DAVID NOVOA
NACIMIENTO. En Casa Grande, Trujillo, Perú 1968.
ESTUDIOS. Ingeniería Industrial y Ciencias de la Comunicación. Trabajó en Culturales en el diario La Industria.
LIBROS. Poesía: Itinerario del alado sin cielo, premio Poeta del Perú, 1990. Libro de la incertidumbre, premio del suplemento Lundero, La Voz de El Loco, (Triskel Editores 2014) y en periodismo dio a la luz pública Conversaciones con Daniel F: la verdadera historia de Leusemia.
Actualmente realiza performances en diferentes puntos de la ciudad y dirige –junto al grupo cultural Rikchari Chimor y al poeta Adrián Alberto, Poesía de Miércoles, evento que convoca a los jóvenes y reconocidos personajes de la poesía trujillana.
La voz del loco
La voz del loco
es la voz
que todos tenemos
en el corazón
Si la ignoras toda la vida
te volverás loco
Si la escuchas y la olvidas
te volverás loco
Si la oyes y la sigues
le parecerás un loco a todo el mundo
pero solo serás
el que sigue a la voz
de su corazón
(David Novoa-"La Voz de el Loco")
"Libro de la incertidumbre" de David Novoa
QUÉ IMPORTA SENTIR QUE HOY NO SÉ NADA
y que siempre es hoy.
Qué importa huir entre un bosque de hombres sombríos,
murmurando que son los cambios los que deben cambiar
y qué más hermoso que el rosado de una flor
es el de una llaga abierta en la carne de la mente,
de mi mente y la de todos los seres que cruzamos las calles
como flechas condenadas a clavarse en el olvido.
Denme todo, todo quítenme, vuélvanme a dar y a
quitar todo; no me engaño: nunca habré tenido nada.
Las hembras y los breves mapas de las nubes
que encandilan los ojos de los hombres
dejan los míos apagados.
Fui hecho para despreciar la materia que me erige,
mis gritos disueltos en la indiferencia del bullicio,
los pasos que me fueron dados para llegar,
y con los que solo
me he perdido.
¡SALTAR POR LA VENTANA QUEDA A LA NADA
y caer hacia arriba, a los lados, o hacia abajo,
o hacia mí mismo, pero caer con mi vida velocísima,
empuñando el hilo que desteje el ovillo de
los días y las noches, gritando en silencio
con la voz de mil hombres apretados en
el amasijo, que se esfuma, de mi cuerpo!
Saberme más que lo sabido, sospechado, soñado ser;
que lo dicho y callado con la misma palabra;
que lo no visto cuando observo
fijamente lo mirado en la caída.
Detrás de mis palabras acallado estoy diciendo
que encima de los topes, debajo de los fondos, he caído,
¡y que me encuentro, aquí de pie, loco,
velozmente, detenido!
IMBÉCILES LOS QUE CREEN SUPERIORES A MÍ;
imbéciles los que se creen inferiores a mí;
los que se creen iguales a mí, imbéciles:
¡no hay mí!
No soy las carnes que me forman
ni todo lo proferido o callado por mis
labios a lo largo de la vida,
¡ni todos los actos que hube y
he de hacer hasta la muerte!
Ni mi rostro será uno en el transcurso de los años,
ni mi amada será una en el transcurso del amor,
¡ni mi risa será siempre algo que
después no me mate de dolor!
Mis deseos y mis náuseas, mis dudas y certeza,
lo íntimo y lo ajeno, pudieran ser el mismo acto,
la misma ansia, el mismo hecho del que sólo me separa
el hombre que yo sea en el momento;
si es que habiendo sido tantos
alguno pude ser.
¡UNA ASTILLA DEL TIEMPO FUERA DE DÍA O DE NOCHE
alguna, una astilla de tiempo en mi mano
como un puñal con el que corto lo que me ata
a estas turbias apariencias!
Atrapado tras el muro erigido pro espaldas,
por preceptos y verdades más muertas que los que cayeron defendiéndolas;
perdido entre edificios que se alargan por ocultar
el sol más temprano cada día;
sólo sé lo que falseo para creer,
sólo sé que lo que mi mano recoge con recelo
-alguna piedra, un racimo marchitado, otra mano-
son formas para las que soy tan pasajero como ellas para mí.
Un día o una noche que no concierna al transcurso de
mi vida y una acción tan heroica como inútil.
gritar un insulto en cuya verdad todos se descubran,
detener el tiempo con los dientes, con las uñas, con locura,
buscar la senda que me lleve unos pasos después del
infinito, ¡y recién correr, enardecido hacia delante!
QUE YO ME LLAME TODAS LAS PALABRAS
de todos los lenguajes proferidas por los
hombres en el tiempo;
que sea yo más yo
al negarme y saber a quién niego;
que corra yo hasta dejarme atrás
y saber quién jadea trotando a mis espaldas.
Siempre muero, siempre vivo, siempre torpe
con el cielo a cuestas como un pesado fardo azul
huyendo con los mismos paso con que me sé,
desnudo, retornar a mi principio.
Que yo me llame todas las palabras
de todos los lenguajes calladas por los
hombres en el tiempo;
que sea yo más yo al reafirmarme
y no saber a quién reafirmo;
que corra yo hasta dejarme atrás e ignorar
quién, desde la meta, victorioso,
me espera eternamente!
*Extraído de: Umbral N° 15, Antares, Artes y Letras, págs. 8- 10. (Lima, 2003).
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