viernes, 4 de julio de 2014

ERNESTO OLIVERA CASTRO [12.162]


Ernesto Olivera Castro

Guanabacoa, Ciudad de La Habana, CUBA 1962. Reside en México desde 1991. Poeta, escritor, editor, Promotor de Lectura, Certificado de Competencia Laboral en el Estándar de Competencia 2012, por CONOCER y la Editorial Santillana S.A. de C.V. Fue Editor de la revista de arte y literatura Roja Turbación, Irapuato, Gto. Ha publicado entre otros libros:  Largo Aliento, poesía, Ed SNTE12 Durango, Dgo. 2013 ¡Bah!, poesía, Ed. Matanga-IMAC, Durango, Dgo. 2008 Isla de Memoria, poesía, Ed. Fridaura, México DF 2005 Cuarto Menguante, poesía, Ed. Contraseña, Durango, Dgo. 1998 La Salvedad, poesía, Ed. Arlequín, Guadalajara, Jalisco 1998 Habitante Provisional, poesía, Ed. Nueva Vizcaya, Durango, Dgo. 1994. Lanzará en Playa del Carmen en el 2014 Editorial Los Cínicos 








Espejo de mi paciencia di si ella me ama
con esa idolatría que confunde
dime espejo sin magia, olvida el poema
las estrategias de la soledad

No puedo esperar
a romper pájaros en mi cuerpo
a escribir con la rabieta / sin ganas
(la denuncia de oro es la insinuación)
dime si es más fuerte la nostalgia
o el amor propio avanza

Confiesa antes que sea tarde
para amamantar algunos otros delirios viejos
sin poder negar los vinos y el asado
y las taquicardias al amanecer
en otras casas. Dime sí con un beso
sí con palabras, sí con la estrella que nos
toca la cabeza y pasa





LARGO ALIENTO

a Raiza López Ceballos 
por aguantarme con su amor


I.

Tú desvanecida
¿Qué puede separarnos? Ni la hemorragia del mar
en mis ojos. Mis ojos que conocen tanto de tu cuerpo
Ni esa Isla de los olvidados de Dios. Qué puede entonces
Más escándalo es cuando abres tu boca

Luna como ninguna. Como luna muda de Güines
Hazme callar con tus besos, y dejar a un lado los discursos
del bueno
Bocaciega esconde el salitre en tu vientre,
amor de lado al amor, detrás del amor
en la cocina quemando, contra el amor de otros
en las caletas, donde la brisa es más suave
que la misericordia
y olvidamos por un rato estos ojos de guerra
(Por eso todo el tiempo cabe en tu aliento)
mientras la arena se traga los portales de ayer




II.

Su pelo se enreda entre las raíces del laurel
(Y el ojo de una cerradura nos espía
celando la vieja Habana) tan sensual
Como humo de tabaco. Una mujer que se va en blanco. Como
un ganso bajo el agua
y la muerdo sobre el borde de sus penas, y abro la ventana
y entra una rumba triste. Y ella sigue en blanco. Y sigue bronce
como los leones de Prado

Tú desvanecida
dando aliento al barro. Y tacho donde hablaba de la tesura
de sus nalgas, que parte en dos cualquier farsa de amor,
descanso en la verdad de su beldad
la ternura vuela entre las mentiras vuela. Estar lejos de ti me da vergüenza





III.

Antes y después estoy preso
sin importar los pozos que ciegan, el chanchullo oficial
y las trampas efímeras del camino
donde nadie me espera. Entrado en Raiza

No te das cuenta cuando cruzas la bahía,
y recorremos sin parar todas las iglesias
y picoteo de tu mano, también pizzas. Y porque eres honesta
andamos la soledad. Tú haces que esconda el rencor
Tú cauterizas la nostalgia






IV.

Luna blindada blindando besos. Luna en la luna
Más que el atraso de los aviones. Más que un cuarto en divisa
y el tiempo cortando el aire. Más que lo dicho fueron besos

Por encima de la vida que separa. Del rumor humor tumor de los otros
simulan su patinaje sobre el miedo. Y fueron más los besos






V.

Tú eres como eres, y yo soy como soy, y eso es armonía
y la tierra raja las manos de los injuriosos

Tú cabalgas y estrujas los versos
se hunden en la carne bendita seas en cualquier anfibología/ bajo las patas de los caballos
sobrevive mis versos, en esa libertad individual de tu pelo
en esa bondad intrínseca/ más turbada es mi pasión/ stream of consciousness
y la muerte se enamora. Salva el romance de esta lengua y sálvame





VI.

De eso se trata, de sobrevivir al amor
De balcones, simulación, y cerveza. De parecidas lámparas
La cuartilla en blanco enseña sus colmillos. Lanzo mis carnes,
y cruzamos los aros de fuego. Y me aprietas la mano,
como salvados del sablazo de ayer






VII.

Encima de los dientes de perro
bajo la intemperie bajo fuego más abajo
Tú floreces, explotas en la tierra
en cualquier sigilo de la vida

Hemistiquio que muerde atroz sin ser más fuerte
De cerrar los ojos en frío
con salitre/ en los ojos el sol bárbaro/ en tu abrazo
¿De qué sirve esculcar en lo invisible, el pataleo de los finales?
Nada es más coloquial que tu aliento en la madrugada robándose el verso
y nada es más bello






VIII.

Amor que no sea atreve amor que no existe.





IX.

Amo tu desnudez
Tu desnudez tu valentía
Tu desnudez tu valentía esos pájaros sobre tu boca
Tu desnudez tu valentía esos pájaros sobre tu boca derramados
uno sobre el otro
Dalton, tu vientre y yo





X.

Y de repente
cae la noche sobre mi sombra, esa postilla vieja de la nostalgia, el silbido en
los oídos, vicio de gerundios, disgustos que no puedo cambiar, estrías de las
deudas, hondos ríos, con el olor de los pomos de compota rusa, y resbalar por
por las tejas del barrio ¡Árdeme Corazón! con todas las fuerzas de tu vida
(bestial
castiga esto reprimido que no deja dormir
y antes de expulsar bilis del alma, tales demonios, que ciegan el amor y los
recuerdos inútiles, Ella, con derroche de inocente obscenidad no deja
que maldiga las horas mordiendo mis labios






XI.

Tu ángel ebrio tal vez
Tu samurái, afilando en vano los días que ya no estaré
Tu duende, en lo perverso  y viejo
Tu poeta, esa es la razón por la que me juego todo
Desvanecida Tú





XII.

Aunque irascible
sin claudicar/ en esta carrera de caballos
tengo que expulsar de lo mío
contra mí mismo
sangrado/ profundo/ amoroso





XIII.

Descargando su corazón sin dogmas bajo la sombra del sauce, sin importar los acertijos que esconde la lejanía. No deja caer ese aliento fuerte de familia. Una sinfonía de pájaros en los suburbios de la demora. Eres la hija que se fue de la casa y mató la oveja negra

El mar separa los inviernos
sin aflojar los huesos/ Eres callada como el relámpago/ abriendo los ojos
(y las puertas
Emigrar es como la corrida de toros, sales a embestir, pero ya estás muerto






XIV.

Que importa una hora más si todas fueron contigo
en cada astilla del invierno
y lo estéril del tiempo, y la pujanza de escribir
en cualquier parte. En tu brevísimo vientre
en las aguas tranquilas/ en el fango/ en los escándalos
del vuelo/ Sabe cuándo va a morir
y se aleja del amor salvaje. Es el ganso envilecido
Eligiéndote, me elijo bello





XV.

Cae la tarde
y cambia la gente.
Pero ahí seguimos ileso






XVI.

Tus ojos me despiertan. No habrá otro entonces,
ni otra luna callada. Ya es mañana, el tacto engaña menos que la vista
y quedaré ciego, mientras crece en mí el deseo de tocarte

Cuando lo nuevo penetra sutil en lo viejo se ilumina
y no hay otras cosas que decir, Tú cayendo.





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