jueves, 8 de enero de 2015

VÍCTOR PEÑA DACOSTA [14.434]


Víctor Peña Dacosta

(Plasencia, Cáceres, España, 1985). Especialista en perder el tiempo y licenciado en Filología Hispánica, ha ejercido como profesor de español para extranjeros en la Universidad de Salamanca y de profesor de Lengua y Literatura en diversos centros de Extremadura y Marruecos, actualmente reside y ejerce en Sevilla. Ha participado en recitales, dado alguna conferencia y publicado varios artículos y poemas en un par de revistas físicas y digitales, además de tres prólogos. En 2014 publicó una colección de haikus dentro de la colección 3x3 de la Editora Regional de Extremadura, fue incluido dentro de la antología Diva de mierda de Ediciones Liliputienses y en diciembre de 2014 ha salido publicado en La Isla de Siltolá su primer poemario, La huida hacia delante. También es letrista del inexistente grupo de rock Un Hombre Exquisito.



Lo peor de todo

Lo peor no ha sido que te fueras como te fuiste
(y los dos sabemos que te fuiste de muy malas maneras)
ni que te fueras cuando te fuiste
(y sabes que no pudo haber un momento más inoportuno)

sino que vengas cuando vengas
vengas como vengas,
y lo hagas cuantas veces creas oportuno
regodearte con mi amor pazguato y humillado,
yo seguiré esperándote de brazos y pecho abiertos

abjurando de partículas interrogativas y pretéritos
que no pueden entender, imbéciles,
que has vuelto, que por fin has vuelto
y que esta vez quizá sea para siempre.





Ya es primavera en el Corte Inglés 

Estabas preciosa con tu uniforme de El Corte Inglés
y yo iba muchos días a esperarte a la salida.
¿Te acuerdas? Te esperaba detrás de una esquina
te tapaba fuerte la boca, para que no gritaras,
susurraba que como te movieras te mataría,
te arrastraba a un portal cercano
entre empujones y amenazas soeces
y luego jugaba a violarte.
Y tú jugabas a que te violaba
y te gustaba.
Después nos íbamos a casa riendo
creyéndonos los más modernos,
los más abiertos
los más fantasiosos con sus fantasías
y su vida sexual de mentirijillas.
Pero un día de primavera ¿te acuerdas, mi vida?
Te esperé en una esquina diferente,
te tapé la boca de otra manera,
puse otra voz para amenazarte
¿te acuerdas?
Y también varié el ritmo, la presión
y el ángulo habitual de mis embestidas.
Ese día ¿te acuerdas, zorrupita?
Te corriste más que nunca,
volvimos a casa sin hablarnos,
nos acostamos sin decirnos nada.
Al día siguiente antes de que volvieras
yo ya me había ido de tu casa.
Estabas preciosa con tu uniforme de El Corte Inglés.
Incluso con los pantalones enrollados por la rodilla.
Pero no he vuelto a comprar en esa jodida tienda
desde aquel fatídico día (¿te acuerdas?)
y cada vez que anuncian que ha llegado la primavera
me escondo en aquella misma esquina
y lloro tu recuerdo a lágrima viva.




Timidez

Te miro como a un libro que no entiendo,
que alguien tuvo a bien regalarme
y del que todavía no me he deshecho.
Eres guapa. No te conozco.
No te debo nada.
Tú a mí, la verdad, tampoco.
De repente,
me da vergüenza besarte.
En este momento de sofoco,
en el que nada entiendo,
ni siquiera me atrevo a preguntarte
si te importa que me corra dentro.




A Usted. En desobediencia.

Y a Almudena Guzmán y Luis García Jambrina. En deuda.


Su recuerdo es como la fe de aquella infancia
Casi nunca usaba minifalda
Rota al mismo tiempo que mis braguitas en el último
Pero ese día hubo suerte
Y mientras Jambrina,
__________Tobogán
Con su voz de jesuita fumado
Iba recitando cansinamente
No duele, sólo desespera un poco,
Nosotros fingiendo fingir
igual que esas faldas
Estar concentrados
Cortas después de la fiebre
Íbamos subrayando
el beso a la oreja
las palabras clave
la oreja a la boca,
Con sonrisa pícara de niños malos:
la boca a las medias porque las rompe,
demasiado concentrados
como para andar fijándonos
las medias al...
en puntos suspensivos.




Título: La huida hacia delante
Ediciones de la Isla de Siltolá
Colección TIERRA, nº 33 (Poesía)
Sevilla, diciembre 2014.



Posmodernidad

Mi abuela muere lentamente
en la habitación de al lado
mientras yo veo un capítulo
de Mad Men con los cascos puestos
pensando: “joder, qué bien
reflejan la sociedad
de los cincuenta los guionistas
de la HBO”.






Adaptación al miedo

Acostumbrarse a las molestias diarias,
a que se mueran los abuelos.

Hacerse a la idea de que envejecen
los padres y maduran los amigos.

Andar un rato por las tardes.

Verse de pronto envuelto en un debate
sobre hasta cuándo es mejor dar el pecho.
Tener una teoría al respecto.

Apuntarse a cursos de idiomas
o al gimnasio y actualizar los blogs
al menos una vez a la semana.

Hacer la cama siempre al levantarse
y fregar antes de que se acumule:
hacerse fuerte en la rutina.

Ser un hombre a la hora de hacer colas:
no dejar que se cuelen las marujas
ni nos venza el desaliento.

Medir la vida en estados de Facebook
y la aceptación social en “me gustas”.

Abrir un plazo fijo a un interés
razonable y defender que conviene
una reforma fiscal moderada.

Seguir los partidos sin pegar voces.

Hacerse chequeos de vez en cuando,
que total no cuesta nada. Enterarse
de cuáles son los mejores productos
para mantener limpia la piscina.

Irse de vacaciones con los suegros,

Atender cuando oyes “señor”
por la calle. Aprender a hacerse el nudo
de la corbata y a arreglar los enchufes.

Entender por qué sube la hipoteca.

Asumir que es cada vez más difícil
cumplir el sueño de hacer un trío.

Gastar mucho menos dinero en libros,
reducir el tiempo de siesta.

Hablar en las reuniones de vecinos.

Aprovechar los descuentos del súper,
preferir los conciertos en teatros,
elegir cortinas de seda blancas
que combinen con la mesa camilla,
buscar porno duro gratis, cervezas
negras y ginebras de marca, vinos
con un ligero regusto a manzana
de nombre extranjero. Decir que es suave
pero con mucho cuerpo. Fijarse
en cómo va resbalando la lágrima.

Usar reloj.

Adaptarse, como todos, al miedo.
Amortiguarlo con pastillas.

Apagar el despertador antes de que suene.

Ponerse camisa para ir a trabajar.










1 comentario:


  1. Jugar al escondite con mi sombra,
    Transmutarme a pantera, definitivamente,
    No dejar que me duelan los despechos,
    No imponerme la tediosa tarea
    De querer olvidarte,
    ...
    Escribir una lista con cosas de olvidar,
    Para no pensar,
    Para no sentir,
    Para no ser.
    Tacharme la primera de la lista,
    Aceptarme por fin, con mis delirios.

    ResponderEliminar