sábado, 26 de julio de 2014

JUAN MARES [12.506]


Juan Mares 

(Guatapé, Antioquia, Colombia   1951. Seudónimo de Juan Carmelo Martínez Restrepo). Licenciado en Español y Literatura por la Universidad de Antioquia. Desde 1968 vive en Apartadó, donde fue profesor y director de la Casa de la Cultura. Actualmente es profesor  de cátedra en la Universidad de Antioquía (sede Urabá). Entre sus libros publicados están: Poteas y pirantes (1987); Voy a ver pantalla chica (1989); El árbol de la centuria (la ed. 1996, 2a ed. 2004, 3a ed. 2011). Es coautor de Entre la savia y la sangre (recopilación poética de Apartadó, 1996), Kalugrafías del instante (2009), Ritmos del equilibrista (2011); Hojas de caladio (2013) y Policromías literarias (2013). Ha participado en diversos encuentros literarios, como  la Feria Internacional del Libro (Bogotá) o el III Festival de Poesía Salvador Díaz Mirón (México, 2013).



ARS VERBA

Escribir para escritores
Es joderte la vida.

Escribir para artistas
Es contar con muy pocos.

Escribir para el pueblo
Es volverte monótono.

¡Escribe para ti,
y que te lean los otros!






BÁLSAMO CANIME

                                     A Rufino Vargas
                                     -en sus 98 años-

No se miraba en los espejos
Sólo en el agua para ver su rostro de hombre
Para lavarse el sudor y las gotas de sangre
Que las espinas le infringían a sus brazos.

-Qué carajos, se puede ser feo y llegar a viejo-

El mundo andaba en bombas
Bajo el estruendo de la dinamita y de la pólvora
Cada año sembraba, para los vecinos que no sembraban,
Para los loros, los micos y el guacho
Y para que le quedara algo con que llegar hasta mayo.

-Se puede ser feo, campesino y llegar a viejo-

Cuando un médico quedaba a tres meses de distancia
-en dinero y en kilómetros-. Se purgaba con leche de higuerón,
Con cedrón raspado mataba las fiebres y la tarambana
Y con bálsamo canime se curaba las heridas.

Se puede ser campesino, pobre y feo
Y haber enterrado siete papas,
Otros tantos jefes Made in USA,
Haber visto levantar y luego desaparecer
La ‘Cortina de hierro’ y sus mandamases,
A unos cuantos chino rojos,
A siete y más jefes por cada Estado del mundo,
A varias estrellas del celuloide,
A Picasso, a Hirohito, a Dalí
y seguir comiendo palmito,
huevos de iguana y chicha de borojó

Se puede ser iletrado, campesino, pobre y feo y llegar a viejo.





LATIDOS QUE MEDRAN

Rondan los perros, vigilantes
En noches de solemne luna.

Aúllan ante las sombras de la noche
y los sonidos de las profundidades.
Baten la cola y enloquecen en la penumbra
cuando el silencio es cómplice.

En otros momentos son alegres
en su latir campaneado
tras la presa de monte.

Tibios, goteantes y de mirada humana
Cuando velan un mendrugo.
Temámosle a la noche sin ladridos de perro
Digamos un ruego,
porque esté alerta, del ladrón y los presagios.





ALAS DEL ALMA

A Marta Quiñónez

Somos el caos sin el significado
(Briosa Jitanjáfora saltando a gritos)
Preludio de la forma de los contenidos
Anuncio de la presencia llana.
Sustitutas de la imagen somos.
Como la flor del diente de león
Nos multiplicamos
Con el secreto de los vientos cardinales.
Somos dardo, mota de algodón
Y tenue soplo que susurra, llora, grita y canta.
Somos soporte de la pasión humana
Según el timbre de la campana glótica
Según la onda telúrica en el rostro
Tal el ademán que sazone su armonía
Tal la esencia que digite la memoria.
Somos valor incuestionable de la historia
Puente entre el ciego y el mundo
Entre lo real y lo imaginario
Línea eléctrica entre el pasado y el futuro.
(Argonautas son: como sombra y como eco.)
Alas del alma somos
Síntoma veraz de la pasión humana.





LA VOZ DEL MIGRANTE

Ir y venir de transmigración de siglos,
Rostros, actos y celajes;
Todo eso que envuelve y suelta,
Que grita y que silencia.

No todos se han ido.

Este es mi día como el tuyo,
El mismo día distinto encada uno,
El de alguien viajero sin su fiambre
Ese mínimo sabor de avituallamiento;
De alguno viajando bajo nubes de polvo
Y otro sobre nubes con el corazón  a diastólicos retumbos
Y otro sin alas y sin ruedas, deslizado apenas sobre el barro
Se suelta y se despeja y ni una queja amedranta su faena.

La nube llega  y es el agua gota a gota repetida y se humedeció la arena.

Atarraya inmensa, abierta. Y las horas,
Diminutos peces  que se agrupan  y se ciernen
Por entre los ojales del siglo, adentro al mundo.
Entre matarratones,  jobos y guácimos coposos
Como saeta se filtra un yolofo;  pico blanco de  cantos fugitivos
Y estridulos, croares y ululares y así el aullido, el pujo y el silbido
Y una lluvia persistente entre las hojas.

Grande noche albergue de sonidos y de algunos fantasmas tutelares.

Imperturbable, una leve noción de los que se han ido,
Les veo presentes y brindo  con ellos bullicio y soledades.

Mariposa amarilla de rayas rojas y tú, mariposa simétrica 89 y 98
Sincronizas tu vuelo y planeas delicada tras tu ronda
Sobre la espiga de grama blanca, igualmente simétrica.
Aire de viento del rio y de las sombras, aire que nombra
Y que renombra esa es tu boca, viento de salitre.

Brindo por ellos, planetas de mi memoria, canto con ellos
Desde la danza de las libélulas fucsias
Al son de las almádanas de los forjadores en el yunque
De la estridencia del silencio.
Amables viajeros, canten: la noche sueña sus cantos
Y ya el día es una canción  como un revuelo de alas y mecer de espigas.





COMPENETRACIÓN

                          “Cuando el silencio es duro como la roca,
                         El grito tiene punta de diamante.”
J.M.R

Voy a coger la palabra para burilarla
Para pincelarla en gotas de fuego.

Voy a tomar la palabra para burilarla
Como se burila el diamante para penetrar la roca,
Para penetrar un silencio.

Dejemos, pues, aquí, desde mi garganta,
La palabra: GRITO.

Démonos el grito de boca en boca
Como una hostia de mano a ella.





JUAN MARES, 
UN POTEA QUE ESCRIVIVE LA PEISOA


Hacía bastante tiempo no perdía el tiempo tan deliberada y oficiosamente. Lo hice leyendo a este potea de Juan Mares que no sé por qué siempre he pronunciado Marés. Yo leía e iba leyendo sin saber por qué, una sarta de haikús, galimatías, brincos, onomatopeyas, jitanjáforas, retahílas, relajos, ensayos, figuras, atrevimientos, bromas, irrespetos al lenguaje; poblados de pájaros, árboles, gente, ríos, frutas, animales de todo tipo… un hervidero de vida y de lenguaje rebosante y sin linderos; una selva remolina con los vientos enloquecidos por el descuido de Pandora. Y yo que soy tan racional a la hora de leer, que exijo rigurosidad y pulimento, sentido y mensaje, estructura y respeto, ¿qué hago leyendo esto que no va a ninguna parte porque conduce a todos lados? Pues, por el simple gozo de leer y jugar a encontrar por dónde va la cosa que en realidad viene y se zambulle.

Entre tanto me voy imaginando cómo será la charla de un tipo como éste, de un individuo que escribe de semejante manera tan frenética y sin frenos; cómo serán sus amigos, cómo lo verán sus detractores; y cómo enfrentará semejante extraño la cotidianidad más plana del desmanador de bananos que debe ser (vive en el Golfo de Urabá); y cómo será su mujer que se aguanta y goza (tiene que gozar para no suicidarse) a este loco sin madrina, transeúnte de la vida sobre el filo del desmadre.


Pero no va dando palos de ciego el muy ladino: vaya que si escribe y dice cosas, y hace descubrimientos, y teje el caos con simetría, y potea con la persistencia de un picapedrero que cincela con sus herramientas de agua, de pluma, de viento, puliendo la misma vida en sus textos que se salen de las posibilidades del lenguaje; porque, sí señores, aunque usted no lo crea porque no lo ha leído, a este tipo nuestro glorioso y multipremiado idioma con numerosos nobeles de literatura, le queda chiquito; sí, señor, no consigue aguantarle el paso este castellano o español demasiado enclenque y encalambrado (como dicen los antioqueños viejos), y entonces lo pone a enjaretafrasear; y como aun así no le da la talla, entonces hace un Poema para Pitágoras, todo en números (que no son castillanos sino indios, que no arábigos como nos enseñaron): un poema hecho con puros números… ¡habrase visto!

Definitivamente este tipo es su Masato del lenguaje: un personaje entrañable parido en sus textos, un niño real al que lo está matando una moto imaginaria. Aunque, pensándolo bien, este Juan Marés ya no tiene qué escalabrarse ya que perdió la cabeza de tanto luchar con la cordura para escrivivir su poesía en la que cada cola es una cabeza, pues tira piedras para todos lados sin dejar una sola palabra extraviada en su aparente sinrazón.

O quizá este Juan Mares no sea más que un tipo bonachón, común y corriente como cualquier Correa de apellido, al que a lo mejor ni volteamos a mirar si pasa a nuestro lado.

Alfredo Pérez Alencart
http://www.crearensalamanca.com/





POEMAS AL AZAR 


A falta de sabanas 
Nos amábamos sobre la blancura
De las cartas.


*


Una campanita
Tiembla en el fondo de tu boca
Cuando ríes, eso me alegra más.


*


Los jóvenes surfistas
Se comportan como dioses, pero su gloria es prestada.
Cuando caen de sus tablas, la gracia 
Prosigue magnifica, coronada de espumas;
Mientras ellos flotan imperfectos, 
Torpes como albatros: hermosos en el cielo 
Y renqueando en el suelo.


*


Con el viento
Pestañean, coquetas,
Las palmeras. 

*

Escribo cartas 
Para que la noche 
No crezca en mí.


*


Cómo rema de bien
En las aguas embravecidas,
El niño sobre su botecito manco.


*


El canto de un solo grillo, 
Le hace contrapeso
A todo el mar.



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