lunes, 13 de marzo de 2017

JUVENAL ÑIQUE RÍOS [20.027]


OSCAR JUVENAL ÑIQUE RÍOS

Nació en Moche, Perú  en la calle Salaverry 315, el 15 de julio de 1915, sigue pregonando a todos los apristas volver a las ideas primigenias de Víctor Raúl Haya de la Torre, para lograr construir una sociedad con justicia social.

Ha sido docente y Secretario General de la Escuela Normal Superior Indoamérica, así como de la Escuela Normal Superior Carlos E. Uceda Meza (Trujillo). También se ha desempeñado como docente y Secretario General en el Colegio Instituto Moderno (Trujillo). En mérito a su tarea como educador, la Escuela Normal Superior Carlos E. Uceda Meza, y el Colegio Instituto Moderno lo reconocieron con Medalla y Diploma de Honor. Lo mismo hizo el Instituto Latinoamericano de Integración y Desarrollo, en mérito a su tarea como educador y promotor de la integración latinoamericana. El año 2010, el Ministerio de Educación le otorgó las Palmas Magisteriales en el Grado de Maestro.

Su labor como periodista la ha desarrollado en medios de prensa, regional, nacional e internacional, lo que le ha hecho merecedor de la Gran Orden Chan-Chan en el Grado de Gran Oficial, otorgada por el Gobierno Regional de La Libertad; y la Medalla de Honor y Diploma de la Ciudad de Trujillo conferida hasta en dos oportunidades por la Municipalidad Provincial de Trujillo. En el año 1997, fue reconocido como Amauta del Periodismo, por el Colegio de Periodistas del Perú.

Se ha desempeñado como conferencista en la Cátedra Vallejo y responsable de la Hemeroteca de la Universidad César Vallejo (Trujillo). También ha sido investigador del Instituto de Investigaciones de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín de Porres (Lima).

En agosto del 2006, el Gobierno Peruano, mediante Resolución Suprema N° 0426-2006-IN lo nombró Prefecto Honorario del Departamento de La Libertad,  reconociendo y destacando su trayectoria como escritor, investigador y educador que ha contribuido al mundo académico y cultural del departamento de La Libertad y del país en general.

En julio del 2011, el Congreso de la Republica lo condecoró con la Medalla de Honor del Congreso destacándolo como educador, periodista y luchador social.

Sobre su obra poética escrita en las prisiones políticas de finales de la década de los años treinta y principios de los cuarenta del siglo XX; Johan Leuridan Huys, ha sostenido: “El tono de sus escritos es el de su voz y el de su agitada existencia. Simple, recia, clara, la poesía de Juvenal Ñique Ríos,… no necesita de traducciones o interpretadores. Es simplemente, la palabra, el grito de un ser humano que, como muchos espera un mañana mejor para su patria… por otro lado, confirma y complementa algo de sobra sabido; que los peruanos parecen haber sido dotados para transformar el sentimiento auténtico en poesía”.

Oscar Juvenal Ñique Ríos, se incorporó a la Partido Aprista Peruano, desde su adolescencia. Allí formó parte del primer cuadro de fajistas de este movimiento político. Durante la década del cuarenta y cincuenta del siglo XX, compartió la responsabilidad de organizar el partido aprista en el norte del país, por entonces integró cuadros dirigenciales del APRA junto a Antenor Orrego Espinoza, Alcides Spelucín Vega, Alfredo Tello Salavarría, Nicanor León Díaz, Luis Heysen, Julio Garrido Malaver, Julio Galarreta Gonzales, Luis Cáceres Aguilar, Hermes Cáceda Mendoza, Oscar Idiáquez Ríos, entre otros connotados personajes.

Sobre la vigencia del aprismo, sostiene: “El APRA es un movimiento político dialéctico que programáticamente debe ir adaptándose a las exigencias de la realidad, en este sentido siempre será vigente. Pero sobre todo el aprismo implica una constante superación científica, espiritual y moral. Esto explica que nuestro movimiento no sea algo consumado o que tienda a desaparecer sino que tiende siempre a encarnarse en la mejora y realización del ser humano nacido de estas tierras. El APRA no solo se corresponde con las exigencias originales del pueblo peruano, además está llamado a hacer realidad que América sea el gran «pueblo- continente» anunciado por Orrego y visionado por Bolívar, Martí, Vasconcelos y Haya de la Torre”.

Por esto–manifiesta Ñique Ríos- el aprismo es una revolución vigente. Tal como sostenía Arévalo, “El APRA está empeñado en una lucha santa en la que no caben las impaciencias ni las desesperanzas”. Nuestra responsabilidad por lo tanto, hasta donde nos alcance la vida, es afianzarla con ciencia, con dignidad, con un profundo amor por lo humano y con acciones concretas que permitan construir un pueblo y un mundo con justicia social.


Poemas de Juvenal Ñique Ríos


El Frontón


I

En esta isla - tétrica prisión -
ruedan atropellándose
las horas y los días,
y nuestras vidas íntegras
giran y giran en impalpable.

El cielo nublado de tristeza
tiene el rostro angustiado
mirando hacia las rejas.
El mar se agita,
protesta y reza...
Mar y cielo exprimen
sus rostros empapados
de lágrimas azules,
y estremecidos, asombrados
contemplan la tragedia del hombre
en el lúgubre peñón.


II

Aquí, en el Frontón,
no sé cuándo estallaron destrozados
los horarios.
Dese entonces,
el tiempo detenido
se ahueca en cóncava
expresión de funeral.
Y el hombre prisionero,
secuestrado
- agónico hombre -
herido en su costado,
sangrando pecho adentro,
levanta su proclama de dolor.


III

Aquí, es esta gélida prisión,
estrujadas corolas de tristeza
deshojan sus pétalos llorantes
sobre tatuajes hondos,
sobre heridas sangrantes,
y en las azules aguas
del murmurante mar
caen lágrimas densas
sobre tumbos anónimas.
Alguien reza en silencio
y se quiebran las voces
y se pierden las quejas
en el fondo del mar.


IV

¡Dios mío! Tú sabes
del dolor del hombre,
del hombre secuestrado,
cruelmente torturado
por amar al hombre
de principio a fin,
desde los poros a la sangre
y desde la sangre hasta la médula.
¡Dios mío! Tú sabes
como cae y se levanta el hombre
amando y padeciendo su ideal.


V

Y este hombre más hombre
- suma y multiplicación del hombre -
condenado a morir todos los días
se estremece en sus esencia y raíces
y muriendo no muere !no muere!
de su agonía se yergue recreado
en a mágica expresión de la esperanza
y en el fuego sagrado de la fe.
¡Dios mío! Tú sabes que el hombre
se acrisola y se agiganta en el dolor,
que nace del amor y se levanta por amor.
Amor y dolor fecundos son,
uno y otro naces de abismales esencias,
de humanas honduras
y se elevan a infinitas y supremas alturas.
Sí, Dios mío, supremo creador,
amor y dolor fecundos son.
Amor y dolor iluminan al hombre
en esta tétrica prisión.


VI

Y el ideal ¡nuestro ideal!
(malgrado los esbirros del tirano)
del martirio se levanta iluminado
y se agita invicto, inmaculado
¡invencible ideal, fuego sagrado!
Y el corazón libérrimo del preso,
hervor de sacrosantas rebeldías,
desde lo inconmensurable de su gólgota
vibra en triunfales supremas armonías.

El Frontón, 1941.



Ave Marina

Con el tiempo estoy aprendiendo
a conocerte, a quererte,
a mirar el geométrico trazo de tu vuelo
y a comprender tu aislamiento solitario.
Unas veces pasas regalando alegrías
y otras deshojando penas.
Pienso que gozas y sufres
como todos los mortales.
Con la libre expresión de tu anhelo
encendido en el rumbo de tu vuelo
conquistas el espacio
reina de litorales.
Amiga del inmenso mar,
formas parte de su cielo.
Dibujas círculos aéreos,
líneas y figuras espaciales,
algo escribes gaviota mensajera.
No conozco tu alfabeto,
no alcanzo a entender tu abecedario,
pero siento tu mensaje.
Tu libre transitar, tu libertad
me hace pensar en la mía
hoy estrangulada en el presidio.
Aprendo de tu serenidad,
de tu expresión de paz
demoledora de impaciencias.
Y sueño con agitar de las
alcanzando alturas
y conquistando un mundo
de ilimitados horizontes.

El Frontón, 1942.



Desde mi Cautiverio

I

Compañera inseparable:
La noche llega ataviada de sombras
y el incorpóreo silencio
se extiende en el penal.
En mi celda, centinela implacable,
asoma entre las rejas
su rostro impenetrable.
En un rincón, mi cuerpo aherrojado
vibra aferrado a su propia luz
inquebrantable.


II

No te puedo negar
que la soledad y la tristeza
me duelen como espinas
rasgando mi costado,
que siento dentelladas del odio
con fiereza;
que se aflojan mis huesos
y sobre chincheros y fierros oxidados
se desliza mi cuerpo atormentado.
Luego se yergue por la fe iluminado
y desde lo más recóndito
grita mi alma su grandeza.


III

Hasta mi celda llega
tu mensaje de amor
como tierno rocío de paz.
Impalpable tu imagen y tu voz,
hacia mí descienden mitigando el dolor,
y mi cuerpo se enciende
de ternura inefable
a pesar de la celda
y su extraño terror.
Tu espiritual presencia,
tu añorada ternura,
cambia el ritmo de las horas,
y en mi humana estructura
se estremeces mi esencia
anunciando el milagro
de cercanas auroras.


IV

Nada eclipsa la luz del pensamiento
ni al fuego luminoso de nuestro gran amor.
Nada podrá la ausencia,
el cautiverio, el sufrimiento,
ni el tiempo estrangulado por el vano rencor.
Nada cambia ni turba mi diáfana existencia,
ni lágrimas, ni quejas ni lamentos.
Hay fuego en mis venas, paz en mi conciencia,
y en mi humanidad cautiva
florece el pensamiento.


V

Yo volveré a las calles, libre,
sin oídos ni rencores,
caminaremos juntos los caminos andados.
Iremos en busca de las flores
y te ceñiré diadema de ñorbos perfumados.
Tú me darás la lumbre de todas las auroras
recogida en el mágico pardo de tus ojos.
Yo te daré mi lira, mi ánima
y al paso de las horas
natura milagrosa colmará tus antojos.


VI

Regresaré a mi querencia
a nutrirme de su cielo, de sus vientos,
de sus telúricas ofrendas.
Visitaremos juntos el arroyo
removiendo recuerdos entre zarzas y flores,
y en los verdes ramajes de naranjos añosos
orquestarán mensajes los pájaros cantores.
Regresaré al terruño a reencontrarnos, amada,
y los dos iluminados por nuestros invicto amor
seguiremos la estrella por la senda soñada
agitando los símbolos de laureles en flor.

Prisión El Sexto, 1941.




Amiga del Mar

Gaviota: amiga del mar, ilusión alada
en brumosa tarde descendida,
detienes tu vuelo fatigada
encarnada silueta consentida.

Ave marina, itinerante viajera
en el peñón te detienes confundida.
Desde mi cuadra te observo, ágil mensajera,
con tu mirada hacia el mar, indefinida.

Me alegra ver tu grácil movediza silueta,
pareciera que esperas enigmática cita.
Te muestras nerviosa, angustiada, indiscreta,
nadie te corteja en tu breve visita.

Impaciente, pones fin a la espera, tus alas agitadas
y ascendiendo en silencio rumbas preocupada.
Tal vez han fracasado tus románticas citas
y vuelas solitaria, triste y decepcionada.

El Frontón, 1942.



Amor Glorificado

I

Entre el cotidiano dolor
de nuestro pueblo
y su cotidiana esperanza,
está nuestro amor
creciendo entre azules ilusiones.
Nuestras vidas, amada,
están identificadas
con el pueblo y su destino,
con su misión suprema
y sus grávidos anhelos.
Su dolor nos eleva
en busca de la luz
para derramarla con amor
sobre sus heridas lacerantes.


II

El llanto, la miseria, el hambre
del niño abandonado,
nos hace sangrar el alma.
El calvario de la madre humilde
nos golpea fuerte el corazón.
La explotación, el abuso, la injusticia,
nos duele hondo y nos rebela.
Por eso se incendian nuestras lágrimas,
nuestras voces estallan en proclamas
y nuestras vidas sangran y se agitan
como oriflamas en combate.


III

Nuestro amor, gravitación fecunda,
raíz nutricia, inspiración de vida,
seguirá creciendo a pesar
de todos los dolores.
Amada, tan distante
y tan cercana
espiritualmente tan en mí,
físicamente tan lejana.
Sin embargo, somo una sola existencia
germinando en el surco
tremante de la vida. 
¡Qué amor el nuestro!
tan zarandeado,
tan golpeado
tan invulnerable,
tan esencia,
tan inmensamente símbolo
se eleva entre el dolor
y la esperanza.
Amada: desde mi celda
mi evocación te envuelve
con auroral frescura,
no obstante el hervor
de mi protesta.


IV

Amada:
Algún día el pan será verdadero
para todos los pobres
y dejará de ser dura piedra atragantada,
anhelo insatisfecho, ilusión destrozada.
Algún día el acíbar
se trocará en mítica miel
para endulzar los labios
sedientos de todos los humildes.
El hambre dejará de ser
cruel espada cercenando vientres
y cegando vidas.
Algún día los trigales maduros
mecerán la alegría de los pueblos
y la justicia inundará de luces 
todos los caminos.
Algún día el dolor
ya no será dolor de muerte.
Esa es la esperanza que va creciendo,
esa es la fe que nos levanta
de todas las caídas.
Entre tanto, esperemos amada.
Esperemos que despierte la alborada
y derrame sus luces
sobre nuestras frentes agónicas.
Esperemos, amada, ¡sin rendirnos!

Prisión El Sexto, 1941.

*Extraído de: Desde mi Cautiverio, Juvenal Ñique Ríos, págs. 17 - 19, 27, 49 - 54, 69. (2006).



Juvenal Ñique Ríos: 
un líder histórico que se mantiene firme en sus ideales

Reconocido aprista nos da una lección de lealtad. Su serenidad es admirable.
 

Por Carolyn Moreno Pérez
Trujillo


Don Juvenal Ñique Ríos, uno de los oradores preferidos y gran amigo del líder histórico del Partido Aprista, Víctor Raúl Haya de la Torre, es un hombre digno de destacar. En estas épocas en las que se habla con facilidad de transfuguismo político y de vacilaciones ideológicas, él ha demostrado ser una persona firme en sus ideales y convicciones.

“Soy aprista desde que tenía 17 años de edad. Desde ese entonces no me he apartado del partido. Me mantengo y me mantendré indudablemente con el mismo fervor de toda mi vida”, expresa don Juvenal, quien el pasado 15 de julio cumplió 99 años de edad.

Además don “Juve”, como le dicen de cariño sus familiares y amigos, es una persona extraordinaria. Solo basta con observar su mirada enternecedora para darse cuenta que no guarda rencores. “Uno de mis secretos para vivir muchos años es no odiar. Ser un hombre sin rencores. Mantener en el espíritu una serenidad propia de quien vive con la conciencia tranquila”, nos revela mientras lo entrevistamos en su vivienda.

El también periodista, quien mantiene la sencillez que lo caracterizó desde muy joven, evita conversar acerca de los sucesos que vivió durante la Revolución de Trujillo, en 1932, así como de años después (desde la dictadura de Óscar Benavides hasta el gobierno de Manuel Odría). Ello, porque pasó malos momentos como prisiones, torturas, entre otras situaciones difíciles.

“Tengo muchas anécdotas que contar… cuando fue la Revolución de 1932, siendo un adolescente, fuimos con otros jóvenes a la cárcel central de Trujillo a sacar a Ciro Alegría (el autor de ‘Los perros hambrientos’), con el hijo del profesor Nicanor León Díaz, apodado ‘el carioco León’… Luego llegaron tiempos de persecución y prisión, pero también tiempos de entrega y sacrificio. Cuando se trajina por un noble ideal hay muchas satisfacciones”, refiere, sin dejar de mencionar que por intermedio de su primo, el abogado Candelario Mendoza, llegó al Apra.

También nos detalla que en 1933, con su primo que ya era militante aprista, asistió a una conferencia en el Teatro Popular, en donde se encontraba el líder del Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre.

HOMBRE VISIONARIO

Don Juvenal tiene muy buenos recuerdos de Haya de la Torre. Para él era un hombre visionario, apasionado, alegre, con gran sentido del humor, dirigente didáctico y un gran orador.

“Siempre me impactó su acercamiento a los niños. Era tierno con ellos. Era muy cariñoso con ellos y con los jóvenes. Le gustaba entablar amplios coloquios con la juventud y estos duraban hasta altas horas de la noche. También lo recuerdo sereno y severo en momentos de apremio para el partido. Pero sobre todo, recuerdo su forma de vivir, su humildad, su decencia. Le gustaba escuchar a la dirigencia de La Libertad y siempre nos exigía formación y sacrificio para servir al pueblo. Amaba mucho a su pueblo y jamás pidió nada a cambio para servirlo”, expresa.

EL APRA ACTUAL

Indudablemente el Partido Aprista de antes no es el mismo de ahora, reconoce don Juvenal Ñique Ríos, tras precisar que las diferencias son enormes. 

“La mística, por ejemplo, no es la misma. Sin duda alguna, Víctor Raúl era un político con gran visión del futuro, dejaba expresarse a la persona. Sabía escuchar y entender a la militancia, al pueblo. Haya tenía gran sentido del humor para afrontar los problemas, y también tenía una gran visión para dar solución a todos los conflictos sociales de la época”, comenta.

Asimismo, señala que a los dirigentes actuales les falta autoridad moral para plantear una educación verdadera que permita formar políticos que obren con ciencia y decencia.  

“Me gustaría ver al Apra unida, dando prioridad a los jóvenes, volviendo a educar con amor al pueblo y preocupándose por ellos”, anota don Juvenal Ñique. 

Recibió restos de Víctor Raúl

Cabe subrayar que don Juvenal Ñique fue el único orador en aquella noche de agosto de 1979, cuando se recibieron los restos mortales de Haya de la Torre en la Plaza de Armas de Trujillo. 

Esa noche durante el discurso no hubo aplausos, solo se agitaban pañuelos blancos. En esos momentos, los jirones del centro histórico estaban abarrotados de gente.

“...Nos acostumbraste a tu pañuelo blanco, agitándose en tu mano izquierda como símbolo de tu pureza. De conductor sin mácula. Ahora llegas compañero jefe con tus brazos quietos, con tus labios quietos, tranquilo. Tu corazón ya sin latido...”, es una de las frases que pronunció Ñique esa noche.

La alcaldesa de Trujillo, Gloria Montenegro, destacó de don Juvenal Ñique sus cualidades personales, morales y políticas.







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