lunes, 18 de mayo de 2015

GUILLERMO SEPÚLVEDA SEPÚLVEDA [16.012] Poeta de Colombia


Guillermo Sepúlveda Sepúlveda

(Montenegro, Colombia  1928)
Guillermo Sepúlveda nació el 24 de junio de 1.928. 

"Realmente nací en Caldas en 1928 y llegué al Quindío, a Montenegro, en la infancia; tiempo después habité en otros municipios. Escribo poemas desde muy joven. Los primeros se publicaron en el diario La Patria de Manizales, donde siempre tuve buena acogida. En 1947, la Imprenta Oficial de Caldas publicó mi libro La tarde y ella".

Sus padres fueron Eduardo y Ana Ligia Sepúlveda Zuluaga y era primos hermanos y primos segundo por mis abuelos, oriundos de Rionegro Antioquia era hermanos y las abuelas también eran hermanas, por lo cual hubo que pedir a Roma una Dispensa papal, para poder casarlos. Su abuelo paterno Silverio tenia una finca en Rió negro pero resolvió viajar a la provincia de El Quindío, antiguo Departamento de Caldas, invadida por los colonizadores antioquenos y en Montenegro compro varias fincas e inicio la reclamación de “baldíos” alrededor de personas, al frente de una caravana de caballos, reses, cabras y perros, gatos, gallinas, conejos, como si fueran a viajar en el Ara de Noe. Cuando llegaron, la abuela contrato un Maestro para que sus hijos siguieran estudiando. En esa Esuelita su padre Eduardo eludió hasta el 5 ano de primaria. En la finca todos tenían que trabajar, y con el exiguo salario que el abuelo le pagaba salía los fines de semana a comprar libros, velas y fósforos y se encerraba en su cuarto a leer hasta terminarlos. Ese fue el complemento a sus estudios, lo cual le sirvió, cuando resolvió abandonar la casa, para poder desempeñar cargos públicos como Corregidor, Juez, Notario y Secretario de un Magistrado del Tribunal Superior. Fundo Varios Periódicos y revistas, y fue, también, un excelente escritor y poeta. En Colombia hay refrán popular que dice: de tal palo tan astilla, lo que me permite afirmar que Guillermo heredo la capacidad intelectual de su padre, don Eduardo.
Guillermo fue un destacado estudiante solamente en las materias que le gustaban, tales como Literatura, Geografía, Dibujo e Historia, pero fue un fracaso en el resto. El aprendió a leer en los libros de la Biblioteca de su padre y por eso siempre aventajo a sus condiscípulos y varias ocasiones ampliaban las tareas y asesoraba a los maestros en sus breves ausencias. Cuando termino de cursar el bachillerado se dejo influenciar de loas voceros de una escuela  poética llamada “Piedra y Cielo” y a la edad de 18 anos escribió su primer soneto, publicado  en un diario de la ciudad de Armenia, sin que le hubieran corregido ni una coma, el cual fue elogiosamente comentado por la critica. Luego escribió nueve sonetos más y los envió su tío, el Abogado Clímaco Sepúlveda. Presidente del Tribunal Superior de Caldas y el los hizo publicar en el Suplementa Literario del prestigioso diario La Patria de Manizales, de amplia circulación nacional. Los comentaristas de la crítica literaria en Colombia se pusieron de acuerdo en celebrar a la aparición de este joven poeta, a quien calificaron con exagerados elogios.


LOS LIBROS: 

-Selección Poética, Centenario de Sevilla 1903-2003
​-Historia de Una Vida, De Caminos Y Andares 2010
​​


La Tarde y Ella

Desnuda como estas sobre la arena
pareces una tarde desnuda,
en tu cuerpo la brisa enamorada
se ha quedado besándote, morena.
Con su lápiz el sol sobre la arena
ha dejado tu sombra dibujada
y junto a ti – de celos desmayada –
se ha quedado la tarde, mi morena.
En la ruta del viento prolongada
y en el canto de un pájaro enastada
esta, de amor, flotando su bandera.
Si no te vistes pronto, retardada
ha de llegar la tarde, demorada
porque eres tú la tarde verdadera.




Alegría

¡ Alegría ¡
¡ Alegría ¡
- Y nadie sabe cuantos entierros
de mi vida tengo….





Canción de la amada

Cada noche voy a ti, amada errante.
Tu pie, de largos caminos en exilio,
tiene su huella dulce en el amor.
Yo voy por tu cuerpo, poro a poro,
me arrastro por tu cuerpo y por tu voz
y en las noches de sádica locura
las palabras se olvidan de los dos.
Tus caricias son crueles.
En tus labios hay amor.
El cilicio de tus dientes tiene sangre
de otra noche de pavor.
En tus muslos hay espinas que padecen.
¡Y hay un Ángel prisionero entre los dos!
Cada noche voy a ti, amada errante
y es oscura cada noche de tu amor.



El amor solamente

Yo nací para amar y amando vivo.
Yo nací para amar y muero amando.
El amor, con su amor, me está matando
y del amor, constante, soy cautivo.

Buscando mas amor yo me desvivo
y siempre a mí el amor me está faltando.
con más amor, más muerto voy estando,
con menos voy viviendo menos vivo.

Con el amor, en fuego estoy ardiendo,
sin él, me voy de frio consumiendo
y vivo entre dos muertes colocado.

Y, como fiel amante, siempre muero:
dulce tormento del amor, prefiero
morir entre tus brazos abrasado.



Mis demonios

Demonios que renacen con el fuego,
desalados, flamígeros, sombríos,
así son todos los demonios míos:
flores del mal que con mi azufre riego.

Demonios para un lúbrico sosiego,
alcahuetes, domésticos, baldíos,
así son todos los demonios míos:
evangélicos frutos de mi ruego.

Son demonios de mística pureza
y en el delirio de su amor empieza
mi corazón su exilio jubiloso.

Son demonios de angélica hermosura,
mosto del vicio que el placer madura:
¡aparceros de un mundo milagroso!



Erótica

En tu breve cintura me reclino
y soy de tu cintura el sembrador,
de tus muslos ardientes, peregrino,
de tu pubis de seda, cardador.

De tus uvas maduras soy el vino,
de tu trigo dorado, trigador,
de tu huella viajera soy camino,
de tu entrega amorosa soy temblor.

Cuando duermes tendida junto al fuego
es tu espalda desnuda tibio ruego:
territorio de lúbrico esplendor.

Con mis besos tu savia se prodiga
y me entrego anhelante a la fatiga
lujuriosa y violenta de tu amor.



Clarines sordos

De nuevo estás conmigo, siempre en vela,
oliendo a carne tibia. Por tu pecho
duermen clarines sordos al acecho
de las caricias que tu cuerpo anhela.

En tu espalda, la trémula gacela
de mi lujuria azul tiene su lecho:
allí reposo bajo alero y techo
y tu ardiente amenaza me desvela.

En tu sexo mi amor se compromete.
Alondra de la duda: quiero verte
herida en el suplicio que me has dado.

Me deslumbran tus dulces resplandores
y en la lengua me crecen ruiseñores
para decir lo mucho que te he amado.



Biografía del mar

¡Y pensar
que el mar es un cadáver
de ríos que se ahogaron..!



¡Ay amor!

¡Ay! Amor, como dueles en mi herida,
bandera blanca, palomar al viento,
refugio inútil para el fiel tormento
de haberte amado sin perder la vida.

Amor de mis angustias, preferida
soledad, desalado entendimiento,
molinero trigal del pensamiento,
lamento de mi voz estremecida.

Cuando ardientes tus labios se me ofrecen
mis manos aradoras se estremecen
buscando el surco de tu sexo ansiado.

Y así, los dos, amantes milagrosos,
miraremos pasar los jubilosos
recuerdos de este amor desesperado.



Poema Nº 24

Hasta Dios, que fue lucero,
rueda por el polvo
Y todas las torres se mueren
a la hora del crepúsculo.

El sonido de una flauta distante
convoca los anhelos
y aquellas que fueron voces de alegría
son pesados silencios.

Su nombre,
que yo escribí en la arena,
tiene vocales de cemento
Y el amor,
que tuvo anillos de oro,
escondidos temblores de mi aliento,
es una tibia fatiga en mi recuerdo

Ya no corre el fuego por mis venas:
simples gusanos caminan por mis huesos,
sin la fuerza del toro
que tuvo hierba dócil en mi pecho.

Hasta Dios, que tuvo lucero.





Esta mujer

Esta mujer en el amor hallada
y entre mis brazos por amor rendida,
es una rosa que de amor herida
muere de amor por el amor amada.
Esta mujer a mi sentido atada
y entre mi pecho, por amor, perdida,
es una llama para mí encendida,
es una llama para mí apagada.
Esta mujer que mi ternura nombra
y que es dulzura, caracol y alondra
y por quien vivo cuando vivo y muero,
es la mujer a la que yo esperaba,
a la que siempre con amor llamaba
y a quien entrego el corazón entero.




Lejos de ti

Esta tarde sin ti,
perdido en tu recuerdo,
ausente de tus manos,
sin ti,
lejos de tu Puerto…

Altas gaviotas me dibujan
tu amor con alas grises
y, velero a la deriva de tu nombre,
mi voz ya no tiene señales para el vuelo.

Antiguas pescadoras,
mis redes ya no tienen
la angustia de tus besos.

En Salinas, de aguas claras
y corales tallados por el viento,
se quedaron, mujer, tus ojos tristes
y la dulce nostalgia de mis versos.

Esta tarde, mujer, sin tus palabras,
sin la tierra del sur,
sin los aleros del mar
donde duermen los peces y mis sueños,
esta tarde, mujer,
sin marineros en el alma,
soy un delfín varado en tus arenas,
una cruz sin anzuelos,
una barca sin rumbo hacia la muerte,
una isla sin mapas en el cielo.

Sin la tierna muralla de tu cuerpo
ya no escalan mis manos tu cintura
donde duerme otro hijo su misterio.

Esta lengua de fuego y de campanas
ya no quema tu miedo.








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