sábado, 5 de julio de 2014

CLÍMACO SOTO BORDA [12.179]


CLÍMACO SOTO BORDA

Bogotá (1870-1919), integrante de la Gruta Simbólica. Aprendió a tocar instrumentos de cuerdas para amenizar las tertulias bohémicas. De bigote grande y espeso, nariz firme y corva, ojos lánguidos, voz apagada.

Periodista, novelista, versificador, cuentista, improvisador, comentarista cotidiano, buen conversador y animador de intelectuales. Autodidacta.

Era tan díscolo, humorísticamente hablando, que se creía que no asistió a ningún colegio porque le era difícil conservar disciplina alguna.

Se inicia como periodista en los diarios como La Esfinge, El Telegrama, El Porvenir, Rayos X, Oriente, el Sol y la Barra; algunos fundados por iniciativa de el mismo

En 1897 se publica “Siluetas Parlamentarias”: Colección de anécdotas, chistes y sátiras de la política y políticos capitalinos; en 1898 “Chispazos de Cástor y Pólux”: Ocurrencias de Clímaco y Jorge Pombo; se publicó en Medellín colección de poemas “Polvo y Ceniza” en 1906; “Salpique de Versos” en Bogotá en 1912 por Enrique Alvarez Henao.

Durante la guerra de los mil días, escribe la novela “Diana Cazadora” y se publica en 1915 en Bogotá. Es la historia dramática de un joven aristocrático que es aniquilado moral y físicamente por una prostituta. Drama irónico y burlesco, como lo sabe hacer Clímaco que era crítico social.

Tan excelente en su vida de vate y tan olvidado en la literatura Colombiana. Recordémosle:



Poesía republicana

Si pública es la mujer
que por puta es conocida,
república viene a ser
la puta más corrompida.

Y siguiendo el parecer
de esta lógica absoluta,
todo aquel que se reputa
de la República un hijo,
debe ser, a punto fijo,
un grandísimo hijueputa.




EL ÚLTIMO AMIGO

A la luz de una vela lee el anciano
Su querido Quijote, aquel testigo
De sus años alegres y el amigo
De su vejez más firme y más cercano.

Vuelve las hojas con temblorosa mano
Que saca de los pliegues de su abrigo,
Y al entrar juguetón por el postigo
Retoza el aire en su cabello cano.

En la sumida boca, sin un diente,
Una infantil sonrisa se remeda.
Inclina el viejo la rugosa frente…

Se le cierran los párpados… Se queda
Dormido… y por sus piernas, lentamente,
La carcajada de los siglos rueda.





Soneto profético

Esto pasa en el año tres del siglo presente:
de una nevada esteárica a los rubios reflejos,
en descifrar se empeña sonetos suyos viejos
y cojos, de tres años, un bardo decadente.

¡Nada! ¡Ni él mismo sabe lo que soñó su mente!
Está perplejo el que antes a otros dejó perplejos.
Como olvidó los símbolos y ve las claves lejos...,
no entiende nada..., nada..., nada absolutamente.

Vuelve el antiguo oráculo por la explicable cifra...,
mas tampoco el oráculo sus enredos descifra
y ordénale que a estrofas claras su afán consagre.

¡Oh, poetas! Del numen el jugo cristalino
verted en limpias ánforas, y así del genio el vino
sin mistificaciones nunca será vinagre.




A Clímaco Soto Borda la apariencia física, el talante a la medida y la inspiración desbordante lo perfilan como el poeta insignia de esta generación. No figura entre los fundadores de la tertulia, pero su cultura literaria y su aptitud para el verso festivo lo consagraron como el orientador de sus contemporáneos. Dejó una obra de singular perfección y simpatía que perdura. Los excesos de la bohemia transformaron al cachaco bien vestido en cliente moroso de fondas y cantinas, y su vida se agotó a los 49 años: nacido en 1870, murió en 1919. Fue cronista, periodista, co-fundador de El Rayo X, primer diario liberal de Bogotá; autor de la novela Diana cazadora y del libro de cuentos Polvo y ceniza. Era un repentista imbatible, que podía desplegar la mayor gracia sin salirse de la forma:


Esos tres lunares son
las tres piedras del fogón
donde calentar quisiera,
vida mía,
la olla fría
de mi amante corazón.


Su auto-retrato es una joya, en nueve versos de arte menor con rima de pareados en consonante, excepto el primer verso que rima con cuarto y quinto. Es rara composición en la rima castellana. Puede verse también como una redondilla y una quintilla unidas:


Este soy, un pobre diablo
que a tragos pasa la vida
en verso y prosa, perdida
en el juego del vocablo.
El alma, como un venablo,
me hirió el amor enemigo,
más no importa: sumo y sigo,
que aún me queda corazón
para darlo con pasión.


Sobre Soto Borda escribió Armando Solano: “Él santificó con el prestigio de interminables veladas –en las que la gracia y el buen gusto se vertían pródigamente, cual los demás licores– el rótulo desteñido de muchos bodegones románticos. Él fue con sereno valor, con la conciencia de su alto mérito y de su talento inimitable, algo así como el pobre Lelián de este medio raquítico y conventual”. (Pauvre Lelian, anagrama de Paul Verlaine).
Con epigramas de esta factura los poetas de la Gruta Simbólica impresionaron a las gentes de principios del siglo XX y de épocas posteriores, con tal extensión y profundidad que dieron origen a una endemia nacional del verso festivo, que todavía tiene focos de propagación y produce frecuentes ediciones. El perfil romántico del versificador marginado también se ha propagado y cada generación hace su aporte de poetas con desigual aptitud para el verso, el humor, la ironía y la crítica social. En cada ciudad y provincia queda alguien, en actitud bohemia, para ejercer el derecho a la poesía menor.



Carta de Clímaco Soto Borda para Jorge Pombo en celebración de su cumpleaños.



Obtuvo el premio el siguiente, obra de Soto Borda, que lo constituye una misiva dirigida por la lezna de Gallissot, un popular francés fabricante de calzado cuyos zapatos y botas tenían en ese entonces gran aceptación, a la célebre lezna del doctor Mora:


Bella es tu suerte, hermana. Mi destino, qué ingrato.
Tú, vibras en la diestra del poeta-guerrero;
yo, en puros cueros vivo, metida entre un zapato,
de punta con la aguja y en manos de un obrero ...

Ninguna vaina tienes encima; no tu olfato
insultan la vil tinta y el maloliente cuero;
tú en el día descansas ... Yo, solamente un rato,
mientras está sobando la pita el zapatero.

Dile a Mora que bote el corcho. Que contigo
le dé un piquete máximo a todo el gremio amigo
y que forme una péñola con tu acero después.

El ave conductora serás del pensamiento,
y a la cabeza entonces servirás de instrumento
mientras que yo les sirvo de instrumento a los pies.






914

Carne de aventureros y malsines,
carne a la vez del 9, el 1, el 4;
pronto serás del mundo en el teatro
Colombina de muchos Arlequines.
Ave errante de cenas y de cines,
tendrás, futura carne de anfiteatro,
entre un vaso y un beso un "te idolatro"
y en el auto . . . chalinas y chelines.
¡Qué tos!, qué lividez, sin voz, sin pelo,
los ojos como túneles; el fuerte
ris-ras que da al rajar el escalpelo ...
¿Quién es aquella trágica vencida?
-¿Aquélla? Es ella . . y va para la muerte
a dormir los insomnios de la vida.





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