Fernando Rivera Lutz
(Copiapó, Chile, 1955).
Licenciado en Artes, mención Pintura, Universidad de Chile. Antologado en Poetas del Norte de Chile de los 80. Miembro del Colectivo Literario Takicardia, Copiapó, en la década de los 80. Miembro fundador de la Sociedad de Escritores de Copiapó. Editor general de la Revista De-Cierto Lugar, año 2012.
Publicaciones:
- El año 2010 publica plaquette “Actos Públicos” Editorial Demo Libros.
- “Raíz de Uno, Antología Olvidada” publicado en julio del año 2011 por editorial Cinosargo.
Algo así como un haiku sobre las elecciones
Un sol maduro cae
sobre gráciles hojas de parra
una caravana pasa tocando estridentes bocinazos
Y un gingle horripilante
El gato mea.
Asi va por la vida
Guillermo Aldebaran, alias “Chuchunco”
es un jovencito al que le gusta chupar penes
en la función de matinée
que ofrece el viejo cine Alhambra.
El ferrocarril pasó sobre sus piernas y lo dejó maltrecho
ahora usa muletas.
También quedó con secuelas mentales
pero Guillermo se ofrece para chuparlo
alegremente.
Y así va por la vida.
A veces vende diarios
para ganarse unas monedas
e instalarse en el cine y hacer lo que más le gusta.
Aparición
Es curioso el mundo
de los informativos x televisión
destacan la aparición de la virgen
en el tronco de un árbol milenario.
Destacan también la conmoción
que causa en los lugareños.
Curioso porque a mí la virgen se me ha aparecido
tres veces:
1.- En la pared de la pieza que me prestó mi primo
cuando se fue al Paraguay.
2.- En el pecho de un perro vago que un día
se acercó cuando me tomaba un helado en el parque.
3.- En la barba super larga que se dejó un sobrino
que es músico metalero.
Y una cuarta que no tomo en cuenta
porque a otros también les ha pasado:
Un día llovió finamente
y el agua arrastró el polvillo de las calaminas
ésta fue a dar sobre una bolsa de basura
cuando esta mezcla de agua y polvo se secó
en la bolsa se me apareció clarita la virgen.
Raíz de Uno (Cinosargo 2011)
de Fernando Rivera Lutz
Edición número trece de Cinosargo Ediciones.
Poesía.
Raíz de uno (Cinosargo 2011) de Fernando Rivera Lutz, persiste y dialoga con el fracaso total del mundo retratando con cada verso la épica y cotidianidad del dolor, la soledad y el abandono desde un paraje que exige ser duro, casi una alimaña, nos dice el autor en uno de sus poemas:
"No cualquier animal es digno del desierto de Atacama
no basta tener el cuero duro
la lengua larga
o ver bajo el agua en las costas del desierto
aquí para sobrevivir
requieres de otros mecanismos
articular otros sentidos
no basta el oído
para escuchar el respiro de la noche
ni basta el olfato
para captar el aroma de la niebla en la mañana
aquí el peligro acecha
en cada plano recortado"
El primer contacto con este sentimiento de agonía, es la memoria. Lucha que se asume con obstinación desde la educación sentimental del infante. En el poema "Mi abuelo" Rivera Lutz poetiza a un flácido hombre, su porte delata un tierno y estoico patetismo ante un simple ritual como beber atento a los empates a cero de su equipo favorito. La vida entera parece sumirse en partidas que terminan con la inutilidad del empate sin goles, sin embargo, la pasión inútil de dar pie a empresas que se saben abortadas y absurdas desde su concepción, no son razón suficiente para excusar la pelea y dar marcha atrás.
En el poema primero del último apartado (1307825882870-reee.JPG), la poesía de Rivera Lutz declara:
"Un sol endemoniado cae sobre las planicies por donde marchamos
la fila de cómo 20 entre muchachas y muchachos a poco se desploma
los malditos que hacen de jefe fuerzan el tranco
y a cuenta gotas la ración de agua sobre las cantimploras:
regla número uno para sobrevivir en el desierto, dicen.
Aun así, felices por sobre imposibles laderas
cantamos los himnos de la revolución
convencidos de un nuevo amanecer
que a fuerza de ráfagas y delirantes discursos
hará flamear nuestra bandera en palacio".
Miles de bellos jóvenes marchando directo al picadero, una generación sin amuleto, sacrificados como Heraud, como Roque Dalton y todo por una quimera de mierda, reclama Bolaño. Sueño al fin y al cabo y eso es suficiente para mover la consabida consigna: "Fracasa de nuevo, fracasa otra vez, fracasa mejor"
Pero esos discursos e ideologías del mañana, las máuser y ametralladoras búlgaras del presente, fueron en un comienzo un objeto mítico que dispara la imaginación a una edad impresionable, la Colt 44 de Harry el sucio y excéntricas balas fucsia portadoras de una visión fantasmática del padre, un recuerdo empolvado en el armario familiar, vaso comunicante con la figura de antiguo juez de policía local en el desierto de Atacama, otra vez ese condenado desierto que Rivera Lutz describe:
“Ojo con los muertos diseminados
en estas extensas planicies
completado el ángulo en cada esquina
cruces y flores secas
nada de osamentas
el viento es siempre
la última palada inconclusa.
A veces sobre caminos
en que se pierden los rastros
al borde de una huella
una animita encendida
qué muerte más sola
en estos estériles paisajes
alerta entonces con los murmullos
que el desierto despliega
puedes oír a veces el resuello de un lagarto
pero que no te engañe ese otro respirar.
Se equivocan quienes piensan
que el desierto es tierra de nadie”.
El padre como sheriff de spaguetti western perdido en la nada y la velocidad del disparo diseminado en la camanchaca, establece un primer contacto con la muerte. Bukowski nos dice en un poema "Un sabor temprano de la muerte no es necesariamente una mala cosa" y Bukowski, Ferlinghetti así como los beatniks son afluentes para la médula de Raíz de uno.
El beat desde luego, no sólo por el ritmo intrínseco de la poesía Beat= ritmo/pulsación, sino también por el sentimiento de beat=golpe y por tanto derrota asumida ya sea de modo directo a través de las tentativas de suicidio o dilatado en aquellas errancias por el tiempo, ignorando toques de queda, rozando vidas y márgenes, sobreviviendo desamores y pendencias en lugares desconocidos en que van quedando retazos de uno como otro tipo de sacrificio.
“Raíz de uno” de Fernando Rivera, una antología olvidada como él la llama, es la suma del horror, ese horror que Kurtz (Marlon Brando) profético y abismado susurra en Apocalypse Now pero que todos asumimos tozudos como reza Nietzsche “lo que no te mata te hace más fuerte” y a fin de cuentas: “nos parecemos a aquellas encomiendas / que llevan impresa la palabra frágil / y cuyo destinatario / ha sido borrado por el tiempo”.
La particularidad es que estás encomiendas son lanzadas desde la oquedad desafiante del desierto, esa ruta escénica en que nos hundimos como especie, y son "astillas volátiles como cenizas en este desierto en llamas".
Daniel Rojas Pachas
Escritor y Director de Cinosargo Ediciones
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