro? ¿Podemos decir que es un libro sobre “nacimiento”? “Milone construye un libro de marcado carácter femenino donde se reflexiona sobre la función del cuerpo de la mujer a través de la figura de la madre. (…) presenta tanto la identidad particular que sólo la mujer posee al desarrollarse como madre como lo que pasa con esta condición cuando le ha sido negado ser fértil (…)”, resume Ruth Chávez Verdezoto en su reseña.
El nacimiento es visto en un sentido amplio, si la madre pare a la hija y la higuera da frutos, la hija crea palabras:
“Si no me besaste los labios (…)/
no sabrás del sabor/
de mis palabras como hijos yermos/
en los siglos del nunca de los higos de nadie” (p. 12).
La higuera del título se explica con dos epígrafes que inician el primer poema (p. 9, Mateo 21,19 y Marcos 11,12) que se refieren al episodio en que Jesús maldice a una higuera que no da frutos y que luego se secará. La higuera simboliza, en este primer poema, el cuerpo de la madre. La palabra “hijas”, en plural, en el título, es llamativa, teniendo en cuenta que en el transcurso del libro sólo hay una hija. Esto podría ser una forma de universalizar. Las citas bíblicas en muchos de los poemas confirman esta hipótesis del intento de hacer de este libro un texto que trascienda el individuo que habla en él. La aliteración de las palabras hij-a/ hig-uera une aún más a la madre, la higuera y la hija.
Es notable la presencia de distintas voces. Al principio, el sujeto lírico es la hija que se dirige a su madre (p. 9): “Sabías mamá de la cruz que me dibujaba/ entre la frente y el pecho por el miedo y lo que despuntaba?”. Pero más adelante escucharemos la voz de la madre respondiéndole a la hija (p. 21), la hija dirigiéndose a su padre (p. 23) y el padre hablándole a su hija (p. 35, 45). Algunos poemas (p. 27, 31 y 41) están en tercera o en segunda persona y se dirigen a “la nena” aunque no está claro quién ha tomado la palabra. Puede ser la misma hija que se habla a sí misma.
A veces habla solamente la hija (arias), o encontramos dos voces (dúos de la hija y la madre), o se agrega el padre (tríos). El epígrafe de Karl Jaspers y las citas bíblicas son también voces, aunque en letra más pequeña y, por lo tanto, menos importantes. El padre recita o canta en italiano “en su lengua de madre” por lo que resuena la abuela (p. 45). La traducción del italiano en la misma página no es literal, si no más bien interpretativa, el traductor toma la palabra. Lo dicho entre paréntesis agrega más comentarios a este “sistema coral”, como lo ha denominado Silvio Mattoni. Nelly Richard dice, con respecto a la nueva narrativa escrita por mujeres en Latinoamérica: “Leer no sería entonces reconocer un sentido ya cifrado en la obra y transmitido por ella como resultado sino la actividad de recrear postulados de lectura a través de una red de enunciados ambiguos y plurales que descentra toda imagen de autoría/autoridad” (Richard,1996, p.743, el subrayado es mío). La forma en que la hija va cediendo la palabra a sus padres y la resonancia de diversos discursos en los poemas, se corresponde con la posición crítica que postula Richard, basándose en Kristeva, en la que lo femenino no es algo formado de antemano sino un diálogo interdiálectico.
El cuerpo y la palabra están entrelazados a lo largo del libro, como se entrelazan las distintas voces. La palabra se hace cuerpo y el cuerpo se hace palabra.
“La cruz sobre el vientre o en la corteza,/
en el sudor de la nena quieta/
en la labor del salmo de todas las dudas,/
en el mareo del rezo de todos los ardores” (p. 10).
“Vientre”, “sudor”, “labor”, “mareo” son vocablos que refieren al cuerpo y se entremezclan con “cruz”, “salmo”, “rezo”, la palabra o lo divino.
Los paréntesis, curvados como un vientre, contienen al cuerpo en el poema “I. ¿Por qué me sacaste del seno materno? Job 10, 18” (p. 17). Esta iconicidad se constata también en “II. Reclamaré su sangre de tu mano. Ezequiel 3,18” (p. 19, 20), siendo las palabras entre paréntesis (“plétora”, “la certeza”, “el legado”, “trasiego”, “el clamor”) conceptos líquidos, que cambian de recipiente cuando al nacer la hija ya no estará más contenida por su madre, si no por su propio cuerpo, “el cuerpo nuevo”. Además, las palabras entre paréntesis funcionan como comentarios, acotaciones del tipo libreto de teatro e, incluso, uniendo poemas en forma gráfica, efecto subrayado por la aliteración de las palabras. [Me refiero a “(despertar cayendo)” y “(desesperar dudando)”, p. 37 y 39.]
La presencia del cuerpo de la madre en los poemas nos invitan a relacionarlos con Irigaray y Cixous. Irigaray priorizará el contacto sensorial con la madre, en la búsqueda de una lengua primigenia, anterior al Logos masculino (Richard, p. 740). El contacto entre madre e hija, mujer y mujer, es líquido y se opone a la rigidez falocrática. Esta fluidez está presente en Milone:
“Tu cuerpo es mi cuerpo de hija afirmada,/
de sangre que corre sin alguna otra razón/
que tu anhelo” (p. 13-14).
Cixous explora la voz femenina y la compara con la leche de la madre. Milone realiza un paralelo entre la leche materna y la leche de las brevas (p. 9), uniéndolas al concluir el poema con sus propias palabras, sus hijas (p. 12). Voz, leche y escritura están entrelazadas. Pero para Milone la liquidez no es una propiedad exclusiva de la mujer. El padre tiene su leche, el semen, “blanco invitado a formarme” (p. 23).
Tanto Irigaray como Cixous han sido acusadas de esencialistas, ya que reducirían la condición femenina a la biología, al poder ser madres. Kristeva tiene una postura más crítica con respecto a la maternidad, la considera un “continente perdido” pero inexistente. Esta nostalgia es palpable en Milone (p. 19, 20). También la idea de Kristeva mencionada más arriba de que no existen dos opuestos femenino-masculino, si no que son fronteras que interdialogan y que es de este movimiento constante, donde surge la escritura. En las múltiples voces del libro de Milone vemos una prueba de esta hipótesis.
Introducir a Girogio Agamben en el análisis podría resultar arbitrario después de haber establecido la relación de los poemas con Irigaray, Cixous y Kristeva. Aún así, el concepto de que el hombre es el animal que puede su propia impotencia (Agamben, p. 44), arroja, sobre la infertilidad de la higuera/ madre del primer poema, una luz liberadora. “Poder el no” es casi una declaración de principios, una rebeldía que humaniza. “Que no brote nunca, que no coma nadie” (Milone, p. 9). Pero el deseo de ser reconocidos por otros (Agamben, p. 46) está presente en Milone y se puede relacionar con el diálogo con la madre y el padre y de esta manera también con Irigaray, Cixous y Kristeva. La hija reconoce a los padres y quiere ser reconocida por ellos, sabe que ellos la ven, que ven su mirada. La hija les cede la palabra, los acepta y también reprocha y reclama.
Para concluir, una cita de Kristeva, en la que la palabra y la carne están en igualdad de condiciones, el programa de Milone en su libro: “Let a body finally venture out of its shelter, expose itself in meaning beneath a veil of words. WORD FLESH. From one to the other, eternally, fragmented visions, metaphors of the invisible” (Kristeva, p. 134).
Bibliografía
Agamben, G.: Nudities. Stanford, 2011.
Kaplan, A.: “The psychoanalytic sphere and motherhood discourse”. En: K. Woodward (red.) Identity and difference. Londres, 1997, p. 289-297.
Kristeva, J.: “Stabat mater”. En: Poetics Today, vol. 6, núms. 1-2, The Female Body in Western Culture: Semiotic Perspectives. Durham, 1985, p. 133-152.
Mattoni, S: “Sobre Las Hijas de la Higuera de Gabriela Milone”. En: http://alcioneditora.blogspot.nl/2009/07/gabriela-milone-las-hijas-de-la-higera.html.
Milone, G.: Las hijas de la higuera. Córdoba, Argentina, 2007.
Richard, N.: “Feminismo, experiencia y representación”. En: Revista Iberoamericana, vol. LXIII, núms. 176-177. Pittsburgh,1996, p. 733-744.
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