GERARD FIERET
Gerard Fieret (La Haya, Holanda 1924-2009) tuvo que esperar hasta los últimos años de su vida para convertirse en un fotógrafo de renombre internacional. Actualmente se encuentran obras suyas en el MoMA, el Rijksmuseum, y en las más distinguidas galerías internacionales. En este último año, una exposición dedicada a toda su obra se ha dado a conocer en París, Turín y La Haya. No sólo las composiciones originales, el juego con los desenfoques y la mirada “propia” con respecto a la intimidad, lo frívolo y la sexualidad son lo que hacen interesante a su obra. Es también una reflexión sobre el medio artístico en sí. Cada impresión de Fieret es singular: imágenes a veces en papel medio arrugado, con manchas o excrementos de palomas, y a menudo con la firma o estampa de Fieret en grande. Más que fotos, son ya objetos artísticos, y así es como él entró en la historia de la fotografía, transgrediendo las convenciones (la de los sesenta) de una sociedad en tumultuosa transformación. Él se hacía llamar “fotográficus” porque concebía su obra como un entrelugar de dibujo, diseño y escritura con el arte como fin y la técnica fotográfica sólo como uno de los medios a su disposición: “Se podría decir que en mi caso la poesía es un poderoso río del que nacen dos fuertes ramificaciones, el dibujo y la fotografía. Al final los tres medios se unifican… Se funden, la fotografía se vuelve poesía, la poesía se vuelve fotografía, el dibujo se convierte en una forma de escritura, y el dibujo y la poesía se convierten en una forma de ver y la fotografía se convierte en un puente en los corredores de un laberinto.”
Sus fotos han viajado por el mundo, pero de su poesía se sabe poco internacionalmente, mientras que Fieret publicó más de diez libros. La inmensa producción fotográfica que dejó en realidad sólo abarca diez años de su vida. El resto de sus 85 años lo dedicó más bien al dibujo y a la poesía, cuando no andaba ocupado con sus palomas. Muchos de sus poemas los escribió en posavasos de cerveza, al igual que sus dibujos, cuando frecuentaba el bar De Posthoorn, en La Haya. (Cuando lo dejaban entrar.)
Por ser no sólo un hombre extravagante y con un gran encanto particular, sino también por ser una persona difícil que podía ser agresiva y paranoica fue excluido de muchos lugares. Su enfermedad psíquica hizo que sus últimos años los pasara solo y marginado. Mientras que una foto suya se vendía por 10.000 dólares en Nueva York, el artista vivía en extrema pobreza entre ratones y palomas, durmiendo sobre una silla. Las fotos en esos catálogos hace rato que habían dejado de ser de su propiedad, aunque en su paranoia sobre la expropiación se había asegurado de firmarlas y estamparlas. Su preocupación más bien era la alimentación de las palomas. A menudo podía verse con una bici en una mano, mientras del volante colgaban dos cubos de comida para “sus” pájaros. Así iba haciendo su recorrido por los lugares fijos donde les daba de comer.
En su poesía aparece la ciudad, la estepa y la lluvia como motivos recurrentes, al igual que el “hombrepájaro”, que era tal y como se le conocía en La Haya. El desdoblamiento psíquico, la experiencia humana y el viaje existencial son ingredientes en su obra. Su lenguaje es fresco y el humor y la ironía marcan su autenticidad y estilo vital, al igual que en su fotografía. Los poemas provienen de El lazo del amante (1980) y Filosofía de una mariposa (1976).
Seis poemas | Gerard Fieret
Versiones y nota de Nanne Timmer
Las fotografías de: Gerard Fieret
Me desenrollo en mí
yo a, yo b, yo etc.
me disuelvo en la lluvia
yo a, yo b, yo etc.
En el país de las cuatro corrientes
continúo
yo a, yo b, yo etc.
Allí arribo en aluviones
a las imágenes extremas
del pasado
yo a, yo b, yo etc.
Me nombro zeus júpiter
u odiseo ruido
yo a, yo b, yo etc.
el óxido come mi pensar
en el abrigo mil veces
envuelto
monto mi caballo
por estepas eternas
a veces soy una montaña
o pájaro y veo mi
caballo con el ojo de
miniaturas
paisaje
veo el paisaje debajo de mí
cómo cambia
de abajo para arriba
giro
para verlo, el paisaje
la gente
ellos hablan a sus sombras
que saludan
por caminos agitados
y pueblos sin rumor
yo-el otro
yo -no el otro abre la puerta
veo el paisaje al revés
los pájaros vuelan boca arriba
no yo – el otro lo atraviesa
el cielo
debajo de sí, él ve
su ego sin gravedad
un último aletazo
presente
si no tú
soy yo
llamo a la puerta
y dejo que entre
siéntese, quiere
tomar algo
no, no quiero nada
entonces está usted ausente
quiero algo
llamo a la puerta
alguien que no está
me deja entrar
se sienta a mi lado
un alguien
que no está
viene lluvia
lógico, dice uno
pero la lluvia
hace crecer, dice uno
viene usted de arriba
es lógico, di,
es la lluvia,
dice uno.
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