Cristino Gasós
(Huesca, 1876-1944), abogado, y fundador de la Academia Científico - literaria de Huesca, compuso a lo largo de su vida una apreciable obra poética, buena parte de ella recogida en el volumen titulado Líneas cortas (1935). Al hilo de la reedición de este libro, en 2011.
La finalidad de este trabajo es seleccionar aquellos poemas que reflejan las hablas de la región aragonesa, unas veces de raigambre popular en general, en otras ocasiones con peculiaridades propias de la Baja Ribagorza occidental (Huesca). la selección va acompañada de unas breves notas sobre el autor y sobre las características de su poesía; se incluye además un breve estudio en el que se comentan los rasgos lingüísticos mas sobresalientes propios de las hablas bajorribagorzanas.
La poesía de Cristino Gasós ha sido catalogada como costumbrista. Ciertamente, lo más extenso y característico de su obra lo constituyen los cuadros de costumbres de la Huesca moderna -en sus cambios y transformaciones-, así como poemas más populares en que los personajes rurales se expresan en el habla de los pueblos del Alto Aragón, como la serie de "El siño Custodio y yo". Sin embargo, no faltan entre sus páginas los acentos heroicos -épicos- cuando se remonta a las sagradas raíces de su tierra y de sus gentes, en la evocación de la batalla del Alcoraz o en la memoria del mártir San Lorenzo, o para cantar las glorias pasadas del monasterio de Sijena o del castillo de Montearagón. Por lo demás, su mayor mérito lo constituyó haberse convertido en un cronista de la actualidad contada en verso y con acertada chispa que a nadie podía mortificar: lo prueba la constancia con que los diarios le distinguieron concediendo a sus poemas lugar de honor en sus primeras páginas.
[Por Fidel Sebastián Mediavilla].
EL REPARTO DE LA TIERRA
Cuando, al venir la República,
se figuró mucha gente
que se iba a hacer enseguida
el reparto de los bienes,
llegó al Gobierno Civil
uno de la Val de Alferche
y dijo al prefecto:
—soy
republicano de siempre,
y vengo a pedile a usía
que, cuando el reparto llegue,
me guarden a un servidor
una viñica que tiene
el vecino de mi pueblo
Constante lópez y Pérez,
confrontante con la mía
por el lau del sol pusiente.
El gobernador le dijo:
—no es posible complacerle,
porque ese mismo señor
ha estado aquí ya dos veces
en lo que va de semana
a pedir precisamente
que se le reserve a él
esa viña que usted tiene
confrontante con la suya
por la linde del oriente.
—¿Y ya la tiene apuntada?
—sí, señor.
—¿Y no se puede
borrar esa apuntación,
y,
como aquel que no quiere,
poner encima mi nombre,
pagando lo que valiese?
—sería una falsedad
que no puede cometerse.
—Pues, ¿qué se podría hacer
en un caso como este?
—lo único que se me ocurre
es llamar a López Pérez,
a ver si ante mi presencia
se ponen de acuerdo ustedes
en quedarse cada cual
con la viña que poseen.
Al ver la viña en peligro
de que otro la vendimiase,
respondió al gobernador:
—sí, señor; yo, por mi parte,
renuncio para en jamás
a lo del siño Constante;
pero, por dios, don Rivera,
sobre todo usté trebaje
por que él renuncie a lo mío
por jamás de los jamases,
y que se queden las viñas
igual que estaban denantes.
—Así lo procuraré
cuando a López Pérez hable,
y confío en que en mi empresa
he de resultar triunfante;
pero no se olvide nunca
de aquel refrán memorable:
lo que para ti no quieras,
no lo quieras para nadie.
—No, usía; ni de aquel otro
que me enseñaba mi padre:
cada cual con lo que tenga,
y el que no tenga, que ampre.
CANTARES
[XIII]
Botecarios y médicos,
trujanos y mariscales:
¡Cuando estaremos tan güenos
que sus muráis todos d’hambre!
[XIV]
Bailándose una redova
dijo una novia a su novio:
«¡no te me acapices tanto,
que me malmetes lo moño!»
A Camila Gracia, Campeona de la Jota de Aragón
[IV]
en que las otras joteras
ascucharon a Camila,
todo fue hacer jeribeques
y pidir tazas de tila.
[V]
Canta la aluda en las güebras
y el gurrión en las canales;
y nuestra Camila gracia
en los treatros prencipales.
[VII]
¡Quién había de pensar
que la huerta l’Almeriz
tenía una ruisiñora
que cantase como ti!
[IX]
el siño Custodio dice
que él también está muy rufo
de que una hija d’hortolano
haiga consiguido el trunfo
[XI]
Cuando cantas en la huerta,
los rusiñores acuden,
y no quieren ise
né por mucho que los esfurríen.
[XII]
es muy poco una lifara
y un ramico de claveles
pa osequiar a la que canta
lo mismo que los angeles.
[XIII]
si vas a Roma a cantar,
como llevas entre manos,
todos los días verás
pasar los soldáus romanos.
de PILLO A PILLO
Una mujer de Fornillos,
ignorante al parecer,
vino a Huesca una mañana
a proveerse de papel
donde escudillar las tortas
que necesitaba hacer.
—güenos días.
—Buenos días.
—saque un poco de papel.
—Tengo de todas las clases.
¿de cuál lo desea usted:
de aparadores, de cartas,
de fumar o de envolver?
—Pues, de ese de escudillar,
que el año pasau compré.
—También tengo: ¿cuánto quiere?
—Pues, seguntes; digamé
a cómo va cada plego,
pa ver si me cumple u qué.
—Pues sueltos, a quince céntimos
cada uno.—Y llevandoné
más de un plego, ¿a cómo son?
—Pues, por tratarse de usted,
le haré el precio excepcional
de dos reales cada tres.
—güeno, pues, en ese precio,
cobresené deciséis.
—este duro es sevillano...
—¡de qué parte!
—Todo él.
—¡Coña con el hombre este!
¡Más sevillano es usté,
que de cada nueve perras
me se quiere cobrar diez!.
LAS PROCESIONES DE OCTUBRE
Hubo el día del Pilar
dos procesiones distintas:
la de la Virgen, de noche,
y, a mediodía, la cívica;
y, así como la primera
estuvo muy concurrida,
la segunda resultó
muy oficial y muy fría.
Yo encontré al siño Custodio
recostado en una esquina,
y me dijo:
—Pues, señor,
¿quién sería aquel que iba
con una llave dorada
en un cinturón de hebilla
y con un galón de plata
rebitiada la levita?
Y le contesté:
—sin duda,
el gobernador sería;
porque es de la Llave de oro,
que es una Orden palatina.
—¿sabe a quién le daba un aire?:
a aquel hombre que tenía
en la casa de Chirínun
taller de platería.
—¡Hombre, el Platero del Rey!
Por cierto, que daba risa
Con sus tacones de plata,
su cirio de pedrería,
sus cruces, sus medallones
y sus doradas hebillas,
pensaba que a todo Huesca
a su paso asombraría;
y, al verle pasar tan majo,
todo Huesca se reía.
—¡Pues buenos semos aquí
pa la gente presumida,
ni pa almiranos de naide,
por más majo que se vista!
—¿Cómo no ha formado usted
en esa procesión cívica?
—Pues una, porque me canso,
y la otra porque me giba
ir en proseciones de esas
que no va la gente en ringla;
que van en un rebullón
todo maria santísima,
sin peanas y sin santos,
sin velas, sin cofadrías,
sin pendones y...
—Pendones...,
me parece a mí que iban.
—¡Paicen entierros ceviles
sin naide patas arriba,
siguidos de melitares
y empleaus en ofecinas!
— Y ¿por qué no ha de ir el pueblo?
—Porque el pueblo nesecita
que le expliquen lo que son
las proseciones civicas;
y, mientras no se lo expliquen,
solo irá a las robativas,
a las de semana santa,
a las de las Cofadrías
y a las del Corpus, porque esas
sabe lo que sinifican.
—de acuerdo, siño Custodio;
en las escuelas debía
enseñarse a los muchachos
de seis años para arriba
lo que la solemne fiesta
de la Raza simboliza,
—¿Vamos al Parque un ratico?
—no, ya iremos otro día,
porque tengo que ir a casa
a tomar la merecina;
y, amás, de noche y sin luz
juré que no volvería.
Los árboles
A los niños
La cuna en que nuestra madre
nos mece en la edad primera,
la lumbre de los hogares
de las risueñas aldeas,
el techo que nos cobija,
los muebles que nos rodean,
las flores que nos perfuman,
los frutos que nos sustentan,
los libros en que estudiamos
y el arca en que nos entierran;
son producto de los árboles
que véis crecer por doquiera.
Unos nos dan el carbón
que resulta de su quema;
otros nos dan las resinas
y gomas de sus cortezas;
éstos prestan a la Industria
el corcho que les rodea;
aquéllos dan medicinas
que calman nuestras dolencias;
algunos sirven de pasto
a los gusanos de seda;
no pocos nos suministran
sus colorantes materias;
varios nos dan el papel
de que se sirve la Imprenta;
muchos producen las frutas
sabrosas que nos deleitan;
una infinidad de ellos
nos ofrecen las maderas
que inteligentes artistas
trabajan y pulimentan
para construir los muebles
y decorar las viviendas
y hacer los miles de objetos
que se fabrican con ellas;
todos nos dan sus perfumes
y delicadas esencias
cuando se visten de flores
al llegar la Primavera;
y aquel que menos produce,
el más pobre de la selva,
nos da en verano su sombra
y en el invierno su leña.
En ellos cantan los pájaros
sus armoniosos gorjeos,
y tejen sus lindos nidos
el ruiseñor y el jilguero.
Bajo ellos duermen la siesta
el zagal y sus corderos,
y jugueteáis vosotros
y hacen oración los viejos;
y, a su sombra, en el verano,
y, a su abrigo, en el invierno,
descansan de sus fatigas
nuestros sufridos labriegos.
Ellos encauzan los ríos
que de sus cauces salieron;
ellos calman y moderan
el ímpetu de los vientos;
y son imán de las lluvias,
y enriquecen los terrenos,
y purifican la atmósfera,
y son el sostén del suelo
cuando lluvias torrenciales
amenazan removerlo,
y evitan de los aludes
los perniciosos efectos,
y son filtro de las aguas
que manan las fuentes luego,
y dan belleza al piasaje,
oxígeno a nuestros pechos,
placidez a nuestras almas
y vigor a nuestros cuerpos.
Ya que los árboles son
tan generosos y espléndidos
que tantas cosas nos dan
lo mismo vivos que muertos,
tratadles, queridos niños,
con cariño y con respeto,
y nutrirles con abonos
y calmad su sed con riegos:
que ellos tienen hambre y sed
como nosotros tenemos.
Así les demostraréis
vuestro reconocimiento;
os tendrá la sociedad
por ciudadanos modelos;
cumpliréis con vuestra patria
los deberes que tenemos
de acrecentar su riqueza
y fomentar su progreso;
seréis fuertes como robles,
vigorosos como cedros,
gentiles como palmeras,
diligentes como almendros,
provechosos cual naranjos
y alegres como cerezos;
y no seréis alcornoques,
ni membrillos ni canelos.
Amad, niños, a los árboles
con ese amor puro y tierno
que es patrimonio exclusivo
de los corazones vuestros;
y procurad imitarles
viviendo lo mismo que ellos,
puestos los pies en la tierra
y la mirada en el Cielo.
Al almendro
Gentil almendro florido
que creces en la ladera:
si la Musa me dijera:
«voy a inspirarte un cantar»;
mejor a ti lo ofrendara,
que a las mujeres hermosas,
que al ruiseñor, que a las rosas,
que a los cisnes y que al mar.
Nuncio de la Primavera,
abres tus flores rosadas,
sin temor a las heladas
ni a los céfiros de Abril;
y, cuando todo está yerto
en el invernal paisaje,
le viste tu flor un traje
de malla blanca y sutil.
Mil pintados pajarillos
saborean en tus ramas
el te amo y el me amas
de sus cánticos de amor;
y con pajas y con plumas
y con barro entretejidos,
construyen sus lindos nidos
en la espuma de tu flor.
Las abejas laboriosas,
zumbando en tus derredores,
liban néctar de tus flores
con que rica miel harán;
y las tórtolas veloces,
perseguidas, temerosas,
entre tus ramas frondosas
esquivan al gavilán.
En el lecho de tu sombra,
el labriego jadeante,
y el mendigo caminante,
duermen su siesta mejor;
mientras, al pie de otro almendro,
que los rayos del Sol doran,
se cuentan lo que se adoran
la zagala y el pastor.
Con la harina blanca y dulce
de tus almendras sabrosas,
se hacen muchas de las cosas
que agradan al paladar;
y, cuando el invierno llega,
con la leña de tus ramas,
se encienden las rojas llamas
que caldean el hogar.
¡Salve, almendro soberano,
rey de los bellos paisajes,
el que de blancos encajes
viste al campo en el Abril!
Brisa fresca y rumorosa,
¡ofrécele tus amores
y el aroma de las flores
más hermosas del pensil!
Poema de Cristino Gasós publicado en Huesca en 1935 en el libro “Líneas cortas” y publicado de nuevo, en 2011, en la reedición de tal libro llevada a cabo por el Instituto de Estudios Altoaragoneses, de Huesca, bajo la dirección de Fidel Sebastián Mediavilla, con el título “Líneas cortas y otros poemas”
No hay comentarios:
Publicar un comentario