jueves, 8 de enero de 2015

MAOLI MAO [14.440] Poeta de Perú


MAOLI MAO

Poeta, activista social y defensora del medio ambiente y de los derechos de los animales. Nació en Lima y ha ejercido la docencia en colegios de esta ciudad. Comenzó a escribir poemas en la adolescencia, con muy diversos temas y estilos. Después de participar en el Taller de Poesía de la Universidad de San Marcos, se decidió a publicar su primer libro Ceguera emocional (Bisagra Editores, 2010),, al que siguió Paraíso en sombras (Mesa Redonda, 2012), libros de temática amorosa y erótica que la crítica ha recibido como un original y valioso aporte a la poesía peruana. Poemas suyos han sido publicados en diversas revistas literarias, como Vicio Perpetuo (2010) y De Profundis (2011), y antologías como Un poquito más… de poesía y música (2011). Maoli Mao además es directora y organizadora de los recitales del grupo poético itinerante Quinta Partitura y participa en los más importantes eventos culturales del medio. Actualmente trabaja en su tercer poemario.




LOTOFAGOS

Seducida me atrapas
Con tu voz de niño travieso,
Me adentro en tus valles de loto
Humedeciendo tu inspiración
Olvidando el sendero del retorno

Mientras saboreo el loto de tu isla virgen,
Me alejo de la realidad
en el mar de tus besos,
mi existencia se esfuma 

me pierdo en el tiempo
ardiente me entrego.

Asaltas mis sensaciones de mujer
niño atrevido enamorando mi boca,
marcando mis maneras
Alterando mis sentidos. 

Somos palmeras que se juntan 
Unidos por el viento
Cauces que se cruzan 

consumo tus lotos hipnotizas mi respiración
me encierro en tus mares
con mis valles ardiendo
mientras me derrito por dentro,

embrujas mis sueños,
robas mis pasos,

como lotófago vivo 
olvidando el pasado
mirando el presente
cegando el futuro.





Ceguera emocional (Bisagra Editores, 2010)



NOCHE DE CARRETERA

Corren las carreteras a nuestro favor
corre por mis venas el deseo por ti
me tomas, te tomo, acelerando al volante.

Te poseo indómito mientras el frío cae
la noche caliento con mis manos
te inquieto,
no importa la velocidad
las luces, la policía…

Mi boca busca entre tus piernas
agitando tu adrenalina al volante
mientras juego, te provoco te excito

¡Qué noche!
De carretera de travesuras
Se torna el aire ahora tibio
Que caliento con mis labios

Mientras pequeñas gotas de lluvia
salen por las ventanas soltando el sabor
del amanecer, como el rocío sobre mi cara

Así te amo, sin que sepas, así te adoro.
Así te deseo, así te poseo.
Así te amo sin que lo sepas.
Así eres mío como la carretera a mis pies.
Así no eres mío como la carretera de nadie.
Así te amo, sin que te enteres.





MAESTRO DE AMOR

¿Cómo olvidar tus caricias?
¿Tus besos sobre mi cuerpo
fundiéndose al compás del culto amoroso?

Tocabas mis suaves montañas con destreza
al ritmo de palabras que enamoraban el aire
de mis excitares
enloqueciendo mi cuerpo
moldeando mis sensaciones.

Siguiendo el ritmo
bajo chispas de complicidad
a velocidad de nuestros vientres húmedos
quebrando mi cuerpo al son de tus deseos.

Manos recorriendo hábiles
como veleros frescos sobre mis mares tibios
atrapando suspiros palpitantes.

Tu piel desnuda.
Tus ojos salvajes que alumbran mis pechos.
Tus brazos fuertes.
Tus piernas como columnas de roble.
Tu cuello como río suave.

El mástil de mis aventuras
que recorro con delicia
suave, fuerte, con ímpetu
campo inquieto vibrante energético.

En nuestro compás constante
llegas lentamente mojando mi piel
gritos y jadeos frente al mar del deseo.

La ondulante aventura
por la conquista del clímax
concluye en quieto y reposado deleite

Me miras tú, maestro de amor.
Te miro yo, minina alumna sensual.
Tus ojos me piden volver a navegar
una y otra vez, una y otra vez

Somos los amantes de cada noche nueva.

¡Oh, mi amante!
Embriágame otra vez con tus amores.





Poemas de “Paraíso en sombras” (Mesa Redonda, 2012),





DESAPARECIDOS                                
                                                                        

A la memoria de Dora Oyague 

Que la memoria no desaparezca
en los campos que esconden tus rastros.
Se fueron con aquella caricia en la mañana
y retornan cada noche
en un beso dulce de algodón.

Sin sospechar que tus últimos pasos
no dejarían huellas
te despides mientras tu sopa caliente
te espera en la mesa.

Ellos me alejaron de tus ojos,
la ausencia de tu voz al oído
me lacera y angustia
al escuchar el barullo
sin reconocerte en la masa.

La tierra se conmueve
al recibirte en su vientre
y se estremece con dolores de parto
que un día hablará
si la memoria
no desaparece.






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