sábado, 30 de mayo de 2015

CASIMIRO DE ABREU [16.147] Poeta de Brasil





CASIMIRO DE ABREU

Casimiro José Marqués de Abreu (Barra de São João, estado de Río de Janeiro, 4 de enero de 1839 - Nova Friburgo, 18 de octubre de 1860, fue un escritor brasileño. Es uno de los más conocidos y más importantes poetas de Brasil. La ciudad donde nació, Barra de São João, ahora se conoce como Casimiro de Abreu en su honor.

Casimiro de Abreu era hijo de José Joaquim Marques de Abreu, un hombre de negocios portugués, y de Joaquina Luiza das Neves, la viuda de un granjero. Sólo asistió a la escuela primaria en Nova Friburgo, antes de trasladarse a Río de Janeiro a los 13 años para trabajar con su padre.

En 1853, Casimiro viajó a Portugal, donde entró en contacto con los intelectuales de la época y escribió la mayoría de sus obras. En Lisboa, su obra Camões eo Jaú, se llevó al Teatro Don Fernando en 1856 y se publicó poco después. En 1857 regresó a Brasil para trabajar en el almacén de su padre, pero siguió participando en la vida bohemia. Escribió para varios periódicos y se convirtió en amigo de Machado de Assis. Fue elegido para formar parte de la entonces recién fundada Academia Brasileña de Letras.

Enfermo de tuberculosis, se retiró a la finca de la familia en Indaiaçu, donde trató de recuperar su salud. Había publicado su poesía en 1859, recogida bajo el título Como Primaveras. Murió el 16 de octubre de 1860 en una granja cerca de su ciudad natal.

Su obra

Casimiro de Abreu fue uno de los poetas más populares de su época y sigue siendo uno de los más queridos de todos los tiempos. Gran parte de su obra fue escrita mientras vivió en Portugal, donde fue separado de su familia y amigos durante cuatro años. Esa experiencia generó en él un genuino sentimiento de nostalgia de las vivencias de su juventud y le llevó a expresar el amor que sentía por su madre y su tierra.

Camões e o Jau, 1856.
Carolina, novela publicada en el diario lisboeta "O Progresso", números 351-52, 1856
Camila, novela inconclusa, 1856
A virgem loura, Páginas do coração, publicada en el "Correio Mercantil", número 334, 1857
As primaveras, 1859.(1839-1860)





AMOR Y MIEDO

I

Cuando te huyo y cauto me desvío
Del fuego ardiente que te cerca, oh bella,
Dices contigo, suspirando amores:
—"; Oh Dios! ¡ qué hielo, qué frialdad aquella!".

¡ Cuánto te engañas!, mi amor es llama
Que se alimenta en el voraz secreto,
Si de ti huyo es porque te amo loco...
Bella eres —mozo soy; tienes amor— ¡ yo miedo!.

Tengo miedo de mí, de ti, de todo,
De la luz, de la sombra, del silencio y las voces,
De las hojas resecas, del llanto de las fuentes,
Y de las horas largas que pasan tan veloces.

El velo de la noche me atormenta,
La luz del alba entumece mis senos,
Y al viento fresco del caer la tarde,
Me estremezco de crueles recelos.

Es que ese viento que en el campo —le jos,
De la cabana el humo vago gira,
¡Soplando un día tornaría incendio
La llama viva que tu risa aviva!

i Ay! Si abrasado crepitase el cedro,
Cediendo al rayo que tormenta envía,
Di: —¿ qué sería de la plantita humilde
Que a su sombra tan feliz crecía ?

La llamarada que se enrosca al tronco
Tostara igual la planta y el racimo ;
La pobre nunca revivir podría
¡Aunque lloviese paternal rocío!



II

Si al calor de la siesta yo te viese,
Temblar mi mano al fuego de las tuyas,
Ajado el blanco traje, ¡ y los cabellos,
Sueltos sobre la espalda alba y desnuda!...

¡ Ay! Si te viese, Magdalena pura,
A medias reclinada sobre el lecho,
Ojos cerrados, voluptuosa y dulce,
Laxos los brazos, ¡ palpitante el seno!...

¡ Ay! Si te viese en languidez sublime
Y protestando con acento trémulo,
Y del pudor las rosas virginales
¡ Tiñendo el rostro, sollozando un beso!...

Di: —¿qué sería de la pureza de ángel,
Del candor de la frente y de las alas ?
—Tú te quemaras, al pisar descalza,
—Loca muchacha— ¡ sobre un piso de ascuas!

¡ En fuego vivo entero me abrasara!
Ebrio y sediento en la fugaz vorágine,
Vil, destrozara con mi dedo impuro
¡ La dulce flor de virginal guirnalda!

Vampiro infame, devorara en besos
La inocencia que tu labio encierra,
Y tú serías en el lascivo abrazo
Un ángel enlodado en cieno de la tierra.

Luego... despierta en el febril delirio,
—Tristes los ojos— cual vano lamento,
Preguntarás: —¿qué fue de mi corona ?...
Y yo diría: —¡ deshojóla el viento!...

¡ Oh, no me llames corazón de hielo!
Me traicioné en el fatal secreto.
Si de ti huyo es porque tanto te amo,
Bella eres —mozo soy; tienes amor— ¡ yo miedo

Extraído de CUATRO SIGLOS DE POESÍA BRASILEÑA. Introducción, Traducción y Notas de Jaime Tello. Caracas: Centro Abreu e Lima de Estudios Brasileños; Insituto de Altos Estudios de América Latina; Universidad Simón Bolívar, 1983



SAUDADES 

En la oscuridad de la noche 
¡Qué dulce meditar 
Cuando las estrellas brillan 
En las olas tranquilas del mar; 
Cuando la luna majestuosa 
Apareciendo magnífica y hermosa, 
¿Cómo vano de soltera 
En las aguas tendrá como objetivo! 

En estas horas de silencio 
De la tristeza y el amor, 
Me gusta escuchar a la distancia, 
Lleno de tristeza y dolor, 
La campana del campanario 
Hablando tan sola 
Con este depósito de cadáveres de sonido 
Eso nos llena de pavor. 

Por lo tanto - Outcast y sola - 
Dejo que los ecos de las colinas 
Tales suspiros anhelantes 
Que en mi pecho se cierra 
Estas lágrimas de penas 
Las lágrimas se llenan de dolor: 
- Missing - De mis amores 
- Longing - Mi tierra! 




Mis ocho años 

Oh! Echo de menos que tengo 
El amanecer de mi vida, 
Desde mi novia de la infancia 
Que los años no llevan más! 
¡Qué amor, qué sueños, qué flores, 
Esas tardes fagueiras 
En la sombra de los plátanos, 
Bajo la naranja! 

¡Cuán hermosos son los días 
Los albores de la existencia! 
- Respire alma inocencia 
Como la flor de perfume; 
El mar es - lago sereno, 
El cielo - una túnica azul, 
El mundo - un sueño dorado, 
La vida - un himno d'amor! 

Que las auroras que el sol, que la vida, 
Esa melodía noche 
Esa alegría dulce, 
Eso mejilla ingenua! 
Cielo bordado d'estrella 
Una tierra llena de aromas, 
Las olas que besan la arena 
Y la luna besando el mar! 

Oh! días de mi infancia! 
Oh! Mi cielo de primavera! 
¡Qué dulce vida no era 
Esta mañana la risa! 
En lugar de duele ahora, 
Tuve estas delicias 
Toque de mi madre 
Y besa mi hermana! 

Libre de las montañas Niño, 
Yo estaba muy complacido, 
Camisa abierta en el pecho, 
- Los pies descalzos, los brazos desnudos - 
Corriendo a través de las praderas 
Al volante de cascadas, 
Detrás de las pequeñas alas 
Mariposas azules! 

En aquellos tiempos dichosos 
Cosecharía pitangas, 
Subió a dibujar las mangas, 
Jugando en la orilla del mar; 
Rezaba el Ave María, 
Pensé que el cielo siempre es precioso, 
Se quedó dormido sonriendo 
Y despertó a cantar! 

Oh! Echo de menos que tengo 
El amanecer de mi vida 
Desde mi novia de la infancia 
Que los años no llevan más! 
- ¿Qué amor, qué sueños, qué flores, 
Esas tardes fagueiras 
En la sombra de los plátanos, 
Bajo la naranja! 






Obra Completa
Org. Mário Alves de Oliveira 
Rio de Janeiro: G. Ermakoff Casa Editorial/ Academia Brasileira de Letras, 2010. 616 p.  ilus  ISBN978-85-98815-19-0



Uma das mais belas surpresas deste fim de ano foi a edição das Obras Completas de um mais populares e até adorados poetas da segunda geração de nosso Romantismo, o fluminense Casimiro de Abreu. Informa-se que o organizador Mário Alves de Oliveira, também poeta, teria dedicado parte de sua vida na compilação desta obra monumental que saiu por uma editora que entra forte no mercado, e com a chancela da Academia Brasileira de Letras. Obra indispensável nas coleções dos amantes da poesia e em bibliotecas públicas e universitárias em geral. Altamente recomendável.  A.M.  Contato com a editora: editor@ermakoff.com.br e www.ermakoff.com.br.



A VALSA

Tu, ontem,
Na dança
Que cansa,
Voavas
Co´as faces
Em rosas
Formosas
De vivo,
Lascivo
Carmim;
Na valsa
Tão falsa,
Corrias,
Fugias,
Ardente,
Contente,
Tranquila,
Serena,
Sem pena
De mim!

Quem dera
Que sintas
As dores
De amores
Que louco
Senti!
Quem dera
Que sintas!...
— Não negues,
Não mintas...
— Eu vi!...

Valsavas:
— Teus belos 
Cabelos, 
já soltos, 
Revoltos, 
Saltavam, 
Voavam, 
Brincavam 
No colo 
Que é meu;
E os olhos 
Escuros 
Tão puros, 
Os olhos
Perjuros 
Volvias, 
Tremias, 
Sorrias 
Pra outro 
Não eu!

Quem dera 
Que sintas
As dores 
De amores 
Que louco 
Senti!
Quem dera 
Que sintas!...
— Não negues, 
Não mintas...
-Eu vi!...

Meu Deus! 
Eras bela, 
Donzela, 
Valsando, 
Sorrindo, 
Fugindo, 
Qual silfo 
Risonho 
Que em sonho 
Nos vem! 
Mas esse 
Sorriso 
Tão liso 
Que tinhas 
Nos lábios 
De rosa, 
Formosa, 
Tu davas, 
Mandavas 
A quem?!

Quem dera 
Que sintas
As dores 
De amores 
Que louco 
Senti!
Quem dera 
Que sintas!...
— Não negues, 
Não mintas...
—Eu vi!...

Calado,
Sozinho,
Mesquinho,
Em zelos
Ardendo,
Eu vi-te
Correndo
Tão falsa
Na valsa
Veloz!
Eu triste
Vi tudo!
Mas mudo
Não tive
Nas galas
Das salas,
Nem falas,
Nem cantos,
Nem prantos,
Nem voz!

Quem dera
Que sintas
As dores
De amores
Que louco
Senti!
Quem dera
Que sintas!...
— Não negues,
Não mintas...
-Eu vi!...

Na valsa
Cansaste;
Ficaste
Prostrada,
Turbada!
Pensavas,
Cismavas,
E estavas
Tão pálida
Então;
Qual pálida
Rosa
Mimosa,
No vale
Do vento
Cruento
Batida,
Caída
Sem vida
No chão!

Quem dera
Que sintas
As dores
De amores
Que louco
Senti!

Quem dera
Que sintas!...
— Não negues,
Não mintas ...
— Eu vi!...

Rio -1858.



DEUS

Eu me lembro! eu me lembro! — Era pequeno
E brincava na praia; o mar bramia
E, erguendo o dorso altivo, sacudia
A branca escuma para o céu sereno.

E eu disse a minha mãe nesse momento:
“Que dura orquestra! Que furor insano!
Que pode haver maior do que o oceano,
Ou que seja mais forte do que o vento?!”

— Minha mãe a sorrir olhou pr'os céus
E respondeu: — “ Um Ser que nós não vemos
É maior do que o mar que nós tememos,
Mais forte que o tufão! meu filho, é — Deus!”—



MEUS OITO ANOS

Oh! que saudades que tenho
Da aurora da minha vida,
Da minha infância querida
Que os anos não trazem mais!
Que amor, que sonhos, que flores,
Naquelas tardes fagueiras
À sombra das bananeiras,
Debaixo dos laranjais!

Como são belos os dias
Do despontar da existência!
— Respira a alma inocência
Como perfumes a flor;
O mar é - lago sereno,
O céu - um manto azulado,
O mundo - um sonho dourado,
A vida - um hino d'amor!

Que aurora, que sol, que vida,
Que noites de melodia
Naquela doce alegria,
Naquele ingênuo folgar!
O céu bordado d'estrelas,
A terra de aromas cheia
As ondas beijando a areia
E a lua beijando o mar!

Oh! dias da minha infância!
Oh! meu céu de primavera!
Que doce a vida não era
Nessa risonha manhã!
Em vez das mágoas de agora,
Eu tinha nessas delícias
De minha mãe as carícias
E beijos de minha irmã!

Livre filho das montanhas,
Eu ia bem satisfeito,
Da camisa aberta o peito,
- Pés descalços, braços nus -
Correndo pelas campinas
A roda das cachoeiras,
Atrás das asas ligeiras
Das borboletas azuis!

Naqueles tempos ditosos
Ia colher as pitangas,
Trepava a tirar as mangas,
Brincava à beira do mar;
Rezava às Ave-Marias,
Achava o céu sempre lindo.
Adormecia sorrindo
E despertava a cantar!

................................

Oh! que saudades que tenho
Da aurora da minha vida,
Da minha infância querida
Que os anos não trazem mais!
- Que amor, que sonhos, que flores,
Naquelas tardes fagueiras
A sombra das bananeiras
Debaixo dos laranjais!




AMOR E MEDO

Quando eu te vejo e me desvio cauto
Da luz de fogo que te cerca, ó bela,
Contigo dizes, suspirando amores:
"Meu Deus! que gelo, que frieza aquela!"

Como te enganas! meu amor, é chama
Que se alimenta no voraz segredo,
E se te fujo é que te adoro louco...
És bela — eu moço; tens amor, eu — medo...

Tenho medo de mim, de ti, de tudo,
Da luz, da sombra, do silêncio ou vozes.
Das folhas secas, do chorar das fontes,
Das horas longas a correr velozes.

O véu da noite me atormenta em dores
A luz da aurora me enternece os seios,
E ao vento fresco do cair das tardes,
Eu me estremece de cruéis receios.

É que esse vento que na várzea — ao longe,
Do colmo o fumo caprichoso ondeia,
Soprando um dia tornaria incêndio
A chama viva que teu riso ateia!

Ai! se abrasado crepitasse o cedro,
Cedendo ao raio que a tormenta envia:
Diz: — que seria da plantinha humilde,
Que à sombra dela tão feliz crescia?

A labareda que se enrosca ao tronco
Torrara a planta qual queimara o galho
E a pobre nunca reviver pudera.
Chovesse embora paternal orvalho!

Ai! se te visse no calor da sesta,
A mão tremente no calor das tuas,
Amarrotado o teu vestido branco,
Soltos cabelos nas espáduas nuas! ...

Ai! se eu te visse, Madalena pura,
Sobre o veludo reclinada a meio,
Olhos cerrados na volúpia doce,
Os braços frouxos — palpitante o seio!...

Ai! se eu te visse em languidez sublime,
Na face as rosas virginais do pejo,
Trêmula a fala, a protestar baixinho...
Vermelha a boca, soluçando um beijo!...

Diz: — que seria da pureza de anjo,
Das vestes alvas, do candor das asas?
Tu te queimaras, a pisar descalça,
Criança louca — sobre um chão de brasas!

No fogo vivo eu me abrasara inteiro!
Ébrio e sedento na fugaz vertigem,
Vil, machucara com meu dedo impuro
As pobres flores da grinalda virgem!

Vampiro infame, eu sorveria em beijos
Toda a inocência que teu lábio encerra,
E tu serias no lascivo abraço,
Anjo enlodado nos pauis da terra.

Depois... desperta no febril delírio,
— Olhos pisados — como um vão lamento,
Tu perguntaras: que é da minha coroa?...
Eu te diria: desfolhou-a o vento!...

Oh! não me chames coração de gelo!
Bem vês: traí-me no fatal segredo.
Se de ti fujo é que te adoro e muito!
És bela — eu moço; tens amor, eu — medo!...




MINH´ALMA É TRISTE

Minh'alma é triste como a rola aflita
Que o bosque acorda desde o alvor da aurora,
E em doce arrulo que o soluço imita
O morto esposo gemedora chora.

E, como a rôla que perdeu o esposo,
Minh'alma chora as ilusões perdidas,
E no seu livro de fanado gozo
Relê as folhas que já foram lidas.

E como notas de chorosa endeixa
Seu pobre canto com a dor desmaia,
E seus gemidos são iguais à queixa
Que a vaga solta quando beija a praia.

Como a criança que banhada em prantos
Procura o brinco que levou-lhe o rio,
Minha'alma quer ressuscitar nos cantos
Um só dos lírios que murchou o estio.

Dizem que há, gozos nas mundanas galas,
Mas eu não sei em que o prazer consiste.
— Ou só no campo, ou no rumor das salas,
Não sei porque — mas a minh'alma é triste!


II

Minh'alma é triste como a voz do sino
Carpindo o morto sobre a laje fria;
E doce e grave qual no templo um hino,
Ou como a prece ao desmaiar do dia.

Se passa um bote com as velas soltas,
Minh'ahna o segue n'amplidão dos mares;
E longas horas acompanha as voltas
Das andorinhas recortando os ares.

Às vezes, louca, num cismar perdida,
Minh'alma triste vai vagando à toa,
Bem como a folha que do sul batida
Bóia nas águas de gentil lagoa!

E como a rola que em sentida queixa
O bosque acorda desde o albor da aurora,
Minha'ahna em notas de chorosa endeixa
Lamenta os sonhos que já tive outrora.

Dizem que há gozos no correr dos anos!...
Só eu não sei em que o prazer consiste.
— Pobre ludíbrio de cruéis enganos,
Perdi os risos — a minh'alma é triste!


III

Minh'alma é triste como a flor que morre
Pendida à beira do riacho ingrato;
Nem beijos dá-lhe a viração que corre,
Nem doce canto o sabiá do mato!

E como a flor que solitária pende
Sem ter carícias no voar da brisa,
Minh'alma murcha, mas ninguém entende
Que a pobrezinha só de amor precisa!

Amei outrora com amor bem santo
Os negros olhos de gentil donzela,
Mas dessa fronte de sublime encanto
Outro tirou a virginal capela.

Oh! quantas vezes a prendi nos braços!
Que o diga e fale o laranjal florido!
Se mão de ferro espedaçou dois laços
Ambos choramos mas num só gemido!

Dizem que há gozos no viver d'amores,
Só eu não sei em que o prazer consiste!
— Eu vejo o mundo na estação das flores
Tudo sorri — mas a minh'alma é triste!


IV

Minh'alma é triste como o grito agudo
Das arapongas no sertão deserto;
E como o nauta sobre o mar sanhudo,
Longe da praia que julgou tão perto!

A mocidade no sonhar florida
Em mim foi beijo de lasciva virgem:
— Pulava o sangue e me fervia a vida,
Ardendo a fronte em bacanal vertigem.

De tanto fogo tinha a mente cheia!...
No afã da glória me atirei com ânsia...
E, perto ou longe, quis beijar a s'reia
Que em doce canto me atraiu na infância.

Ai! loucos sonhos de mancebo ardente!
Esp'ranças altas... Ei-las já tão rasas!...
— Pombo selvagem, quis voar contente...
Feriu-me a bala no bater das asas!

Dizem que há gozos no correr da vida...
Só eu não sei em que o prazer consiste!
— No amor, na glória, na mundana lida,
Foram-se as flores — a minh'alma é triste!




AS PRIMAVERAS
Casimiro de Abreu
1855 – 1858 



A

Falo a ti – doce virgem dos meus sonhos,
Visão dourada dum cismar tão puro,
Que sorrias por noites de vigília
Entre as rosas gentis do meu futuro.

Tu m’inspiraste, oh musa do silêncio,
Mimosa flor da lânguida saudade!
Por ti correu meu estro ardente e louco
Nos verdores febris da mocidade

Tu vinhas pelas horas das tristezas
Sobre o meu ombro debruçar-te a medo,
A dizer-me baixinho mil cantigas,
Como vozes sutis dalgum segredo!

Por ti eu me embarquei, cantando e rindo,
– Marinheiro de amor – no batel curvo, 
Rasgando afouto em hinos d’esperança
As ondas verde-azuis dum mar que é turvo.

Por ti corri sedento atrás da glória;
Por ti queimei-me cedo em seus fulgores;
Queria de harmonia encher-te a vida,
Palmas na fronte – no regaço flores!

Tu, que foste a vestal dos sonhos d’ouro,
O anjo-tutelar dos meus anelos,
Estende sobre mim as asas brancas.
Desenrola os anéis dos teus cabelos!

Muito gelo, meu Deus, crestou-me as galas!
Muito vento do sul varreu-me as flores!
Ai de mim – se o relento de teus risos
Não molhasse o jardim dos meus amores!

Não t’esqueças de mim! Eu tenho o peito
De santas ilusões, de crenças cheio!
– Guarda os cantos do louco sertanejo
No leito virginal que tens no seio.

Podes ler o meu livro: – adoro a infância,
Deixo a esmola na enxerga do mendigo,
Creio em Deus, amo a pátria, e em noites lindas
Minh’alma – aberta em flor – sonha contigo.

Se entre as rosas das minhas – Primaveras –
Houver rosas gentis, de espinhos nuas;
Se o futuro atirar-me algumas palmas
As palmas do cantor – são todas tuas!

Agosto 20 – 1859. 





Heureux ceux qui n’ont point vu la fumée
des fètes de l’etranger, et qui ne se sont assis
qu’aux festins de leurs péres!
Chateaubriand.


I

CANÇÃO DO EXÍLIO.

Oh! mon pays sera mes amour
Toujours.
Chateaubriand.


Eu nasci além dos mares:
Os meus lares,
Meus amores ficam lá!
– Onde canta nos retiros
Seus suspiros,
Suspiros o sabiá!

Oh que céu, que terra aquela,
Rica e bela
Como o céu de claro anil!
Que seiva, que luz, que galas,
Não exalas
Não exalas, meu Brasil!

Oh! que saudades tamanhas
Das montanhas,
Daqueles campos natais!
Daquele céu de safira
Que se mira,
Que se mira nos cristais!

Não amo a terra do exílio,
Sou bom filho,
Quero a pátria, o meu país,
Quero a terra das mangueiras
E as palmeiras,
E as palmeiras tão gentis!

Como a ave dos palmares 
Pelos ares
Fugindo do caçador;
Eu vivo longe do ninho,
Sem carinho;
Sem carinho e sem amor!

Debalde eu olho e procuro...
Tudo escuro
Só vejo em roda de mim!
Falta a luz do lar paterno
Doce e terno,
Doce e terno para mim.

Distante do solo amado
– Desterrado –
A vida não é feliz.
Nessa eterna primavera
Quem me dera,
Quem me dera o meu país!

Lisboa –– 1855 






II

MINHA TERRA.

Minha terra tem palmeiras
Onde canta o sabiá.
G. Dias.


Todos cantam sua terra,
Também vou cantar a minha,
Nas débeis cordas da Lira
Hei de fazê-la rainha;
– Hei de dar-lhe a realeza
Nesse trono de beleza
Em que a mão da natureza
Esmerou-se em quanto tinha.

Correi pr’as bandas do sul
Debaixo dum céu de anil
Encontrareis o gigante
Santa Cruz, hoje Brasil;
– É uma terra de amores
Alcatifada de flores
Onde a brisa fala amores
Nas belas tardes de Abril.

Tem tantas belezas, tantas,
A minha terra natal,
Que nem as sonha um poeta
E nem as canta um mortal!
– É uma terra encantada
– Mimoso jardim de fada –
– Do mundo todo invejada,
Que o mundo não tem igual.

Não, não tem, que Deus fadou-a
Dentre todas – a primeira:
Deu-lhe esses campos bordados,
Deu-lhe os leques da palmeira,
E a borboleta que adeja
Sobre as flores que ela beija,
Quando o vento rumoreja
Na folhagem da mangueira.

É um país majestoso
Essa terra de Tupá3,
Desd’o Amazonas ao Prata,
Do Rio Grande ao Pará!
 – Tem serranias gigantes
E tem bosques verdejantes
Que repetem incessantes
Os cantos do sabiá.

Ao lado da cachoeira,
Que se despenha fremente,
Dos galhos da sapucaia
Nas horas do sol ardente,
Sobre um solo d’açucenas,
Suspensa a rede de penas
Ali nas tardes amenas
Se embala o índio indolente

Foi ali que noutro tempo
À sombra do cajazeiro
Soltava seus doces carmes
O Petrarca4 brasileiro;
E a bela que o escutava
Um sorriso deslizava
Para o bardo que pulsava
Seu alaúde fagueiro.

Quando Dirceu e Marília5
Em terníssimos enleios
Se beijavam com ternura
Em celestes devaneios;
Da selva o vate inspirado,
O sabiá namorado,
Na laranjeira pousado
Soltava ternos gorjeios.

Foi ali, foi no Ipiranga,
Que com toda a majestade
Rompeu de lábios augustos
O brado da liberdade;
Aquela voz soberana
Voou na plaga indiana
Desde o palácio à choupana,
Desde a floresta à cidade!

Um povo ergueu-se cantando
– Mancebos e anciãos –
E, filhos da mesma terra,
Alegres deram-se as mãos;
Foi belo ver esse povo
Em suas glórias tão novo,
Bradando cheio de fogo:
 – Portugal! somos irmãos!

Quando nasci, esse brado
Já não soava na serra
Nem os ecos da montanha
Ao longe diziam – guerra!
Mas não sei o que sentia
Quando, a sós, eu repetia
Cheio de nobre ousadia
O nome da minha terra!

Se brasileiro eu nasci
Brasileiro hei de morrer,
Que um filho daquelas matas
Ama o céu que o viu nascer;
Chora, sim, porque tem prantos,
E são sentidos e santos
Se chora pelos encantos
Que nunca mais há de ver.

Chora, sim, como suspiro
Por esses campos que eu amo,
Pelas mangueiras copadas
E o canto do gaturamo; 
Pelo rio caudaloso,
Pelo prado tão relvoso,
E pelo tiê formoso
Da goiabeira no ramo!

Quis cantar a minha terra,
Mas não pode mais a lira:
Que outro filho das montanhas
O mesmo canto desfira,
Que o proscrito, o desterrado
De ternos prantos banhado,
De saudades torturado,
Em vez de cantar – suspira!

Tem tantas belezas, tantas,
A minha terra natal,
Que nem as sonha um poeta
E nem as canta um mortal!
 – É uma terra de amores
Alcatifada de flores
Onde a brisa em seus rumores
Murmura: – não tem rival!

Lisboa – 1856. 

__________________________________________
3 Assim no original: o mesmo que Tupã. 
4 Petrarca – poeta italiano, foi o primeiro dos grandes humanistas da Renascença. 
5 Marília de Dirceu – coleção de poesias de Tomás Antônio Gonzaga (1744-1807). Os seus versos são delicados, suaves, de uma inspiração ligeira e graciosa. Gonzaga esteve comprometido na Insurreição 





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