Óscar Pinto Siabatto
(Bogotá, Colombia 1976). Poeta, narrador, editor y diseñador de libros. Director fundador del periódico de poesía de distribución gratuita El Aguijón y de la revista virtual elaguijon.org. Actual diseñador de la colección literaria distrital Libro al Viento y de la colección Poesía Letra a Letra. Miembro del comité editorial de la revista de poesía Ulrika y editor de los números 51 y 52.
Cantante
Trepo a los buses cantando
y en ellos tarareo mi canción de aire
Pego las notas de mi voz
y mi guitarra en el paisaje
Un tango me asegura un trozo de pan
la mermelada un tosco bolero
Silbo desamor como una radio
a gentes que se niegan a escucharme
A voz en cuello entono una canción de palo
un rumor de techo, un danzón de cobijas
Canto este sollozo mío, tan cierto del destierro
este exiguo plato no comido
esta sal, este silencio
Antes de salmodiar mis propias honras fúnebres
voy lanzando notas a este cielo
Mendigo soy
de un poco de aire
Del llanto
Uno sabe lo que va a suceder
pero de todos modos llora.
Shirley Horn
Vivimos hablando de la muerte necesaria,
de la muerte insatisfecha, desencajada,
de las muchas promesas insensatas
de la voz entrecortada por el llanto.
Hablamos de un dolor cortante entre las manos,
de una aguda espina ondeando,
cruz anclada como barco
en lo que antes fue puerto
y ahora sólo árido corazón.
Hablamos de la distante infancia,
de casas de tejados de zinc y paredes de barro,
casas que levantadas mano a mano
a nuestro paso por el tiempo
se han derruido en la memoria;
de la nostalgia que nos perdió de niños
del dulce juguete preferido,
de la rayuela que la tarde
diluyó constante con su lluvia.
Hablamos del nuevo día construido
teñido hoy de rojo, de vacío,
de lo que queda de hombres y mujeres,
de tanto siniestro al alcance de los niños
de tanto silencio y tanta soledad.
Pero yo persisto en la ausencia que no habla
que me impide escupir los pesares de la boca,
de su vacío próximo, amargo como licor.
Me busco impotente un rincón
dónde arrugar la cabeza entre los brazos,
dónde sumir mi silencio en una página
y hacer del llanto y de mí
algo posible.
Recursos
Me gano diez pesos para pagar el arriendo
y la cuota alimenticia de mi hijo.
Porque la paternidad me exige un costo,
consigo con audacia un salario
de zanahoria, arveja y remolacha.
Aunque me declaren interdicto
y robe del plato del enfermo,
afirmo mi condición de ave
tenaz tras la ruta del insecto.
Si el gobierno dictamina un alza en la eps,
el agua, el gas o los bombillos,
en casa oprime mi mujer con el alza
del mercado, de los celos, de las ofensas.
Trabajo por un techo, un libro, una nostalgia
por un vaso de vino entre las manos,
por el pesimismo que brota día a día,
hasta por un dolor en los testículos.
Confiado estoy:
ganaré diez, me ganaré quinientos.
Y aunque mi mujer inquisidora
revise la casilla del saldo en los recibos
confío en mi capacidad:
incluso de ganarme la derrota.
Radiografía
Se me ha dicho que deje de beber
que es vano este juego de la poesía
que mis amigos no merecen más título que el de mierdas
que deje de beber entre semana
que me guarde los tragos tan sólo para el sábado.
Sin embargo, sigo bebiendo
aguantando las cartas de despido del trabajo
sorteando la resaca frente al computador.
Sigo solo en los almuerzos
y lejano como un gato, pero atento como un perro,
canto para mí, mi escritorio, mis zapatos
canto la camisa manchada de licor.
Es cierto que he mentido y he fallado
que he faltado a mi hijo, a mi mujer, hasta a mis padres,
que me bebo el sueldo el día dieciséis
y luego tomo el bus con las monedas.
Ya no me hacen falta las excusas.
El repique del reloj me anuncia ya las seis
comienza mi hora de beber.
Paisaje
Creer que es música vibrante
la del arroyo en batiente
y suspirar por el haz del filo de la ola
de lleno asido a la luz.
Descubrir de a poco la furia del embate,
el ritmo colorido de las gotas
que agolpadas cestean
perladas
los lisos claros del dorso.
Caída con deseo la rama en las aguas
anhelantes de eficaz sentido
plácidas de sed agotada
de calor abrevado en la frescura.
Y así, con el tiempo a favor,
sumergida largas noches en la creciente,
aislada del resto del aire
atrapada en luz, en flor.
Nota cada uno de sus pliegues
resquebrajados uno a uno
madera podrida en ficticia dicha
rota en vida gris.
Y justo por deseo
desvanecida para siempre.
Perfeccionismo
Quedar afilado y fino como la punta del lápiz luego de tajarla.
Al final, limarse con una lija.
Dos
Ser el segundo que baja
del primer transbordador que llega a la luna,
su paso no es el de la humanidad;
el segundo en despertar
luego de que estalla la bomba
y levantarse en medio de una casa en ruinas.
Ser segundo en llegar a la meta
cuando durante toda la carrera estuviste en primer puesto;
segundo premio del concurso
ver cómo alguien se alza encima tuyo;
segundo en avistar el corazón de una muchacha
y cifrar la esperanza en otro beso.
Ser segundo en llorar el dolor del mundo:
el brillo de tu lágrima no vale ya lo mismo.
Ser el segundo:
tan solo eso
un triste segundo en el largo suspiro del primero.
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