miércoles, 13 de mayo de 2015

JOSÉ ROBERTO LEONARDO [15.941] Poeta de Guatemala


JOSÉ ROBERTO LEONARDO

Ciudad de Guatemala, 1984
Poeta. Ha publicado los libros de poesía Resurrección al desnudo (Letra Negra, 2006) y Lázaro me dicen (Editorial Cultura, 2015). Textos suyos han sido incluidos en las antologías Poesía para todos (IGA, 2011) y Los 4×4 (Vueltegato Editores, 2012). Trabajó como periodista y corrector de estilo en varios periódicos y revistas locales. Actualmente escribe libros para niños.




Los restos de mí concluyen en la tarde

languidecen de ajetreo
o modorra acalorada
pero fenecen.
Y se saben agotados
se saben muertos se saben polvo
que huye bailando por el aire
y no regresa,
hasta las cinco de la mañana
cuando un despertador cacarea
con su timbre de ambulancia
y se congregan, los restos de mí,
de nuevo sobre mí

se adhieren a mi cuerpo
se distribuyen en mis átomos
se disponen a salir.

Y salen
pero salen sabiéndose tenaces, es decir
no afilando el cuchillo suicida
o guiñándole el ojo a la muerte
y su guadaña…

salen
pero salen cantando la canción
del nuevo día
que aprendieron de los pájaros radiantes.







mañana cuando me levante
después de haber escrito esto
seré un resucitado
porque el poema muere cuando me detengo
y muere también cuando se lee
pero su muerte es bella
porque es cielo e infierno al mismo tiempo
no le teme al miedo y es el paraíso
contenido en un papel que es un mar blanco
en el que navegamos los cobardes:
esos seres hermosos que tocan el fuego
y son el fuego






me invade una soledad proscrita trasnochada de monitor encendido
que anuncia Mariana “aparece como no conectado”: nadie en el messenger nadie sino un televisor que pernocta sucio y apagado nadie sino la ausencia estéril de hablar conmigo y pensar en las tareas de mañana nadie nadie sino estas palabras opacas huidizas acaso posmodernas






hay una música gris
que desemboca en mí
es la lluvia perenne
de cristales afilados
que caen
verticalmente

me he cansado
de los sobrevivientes seres
de la tarde aniquilada
ahora
encuentro días sin luz (pero esto es mentira)

y escribir es una gran mentira
llena de fosas donde se entierran
poemas como muertos



*



Sorbo a sorbo
bebo tu sombra
la sombra de tu aliento
que recorre mis oídos,

me susurra: cuenta de un ángel perdido

una ciudad desesperada.






Del libro Lázaro me dicen 
(Editorial Cultura, Guatemala, 2015).

V

Naufragio terco/con sed de muerte inexorable
estallido de los días que se quiebran
perro que clava los dientes en la fe
y no la suelta

viaje que principia sin comienzo
presagio                     derrota

torre desplomada en horas pardas
íntima llaga
sangre que emana sangre arcaica
máscara inacabable
como un agua remota en el recuento de los siglos
cárcel de espejos mirándose hacia dentro
hasta perderse en una selva de nombres y semáforos:

                                  hombre:

polvo que recoge su vencido hedor
ave herida que levanta el vuelo

y llega al sol



La página en blanco es un cielo mudo

Pero las palabras se yerguen como una caravana de muertos
hacia un túnel atroz
como tumbas con epitafios que se desconocen
entonces rezo por el dios del aire
que dibuja espumas invisibles
y por el dios del fuego
que inventa salpullidos de sangre desde el sol
                    por el dios que me espera desnudo
                              con los brazos rotos y llorando grave

Porque no fue culpa del tiempo
arrastrar verbos en los años
como huellas perforadas en la piel de la memoria
O sostener un verso
desde la noche más íngrima
como una lava de furia que sale por los poros
aprendimos entonces
la verdad del viento que predice
no hay palabras
sino señales de niebla que se guardan
no hay palabras
sino murallas que apartan
a los cuerpos que se anhelan y se callan



Desde la orilla del tiempo

Entonces las piedras podrán decirnos su secreto: el silencio es mi dios tu dios es mi silencio Porque el silencio es la noche y las palabras son estrellas que lo pueblan Pausar es sostener de las antenas al tiempo Y el instante de escribir también es pausa hielo entumecido lluvia que escampa y aviva de tejidos la hoja en blanco Entonces en dónde cabrán estas palabras/dibujos de dios que se desprende de sí y nos orilla Porque del tiempo siempre supimos que fue una música soñada algo como garabatos en el aire ríos revolcándose en sus cauces palabras devueltas a la orilla: precario hermoso abismo de ser hombres




Grabé sobre mi tumba la inscripción de mi delirio

Llegué al abismo de ser espiral desmesurada y rauda
En el fluir del tiempo que se repetía

Mi ansiedad giró sobre sí misma
Y mordió con furia la paciencia hirsuta

Presté cuerpo y espíritu a un instante que nunca conocí

No me detuve en la hora proscrita de escribir

Aprendí que el tiempo también es muerte prematura





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