Florencio Salazar Adame
(1949) nació en Chilpancingo, Guerrero, México. Desde muy joven su inquietud por las actividades culturales lo llevó a formar parte de tertulias y grupos literarios en su tierra natal, en donde fue organizador de lecturas y conciertos.
Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de los Estados Unidos Mexicanos en la República de Colombia.
Su interés por la poesía se manifestó a temprana edad. Algunos de los poemas fueron escritos cuando tenía veinte años. Sus primeros poemas aparecieron en una plaquette de la Colección Práctica de Vuelo (1981), publicada por el Gobierno de la Ciudad de México, y en Ríos Interiores (1999), antología de poesía guerrerense contemporánea coordinada por José Gómez Sandoval. Su título ¿Dónde está el perfume del árbol más reciente? (2011) forma parte de la Colección Viernes de Poesía, del Departamento de Literatura de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia. Ha participado con lecturas en la Tertulia Literaria de Gloria Luz Gutiérrez y en la Academia Hispanoamericana de Ciencias y Artes en Bogotá.
Es autor de los libros Reformas a fondo. Ideas de José Francisco Ruíz Massieu, editado por el Gobierno del Estado de Guerrero (1995), El cambio democrático en una visión de partido, Editado por Miguel Ángel Porrúa (1988) y Vientos de distintos lados (Cangrejo Editores, 2014).
Vientos de distintos lados (Cangrejo Editores, 2014).
MAÑANA PUEDO AMANECER VIVO
Mañana puedo
amanecer vivo
Las mujeres de la casa
no vestirán de negro
No arderán las ceras ni
las flores
Llenarán el aire con su
olor a camposanto
Tampoco llegaran
amigos
A dar su
sentido pésame
Mensajes de condolencia
Llamadas compasivas
Perderé otra
oportunidad de que
alguien
Recuerde mi enorme
talento desaprovechado
Al excelente amigo
Lo bienintencionado
La
intachable conducta
No habrá reconciliación
con los que no me quieren
Y deberé soportar sus
maldiciones
Sin que reconozcan que
tengo lo mio
Ausentes de lastima
estarán mis hijos
Y nadie querrá
imaginarse las piernas de
la viuda
Porque mañana puedo
amanecer vivo
De cualquier manera
tengo listos unos rones
Para los que van a la
salud del muerto
Y reseñar en un día
todas mis hazañas.
Este Armstrong me simpatiza
Este Louis Armstrong me simpatiza
después de años de carga, bultos de té en Filadelfia
de limpiar los campos algodoneros del Sur
de cosechar manzanas en California
y aromarse la piel fabricando tabacos
Después, digo, de lustrar las botas del general Lee
y correr espantado por las cruces llameantes
de no sé qué armario descuelga el smoking
toma la trompeta y se multiplica en los espejos
de los bailes negros de etiqueta negra
con ronca voz y ojos negros festivos
canta y se burla de los malos tratos
como buenos amigos todos bailan con su música
su raptor de la selva africana
el general Lee con sus relucientes botas
y hasta George Wallace va por la pista
en su silla rodante
entusiasmados los del Ku Klux Klan arrojan las capuchas
mostrando sonrisas ingenuas pecas incontables
¡Todos bailan la música de Satchmo!
bailan bailarán hasta quedar exhaustos
Louis Armstrong entonces tomaré té
usará camisas de algodón y se hartará de manzanas
fumará buenos exquisitos tabacos
y se marchará con su trompeta al brazo
de veras
me simpatiza este Armstrong
me cae muy bien
en serio se los digo.
El político jujeño cholulo
ResponderEliminarLa jujeña cuando besa, no besa por frivolidad. El beso, el beso recorre por todo el norte jujeño y define modos de vida diferente y que ha vivido en desigualdad de reconocimientos y derechos. Puede usted besar en la mano, o puede darle un beso de hermano, así cualquiera lo da; pero no garantiza la voluntad para comprender al otro, ni la tolerancia para la aceptación mutua. Solo es el poder por el poder de imponer a desposeer sus riquezas. Es que a muerto el macho jujeño, junto con el ideal de: “mis cabecitas negras”. Hasta permite que lo arresten como a un perro sin dueño. Y así… la besara cuando quiera. Pero un beso de amor, no se lo dan a cualquiera.