Fiona Farrell
Fiona Farrell (nacida en 1947) es una poeta de Nueva Zelanda, escritora de ficción y dramaturga. Su última novela, piedra caliza, fue publicada en abril de 2009. The Broken Book, (ensayos y poesía) fue publicado por la Universidad de Auckland Prensa 2011.
Bibliografía
Novelas:
The Skinny Louie Book (1992)
Six Clever Girls Who Became Famous Women (1996)
The Hopeful Traveller (2002)
Book Book (2004)
Mr Allbones' Ferrets (2007)
Limestone (2009)
Poesía:
Cutting Out (1987)
The Inhabited Initial (1999)
The Pop-Up Book of Invasions (2007)
Historias cortas:
The Rock Garden (1989)
Light Readings (2001)
ENAMORÁNDOME DE CAMINO A CASA
Me he enamorado
de camino a casa.
Primero, un lago
se recostó a mi lado,
desnudo hasta el horizonte.
Luego una colina me extendió
su brazo marrón y me acercó
hacia ella. Podía oler el sudor
de sus hendiruras a cada vuelta.
Luego un puerto me lamió
la oreja, susurrando
las cosas que los puertos les dicen
a todas las chicas: sobre otros
sitios que han tocado,
pero tú eres la única, nena.
Eh, tú eres la única…
Luego alcancé la cima
y el cielo se elevó
sobre mí y su cara era
enorme y tierna. Respiró
en mi cabello y su aliento era
un águila colgada de un solo hilo.
Luego yo volaba. Caía.
Me encontraba completamente fuera de todo.
Rocas y nubes bajo
mis hombros. Extendida como
como la curva azul del océano.
Tómame, dije.
Tómame.
Soy tuya.
Tuya, cuando nací
con el Waitaki en mi mano izquierda
el Pacífico a mis pies
los Kakanuis a mi cabeza.
Tuya hoy.
Y tuya cuando
me encuentre finalmente envuelta
en una grieta de tu costado cicatrizado,
rezumando y desmenuzándome
en tu dulce oscuridad.
Tuya ahora y por siempre.
Mi país no dijo nada.
Es del tipo tranquilo.
Pero se recostó
y encendió una
larga
luminosa
puesta de sol.
NUESTRO VIAJE A TAKAKA
Bueno, fuimos a Takaka
el fin de semana
y había una fuente.
Sí.
Una fuente.
Tiene el agua más pura de
Nueva Zelandia.
Fluye directamente del centro.
Y podíamos ver bajo el agua pura
con una cosa así como un espejo.
Y había una anguila.
Sí.
Una anguila, nadando de derecha
a izquierda como un carrete de lazo,
como un banderín ondulante.
Tú sabes: un banderín,
con dientes, y un ojo como un
pendiente de plata entre toda esa
alga de laguna. Y había
tantas burbujas. Cada una
era como un pequeño mundo
elevándose en su luminosa piel.
Y entonces fuimos a ver
las minas de oro.
Sí.
Minas de oro.
Y había unas cuevas
en la maleza. Habían raspado
las colinas hasta que la tierra corrió roja.
Y entramos en una de las cuevas
y había un joven durmiendo en las frondas de helecho,
meditando para amejorar
el mundo. Tenía consigo a su perro.
Sí.
Su perro.
Así fue como supimos que estaba allí.
La cueva era profunda, como una oreja.
O como un ombligo. Era profunda y
húmeda, y oímos al perro ladrar
abajo en la oscuridad y a un joven
diciendo, “Tranquilo!”
El barro en la cueva se pegó
a nuestras manos como sangre seca.
Le dimos al joven un pancito.
Sí.
Un pancito.
Con queso y huevo.
Y le dijimos, Bueno, suerte con la
meditación y con todo.
Él dijo, Sí, bueno, se esforzaría
por hacer lo mejor posible.
Luego manejamos a casa.
Sí.
A casa.
El sitio donde vivimos.
Y creo que el mundo se sintió un poquito mejor.
Sí.
Sólo un poquito mejor.
Después de nuestro viaje a Takaka.
ÁMAME
Ámame, como si estuviese
siempre a punto de
partir. Ámame, como si
mi maleta estuviese empacada y
yo en mi abrigo, esperando
al taxi. Ámame, como si
me fuese a ausentar por un
tiempo, en misión en un
campo de batalla,
corresponsal en el extranjero.
Ámame, como si pudiese
no haber un mañana.
Esta noche el mundo
acabará. Habrá bombardeos
aéreos. Estamos ambos de
uniforme. Ámame, como si
mi barco estuviese partiendo
con la marea de la mañana,
atravesando las escarpaduras
para trazar aguas desconocidas.
Ámame, como si estuviésemos
solos en una cabaña en la montaña:
la nieve cae y es posible
que no nos encuentren jamás.
Ámame, como si el amor fuese
una terrible aventura.
EN POCAS PALABRAS
Hace dos semanas ella dijo
que conseguiría una bicicleta cuando
cuando llegara el verano, y yo
pensé que era valiente y
salvaje: my propia madre-
niña. Ahora, no se puede poner
en pie. Su piel cuelga
en pliegues como un lino pesado.
Sus manos son seda tornasolada,
azul y marrón como el
vestido que se puso para bailar.
… porque Lo alabaste bailando
con pandereta y arpa.
Lo elogiaste bailando
sola en la oscuridad…
La arreglamos como una flor,
sus manos como hojas secas bajo
el edredón, su cabeza caída como
un capullo de lirio en su tallo marchito.
… bailaste al son de la radio
en una habitación vacía,
ligera en los brazos del
único y verdadero novio…
Le canto todas las canciones y
ella se va caminando en perfecto ritmo,
por ese sendero largo largo,
a través de ese valle tranquilo y oscuro,
encaminada hacia el lado
asoleado.
Sobre la desteñida Feltex rosada
bailaste mejilla a mejilla,
con Jesús quién es pareja
del pobre y del humilde.
Ella se posa sobre mi dedo
más pequeño. Eleva su boca seca
y canta su gorjeada canción.
Es siempre para ella este
temprano amanecer. Es siempre
para ella este claro día. Y
queda por siempre suspendida justo en
este instante de vuelo.
… tus hijas se acurrucaban
en las madrigueras de la noche
bailaste en tu vestido
que con la luz brillaba…
Cada noche nos arropaba en
cama, los rezos dichos, y el
mundo rodaba tranquilo a través
de la oscuridad. ‘Voltéate,’ decía. ‘Voltéate. De cara a la pared
y tendrás lindos sueños…’
Y en las noches de lluvia, el agua
goteando por las cañerías, ella decía,
‘Es una buena noche, buena para
dormir.’ Ahora está aquí:
arropada, con los pies hacia el mar, la cabeza
hacia la colina, abrigada con el barro de Merton amarillo
para mantener bien alejado el frío.
Y por encima, una alondra graba
su brillante canción en la oscuridad mientras
la lluvia llega desde el sur.
‘Buenas noches,’ decimos, nuestras
bocas suaves del llanto.
‘Es una buena noche, mi amor.
Una buena noche para dormir.’
… porque Lo alabaste bailando
con pandereta y arpa.
Lo elogiaste bailando
sola en la oscuridad…
‘Durante los últimos tres meses el Dr Zenad ha estado observando los defectos de nacimiento en su sala de parto donde nacen a diario de 20 a 30 bebés. ‘Agosto – tuvimos tres bebés nacidos sin cabeza. Cuatro tenían cabezas anormalmente grandes. En Septiembre tuvimos seis sin cabeza, ninguno con cabeza grande y dos con extremidades cortas. En Octubre tuvimos uno sin cabeza, cuatro con cabezas grandes, etc…’
(Maggie O’Kane reportando sobre los efectos secundarios del uso de munición recubierta con uranio empobrecido en Iraq después de la guerra terrestre de 1991. The Guardian, Enero 1999).
EL CRANEO DE HAMED AMERI NO DEJA DE CRECER
( )
( )
Este es el lenguaje de la guerra.
¿Puedes escucharlo?
No son trompetas ni tambores ni el
estruendo de máquinas ni el
retumbar de cañones. No es
el soldado cantándole a su amada
mientras que se pule las botas.
( )
( )
Este es el sonido que hace un niño
que nace sin cabeza. Este
es el sonido que hace una mujer
que labora para dar a luz a un niño sin
boca, sin orejas, sin
dedos, un niño cuya cabeza
se hincha como una calabaza.
( )
( )
¿Puedes escucharlo?
Este es el sonido de células de hueso
en frenesí. Este es el sonido de
un ojo rodando como fruta
magullada en su cuenca.
( )
( )
Este es el sonido que el niño
que no tiene orejas escucha. Este es el sonido
de la guerra. Este es el resonar
de trompetas y el aplaudir de
accionistas satisfechos. Este es
el silbar del científico en su
laboratorio. Este es el balbuceo de
muchas lenguas cuando son
simultáneamente traducidas en las
torres de vidrio en la ciudad de piedra.
Este es el eructar de hombres gordos
y el rascar de sus plumas
signatarias de todas las convenciones.
( )
( )
¿Puedes escucharlo?
El suave correr del agua cuando
los bebés se deslizan sobre la mesa,
llorando aunque no tengan bocas,
escuchando aunque no tengan orejas,
sus dedos trepadores enroscados en
hilos de significado.
Traducciones de Rogelio Guedea
Hamed Ameri’s skull won’t stop growing
( )
( )
This is the language of war,
Can you hear it?
Not trumpets or drums nor the
thrumming of machines nor the
thud of the big guns. Not the
soldier crooning to his sweetie
as he polishes his boots.
( )
( )
This is the sound a child makes
who is born with no head. This
is the sound a woman makes who
labours to bear a child without
mouth, without ears, without
fingers, a child whose head
swells like a pumpkin.
( )
( )
Can you hear it?
This is the sound of bone cells
in frenzy. This is the sound of
an eyeball rolling like bruised
fruit in the socket.
( )
( )
This is the sound the child hears
who has no ears. This is the sound
of war. This is the blaring of
trumpets and the clapping of
satisfied share-holders. This is the
whistling of the scientist in his
laboratory. This is the babble of
many tongues as they are
simultaneously translated in the
glass towers in the stone city.
This is the burping of fat men
and the scratching of their pens
signatory to all conventions.
( )
( )
Can you hear it?
The soft rush of water as the
babies slip onto the table,
crying though they have no mouths
listening though they have no ears
their tendril fingers twisted in
threads of meaning.
From The Inhabited Initial (AUP, 1999)
Words, War and Water
‘For the past three months, Dr Zenad has been monitoring the birth defects in
their delivery room, where 20 to 30 babies are born daily...’ August - we had
three babies born with no head. Four had abnormally large heads. In
September we had six with no heads, none with large heads and two with
short limbs. In October, one with no head, four with big heads and four with
deformed limbs or other types of deformities…’
The most likely origin of this gene-twisting force is not Iraqi but
Western. During the 100-hour ground war of February 1991, coalition planes
fired at least 1 million rounds of ammunition coated in radio-active material
known as depleted uranium, or DU…the heaviest metal in the world… so
tough that bullets coated in DU can slice through tanks like a knife through
butter…
(Report by Maggie O’Kane in the Guardian , January 1999)
nu BREAD-an e-iz-za-at-te-ni
wa-a-tar-ma e-ku-ut-te-ni
Now bread you eat.
Water then you drink.
(This proverb dating from c.2000BC provided a vital clue to the translation of Hittite.)
From The Inhabited Initial (AUP, 1999)
Wa-a-tar
Stutter once, and there’s the
same water speaking volumes
between willow branches.
It leaves the same mark on a
cracked hand, repeats itself
in the perfect circles of cups
scooped from red clay.
Stutter once, and it dribbles
its familiar cool line from
lip to belly. It breaks out of
darkness at those places where
rock stammers
and becomes uncertain.
Wa-a-tar , said the army breaking
from a dry pass and seeing the
ocean wedged blue between hills.
Wa-a-tar , as they lay at the
margins of a river, supping to the
babble of dry reeds.
Wa-a-tar , to the woman at the well,
one hip jutting to hold the curve of
a jar, the other holding her baby.
Hold out your cup. Hold out your hand,
cracked palm uppermost, and she would
pour you such a quantity of longing.
Such pure beauty.
Wa-a-tar .
Stutter once and we are there:
one of the king’s daughters,
walking home among the dragonflies
bearing life in both arms.
From The Inhabited Initial (AUP, 1999)
Ursula at Parakakariki
My white bird stands
by a southern sea,
arms lifted wide
to fly from me.
Once, she stood on my hand
fingers caught in my hair.
Now she steps from land
to thin bright air.
From earth scraped red-raw
and seeded with bone
she rises in feathers,
she flies alone.
At the fine wire
between day and night
she flies feathered in soft rain,
feathered in light.
From The Inhabited Initial (AUP, 1999)
The Inhabited Initial
These poems are intended as meditations on the miracle of the western alphabet which had its origins in early Semitic pictograms.
A aleph: an ox
Boustrophedon
She draws the others after
dees worruf gnol eht nwod
dropped in dark trenches.
reh fo enil eht wolof eW
going to the fence and
.toof yvaeh yb toof kcab.
B beth: a house
This bivvy shelters all
our gods and treasures.
We huddle reading the
calligraphy of fitful
flame, in our tumbled
dreaming the murmur of
mothers like blood round
the belly and beyond the
open window the grunt and
howl of things we cannot
name.
C gimel: a camel
It sways toward us sewn in a
secret pocket with strange
seeds and stones. A cup with
a foreign cut carried across
dry land.
D daleth: a door
You open it and everything
pours in: new stuff, old
stuff, some for the dump.
You shut it fast, but there’s
always some small fist
hammering at the other side.
E he: lo!
Behold! The Word is striding
high in new shoes! The mark
of its heel is stone. The mark
of its toe is feather and the
skin of unborn lambs. The
Word spans the air-bridge with
curlicue and flourish. Make
straight the way! Make room!
Make a cake!
F vau: a hook
Meaning hangs like a silk dress,
a heavy coat. There. Behind the
door waiting the structure of a
breathing body to plump and move.
G gimel: a camel
Here it comes a again from
another direction, dust fluff
at each footfall and on to dots
and silence…
H heth: an enclosure
Teeth drawn up, a white pallisade
and through the palings wag woof
and oink moo click suck burp cluck
and yap yap yap yap yap.
I yod: a hand
Finger or fist. Take that!
Take that! If you would
rule a people, first force
them to eat your words.
J yod: a hand
On the one hand, chaos.
On the other, order.
And down the middle,
the jagged blast of
knowing.
K kap: the palm of the hand
And here’s the bird-print of the
goddess, her creatures owl and
hedgehog, bloody as birth and
spiked with sticky jig-a-jig.
She examines the pattern on a
new leaf and says: look, look.
See how the heart cuts across
the other lines.
L lamed: a goad
You gotta move. You gotta
figure it all out. You gotta
go with the babble of brook
and creek and out into the
main current where the flow
is thunder, driving us all to
the edge and over.
Raus! Raus!
M mem: water
When a word is launched it
bobs about like a little red
boat under a proper sun on
the blue stripe of now.
Go, little boat. Go.
N nun: a snake.
This letter wriggles through
dry leaves slipping from skin
to skin.
O cayin: the eye
I see you. Yes, I see it all
through your round window.
The well, the bubble, the tear.
No pupil. Just your perfect
bowl, holding nothing but
white water.
P pe: the mouth
Her mouth a puckered kiss
breath popping like seed
from a dandelion to settle
on other hillsides, other
mouths soft and damp as
flowers, with their roots
down deep.
Q qoph: a monkey
The tricky ones skip and mimic.
No wonder the bootmen are
burning books, clipping the square
for another winter. But on the
fence above their sweaty heads,
the letters tease. Catch us, bootmen!
Catch us if you can!
R res: the head
You’ve got your head screwed
on backwards, looking over
your shoulder. You keep your
head, though, under fire. You
growl. You bare your little teeth.
You say: heads I win, tails I win.
You are strong, backwards or
forwards.
S shin: teeth
The word bites, leaving a ragged
edge and a tiny bubble of blood.
It goes off to sit in its box,
tasting memory.
T taw: a sign
What signs are these? Crossed sticks,
pointing every way. Grass bent in the
direction of travel. A man whose arms
are spread like a cormorant’s wings to
dry in the blast of faith. And down here,
he’s 4 her.
In red and black
by the railway track
he sets the old refrain.
I Am
I Love
to the clickety-clack
of every passing train.
U vau: a hook
High five!
Up yours!
Come. Go.
Bless. Bash.
Some letters
hang on by
living hand
to mouth.
V vau: a hook
Snagged in the mouth by a sharp
hook we were lifted to flap about
growing legs on the bank. At brain
stem’s root the memory that once
we drew a perfect wake across a
still morning when there was no
sound but air comparing notes with
water.
W vau: a hook
Waa waa
baby cry.
Waa waa.
Maa maa.
Daa daa
X samech: a prop
They hold us straight as a
row of beans. Without them,
we’d flop and muddle. Futharc
and ogam on wooden stakes.
Majuscule, uncial and all those
clever bastards who have spelled
out our rattle and marked the
spot where we were lying,
buried.
Y vau: a hook
Here it is, shaking above the
hidden spring. And here it is,
split for two wishes. And
here it is, wine flowering on
a slender stem. Break the
glass with a dancing foot.
Let the wine run.
Z zayin: lightning
In a flash, all is made plain:
it’s an ordinary tale passed
breath to breath, like living.
We perch, claws caught in
the skin of a shining tree.
We sing with our heads
tilted to the storm. We sing
the song that is known only
in this valley. We pass it on.
From The Inhabited Initial (AUP, 1999)
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