Eugenio Cruz Vargas
Eugenio Cruz Vargas (Santiago de Chile, 2 de octubre de 1923 - Olmué, 18 de enero de 2014) fue un notable pintor y poeta chileno, autodidacta, cuya obra plástica se desarrolló en el marco del paisajismo naturalista y la abstracción, y sus poemarios bajo los conceptos del surrealismo.
Eugenio Cruz Vargas y familia en 1972
Hijo del empresario viticultor Pedro Nolasco Cruz Correa y de María Vargas Bello, fue nieto del escritor y crítico literario Pedro Nolasco Cruz Vergara, bisnieto de Francisco Vargas Fontecilla y tátaranieto de Andrés Bello López y de Pedro Nolasco Vergara Albano.
Contrajo matrimonio en Santiago el 15 de julio de 1950, con María de la Luz Vergara Errázuriz (10 de julio 1927 - 25 de junio 2014) - hija de Felipe Vergara Artaburuaga y Elena Errázuriz Mackenna -.
Tuvieron nueve hijos: José Eugenio, Soledad, Juan José, Eduardo, Josefina, Isabel, Felipe, María de la Luz y Santiago.
Estudió en el Colegio San Ignacio de Santiago. Luego ingresó como funcionario al Banco de Chile, desempeñándose en el área publicitario-inmobiliaria, particularmente en el fomento de nuevas urbanizaciones en comunas del sector oriente de la capital chilena: Providencia, Vitacura y Las Condes.
Al iniciarse la década de los años 1960 se integró como socio a la "Agencia de Publicidad Cóndor", fundada en 1942 por Ruperto Vergara Santa Cruz empresa de la cual, posteriormente, sería su propietario. Más tarde crearía la agencia “Cruz y del Solar” y en los años siguientes "Vía Publicidad" y "Publicidad Siete".
En 1970, cuando la publicidad enfrentó una etapa de crisis en Chile por la situación política, social y económica, como lo reconoce en su historia la Asociación Chilena de Agencias de Publicidad viajó a Europa y Asia en búsqueda de nuevos proyectos. Durante una prolongada estancia en París concurrió a la École du Louvre, donde asistió a cursos de Historia del Arte. Posteriormente se trasladó a Estados Unidos con el fin de gestionar recursos asociados para producciones cinematográficas chileno-norteamericanas, logrando materializar dos filmes: la comedia “Antonio”, rodada en la caleta de Quintay, Santiago y Pirque, bajo la dirección del cineasta chileno y conductor de televisión, Claudio Guzmán y la actuación estelar de Larry Hagman (Mi Bella Genio) y Trini López; y, el drama “Autorretrato”, dirigida por el norteamericano Maurice McEndree y protagonizada por el actor canadiense Joby Baker, la actriz norteamericana Pamela Hensley y las actrices chilenas Alicia Quiroga y María Eugenia Cavieres. La música de este film es de Ángel Parra e Isabel Parra. De ambas películas no existen copias en las cinetecas chilenas y ninguna información de la primera y escasa de la segunda en la bibliografía sobre cine chileno en la Biblioteca Nacional de Chile.
Es durante el período entre los años 1978 y mediados de la década de los años 1980 cuando impulsó los dos últimos proyectos antes de comenzar su paso progresivo a la dedicación exclusiva de escribir y pintar: en uno aportó su visión y experiencia de publicista para recuperar patrimonial y comercialmente los edificios laterales de la Estación Alameda de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado, en Santiago, actualmente denominado Mall Paseo Estación; y, en el otro, se involucró con el “Programa Bibliotecas para Chile”, iniciativa respaldada, en la época, por el Ministerio de Educación y cuyo propósito fue dotar de libros a los colegios de enseñanza pública, particularmente a aquellos situados en sectores socio-económicamente postergados.
Pintura
Durante la inauguración de su primera muestra pictórica, abierta del 6 al 23 de agosto de 1986, Cruz Vargas aparece junto a Paloma Correa de Bunster, directora del Instituto Cultural de Providencia, donde se exhibió la obra del artista, y José María Palacios Concha, destacado crítico de Arte.
Su intensa actividad en las décadas de los años 1960 y 1970, y su deseo de buscar tranquilidad para descansar en contacto con la naturaleza, lo motivaron a radicarse en la Zona Sur de Chile. Primero en Los Ángeles (1965), para luego trasladarse a Río Bueno (1974). La riqueza visual de los parajes que caracterizan dichas zonas se reflejará, con marcada intensidad, en los dos períodos de su obra pictórica: paisajista y abstracta. Y, también, en su poesía, no escapando a su paleta, ni a sus versos, la Zona Austral, con sus farallones andinos; tampoco los escenarios campesinos de la Zona Central, los lomajes de la Cordillera de la Costa y puertos del Pacífico, como San Antonio y Valparaíso.
Aunque ya pintaba y escribía al regreso de viajes y en el trascurso cotidiano de sus actividades como publicista, es a partir de mediados de la década de 1980, que dedica su mayor tiempo a la pintura, asumiendo desde el autodidactismo, escalonadamente, la tarea de perpetuar en sus obras la admiración por la naturaleza, emulando de esa forma a los artistas clásicos dedicados a la pintura del paisaje.
Sólo realizó cuatro presentaciones públicas individuales de sus pinturas entre 1986 y 2008, exhibiendo una selección de 160 cuadros de un total de 310 realizados con la técnica de óleo sobre tela, de mediano y gran formato. Privilegió en un primer período el paisajismo naturalista para evolucionar, de manera progresiva, a una etapa final donde es manifiesta la abstracción figurativa y el Expresionismo abstracto. Una parte significativa de sus pinturas es propiedad de coleccionistas privados y otra, luego de su fallecimiento, se integró al patrimonio de su extensa familia que ha permitido fotografiarlas y liberar las imágenes de éstas bajo la licencia internacional CC BY-SA 3.0 de libre uso público.
La primera muestra, titulada “Óleos. Eugenio Cruz”, se realizó entre el 6 y el 23 de agosto de 1986 en uno de los salones del Palacio Schacht, un inmueble que hasta marzo de 2013 fue sede del Instituto Cultural de Providencia. Presente en las telas de esta inicial experiencia estuvieron los paisajes tradicionales del campo chileno de las zonas Central y Sur del país y de la precordillera andina, a los que se sumaron marinas del Puerto de San Antonio y de caletas vecinas.
Dos calificados expertos en Arte evaluaron las pinturas expuestas en su inicial presentación pública.
Víctor Carvacho Herrera (1916-1996), miembro de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AINCA, al prologar el catálogo de la exposición de 1986 escribió:
“Lleva pintando unos doce años y a lo largo del lapso relativamente corto, como el que citamos, podemos advertir dos fases. La primera es propia de un primitivo, entendiendo el concepto en la forma como se expresaron los primeros pintores occidentales, antes del Renacimiento. De esta fase hay una pintura muy hermosa: “Puerto de San Antonio”. El sentimiento puro y limpio ante la escena que describe, con su cielo plata y su mar verdeazul, está por sobre cualquier consideración que se haga sobre perspectiva y dibujo.
"Miramos con placer, en alguna tela, la individualización de una conífera o un eucalyptus, por la textura y los tonos. Es su cariz de naturalista. El romántico se da en la paleta, esto es, el conjunto de colores que prefiere: los grises del blanco, los pardos, los grises del rojo y de los ocres, concluyendo en unos verdes de rica y profunda matización, algo como en el estilo de Oskar Trepte, pero sin su melancolía, pero si con toda la potencia de una poesía serena y evocadora…"
José María Palacios Concha (1926-2002), en su condición de crítico de arte del diario La Segunda, y también miembros de la AICA, escribió:
“Los paisajes de Eugenio Cruz son muy afines al sentir común. Más bien de tarde que de mañana. Más de contraluces que de iluminación plena. Hay melancolía de por medio. Pero más que esto, la mirada que despega y observa, con razonado sentimiento, que las verdades de nuestra naturaleza están siempre muy llanas a recibir y responder a la inquietud de una pupila con sentido pictórico. Y con esto llegamos al logro más definitivo de Eugenio Cruz: define un estilo. Esto es, puntualiza que tiene una personalidad, que desde muy dentro, libremente, sin perjuicios, ha sabido proyectar sus vivencias e ilustrarnos como un autodidacto, en plena madurez, como acertadamente apunta Carvacho: puede ser un maestro de sí mismo. Es un logro que muy pocos alcanzan”.
Las carteleras culturales de los medios escritos también le brindaron acogida a su primera muestra: La Tercera, la incluyó en su sección ”Panorama Cultural” (04-08-1986) y, luego, la destacó como ”La exposición de la semana” por su ”gran éxito de público”(10-08-1986); La Nación (07-08-1986), le dedicó una crónica en la sección ”Magazine”; y, El Mercurio (10-08-1986) destinó espacio en sus secciones ”Vida Social” y ”Guía de exposiciones”.
Trece años después de su primera muestra pictórica, entre el 8 de abril y el 8 de mayo de 1999, expuso por segunda vez en el Instituto Cultural de Providencia bajo el mismo título de la primera muestra, ”Óleos. Eugenio Cruz”. En la oportunidad árboles, ríos, lagunas y montañas se convierten en protagonistas principales de sus telas, capturados con una mirada detallista en la diversidad de la geografía chilena. Así, en óleo sobre tela, en mediano y gran formato, hay desde escenas de Vallenar, situado en el norte atacameño; del Cajón del Maipo un cañón andino situado al sur oriente de Santiago; arboledas del parque de la Reserva Lago Peñuelas; esteros del Valle de Aconcagua; hasta llegar a las nevadas montañas del extremo austral patagónico. Al terminar la exhibición selecciona algunas pinturas y las presenta por seis semanas en el Salón Presidencial del Aeropuerto Internacional, de la capital chilena.
José María Palacios Concha, bajo el título ”Eugenio Cruz Vargas, maestro de sí mismo, rescata el valor pictórico del paisaje”, en una extensa crónica escribe en La Segunda:
“Su paleta es pródiga. Exigida por el pintor, sabe asociarse a sus emociones y recrear vistas con significativas sugerencias…La pintura de Eugenio Cruz se caracteriza también por el buen logro de los equilibrios y armonizaciones en la tonalidad gris, que deja entrever más de algún nostálgico eco de su antigua vida campesina. En particular de los árboles, actitud que en su oportunidad, hizo escribir al crítico Víctor Carvacho: Ama la naturaleza y, de todas sus maravillas, distingue los árboles. Por eso su género predilecto es el paisaje. Es la verdad”.
Vista parcial de la exposición que el poeta y pintor Cruz Vargas presentó el año 2008 en el Centro Cultural Montecarmelo del Instituto Cultural de Providencia, Chile
El escenario de la cuarta y última exposición de sus pinturas fue el Centro Cultural Montecarmelo, del Instituto Cultural de Providencia, situado en el turístico Barrio Bellavista. Entre el 5 de junio y el 30 de julio de 2008 se exhibió ”Del paisaje a la abstracción”, título que anunciaba el cambio experimentado por el artista en su trabajo de los últimos años. Sin abandonar sus motivos naturalistas, había avanzado, de manera decidida, a la abstracción figurativa para evolucionar a la abstracción total. La vigencia y la fuerza del colorido de sus telas quedaron expuestas durante un mes a estudiantes de diversas universidades, institutos y colegios cercanos al recinto de la muestra y visitantes y turistas que diariamente concurren a los restaurantes cercanos. Esta vez no hubo crítica especializada pero si cobertura informativa en medios.
En las fotografías: Catálogos de exposiciones:
* Portada del catálogo de la exposición de óleos sobre tela realizada entre el 6 de agosto al 28 de agosto de 1986, en los salones del Instituto Cultural de Providencia, Chile;
* Portada del catálogo de la exposición de óleos sobre tela realizada entre el 8 de abril y 8 de mayo de 1999, en los salones del Instituto Cultural de Providencia, Chile;
* Portada del catálogo de la exposición de óleos sobre tela realizada en junio de 1999, en el Salón Presidencial del Aeropuerto Internacional Arturo Merino Benítez de Santiago, Chile;
* Portada del catálogo de la exposición de óleos sobre tela realizada entre el 5 de junio y 30 de julio de 2008, en la Sala de Exposiciones del Centro Cultural Montecarmelo del Instituto Cultural de Providencia, Chile.
Poesía
Cruz Vargas en lanzamiento libro 2011
De lo Terrenal a lo Espacial
En el período 1975 y 2008, paralelamente a su dedicación a la pintura, escribió tres libros de poemas que la crítica acogió con cierta reticencia aunque rescatando del novel vate parte de los matices de su obra.
Bajo el sello de Editorial Universitaria, en 1978 publicó el primero: ”La única vez que miento”. En poemas temáticamente asimétricos y escritos en lenguaje simple, entremezcla intensos sentimientos de amor y reflexiones sobre la naturaleza con evocaciones de la vida urbana y del campo. La escritora María Carolina Geel (1913 -1996), reconocida por su inclemente crítica literaria en el semanario "P.E.C." (Política, Economía y Cultural) y luego en el diario ”El Mercurio”, situó la obra en la balanza de sus juicios y, luego de escrutarla, escribió:
“Iniciando la lectura de estos poemas se enfrentará el lector a una sencillez curiosa que, en general y aunque pecando de ella, no deja una decidida sensación de pobreza en la factura del verso ni de escasez en el lenguaje…Lo dicho no impidió ir captando el encanto innegable que ofrecen estos poemas, encanto que es difícil - de veras difícil - de atrapar. En el poema ”Ayentamo”…ese encanto entrama los versos todos… Además, parece recorrerlo una sutil y pura sensualidad generada de un fuerte sentimiento de la naturaleza… que a nuestro entender encierra tratados de filosofía ontológica…Se trata de un original canto a los bosques, con un título difícil, ”La ignorancia de no conocerte”, y que presenta una muy actual concepción poética”.
“¿Permite todo esto clasificar su poesía dentro del surrealismo? Decimos que si, ya que se ha definido éste como asociación de ideas irracionales y búsqueda de los efectos del azar, cosas ambas que en todo el texto se perciben, pero en un orden secundario podría decirse, porque el pensamiento creador permanece latente y hasta patente a lo largo de la obra.”
En la revista ”Libros del Mes”, también se incluyó un comentario, en abril de 1979:
“Libro primero de autor inédito, nos acerca a un mundo el que su motivación al canto reside en el contacto entre el yo y el mundo circundante, provincia luminosa y naturaleza de gran talla…Naturalmente deberá encontrar depuraciones lingüísticas, lo que empero no obsta para celebrar la presente publicación”.
La "Editorial Nascimento" publicó en 1980 su segundo libro: ”Cielo”. Aquí es perceptible un estilo más depurado que en el primero, pero sosteniendo la misma temática identificada con el surrealismo. Sólo se registra un breve como mordaz comentario del poeta, ensayista y crítico literario de ”El Mercurio”, Jaime Quezada. Bajo el seudónimo de “Astrolabio” escribió:
“Opus 2 de este hombre de acción que avanza, algo a ciegas, hacia la poesía. Ingenuo, elemental a ratos… Piense en Keats. O, si prefiere, en el Neruda adolescente…Para avanzar en serio, más lecturas y menos producción. La poesía es un silencio que estalla. Desde adentro hacia afuera. Esto la distingue de la redacción de versos. De todo este Cielo, el poema XI parece volar”.
Al cabo de tres décadas, compartidas con la pintura, produjo su tercer y último libro: ”De lo terrenal a lo espacial”, en cuya cubierta se usó como ilustración su propia pintura titulada ”Paisaje en un color”. El Prólogo fue escrito por el poeta chileno, Emilio Antilef.
Dice Antilef en el Prólogo:
“Los sentimientos no son unilaterales en el trabajo de este autor chileno. Sus reclamos, declaraciones de amor, condenas al sistema y al mercado, alegorías y juegos admiten diversas lecturas. Y eso es apreciable en estos días en que el lenguaje cambia y las discusiones sobre sus límites abundan. El peso de lo contemporáneo nos crea una avidez por poemas que sepan reflejar el pluralismo de su época. Intelectuales muy preciados en estos días, como el venezolano Rafael Rattia, expresan que: Muchas veces el matiz, el imperceptible giro de lenguaje es lo que convierte al poema en verdadera obra de arte”.
“Lo que escribe Eugenio Cruz, tiene todo para calzar en ese concepto de Rattia. Algo que es parte de un terreno donde los detalles biográficos del autor no importan. Sin embargo, la poesía que se encuentra en este libro no pudo haber sido concebida sin aquellas marcas que deja una experiencia que reluce en su intensidad, imprescindible para intentar llegar de lo terrenal a lo espacial. El mismo intento compartido por jóvenes y adultos menores o mayores que ansiamos tocar o sencillamente ir más allá del cielo”.
Insistiendo en un lenguaje surrealista, el autor ejerce en sus poemas el legítimo derecho a la autonomía en la arquitectura de su creación, otorgándose plenas libertades para sus propias anacronías literarias, e invita al lector a realizar un viaje al interior de sí mismo y, en un mensaje postrero, a reflexionar sobre la naturaleza, la vida y el destino de la Humanidad. Este libro no registró críticas, pero tuvo una apreciable cobertura informativa:”Enterarte Comunicaciones”(04-04-2011).Consultado 12-19-2014;”Grafelberg Noticias Alemanas”(02-04-2011).Consultado 12-09-2014;”Arte en la Red”(04-04-2011). Consultado 12-09-2014; ”El Mercurio” (18-04-2011.] Consultado 12-09-2014.
En los dos últimos años de vida, su inagotable espíritu de creación lo condujo al campo de la escultura. Alcanzó a terminar tres obras en materiales reciclados antes de fallecer.
En las fotografías: Portadas de libros: La única vez que miento (1978), Cielo (1980) y De lo terrenal a lo espacial (2011).
Homenajes póstumos
La fundación que lleva su nombre publicó en el diario El Mercurio, el 18 de enero de 2015, primer aniversario de la muerte del poeta y pintor, donde medularmente señalan que Cruz Vargas "estará siempre plasmado en su obra pictórica y literaria", incluyendo su último poema.
Poesía a la Poesía de Eugenio Cruz Vargas
Poesía
Te agradezco divina poesía
lo mucho que me has dado
siempre acompañándome
día y noche con tu silencio
inquieto y ardiente.
Por tan largo espacio tiempo
buscando, soñando, creando
imaginaciones entretenidas
ciertas, deseadas y temidas
Muchas de gloriosa alegría
tristeza, audacia y encanto.
Me ayudas a sentirme feliz
gozar de la vida
consolarme de tropiezos
y desgracias…
apoyándome en derrotas
acompañándome en las victorias.
Estas en los silenciosos pensamientos
donde armo la rutina del quehacer…
En todos los rincones,
en todos los espejos que brillan
reflejando la necesidad de vivir.
Cada línea
que llamamos verso
tiene su ubicación.
Su encanto.
Su tristeza
Su blancura
Su calor
Y su armonía para unirse
al siguiente/y así…juntándose
son el deleite del sentir.
Una y otra vez en los versos
para volver vivir y soñar
triste y alegre
su inmortal contenido.
Al crear la poesía
la imaginación se desborda
animando situaciones
nunca antes pensadas,
descubriendo mundos nuevos
entretenidos y dispersos.
Plasmar situaciones
del quehacer humano
que reposaban en el olvido,
a muchos nos dolieron,
a muchos nos alegraron,
nunca fueron conocidas.
Así siento yo que es la poesía.
La imaginación no se cansa
De crear y armar sus versos.
Siempre tiene sabor de encanto
especial y difícil de explicar.
La ansiedad de crear y crear
te empuja siempre,
cambiando y cambiando
te va llevando la vida.
de batallas,
tristezas,
amor,
alegría.
Autor: Eugenio Cruz Vargas
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