lunes, 18 de mayo de 2015

JUAN RESTREPO FERNÁNDEZ [16.013] Poeta de Colombia


Juan Restrepo Fernández 

(Montenegro, Quindío 1930 -  2014) 
Médico psiquiatra, formado profesional y poéticamente en la Argentina de mediados del siglo XX, país donde vivió durante 30 años. Es quizás el poeta quindiano vivo más importante, afirmación por la que responden su vasta producción y los comentarios de exigentes críticos mundiales. Trascribimos apartes de la reseña de Carlos A. Castrillón en su "Antología poética del siglo", editada en 1999 por la Gobernación del Quindío. "Con Juan Restrepo llegamos a una obra que en su conjunto es la expresión más acabada de nuestras letras actuales. Nadie es más moderno que él, y nadie ha logrado una poética tan suya y tan coherente.

La sucesión de los libros de Juan Restrepo evidencia una búsqueda individual que ha estado un poco al margen de la evolución de la poesía en nuestro medio. Y no es sólo porque el poeta haya estado gran parte de su vida fuera de Colombia, sino, fundamentalmente, porque el mundo de sus versos tiene sus propias claves y ha trazado sus propios caminos.

Los poemas de Juan Restrepo, en especial los de sus últimos libros, sólo le guardan fidelidad a la poesía. El poeta ha entrado en un universo de referencias cruzadas que le permiten situarse más allá de las circunstancias. Nada de lo que conocemos es necesario en la poesía de Juan Restrepo, porque estamos en presencia de una obra que no hay que comprender sino simplemente compartir y percibir en la suma de sus sensaciones."

Restrepo Fernández, falleció tras un deterioro de salud por causa de un accidente cerebrovascular que padeció hace dos años y que lo tenía reducido en una cama.

Restrepo Fernández fue catalogado como la “más alta voz lírica del Eje Cafetero” por el académico Héctor Ocampo Marín. Realizó su bachillerato en Manizales, se doctoró en medicina y se especializó en siquiatría en Buenos Aires, Argentina, allí se incorporó por más de 30 años, alternando con los más importantes escritores hispanoamericanos. En 1995, la gobernación del Quindío lo condecoró con la medalla al Mérito Artístico y Literario.

OBRA:

Antología de su obra inédita: Juan Restrepo - poesía El caminar de los oceanos (2011)

Libros:  La idea que verdece (Buenos Aires, 1953). La montaña incendiada (1969).  El alba de los enterrados (1981). Las zafiros del reino (1989).  El cetro de los anillos (1989). Los templos del ónix (1993).  El leño de los sonidos (1999).  El desvaneciente medio día (2000)

Ilda Baoth opinó en su momento: "La poesía de Restrepo no es para el entretenimiento ni para la declamación. A sus libros se debe llegar con sentimientos diferentes a los experimentados cuando leemos a los poetas clásicos del Quindío. A su obra hay que entrar con vanguardistas criterios de lo poético como lenguaje. Su poesía universal, apta para adelantarnos a nuestra época en 20 o más años".

Su desaparición ha generado grandes tristezas entre sus allegados, quienes lo consideraban un hombre brillante, sensible a su familia, a la sociedad y al futuro de la humanidad.
Por esta razón, LA CRÓNICA conoció las opiniones de algunos de sus amigos que siguieron de cerca su trayectoria.

 

"Vamos a valorar más su obra" 
Carlos Alberto Valencia, amigo de toda la vida de Juan Restrepo, aseguró que era un hombre excepcional y con una capacidad de creación literaria única e inigualable.

"Era un ser humano increíble, por eso desde mi opinión considero que inicia un proceso de reconsideración de su obra, donde las personas deben darse la oportunidad de ver al hombre e impulsar sus escritos. Además hay críticos como Darío Ruiz Gómez que ponderan muy bien su poesía, la cual es considerada magnífica y con un gran valor literario. Su muerte nos va a permitir que miremos desde otra perspectiva sus productos y su valor”, dijo.

Era el poeta más destacado
Carlos Fernando Gutiérrez, director del taller de escritura Café y Letras, manifestó que desde muy jóvenes él era el poeta más sobresaliente, al que admiraban mucho y siempre fue un referente muy grande para quienes estaban iniciando en la literatura.

“Juan Restrepo era el poeta más puro de una corriente de poesía que se llama hermética trascendental en nuestra región. Siempre trazó su propio lenguaje estético, por eso es que su lectura es todo un reto intelectual. Hay que reconocer que sus imágenes abstractas dialogan con la más selecta tradición de la poesía moderna. Además es una de las más altas voces quindianas y nacionales, pues solo él construyó una simbología que le pertenece y lo une con una  tradición de oscuros iluminados. En sus escritos el lector no reposa”.

 
Recuerdo de Juan Restrepo

Carlos Alberto Castrillón, docente de la universidad del Quindío, quien ha escrito muchas veces sobre él, y quien afirma que es ejemplo del oficio de poeta porque configuró sus propias claves, trazó sus propios caminos y solo rindió la palabra a sus propios contextos.

"En el año 2011, cuando planeaba la edición de un libro de Juan Restrepo para la Biblioteca de Autores Quindianos, tuve acceso al copioso material que el poeta conservaba inédito. El proyecto estuvo amenazado por la desmesura, pues la cantidad excedía por mucho el limitado espacio del libro que yo imaginaba. Sabía del deseo de Juan Restrepo de dar a conocer su obra completa, intención que lo acompañó en sus últimos años. Como todo poeta, Juan defendía su palabra con autoridad y voluntad persuasiva, a pesar de que para entonces la enfermedad ya lo afectaba.

El respeto mutuo hizo el trabajo. Al final, para conformar el volumen, y con la colaboración de Zulma, su esposa, elegí cuatro libros del conjunto de cuadernos que el poeta mostraba, leía a trazos y ponía en contexto dentro de su obra completa.  En las sesiones de ajuste y corrección de cada poema, en las que el poeta participaba con entusiasmo, aunque por periodos cortos debido a los quebrantos de salud, la estética de Juan Restrepo comenzó a mostrar sus claves profundas, sus puntos de contacto y, en última instancia, las líneas de reescritura que pueden rastrearse desde los primeros libros. Queda la sensación de una obra completa en el sentido de que responde a una intención que unifica las partes del proceso en un todo, en un soporte de sugerencia y misterio que no deja de significar.

De los cuatro libros, uno quedó definitivamente por fuera por razones de espacio, titulado La bahía de los truenos, los tres restantes se publicaron con el título El caminar de los océanos en 2011. Un bello prólogo de Darío Ruiz Gómez acompañó la edición, en él encontramos valoraciones que hacen justicia a la poesía de Juan Restrepo, como “su alto grado de intemporalidad, alcanzado mediante esta escucha de lo inescuchable, de aquello que alienta en lo indecible”. Las resonancias de sus versos dejan en el lector, y que a veces se sitúan en el reverso de la comprensión, son para Ruiz Gómez “la lucidez que brota del resplandor de la vigilia y va descubriendo sin sobresalto, sin ofensa alguna, aquello que duerme en nuestra alma cautiva por la nostalgia del orden antiguo”.

Esa es la sustancia del verso de él.





LA DURMIENTE

Duerme, que nadie ocupe ese espacio.
Otras puertas y ventanas plantan allí,
otro techo, otra mañana, otro nombre
que al amanecer no aspira
más que al cielo que le abres.
No estás lejana, sí oculta
en una luz donde nadie
podrá nunca acompañarte.
¿Qué mediodía, qué tarde
puede encerrar la mirada
que por un momento yace?
No hay caja ni tambor negro
para tu luto
ni olvido entre la lágrima.
Sólo el cristal te sostiene,
el ojo que en mí apacienta pues allí guardada
correspondiendo a la transparencia
calladamente tu cuerpo.





GRILLO

De tu brazo,
verdeante,
he podido
descender junto al canto.
Has saltado
ascendiendo el ocaso
hasta alturas sin tí..
Tan oscuras
y un astro
me has entregado,
un techo,
que en nada
se me aparta.






ALERO

Qué duro te me adentras
decapitado monte,
vegetal aletazo
qué duro hoy te me adentras.

De niño trepé por tus rodillas,
me llevaste en tus manos
como lleva la arcilla el alfarero
y vi allá de tus hombros
colgar su saco el viento.

Pero ahora, eres canto quebrado;
ya no eres el alero, ese gajo
que corría de muchacho por mi frente;
te arrasaron, granero,
tu espalda despeñaron,
cayó como un polluelo tu tejado.

Yace el péndulo ahora,
cimbra el tendón en el aire,
por tu andar desolado
va cojeando mi carne.






AL BALCÓN DE TUS LABIOS

Al balcón de tus labios
yo me asomaba,
a mirar por tu cuerpo
rosas, naranjas.

Para que fuera, sí,
pronto me dabas,
la navaja de un beso
para cortarlas.

Filo de lilas
y de albahaca, un manojo tu talle
y tu garganta.

Quién me diera quedarme
en tu chambrana,
no hubo balcón más bello
en otra casa.







DE ENCINA MORIRÉ

De encina moriré, caeré de sombra,
caeré fluvial de verde o de relámpago,
me apagaré de breña,
me iré de labio en labio, peña en peña,
fluiré de trueno o grito de montaña.

No quemarán mi pena como un leño,
me dormiré de yunque,
me apagaré de mar y de alarido,
de manojo de azahares o estampido
encenderé mi sueño.

Templado a bronce, a mar,
a hierro hirviente
arriaré mis amarras,
descenderé mi viaje
manantial y creciente.

...¿Qué barro me incendió?
¿Qué arcilla vertió por mí su arcilla?
¿Qué tronco desbordó por mi tronco? ...

...Espumoso bramido, planicie palpitante
siempre corriendo, siempre desbocada,
siempre fluyendo sobre pena y pena
desangrada...

 




En tu cofre

En tu cofre, amor,
guarda mi tiempo,
cofre astro de tus labios
y tus ojos.
Le asistan tus pestañas
cuando entornen
su deseado reposo.
Nada turbe su estancia,
ni el gajo de la dicha
sea la forma,
ni la flor que le asome.
Rasgue el cristal, desuna
de la voz otras aguas
pues de lo oculto todos
su corazón guardamos
y en sus lindes, arrojo,
voluntad o sentido
apenas ven,
empiezan.
En tu camino,
guárdale,
Que tus manos le alivien
con su leve cerrojo.





Elegía* 

“¡Ah padre! Qué oscura es nuestra casa;
la sombra en ella penetra hasta nuestra alma
y hay un secreto frío que todo lo apuñala.
Ahora, padre, que miro entre tus manos
tierra, troncos y barro que ya se desmorona,
recuerdo aquella vez que juntos por el campo
llenábamos los brazos de juegos y naranjas;
qué caudaloso el paso que fluía en tu mirada,
tu cintura qué verde 
y qué maduro tu aire...
...Pero hoy, padre, que lo recuerdo todo
qué oscura es nuestra casa; 
te fuiste, con una bala en el pecho
que le mostró la sombra como un breve relámpago
y no volvió ya el alba de la que tú me hablabas
de espaldas a la tarde”.

* Fragmento.




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