Alejandro Magariños Cervantes
Alejandro Magariños Cervantes (Montevideo, 3 de octubre de 1825 — Rocha, 1893) fue un político, escritor, docente y abogado uruguayo.
Relacionado con el Partido Colorado, Magariños Cervantes fue un político de excelencia. Ocupó cargos ministeriales, así como también de docencia, y obviamente ejerció su profesión, la abogacía. También fue rector de la Universidad de la República y uno de los escritores más destacados del siglo XIX.
Vida política
Culminó sus estudios en España, donde se graduó como doctor en Jurisprudencia. Luego de un largo viaje por Francia, regresó a Uruguay en 1855. Ese año revalidó su título de abogado y fue nombrado Cónsul General en Buenos Aires. Un año más tarde el presidente Bernardo Berro lo designó Fiscal, por lo cual retornó nuevamente a Montevideo. Sin embargo, con el triunfo de Venancio Flores en los comicios de 1865, Magariños decidió emigrar nuevamente a Buenos Aires.
Cuando asumió como presidente Lorenzo Batlle, Magariños regresó a su país y fue nombrado ministro de Hacienda. Al mismo tiempo empezó a ejercer la docencia en la facultad de Derecho. En 1878, bajo el gobierno del Gral. Lorenzo Latorre, fue nombrado rector de la Universidad de la República. Durante su rectorado se restablecen los preparatorios universitarios, se consagró la libertad de estudios y se otorgaron las primeras franquicias al Instituto Politécnico de Salto. Finalmente, Magariños formó parte del cuerpo del Senado de la República hasta su fallecimiento, en 1893.
EL PAYADOR
En un espacioso rancho
De amarillentas totóras,
En derredor asentadas
De una llama serpeadora,
Que ilumina los semblantes
Como funeraria antorcha,
Hirviendo el agua en el fuego,
Y de una mano tras otra
Pasando el sabroso mate
Que todos con gusto toman,
Se pueden contar muy bien
Como unas doce personas,
Pero están con tal silencio,
Con tanta calma reposan,
Que solo se escucha el éco
De guitarra gemidora,
Mezclado con los acentos
De una voz que melancólica,
Murmura tan dulcemente
Como el viento entre las hojas.
Es un payador, que tierno
Alza allí sentida trova,
Y al compás de su guitarra
Versos á raudales brota;
Pero versos expresivos,
De cadencia voluptuosa,
Y que expresan tiernamente
De su pecho las congojas.
Es verdad que muchas veces
La ingrata rima cohorta
Pensamientos que grandiosos
Se traslucen mas no asoman,
Y como nocturnas luces
Al irradiar se evaporan.
La fantasía sujeta
En las redes del idioma,
No permite que se eleve
La inspiración creadora.
Ni que sus altivas alas
Del arte los grillos rompan,
Ni que el instinto del génio
Les trace una senda propia,
Mostrándole allá en los cielos
Aquella ansiada corona,
Que iluminando el espacio
Con su luz esplendorosa
Vibra un rayo diamantino
Que el númen del vate esponja
Para embeber fácilmente
De su corazón las gotas,
Y destilarlas despues
Con el llanto de la aurora
Convertidas en cantares
Que vuelan de zona en zona.
¡Y cuántas veces no obstante
Sus desaliñadas coplas
Sin esfuerzo ni trabajo
Como las tranquilas ondas,
Una á una, dulcemente,
Van saliendo de su boca!
O derrepente veloces,
Penetrantes, ardorosas,
Se escapan como centellas
Y el fondo del alma tocan!
Porque su maestro es
La naturaleza sola,
A quien ellos sin saber
A oscuras y á tientas copian.
Así el cantor sin curarse
De reglas que no le importan,
Sigue raudo y caprichoso
Su bien comenzada trova.
Celiar
Alejandro Magariños Cervantes
Nota: En esta transcripción se ha respetado la ortografía original.
Á LA MADRE DE MIS HIJOS
LA N0BLE Y AMADA COMPAÑERA DE MI VIDA
LUISA ROCCA DE MAGARIXOS CERVANTES.
Á mitad de mi vida, niña hermosa
Te encontró como un Hada en mi camino,
Y me diste risueña y generosa
Tu candor, tu belleza, tu fortuna,
Uniendo al pobre mió tu destino
Hasta entonces feliz desde la cuna.
En medio á los abrojos de la senda
Que siguiendo mis pasos te han herido.
De tierno afecto y gratitud ofrenda,
Sombra te brinde y plácido reposo,
Y evoque los recuerdos
Mas dulces de tu alma.
Este aromado pabellón umbrío.
Con las ramas formado
Del Ombú rumoroso
Y la sonante Palma,
Cuando apenas susurra, adormecida.
Por los besos del aura estremecida.
Á LA MADRE DE MIS HIJOS
Alzélo para tí, mi compañera
En la hora del dolor y la alegría,
Mi tesoro en el mundo mas precioso,
Tu nombre entrelazando con el mío,
Para que viva ó muera
Con el olvido ó gloria de tu esposo!
Abril 3 de 1884.
Astro de amor que con tu luz me bañas
Y por doquier amante me acompañas !
Talismán que preservas mi existencia
Y que siempre á mi lado fiel encuentro,
Si del hombre me hiere la vil saña,
Ó me postra del cielo la inclemencia!
Recojo tú mi postrimer suspiro,
Y sea para tí mi último canto!
1861.
Estos últimos versos pertenecen á las composiciones Talismán y El gajo de laurel insertas en las Brisas, págs. 46 y 229.
La inspiración, el estudio y la ciencia de la vida se descubren en todas las obras del poeta uruguayo. Que cante á su amada, que describa las flores, los bosques, los ríos, que se eleve á las contemplaciones del filósofo ó que arranque canciones por el estilo de las de Tirteo, Magariños respeta siempre la Verdad, la Moral, y tiene sus miradas fijas en la contemplación del infinito.
Por eso, sus obras son bien concebidas y mejor ejecutadas.
— J, M, Torres Caicedo,
1863.
ALAS.
AL DR. D. LUIS MELIAN LAFLNUR.
Siempre las cuerdas de la lira mia
Tuvieron para tí ¡ Patria del alma !
Infeliz ó dichosa, en la suprema
Hora del infortunio ó la ventura, *
Un himno de dolor ó de alegría.
Aun niño todavía,
Ceñir quise á tu frente
Magnifica diadema;
Y en mi entusiasmo ardiente
Levantando hasta Dios el pensamiento,
Pedí su íntima luz á la conciencia
Que vence al astro rey cuando fulgura.
Su victorioso cántico á la palma.
Sus altos hechos á la patria historia,
Su ideal á la República,
Al genio de la santa independencia
Su inmaculada gloria ;
Á las nacientes rosas su frescura,
Al nardo melancólico su aroma,
Á la blanca azucena su pureza.
Su tiernísimo arrullo á la paloma;
ALAS
Como al ciprés sombrío
De erguida frente levantada al cielo,
Su intensa y muda, varonil tristeza;
Su remontado vuelo
Al cóndor que en el Sol clava sus ojos,
Y lo encuentra pequeño en el vacio;
Su raudal de pasión al sentimiento,
Y su esplendor al vasto firmamento
Una noche de estío!
De un pueblo entero el alma colectiva
Tiene.su foco, y vibra, y se condensa
En el alma del vate. ¡Cuan dichoso
El que en la fuente viva
Del popular torrente,
Su atmósfera respira.
En su onda bebe inspiración inmensa,
Y traduce en un cántico armonioso
Lo que su pueblo piensa,
Lo que su pueblo siente!
Ombú! que gigantesco y solitario,
Arpa de las alturas y corona,
Levantas tu cabeza como el genio,
Que hollado , escarnecido, el vuelo tiende
Á otra mas alta refulgente zona airado
Tu cabellera con furor sacude;
Palma ! de gloria y de virtud emblema ;
Mis pasos dirijid al santuario
ALAS
Do se oculta cubierta con un velo
Como Isis misteriosa ,
Del Edem tropical en el palacio ,
La virgen poesía
De la tierra sin par , maravillosa ,
Que por Ángel guardián tiene al Crucero ,
En la cúpula azul del Infinito
Iluminando el arduo derrotero ,
Y la ascensión triunfal del Nuevo mundo ,
Como heraldo y fanal de su destino ,
Como el dedo de Dios en el espacio ....
Á su fulgor divino ,
Con la fé y la esperanza del cristiano ,
Cuando en el Circo al César inhumano ,
Bajo la garra de la hambrienta fiera ,
Que azuzaba feroz la turba impía ,
Su postrera mirada dirijía ,
Del triunfo en el futuro precursora ;
Ombü coloso , Palma redentora ,
Hijos de la montaña y del Pampero ,
Dadme las alas de inmortal idea ;
Vuestro vigor y magestad sublimes
Prestad á la voz mia :
Sacudid vuestra copa gigantea ,
Rasgad el que me cerca , negro velo ,
Y entre ondas de luz y de harmonía
Alzadme en vuestros brazos hasta el cielo !
La literatura Sudamerícana ha de tener todas las preseas de la imaginación, esa grandiosa originalidad, esa juventud vaticinadora de un gran porvenir, ese pudor virginal que se advierte en su tierra ; esa pasión que nutre en sus entrañas, de ostentar maternidad pródiga y fecunda, esa profundidad que pide filósofos para investigarla.
— Manuel R. Tristany, 1857.
PALMAS Y OMBÚES
AL DR. D. JOSÉ M. TORRES CAICEDO .
¡ Cómo las hojas del ombú suspiran
Cuando la tarde con ligero paso ,
Entre arreboles que en el aire espiran
Tierno beso dá el Sol en el ocaso !
¡ Cuan triste el astro rey ya sin corona ,
Reconcentra sus rayos en si mismo !
PALMAS Y OMBÚES
Así el alma y el genio que la abona
Se hunden ansiosos en su propio abismo .
La sombra lenta avanza .... el horizonte
Palidece con súbito desmayo ,
Y en la sien melancólica del monte
Se quiebra sin calor su último rayo .
Con la luz del crepúsculo indecisa ,
Todo cambia , se altera y descolora ,
Como se amustia todo , y se divisa
Sombrío en la vejez abrumadora .
El pavoroso espectro de la muerte
En la callada oscuridad asoma ,
Y ante el frió glacial que en torno vierte
Del hombre mas audaz la fibra doma .
En vano quiere levantar la frente :
Una mano invisible le atenaza ,
Y estraña , horrible punzadura siente ,
Que el alma y corazón le despedaza .
Como bandada de nocturnas aves
Vuelan en su cabeza enardecida ,
Todos los arduos , insondables , graves
Problemas de la muerte y de la vida .
Quién es Dios?... qué el hombre?... qué es la humana
Existencia?... qué es el Universo?...
Qué es el alma?... vasalla ó soberana?
Es su destino al corporal , diverso ?
Ha habido creación?... dónde ella empieza?
Dónde acaba?... Dó van en raudo vuelo ,
De su autor proclamando la grandeza
Esos astros que cruzan por el cielo ?
i Y hay cielo en realidad?... Será aire vano
Como pretende la orgullosa ciencia?...
Fuerza y materia... hé ahí todo el arcano
Qué al fin descifrará la inteligencia ?
Los adorados seres que la ingrata
Parca nos robó fiera , nunca , nunca
Tornaremos á ver?... Dó se reata
El lazo que una vez la muerte trunca?...
Cuando la esfinje del sepulcro cierra
Sus fauces ¿ en la nada y el vacio
Todo acaba por siempre aquí en la tierra?...
Ó hay mas allá para el mortal , Dios mió?...
¿ Eterno sueño ó eternal batalla ?
Nuevas ansias , dolores , infinito
Anhelo de un ideal que nunca halla ,
Ni podrá realizar el sor finito ?
Verdad , justicia , libertad , belleza ,
Sin sombra y sin ocaso ¿ el alma dónde
Podrá admirar en toda su pureza
El principio inmortal que en sí os esconde ?
¿ Siempre , Señor , dominarán el suelo
El crimen , la demencia , la falsía ,
Tinieblas en la tierra y en el cielo ,
Iniquidad doquier y tiranía?...
i Inmutable una ley todo encadena ,
Necesidad , destino , fatalismo ;
Y es el mundo solar grano de arena ,
Simple rueda de inmenso mecanismo ?
i Si átomos son los orbes siderales
Con todas sus grandezas y esplendores ,
Qué somos ay ! — los míseros mortales
Deste ruin globulillo habitadores?
i Nubécula que el céfiro deshace ?
¿ Mixto animado que el ambiente abrasa ?
i Mosca luciente que del fango nace ?
i Sombra que leve por el agua pasa ?
Gloria , inmortalidad , eterna fama ,
Realidad ó quimeras del orgullo ,
i Del tiempo destructor la negra trama
Os sofoca ó transforma en su capullo ?
¿ Á morir , cuanto existe , condenado ,
Giran la vida , la materia inerte ,
En círculo fatal , cual desbocado
Potro que monta y espolea la muerte ?
i Un dia llegará — ¡dia tremendo ! —
En que agotado su vigor gigante ,
Los apagados soles con estruendo
Saltarán de sus ejes de diamante ?
i Sin freno rodarán por el vacío
Sus elementos otra vez dispersos ,
Y confundidos como un mar bravio
Retornarán al caos los universos ?
« « «
En las tardes de otoño cuantas veces
Debajo del Ombú y entre la salva
Del mirlo que gemia en los cipreses ,
Me sorprendió la noche y me halló el alba !
El árbol colosal su sombra densa
En derredor fatídica esparcía ,
Y ante la angustia universal , inmensa ,
El alma anonadarse parecía .
Al murmullo del viento entre las hojas ,
Atribulada con pavor escucha ,
Las plegarias , los ayes , las congojas
De la infeliz humanidad en lucha .
Con sesgo vuelo y grito de agonía
Contestaban el buho y la serpiente ,
Y transido de horror yo me volvía
Á la palmera que nos mira enfrente .
«««
El horizonte ciñe
La blanquecina franja,
Que el claro-obscuro tíñe
Con luminosas ráfagas
De nácar y carmín ;
Y erguida la palmera
Sacude su penacho ,
Como en contienda fiera
Cercado de cadáveres
Heroico paladin !
Huyeron los horribles
Vestiglos de la noche ,
Ideas apacibles
El Sol naciente plácido
Le trae al corazón.
Un aura mas serena
Refréscanos la frente ;
De paz el alma llena ,
Y rasga el velo fúnebre
Que anubla la razón .
La vibración sonora
De la guerrera palma ,
Hiere , electriza , implora
Las fibras nobilísimas
Del pecho varonil .
Su voz como acicate
Se clava en las entrañas ,
Y apréstase al combate
El que de glorias ávido
Sintió su ardor febril .
12 PALMAS Y OMBÚES
Arriba corazones !
La vida poco vale
Si en indignas prisiones
Perdemos , raza espúrea ,
Valor, virtud y fé :
El despotismo, el vicio ,
El desaliento, el tedio,
En hondo precipicio
Sobre las frentes reprobas
Estamparán el pié!
La vida es un enigma , .
Indescifrable arcano,
Sublime paradigma,
Ó impío gerogliflco
Trazado por Satán :
Y ay! triste del mezquino.
Del lidiador cobarde.
Que con su cruel destino
Hasta morir, indómito,
No lucha con afán !
Un torcedor llevamos
Dentro del alma todos, *
Y en la ventura hallamos
Que el mas fragante búcaro
Guarda en el fondo hiél :
Mas su amargor no alcanza
Hasta robar al beso,
Que mágica esperanza
Imprime en nuestros labios,
Su perfumada miel.
Soy misero gusano,
Pero en mi pecho bulle,
De un Dios el soberano
Aliento que titánicas
Alas al hombre dá :
Y un rayo de la llama
Del luminar eterno
Mi pensamiento inflama,
Y el ideal — su imagen —
En mi cerebro está !
De la incompleta ciencia
Al mentiroso prisma.
De mi leal conciencia
Opongo yo la íntima
Dominadora voz:
Al hado mudo y ciego,
Estúpido inconsciente ,
Sordo al clamor y al ruego.
La Omnipotencia próvida,
La magestad de Dios !
Suprema Omnipotencia!
La flaca razón mia,
De tu divina esencia
Lo que es, y los misterios
No puede penetrar ;
Pero en mi sér te siento,
Y al levantar mis ojos
Contemplo el firmamento,
En estrelladas órbitas
Tu nombre deletrear!
Primer motor, primera
Causa de todo cuanto
La creación entera
Como corona fúlgida
Hace brillar así :
Idealidad, severa
Razón, moral instinto,
Deber, conciencia austera,
De quien brotar ¡oh Espíritu!
Pueden sino de tí?. . .
Poder, Sumo increado,
Quién quiera que tu seas.
Amor, polo imantado,
Inteligencia, numen,
Foco de vida y luz;
Te adoro y reverencio,
Y ante tu solio ignoto
Me postro yo en silencio,
Y al humillarme, cambiase
En pedestal mi cruz !
Tormenta de dolores,
En mi amoroso huerto,
Las mas preciadas flores
Puede, rugiendo el Ábrego,
Con furia destrozar.
Calumnia y odio insanos
Mi nombre manchar pueden ;
Malvados y tiranos
Con negra saña pérfida
Mi vida emponzoñar.
Cruzar todas las zonas
Del infortunio puedo,
Si tu no me abandonas
Polar lucero místico.
Incontrastable fé !
Que se hunda entre centellas
El mundo hecho pedazos 1
Que caigan las estrellas !
La sin igual catástrofe
Me encontrará de pié.
América altanera,
Al mal nunca te humilles,
Ni arrolles tu bandera,
Republicano lábaro
De honor y libertad.
Tu sed ardiente sacia
En el raudal purísimo
1876.
De santa democracia,
Que libre reconcilia
En Dios la humanidad !
Erguida, noble palma,
Cuando el dolor me postre,
Aliento dá á mi alma,
Lumbre á la mente lóbrega.
Vigor al corazón :
Cual tromba de aquilones
Sacude tu penacho,
Y á sus potentes sones
Que el eco sea mi cítara
De mi generación !
Que se alzen los que tienen
El porven¡r delante,
Y á reemplazarnos vienen,
Cual la columna ígnea
Y el vengador Querub ;
Mostrando á la abatida
Grey, de salud la senda,
La tierra prometida.
Las tablas del Decálogo. . . .
Arriba juventud!
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