Rosaura Mestizo Mayorga
(Suesca, Colombia). Abogada y pedagoga. Ha colaborado en la coordinación y en la gestión de varios Festivales Internacionales de Poesía de Bogotá, en las ediciones más recientes de las Jornadas Universitarias de Poesía de Bogotá y con la revista de poesía Ulrika. Ha publicado el libro de poemas Semiótica del silencio (2007) y hace parte de las antologías La casa del vino (2005), en-red-ados (Madrid, España) y Ríos paralelos (2013). Ha sido finalista del I Certamen Internacional Toledano «Casco Histórico» (poesía; Toledo, España, 2012) y del III Concurso Nacional de Historias de amor (relato; Timbío, Cauca, Colombia, 2012).
Poética
Desenclava de mis muros
el grito de la voz oculta
Dice que el amor y la política son dagas
corruptiblemente seductoras
Me trepa en sus hombros con afición de padre
para otear catástrofes,
donde llego, si es que llego
a llenar los estómagos con palabras
cuando las piedras indigestan
Me enseña a poner el cántaro
recoger las lágrimas
que duermen en la hiedra,
sin saber que existen
Voy al intento de inyectar pócimas
para anestesiar el espacio… el tiempo
hasta mi muerte.
Oigo la voz de una niña nueva que me llama
desde su manantial de Ítaca y
me levanta
me levanta.
A María José Cantor González
Día
El día
es un potro
en el que cabalgan casualidades
hasta aquellas que declinan en la nada.
Ahí me veo
ahí oscilo
domesticando una piedra.
Íntimas
Íntima
una sábana desprovista de sentencias
Una almohada
Custodia de confesiones
Una sábana el camino de un milagro
Una almohada
El acto forastero del oasis
Una sábana puede ser la ciudad asolada
Una almohada
El vértice de una tarde entorpecida.
Las dos callan y entre burbujas de agua,
restregan el olvido.
Tragicomedia
El día despierta despeinado
como una mujer con labios de sed en invierno
como una mujer trenzada al pasado,
suspendiendo mil quehaceres
en el vientre de un armario heredado.
El día también va despertando,
como la niña que juega a callar
una lluvia de piedras.
El día comienza sin rumbo
Mas
Ella y él, cautelosos sonríen
de nada
frente al espejo.
Suspenso
Como el tiempo talla el techo al enigma,
La vida pasa por el ojo de una aguja.
De repente
Sin importar
sus hilos
La lluvia o la noche.
A Carlos Rafael Pacheco
Estado de coma
Soñó el ávido afán de los proyectiles horadando el cemento
no vio
no vio
la vida corriendo.
No la vio.
Solo escuchó
la retreta esparcida de su silencio
llenó su copa de palabras ácidas
espiró absortos suspiros,
intentando una canción de esperanza.
Bálsamo para unos ojos
Esta noche no tiene cantares,
el manantial agitado que adentro te llama,
agónico pide a mi pulso
como un duelo abandonado en la brega,
entre tu vida y la muerte.
Aquí se hunden mis fuerzas tras tu búsqueda.
La noche,
no responde a mi grito de auxilio.
La noche,
Está atareada.
Te vas,
y yo inválida, sin ti me quedo
bajo las hojas oscuras de un corozo amargo.
Cosas que se dicen y se dejan de decir
Trato de decir lo indecible, en un despropósito rebelde
En un acto inefable de locura
Decir que el amor, es de cuatro estaciones
el trabajo, la altivez de un golpe diario
las cortinas, espectros blancos.
Lo indecible, es una amnesia constante que aunque venga de visita el tiempo, con lámparas encendidas
siempre
parece de niebla
De vuelta de la locura
siento que el amor, tiene solo dos maneras
el trabajo es un embeleco amargo
Las cortinas, guardan el espectro de una virgen desnuda
vedada
en lo indecible.
Hola poeta mil gracias por este bella inclusión en su trabajo y compartir mi sentir y acompañar mis centinelas. Abrazo.
ResponderEliminargracias a ti, Rosaura, abrazos
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